Idioma original: Español
Año de publicación: 2017
Valoración: Curioso
El libro de la desobediencia transcurre en el Japón medieval. Lo protagonizan un grupo de lesbianas, al mismo tiempo poetas y guerreras. Miniki, su líder, secuestra a Tanoshi, la favorita del Emperador. Éste, por supuesto, pondrá todos los medios a su alcance en perseguirla. Osos telepáticos montados por fieros samuráis incluidos.
Que no os engañe semejante premisa: El libro de la desobediencia no es una novela histórica plagada de aventuras. Bueno, sí lo es, pero hay otros aspectos a resaltar en ella. Y no me refiero únicamente a los elementos fantásticos que la engalanan (¡osos telepáticos, pardiez!), que también. Me refiero, especialmente, a su enfoque metaliterario.
A fin de cuentas, esta ficción realiza extravagantes acrobacias. Hasta tres autores (o quizás sea un autor tricéfalo) la van escribiendo o traduciendo en paralelo; los personajes que la transitan forman parte tanto del plano real como narrativo; cobija en su interior otras obras, en plan "matrioshka" rusa. ¿Sigo?
Además de por su enfoque metaliterario, El libro de la desobediencia destaca por sus temas. La desobediencia es uno de ellos, como bien indica su título. Por ejemplo: Okoshi Oshura, viejo poeta que narra esta historia, se opone (veladamente al inicio, abiertamente después) al «Poder». También la ya mentada Miniki se enfrenta al «Poder», pese a que su caso no tenga connotaciones políticas.
Lo que me ha gustado de esta novela son sus reflexiones en torno al concepto de la desobediencia. Rafael Courtoisie logra ahondar temática y casi diría que filosóficamente en él con pasmosa facilidad. Y lo hace, dicho sea de paso, de formas la mar de creativas. Para muestra, un botón: «La desobediencia es, antes que nada, una gran tentación. / Dictada una ley, sobrevienen las ganas de transgredirla. / Toda frontera, todo límite es una invitación a la transgresión, al pasaje clandestino (...). / Toda barrera u obstáculo constituye una puerta abierta para la desobediencia. / (...) Toda puerta cerrada es una puerta abierta para la desobediencia.» O: «La muerte es una desobediencia. / Pero la vida es una desobediencia mayor, de otro grado, casi absoluta. / Aunque uno vaya a morir, haber desobedecido por un instante es haber desobedecido toda la eternidad: la muerte se desobedece cada día, con cada respiración, con cada línea que se escribe. / La poesía es una desobediencia.»
Quizás lastran a este texto su carácter episódico, la resolución algo abrupta (y a veces tramposa) de varios de sus conflictos, la caracterización pobre de sus personajes y, sobre todo, su final anti-climático. Pero gracias a que, en general, no se toma muy en serio a sí mismo, estas imperfecciones son fácilmente perdonables. En ocasiones, incluso, atribuibles al desparpajo de esta propuesta.
Me sorprende que en ninguna de las reseñas que he leído de El libro de la desobediencia se mencione sus similitudes con la obra de Alberto Laiseca. A continuación, os dejo las características que este trabajo de Courtoisie comparte con muchas de las creaciones del argentino:
Que no os engañe semejante premisa: El libro de la desobediencia no es una novela histórica plagada de aventuras. Bueno, sí lo es, pero hay otros aspectos a resaltar en ella. Y no me refiero únicamente a los elementos fantásticos que la engalanan (¡osos telepáticos, pardiez!), que también. Me refiero, especialmente, a su enfoque metaliterario.
A fin de cuentas, esta ficción realiza extravagantes acrobacias. Hasta tres autores (o quizás sea un autor tricéfalo) la van escribiendo o traduciendo en paralelo; los personajes que la transitan forman parte tanto del plano real como narrativo; cobija en su interior otras obras, en plan "matrioshka" rusa. ¿Sigo?
Además de por su enfoque metaliterario, El libro de la desobediencia destaca por sus temas. La desobediencia es uno de ellos, como bien indica su título. Por ejemplo: Okoshi Oshura, viejo poeta que narra esta historia, se opone (veladamente al inicio, abiertamente después) al «Poder». También la ya mentada Miniki se enfrenta al «Poder», pese a que su caso no tenga connotaciones políticas.
Lo que me ha gustado de esta novela son sus reflexiones en torno al concepto de la desobediencia. Rafael Courtoisie logra ahondar temática y casi diría que filosóficamente en él con pasmosa facilidad. Y lo hace, dicho sea de paso, de formas la mar de creativas. Para muestra, un botón: «La desobediencia es, antes que nada, una gran tentación. / Dictada una ley, sobrevienen las ganas de transgredirla. / Toda frontera, todo límite es una invitación a la transgresión, al pasaje clandestino (...). / Toda barrera u obstáculo constituye una puerta abierta para la desobediencia. / (...) Toda puerta cerrada es una puerta abierta para la desobediencia.» O: «La muerte es una desobediencia. / Pero la vida es una desobediencia mayor, de otro grado, casi absoluta. / Aunque uno vaya a morir, haber desobedecido por un instante es haber desobedecido toda la eternidad: la muerte se desobedece cada día, con cada respiración, con cada línea que se escribe. / La poesía es una desobediencia.»
Quizás lastran a este texto su carácter episódico, la resolución algo abrupta (y a veces tramposa) de varios de sus conflictos, la caracterización pobre de sus personajes y, sobre todo, su final anti-climático. Pero gracias a que, en general, no se toma muy en serio a sí mismo, estas imperfecciones son fácilmente perdonables. En ocasiones, incluso, atribuibles al desparpajo de esta propuesta.
Me sorprende que en ninguna de las reseñas que he leído de El libro de la desobediencia se mencione sus similitudes con la obra de Alberto Laiseca. A continuación, os dejo las características que este trabajo de Courtoisie comparte con muchas de las creaciones del argentino:
- Su cualidad híbrida (esa mezcla de fantasía, acción, política, prosa y verso...).
- Su enfoque, entre desmitificador y respetuoso, de Oriente.
- Su fabulación histórica, situada en un mundo que es y no es el nuestro.
- Su colorido eclectismo.
- Su voz narrativa, que oscila entre la ordinariez y la sensibilidad poética, rompe constantemente la cuarta pared y está dispuesta a jugar con las expectativas del lector.
- Sus personajes. Es innegable que el Emperador, sus aduladores y concubinas, recuerdan poderosamente al Monitor y su corte.
- La abundancia de magia, erotismo, violencia y torturas que hay en estas páginas.
- Su humor, ora sofisticado, ora gamberro.
- Sus destellos metaliterarios.
- Sus caprichosas digresiones, que interrumpen la trama sin pudor alguno, incluso cuando dinamitan adrede una escena intensa.
- Sus múltiples homenajes (que a veces rozan la parodia) a otras obras de ficción. En el caso de El libro de la desobediencia, Courtoisie alude a Ryonosuke Akutagawa, Yukio Mishima o Haruki Murakami, entre otros.
En definitiva, recomiendo El libro de la desobediencia a todo aquel que guste de la narrativa experimental; a todo aquel que ya se haya zampado la bibliografía de Laiseca pero siga teniendo ganas de juerga; a todo aquel que disfrute con la violencia hiperbólica y estilizada de Quentin Tarantino; a todo aquel que aprecie las virtudes de Japón y, asimismo, sea capaz de reírse de sus conmovedores defectos. Por una vez y sin que sirva de precedente, obedeced mi recomendación y leed esta pequeña joya de la metaliteratura más lúdica y desprejuiciada que, pese a su engañoso desparpajo, es capaz de vehicular reflexiones trascendentes.
14 comentarios:
Ostras, Oriol.
Tengo este libro en la pila de pendientes! Ya te contaré
Un abrazo
Tiene pintaza, sin duda...Tomo nota ; )
Ya dirás, Koldo. Espero con impaciencia contrastar nuestras respectivas opiniones. Por cierto: si te acaba gustando esta novela, mucho me temo que deberás darle una oportunidad a mi amado Laiseca. Avisado quedas. Ambos autores tienen los mismos fallos pero, sobre todo, aciertos, por lo que he podido comprobar.
Juan, creo que "El libro de la desobediencia" te gustaría. Un cráneo que es aplastado por los senos de una mujer «hombruna», osos «wey» telepáticos que mean fuego y cagan alquitrán... No me digas que este tipo de disparates no te encantan.
Muy buena reseña.Dan ganas de leerlo, si remeda a Laiseca y su realismo delirante. Dado lo que contas de esta novela, me permito recomendarte Shunga, del argentino Martin Sancia Kawamichi, con un dejo más amargo que Laiseca.
Estupenda reseña.... Mayor Thompson
Cómo me conoces...XD
Pinta interesante. Me lo apunto.
De Laiseca quiero leer algo desde que leí una reseña d eun libro suyo por aquí. ¿Hay cosas editadas por aquí?
Oriol:
Tus reseñas cuestionan mis límites.
¡No voy a leerlo! Voy a desobedecerte y, además, no seguir el camino de depravación de Juan.
Saludos, raritos..pero os sigo queriendo, ¿eh?
Maravilla de reseña mil gracias oriol. Kempes 19
Uruguayo... Hay que decirlo, che, que somos pocos y para una vez que un oriental destaca más que las tres cabezas de res que le representan, hay que decirlo.
Yo tengo de mi compatriota: Caras extrañas, libro que aún no leí.
Para los que preguntan por Laiseca: aquí se pueden conseguir un par de sus títulos aunque su más representativo es imposible: Los Sorias.
Sí, hay muchas copias por ahí, de La mujer en la muralla: un trabajo de Laiseca sobre la dinastía China del 200 antes de Cristo al que yo recuerdo muy divertido de leer.
Siempre pasa igual: destaca un uruguayito en algún lado y ya acaba todo el mundo hablando de Argentinos, jeje.
Yo creo que antes de que Koldo se pase a Laiseca, es prioridad que traiga de una vez y para siempre a este blog al señor Rodolfo Fogwill.
Ahí lo dejo.
Gracias a todos por halagar mi reseña. De veras que me hace ilusión que os haya gustado tanto, vayáis a obedecerla o no. Ah, Dr. Fabián, queda anotada "Shunga".
GtM, para iniciarte con Laiseca te recomiendo encarecidamente "El gusano máximo de la vida misma". Pero te aviso de que es una novela que es poco probable que encuentres en físico. Y Diego, menciono al argentino porque "El libro de la desobediencia" me ha recordado mucho a él, pero es innegable que los escritores uruguayos tienen entidad propia. De hecho, un crítico literario decía de ellos que son «raros». Y habiendo leído al genial Levrero y algún otro, me lo creo.
Pues ya lo he terminado y en lineas generales, comparto tu opinión. Imaginativo, alocado, ambicioso, irregular también... Pese a que, como suele ocurrir con este tipo de libros tan ligados a la "forma", se me ha hecho algo largo, en general me ha parecido un buen libro.
¿Laiseca? Quizá algún día.
En efecto, Koldo. "El libro de la desobediencia" es una novela irregular pero, a la postre, sumamente interesante.
A mí no me chirrió su extensión. Al contrario, se me hizo corta; sobre todo su final, demasiado abrupto para mi gusto. Lo que le reprocharía, eso sí, son varias cuestiones narrativas. Por ejemplo: el torpe manejo de la habilidad para ver el futuro, o lo inconsistentes que se sienten algunos personajes.
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