Fecha de publicación: 1949
Valoración: muy recomendable
El reino de este mundo. ¿No os parece uno de los mejores títulos de novela de toda la literatura en español? Es sonoro, solemne, conciso, lleno de evocaciones, y en cierto sentido exacto en toda su vaguedad, porque la novela trata siempre (desde su fundación) del "reino de este mundo". Magistral, vamos.
A esto hay que añadir además un sentido programático que Carpentier deja bien claro desde el prólogo. Introduce ahí el concepto de "lo real-maravilloso" para enfrentarlo al de "literatura maravillosa". La idea es que, mientras los escritores europeos (surrealistas, sobre todo) tienen que fingir extrañas fantasías con arduo esfuerzo de su imaginación, los americanos se encuentran con que la realidad misma que les rodea es ya fantástica de por sí. Hablar de lo maravilloso sería para ellos un realismo. En el fondo se teoriza aquí algo que engloba a muchos de los escritores del boom hispanoamericano y que acabará llamándose (quizá con menos fortuna) "realismo mágico".
El tema que escoge Carpentier para su literatura de lo "real-maravilloso" es en este caso de lo más adecuado. Narra un momento crucial de la historia de Haití: la rebelión de los esclavos contra Francia y su posterior conversión en súbditos del rey negro Henri I. Como digo, inmejorable para ilustrar la teoría de Carpentier, puesto que parece un hecho históricamente comprobado que fue una ceremonia de vudú lo que dio origen a la sublevación. Yo ignoraba por completo todos estos acontecimientos, y he disfrutado a lo grande de la narración de Carpentier, que es ágil en la trama y de estilo exquisito (sólo por momentos, quizá, demasiado barroco). De vez en cuando hay pasajes que son pura poesía en prosa y frases sin desperdicio, pura sentencia. No me resisto a compartir aquí un párrafo del final que me parece grandioso por contenido y expresión.
...el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que consquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo.Otras obras de Alejo Carpentier en ULAD: Concierto barroco, El acoso, El siglo de las luces, Los pasos perdidos, El recurso del método