Título original: Il nome della rosa
Idioma original: italiano
Fecha de publicación: 1980
Valoración: muy recomendable
“Los libros siempre hablan de otros libros y cada historia cuenta una historia que ya se ha contado”, afirma Eco en las Apostillas a “El nombre de la rosa”. Y para ejemplo, su propia obra, pues, ¿qué es este libro sino un libro que trata sobre libros?
Conocemos la historia central a través de un manuscrito de Adso de Melk, anciano monje benedictino que escribe una historia que le ocurrió cuando era muy joven y estaba bajo la tutela de Guillermo de Baskerville. Adso lo escribió en el siglo XIV; el abate Vallet encontró el manuscrito y lo copió. El autor encontró, a su vez, el libro de Vallet en 1968, y también se decide a copiarlo. Y esta es la copia que llega a nuestras manos.
Adso cuenta cómo Guillermo de Baskerville es invitado a una abadía benedictina como mediador en una disputa entre franciscanos y una delegación papal. Pero se encuentran con una serie de muertes que se están atribuyendo a la llegada del Apocalipsis, y deciden investigar por su cuenta.
Bueno, el argumento es bastante conocido por la película. Pero el libro contiene mucho más. El autor explica en las Apostillas- que se publicaron en 1985 como guía que facilitase la lectura del libro, pues contiene numerosísimas citas y frases en latín que aparecen sin traducir-, que El nombre de la rosa tiene tres o cuatro niveles de lectura. Encontramos pistas en casi todas las palabras, desde los nombres de los personajes-no podemos evitar nombrar a Jorge de Burgos como homenaje a Borges-, la forma de las muertes, la descripción de la biblioteca... Con un estilo impecable Umberto Eco nos lleva a descubrir la forma de vida monástica y los entresijos religiosos de un siglo cargado de disputas entre las diferentes órdenes y el papado. No en vano, el autor ha realizado numerosos ensayos sobre el tema.
De nuevo nos encontramos con una obra pionera en su género, de calidad, absorbente y muy, muy recomendable. Si has visto la película, léelo; si no la has visto, aún mejor, léelo antes.
Para terminar, anotar que a mí, algo que me llamó la atención, fue el que el libro protagonista, el segundo de la Poética de Aristóteles, a pesar de estar prohibido y centrar todas las iras de los villanos de la obra, aún se conserve. Es decir, se trata de una obra que no debería existir, como de hecho se cree, y está ahí: no se ha quemado, ni tirado, ni dejado para el olvido. Quizá porque siempre ha habido y habrá libros prohibidos, se haga lo que se haga con ellos; quizá como homenaje a la palabra escrita que, aún hoy, “es un arma cargada de futuro”.
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6 comentarios:
Permíteme un comentario pedorro, porque no sé si he entendido bien el último párrafo de tu reseña: en realidad, ese "segundo libro" de la Poética de Aristóteles se ha perdido, si es que alguna vez existió. La parte que se conserva de la Poética solo trata de la tragedia, y en menor medida de la epopeya.
Así que los humanistas de los siglos XV y XVI tuvieron que "inventar" la teoría clásica de la comedia y de la novela (un género apenas mencionado en la Poética original, pero que encajaría dentro del sistema teórico aristotélico).
Sobre El nombre de la rosa en concreto, tengo un recuerdo algo borroso, probablemente porque vi antes la película (gran película, por cierto) y buscaba en el libro la confirmación de las imágenes más que una novela independiente y distinta...
Reconozco a mi pesar que no he leído este libro :(
Estuvo en casa de mis padres durante años, vi la película (que me encantó) y siempre lo he tenido en mente como uno de los pendientes.
Pero nada, oye, que siempre se me pone otro libro en medio, no sé cómo lo hago.
Desde luego, la historia de los libros de Aristóteles daría en sí misma para varias novelas. (Sí, preparaos para la chapa.) De hecho, tras la muerte de Aristóteles estuvieron perdidos bastante tiempo hasta que Andrónico de Rodas se decidió a editarlos (a todo estudiante de filosofía le han explicado aquello de que fue este tío el que llamó "metafísica" a los tratados que iban después del de física).
Pero esa edición tampoco se conoció en Occidente hasta que empezaron a llegar (en el siglo XII) las traducciones árabes. De hecho, la Teología se había apoyado tanto en Platón hasta entonces, que los intentos por aprovechar teológicamente la obra de Aristóteles despertaron muchas suspicacias. (Y quizá no sin motivo.) El propio Tomás de Aquino vio condenadas algunas de sus tesis. Ese recelo es precisamente lo que muestra la novela en la figura de Jorge de Burgos, declarado anti-aristotélico.
Soltado esto, diré que yo disfruté muchísimo de esta novela, pero creo que para eso debe tenerse un mínimo interés por las disputas teológicas de aquel tiempo (en torno a la pobreza de Cristo, por ejemplo). Si no es así, y pese a que se trata, en el fondo, de una historia policíaca, es probable que uno se aburra en muchos momentos.
Jeje, es verdad, no lo he matizado: no se conserva el libro en la realidad, sino en la novela;-) A lo mejor, si algo así hubiese ocurrido de verdad, alguien se hubiese encargado de quemarlo.
Del libro de Aristóteles se conserva, en el NdlR y en la realidad, la primera parte. No creo que se perdiese a propósito por cierto.
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