jueves, 31 de diciembre de 2020

Robert Seethaler: El vendedor de tabaco

Idioma original: alemán

Título original: Der Trafikant

Traducción: Ana Guelbenzu

Año de publicación: 2012

Valoración: Recomendable


Robert Seethaler es, en terminología de las editoriales, un autor bastante aclamado, especialmente en el mundo de la literatura en alemán, a raíz de la publicación de Toda una vida, que algo me dice que no tardaremos mucho en ver reseñada en este blog. Este señor es también, por lo visto, un prolífico guionista de series de televisión, y aseguraría que ese hábito de trabajar para un medio audiovisual deja su sello en su obra escrita. Diría más, creo que en algunos escritores se ha filtrado cierta dosis de lenguaje cinematográfico que da lugar a un estilo muy visual, que fácilmente traslada al lector al mundo de la imagen, de la misma forma como la tradición oral dejó huella en la obra escrita durante siglos. Pero bueno, es solo una reflexión que dejo servida a la concurrencia.

La historia que cuenta El vendedor de tabaco (que aunque no lo parezca es una traducción casi literal del título original) tiene un aroma clásico indiscutible: el jovencito Franz Huchel es enviado por su madre desde su hogar en las montañas a Viena, al cuidado de un estanquero con quien trabajará como aprendiz. Esto ocurre en los meses anteriores al Anschluss, la anexión de Austria por Hitler, y por tanto en plena efervescencia del nazismo. El escenario ofrece por tanto dos líneas narrativas claras: la del inocente chaval de pueblo que desembarca en un medio desconocido, y la histórico-política que inevitablemente terminará afectando a su experiencia.

La primera de ellas tiene las trazas de una pequeña novela de formación, eso que, con el puntito pedante, llamamos a veces bildungsroman. Franz queda admirado por lo que ve en el estanco, las labores de tabaco que el viejo Otto le enseña a distinguir, los periódicos que le obliga a leer, los clientes que va conociendo día tras día. La relación entre ambos es bastante impersonal, diríamos netamente profesional, pero aun así resulta inevitable que el estanquero deslice consejos hacia el joven pinche con un vago eco paternal, y que este a su vez acabe correspondiendo con un grado creciente de estima que se dejará ver más adelante. En ese proceso de maduración Franz tiene también una efímera y algo misteriosa aventura con una chica, descubre el sexo y los desvelos del amor, y ahí el autor introduce el personaje de Sigmund Freud, que le servirá al chico de asesor, puede que más con su sola presencia que con sus limitados consejos. La aparición de Freud es lo que podríamos llamar un cameo, bastante bien traído, que opera como nudo entre las dos líneas del relato, la personal del muchacho desorientado, y la política, con la incipiente persecución de los judíos.

En esta segunda perspectiva, la novela tiene un crescendo bastante convincente. Ante la visión en principio ingenua de Franz empezamos a asistir a los primeros episodios de la irrupción del nazismo, que se inician con anécdotas que parecen no tener un significado claro, para ir tomando forma y dibujando la tragedia que se avecina. No es que encontremos cosas muy novedosas (primero unas pintadas, clientes que dejan de comprar, luego presencia de individuos en actitud amenazante, rumores en la calle, patrullas de extremistas), pero el relato está muy bien construido, combinando los momentos de acción con las pausas para la introspección a través de los sueños de Franz y su comunicación con Freud y ocasionalmente con la madre, en definitiva, conectando el presente con aquel mundo rural y despolitizado del que procede.

En realidad, casi nada en el libro es demasiado original, como los personajes tampoco resultan especialmente ricos (todos son más o menos estereotipos, con excepción de la chica), y sin embargo el conjunto queda equilibrado, con escenarios alternativos bien dosificados para que el lector no pierda el hilo ni la narración llegue a estancarse. Todo lo cual, contado con mucho tacto, de forma sencilla y con una prosa clara y no exenta de figuras de cierta belleza, da a entender que Seethaler no es solo un autor de indudable eficacia cinematográfica, sino que tiene además un apreciable talento para escribir. Otra cosa es que le falte quizá un punto de atrevimiento, que la historia no se salga de un cierto canon narrativo (joven de pueblo aterriza en la ciudad en tiempos turbulentos), pero el trabajo funciona francamente bien y la novela se lee desde luego con agrado.

P.S.: Acabo de ver por ahí que, como parecía inevitable, hay versión en cine, de 2018 y con el gran Bruno Ganz en el papel de Freud. Al parecer las críticas no son nada buenas así que, sin haberla visto, les sigo recomendando el libro.


miércoles, 30 de diciembre de 2020

2x1. César Aira: El gran misterio y Artforum

Idioma original: Español
Año de publicación: 2018 (El gran misterio) y 2014 (Artforum)
Valoración: Bastante recomendable

Pues en ULAD nos adelantamos a las rebajas y hoy reseñamos... ¡dos libros, dos, oigan! Vale, que sí, que son dos textos breves (apenas unas 80 páginas cada uno) muy en la línea de la más que extensa obra de César Aira, pero son dos libros en una sola reseña. ¡Casi nada!  La razón de la doble reseña es que se trata de dos textos publicados simultáneamente hace escasas semanas, así que algo de sentido tiene, ¿no?

El primero de ellos, "El gran misterio", es una novela corta protagonizada por un científico empeñado en descubrir el origen o la transparencia de las cosas (palabras, objetos, hechos...). Para ello, se remonta a pequeños hechos que se van sucediendo en extrañas relaciones causa-efecto con el fin de ver si estos desvelan el "gran misterio" (Me detuve en los detalles, que suelen ser los más reveladores). Eso sí, a Aira hay que leerle desde una cierta "distancia" porque humor, juego e ironía predominan en su obra y porque como él propio narrador de la novelita confiesa: Nuestras fabricaciones son solo pantomimas.

El segundo de los libros, "Artforum", es un conjunto de relatos breves (algunos casi microrrelatos) que tienen como "centro" diversas situaciones nimias derivadas de la relación del narrador con la revista Artforum, ese oscuro objeto del deseo de propiedades casi mágicas. Estas situaciones darán pie a unos textos en los que se aúnan lo real y lo fantástico (con un punto de fatalismo), el humor, el azar, el juego o el absurdo y en los que se reflexiona sobre el deseo, la nostalgia, la melancolía o la amistad.

Juego y humor, dos palabras clave para definir estos dos textos en los que Aira parte de cosas o sucesos aparentemente triviales o insignificantes para ir tirando de ellos y (des)enredar una madeja de la que forman parte realidad y ficción, forma y materia, objetos y seres porque los hechos más disímiles pueden relacionarse de modo de participar en un mismo relato y su incoherencia puede hacerse coherente.

Puestos a elegir, creo que me quedo con Artforum. Me parece un texto más "sencillo", más directo, ingenioso, divertido, gamberro y juguetón que "El gran misterio", que tiene un prólogo que me parece una maravilla aunque el texto posterior, pese a ser recomendable, queda algo por debajo de las expectativas generadas.

Una pequeña muestra de la ingente obra de César Aira AQUÍ

martes, 29 de diciembre de 2020

Moderna de Pueblo: Coñodramas. La fuga de las secundarias

Idioma original: español
Año de publicación: 2020
Valoración: muy recomendable









(1) En 1837 una joven dama victoriana le escribió al famoso poeta del momento al que admiraba. En su carta se atrevía a adjuntarle, no con poca vergüenza, algunos de los versos que ella misma había escrito. No tardó en recibir una respuesta: 
«La literatura no es asunto de mujeres, y no debería serlo nunca. Cuanto más ocupada esté con sus propios deberes, menos placer obtendrá de ella, ya sea como perfeccionamiento o como ocio. No ha sido usted llamada a estos deberes, y cuando lo sea, tendrá menos ansias de celebridad. No buscará la emoción en la imaginación, pues ya traerán demasiada las vicisitudes de esta vida y las angustias de las que no ha de esperar quedar exenta, sea cual fuere su estado.» 
Esto le decía —con todo su cuajo inglés— el poeta Robert Southey a una jovencísima Charlotte Brontë. Afortunadamente para todos nosotros, ella no le hizo puñetero caso y, casi doscientos años después, la literatura universal se sigue nutriendo del universo Brontë mientras que de la existencia de un tal señor Southey muchos se acabarán de enterar ahora mismo. 

(2) Según datos recientes, en nuestro país más del 60% de los estudiantes de Bellas Artes son mujeres pero, sin embargo, tan solo el 17% de la obra que se expone en las galerías está firmada por mujeres.
 
(3) Bonus track sobre superheroínas (a pie de página), para los que lleguen al final del post con una sana curiosidad y no con una úlcera. 

¿Y todo esto qué tiene que ver con Coñodramas? Pues en realidad, lo tiene que ver TODO, porque esta novela gráfica trata de superheroínas —de las mundanas y de las otras—, porque habla de cómo las mujeres creadoras tienen que enfrentarse a más obstáculos que los hombres para que su obra llegue al público (y más si su obra habla de «cosas de chicas») y porque Coñodramas está arrasando muy a pesar de lo que opinen los Southeys 2.0

Resumen resumido: una ilustradora trabaja junto a su pareja en su próxima novela gráfica, Coñodramas, protagonizada por unas heroínas muy poco convencionales y con superpoderes aún menos normativos: sobrepeso, vello axilar super desarrollado y un fuerte olor corporal. Paralelamente, la ilustradora y sus amigas se enfrentan a diferentes obstáculos en todos los ámbitos vitales por el simple hecho de ser mujeres. 

Raquel Córcoles (AKA Moderna de Pueblo) nos presenta una apuesta muy interesante, refrescante y reveladora que no juega a la guerra de sexos, sino que está apuntalando dos principios básicos: en primer lugar, que lo personal es político y en segundo lugar, que todas las civilizaciones de nuestra historia se han nutrido durante siglos casi exclusivamente de las experiencias masculinas, y mientras no se le de visibilidad a la experiencia femenina no podremos formarnos una mirada universal sobre el mundo. 

Desde un punto de vista puramente narrativo, es una propuesta ambiciosa que lo da todo en cada una de sus páginas:
  • Un entramado bastante sofisticado en el que todas las tramas tienen un desarrollo propio al tiempo que se entrecruzan y reflejan mutuamente como en los espejitos de un caleidoscopio. No dejas de encontrarte perlas como Ríos de tinta y sangre, una pequeña novela gráfica dentro de otra novela gráfica.
  • Gran cantidad de recursos narrativos que se ponen en juego para sacar el máximo brillo a cada mensaje o escena. Un ejemplo muy divertido es cómo se explica el miedo a la soltería de una de las protagonistas mediante el tránsito por una casa del terror. 
  • La imaginación y el juego de metáforas visuales siempre cargadas de retranca. El cierre de la subtrama de las hormonas es graciosísimo y muy ocurrente.
  • Los detalles y el colorido, prácticamente no hay páginas sobre fondo blanco y el color en cada caso se emplea para dar mayor o menor intensidad, para resaltar más o menos a los personajes, para proponer un flash-back, etc. Al final todo es vivaz y luminoso como el tono de la narración. 
  • Los diálogos resultan naturales (incluso dentro del histrionismo de muchos momentos) y mordaces, capaces de llevarnos a la reflexión sobre algunas cuestiones. 
En Coñodramas se conceptualizan con ironía muchas situaciones injustas o absurdas que a base de repetirse acaban totalmente normalizadas: love bombing, efecto hermandad, síndrome de la invitada desconocida, la sobrina, la pitufina, el músico y la fan… pero Y REPITO no se trata de guerra de sexos. Si se emplea la exageración o la reducción al absurdo es para resaltar lo tóxicas que son, pero en esas situaciones hay de todo y también mucha autocrítica y autoparodia: el baby mobbing, el coño machista, la autora respetada, el cerebro dividido. Se normalizan los temas como la menstruación, el ciclo o las hormonas, y también se tocan cuestiones que afectan a los hombres: ¿vivir profesionalmente a la sombra de mi pareja me hace menos hombre?. También se pone sobre la mesa que dentro del colectivo «mujeres» hay muchas realidades y la importancia de reconocerlas todas. Y por encima de todo: sororidad, sororidad, sororidad. Y empatía.

Así que la próxima vez alguien se sienta tentado de arrugar la nariz ante una novela, película, opinión, artículo, ensayo, etc… por el simple hecho de que su autora o protagonista es una mujer, que piense que no solo está perjudicando a las mujeres, si no que se está autoimponiendo, y sin ningún motivo razonable, una miopía severa. O como decía mi adorada profesora de literatura de primaria, la implacable Teresa Sevillano: 
«A usted lo que le pasa es que le da igual ser un zoquete» 
Feliz 2021

(3) Cuando se estrenó Capitana Marvel en 2019, quedó patente el alcance total y absoluto de su megapower (lo que Carol Danvers lograba proyectando la energía que emana de su cuerpo tenía unos efectos nunca vistos). Menudo conflicto de intereses para los señores de Marvel que querían aprovechar como fuera el filón del #MeToo y la cuarta ola feminista con esta super-heroínA empoderada y poderosa sin precedentes (y más chula que un ocho) pero que cuando se incorporase al elenco de Endgame (ya era un secreto a voces) iba a hacer que a su lado Hulk, Iron Man, Thor y el Capitán América parecieran cuatro mequetrefes en una fiesta de pijamas. ¿Qué dijeron los Southeys 2.0 en RRSS al ver amenazada la hegemonía (o virilidad) de sus ídolos? (léase con el tono de alguien que está escocido en lo más hondo de su ser): Uy, pues si tan poderosa es ¿por qué no vence ella sola a Thanos? ¿por qué deja que muera tanta gente sin hacer nada si es tan justa e invencible?. 
Los señores de Marvel, que serán muchas cosas pero desde luego no son tontos, pusieron a trabajar a sus guionistas para resolver este conflicto de intereses que podía poner en peligro la lealtad de su público más añejo (o rancio). Y de ahí la conversación entre el Capitán América (CA) y la Capitana Marvel (CM) al principio de Endgame, que yo voy a transcribir a mi antojo porque el 2020 ya se acaba y ¿qué más puede salir mal?: 
CA: Los chicos y yo hemos estado hablando y como pareces bastante eficiente en esto de la lucha contra el mal, queremos ofrecerte que te unas a nosotros un tiempo. A ver qué tal. (Estamos acabados y acojonados, y nuestra única posibilidad de derrotar a Thanos es tenerte en nuestro bando) 
CM: Uy, ahora mismo me viene fatal. (Me paso yo vuestra aprobación por todo el Arco de Trajano) 
CA: Un poquito de responsabilidad, Capitana Marvel, que aquí va a morir mucha gente y si no nos ayudas pesará sobre tu conciencia. (No me obligues a rogarte que voy a quedar como un marica) 
CM: Yo comprendo que para vosotros defender la Tierra sea prioritario pero es que yo tengo bajo mi jurisprudencia varias galaxias enteras con centenares de planetas como el vuestro que también debo proteger. Pero prometo estar alerta. (No me lloréis con vuestras mierdas que bastante lío tengo yo y no me quejo. Ya me iré pasando, si eso.) 
Y de este modo (1) los señores de Marvel salvaguardaron la dignidad del Capitán América, Hulk, Iron Man y Thor (2) el entusiasmo suscitado por la figura de Capitana Marvel no se vio perjudicado y, lo más importante, (3) los Southeys 2.0 durmieron tranquilos una noche más, abrazados a sus muñequitos coleccionables de resina. 

Raphael De la Ghetto: Obras completas (Let´s get some barbacue and get busy)

 Idioma original: Inglés 

Título original: Raphael De la Ghetto. Let´s get some barbacue and get busy 
Año de publicación: 2020 
Valoración: Imprescindible

La reciente inauguración en Malmoë de la biblioteca Dawitt Isaak, en la que se reúnen 1600 obras censuradas, nos ha permitido acceder a las “Obras completas” de uno de los mayores poetas de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI: Raphael De la Ghetto.

Heredero de los poetas malditos franceses, la biografía de De la Ghetto (1948 - ...) es tan oscura como su lírica. Nacido y crecido en los suburbios londinenses, De la Ghetto emigró en su juventud a los Estados Unidos, donde desempeñó trabajos escasamente remunerados que constituyen el sustrato de sus primeros poemas, cercanos a la “wild performance”, escritos en servilletas de papel, en baños de estaciones de metro o en el fondo de tazas de té.

Sin embargo, su lírica evoluciona en años posteriores hacia una poesía epistemiológica fundamentada en la ajeneidad y el extrañamiento ideológico y social de De la Ghetto, extrañamiento que llega a su punto álgido cuando, llevando a su máxima expresión eso de que la poesía es vida, abandona su refugio en la costa Este y comienza un descenso a los infiernos que le llevará a trabajar, bajo falsa identidad, como mayordomo de una adinerada familia afroamericana.

Sin ninguna duda, esta es su época más fructífera en lo literario. Poemarios como “Carambola” o “Una brisa fresca que me da escalofrío”, en los que el nihilismo y la búsqueda desesperada de la otredad desgarran a poeta y lector, comienzan a circular por el circuito underground californiano y llevan a De la Ghetto a aparecer en dos recitales, celebrados en UCLA y Berkeley.

My love for you is like a river / Like a summer breeze that makes my soul shiver / One look from you is more precious than gold / Let's go get some barbecue and get busy

Pero estas serán sus dos únicas apariciones públicas. Desencantado por el nulo apoyo recibido por la industria editorial, que se negaba sistemáticamente a publicar su obra, De la Ghetto comienza, cual Salinger de la negritud, un período de reclusión que continúa hasta la actualidad. Sus escasos contactos con el mundo exterior se reducen a esporádicas colaboraciones en revistas como “Anabaptist Literary Review”, “Poems, drugs and Oral Sex” o “Poetry in slow motion”, en las que testimonia su creciente desencanto hacia una sociedad y un mundillo literario más interesado en leer y premiar a youtubers e instagrammers que a poetas de lo fieramente humano. El ejemplo más logrado de este período sería “Enemy”, del que trasladamos un fragmento:

Well. 
It's not my fucking problem if you can't get your shit together. 
I could give less than a fuck whether my actions make your life any better. 
I hate you because you're an asshole whose intolerance knows no end. 
I pity and am forever puzzled by the poor bastards who choose to call you friend. 
For all intensive purposes, come graduation day, you're fucking dead to me. 
For I wont ever forget these valued conversations with my enemy.

Afortunadamente, la apertura de la biblioteca Dawitt Isaak permite al lector acceder a la obra de un poeta único y atemporal que esperamos reciba el debido reconocimiento (y el Nobel o el Espasa) en un futuro no muy lejano. ¡Larga vida a Raphael de la Ghetto!

lunes, 28 de diciembre de 2020

PRESENTANDO A ULCP

Curioso colofón el del 2020. Si nos dicen que, en vez de nuestra habitual y casi festiva entrada para celebrar la Inocentada (ULADcentada le llamamos y todo) estaríamos escribiendo esta entrada, una especie de epitafio diferido, no lo hubiéramos creído. Lógicamente, esa fecha reservada y resaltada estaba libre, por lo cual nos parece adecuada, dada su cercanía al final del año, para comunicar a nuestros lectores ciertas novedades.

Un Libro Al Día, como sabéis, es un proyecto de varias personas. Un proyecto que lleva casi doce años en marcha y que a veces se ha sustentado en equilibrios frágiles que se han mantenido, como muchas situaciones en las relaciones humanas. 

Pues bien, ha sido inevitable que, en tal situación, esas diferencias que a veces habían sido de puro matiz hayan tomado cuerpo y se hayan revelado como diferencias de fondo. Ha habido mucho debate interno que se ha prolongado a lo largo de semanas y meses y, como si una cosa virtual como un blog pudiera ser atacada también por ciertos virus, las secuelas persisten. Ha habido encendidas discusiones sobre muchos aspectos: el peso de las novedades vs la necesidad de dar cobertura a los clásicos, la servidumbre a  la literatura de más repercusión contra la pureza creativa,  la posibilidad de monetizar contenidos, las literaturas periféricas, la paridad de género de los autores reseñados, la desigual atención a ciertos géneros literarios, (un ejemplo flagrante, la poesía) que no se cubren tanto como deberíamos, y un largo etcétera de discrepancias que hasta hace muy poco íbamos solventando, pero que a día de hoy ya no es posible resolver.

Así que, desde hoy, el blog tal como lo conocíais deja de funcionar. Imposible mantener nuestra promesa con la fuga de colaboradores que se cierne, y solo el espíritu de las fechas ha permitido contemplar, como solución de continuidad, la creación de un nuevo proyecto, cuyo título refleja una intención más realista: Un Libro Cuando Podamos inicia hoy su andadura con una reseña que parece más bien un ajuste de cuentas: Koldo CF, uno de los colaboradores que se ubicará en el   proyecto, toma la iniciativa con la reseña de un poemario. El nuevo blog, además, cuenta con el empuje de una nueva incorporación, Santi Socentenos, cántabro de origen italiano con una amplia experiencia bajo otros pseudónimos, que aquí nos acompañará y asume, (dice, de momento) la responsabilidad de ser el segundo Santi del blog y ayudar a la exigua fuerza presente en la nueva aventura que hoy, no sin cierto pesar, emprendemos unos cuantos.

domingo, 27 de diciembre de 2020

Philip K. Dick: Nuestros amigos de Frolik 8

Idioma original: inglés
Título original: Our friends from Frolix 8
Año de publicación: 1970
Traducción: Miguel Giménez Sales
Valoración: está bien

Ésta no es, y lo digo ya desde ahora, una de las grandes novelas de Philip K. Dick, de ésas que te dejan descolocado, desubicado (y va sin segundas... bueno, no) y, sobre todo, maravillado. Que es una forma de decir noqueado por la imaginación laberíntica de este autor. Pero, vaya, que el buen hombre escribió a lo largo de su vida 36 novelas y una infinidad de relatos, así que no todas van a ser igual de buenas... Frolik 8 es del montón, si se quiete, pero del montón de Dick, que no es el mismo montón de cualquier juntaletras de ayer o de hoy, por lo que esta novela dista mucho de resultar desdeñable, así, sin más...

La trama de la novela, de ambientación futurista, consta, no obstante, de elementos que bien podríamos relacionar con la época en la que se escribió (y con la actual): en pleno siglo XXII, la Humanidad se haya dividida por un sistema de castas que clasifica a las personas según sus supuestas capacidades; en la cima, dominando todo el sistema, los llamados Nuevos Hombres, de inteligencia superior, y los Inusuales, que han desarrollado habilidades extraordinarias como la telepatía. En la base y en su papel habitual de masa contingente, los Antiguos -es decir, como ustedes y como yo-; dentro de este vasto grupo nos encontramos además con los llmados Subhumanos, que no es que sean más tontos, sino que son los diisidentes y resistentes a este sistema basado en el apartheid intelectual. Los Subhumanos tienen como líder, por no decir Mesías, a un tal Thors Provoni, un disidente que un día se agenció una de las naves espaciales para irse haasta el infinito y más allá en busca de ayuda alienígena. Entre que vuelve o no, la disidencia se nutre de los folletos ilegales dictados por el teórico Eric Cordon, en los que propugna un mundo nuevo, basado en la igualdad, el amor y demás zarandajas...

El sistema se mantiene en pie sin problemas, bajo el liderazgo del Presidente del Consejo, el libidinoso telépata Willis Gram, hasta que un día se anuncia el regreso de Provoni, acompañado de un frolikem, alienígena de desconocidos poderes... Sin embargo, la situación ya había cambiado antes para algunos que habían tomado conciencia de la injusticia de la situación; tal es el caso de Nick Appleton, un antiguo, tallador de neumáticos, que se rebela a raíz de que su hijo Bobby es rechazado en el examen de capacidad que determina a qué casta intelectual pertenece cada persona y si son aptos para el servicio público (exámenes que todo el mundo piensa que están amañados, como es de suponer).

Es evidente que la novela puede interpretarse, en primer lugar y más allá de la ambientación futurista, como una crítica a cuelquier sistema político basado en la preeminencia de una élite sobre el resto de la población; dada la época en que fue escrita, quizás el ejemplo más inmediato fuera el de los regímenes soviético y similares, aunque se puede hacer extensivo a cualquier otro sistema de castas, ya sea por motivos raciales o simplemente económicos... Aunque tampoco nos montemos muchas películas (bueno, vale, justo en el caso de Philip K. Dick, esta expresión no es muy acertada...): ante todo, esta es una novelita de Ciencia-Ficción, más o menos entretenida , con unos toques de humor muy de agradecer -sobre todo cuando aparece el personaje de Willis Gram-y que pare este escritor probablemente no fue otra cosa que un trabajo alimenticio... como todo lo que escribió, en realidad, aunque algunas de sus obras tengan un nivel literario y hasta "filosófico" (siempre entrecomillado... y lo digo a favor de Dick) mayor que otras. En cualquier caso, no tengamos dudas: hay que seguir leyéndolo, siempre.


Como la cubierta de la edición del libro que yo he leído es un poco horrenda, para mi gusto,  me vais a permitir que ponga también ésta, de Minotauro, mucho más chula...


Más títulos de Philip K. Dick reseñados en Un Libro Al Día: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?UbikEl hombre en el castillo

sábado, 26 de diciembre de 2020

VV.AA.: Reinas del abismo

Idioma original: Inglés
Traducción: Alicia Frieyro, Olalla García, Sara Lekanda, Alba Montes, Consuelo Rubio
Año de publicación: 2020
Valoración: Está bien

Reinas del abismo es una antología primorosamente editada por Impedimenta. Compila dieciséis relatos escritos por mujeres anglosajonas que fueron publicados a finales del siglo XIX o a inicios del XX. Resulta prácticamente imposible encontrar a la mayoría en la actualidad, y muchos ni siquiera habían sido traducidos al español. 

Permitidme que los analice someramente: 

  • "Una revelación", de Mary E. Braddon: Thriller decimonónico predecible plagado de personajes acartonados, cuyas conveniencias obligan a suspender la incredulidad en demasía y que desaprovecha su toque gótico. 
  • "El ángel escultor", de Marie Corelli: Aunque tiene poco o nada de inquietante (al menos en el sentido tradicional de la palabra), entrega un curioso enfoque de género. Sólo por esto, vale la pena. 
  • "De entre los muertos", de Edith Nesbith: Joyita que genera con eficacia su atmósfera.
  • "Una Navidad en la niebla", de Frances Hodgson Burnett: Premisa diferente que, pese a extenderse más de la cuenta, permite reflexionar sobre cuestiones de enjundia. Me ha sorprendido positivamente. 
  • "El piso encantado", de Marie Belloc Lowndes: Cuento romántico disfrazado en un inicio de historia de terror. Su estilo está bastante cuidado y construye una ambientación muy lograda, pero la forma tramposa que tiene su autora de entregar la información no ayuda a redondear el conjunto. Para colmo, recurre al tropo del fantasma bondadoso de manera inverosímil.
  • "Una circe moderna", de Alicia Ramsey: Se lee con fluidez y tiene alguna imagen interesante. Sin embargo, no llega a fascinar en ningún momento. Eso sí, aprueba por los pelos por presentar a una antagonista, la Virgen Loca, que nada tiene que ver con el resto de villanos que encontramos en estas páginas. 
  • "La naturaleza de las pruebas", de Mary Sinclair: De factura y subtexto modernos, adereza el horror sobrenatural con el sexo. Por desgracia, lo hace sin abrazar los excesos desacomplejados que insinúa. 
  • "El obispo del infierno", de Marjorie Bowen: Culebrón adictivo rematado con un desenlace algo endeble. Sea como fuere, deja un buen sabor de boca. 
  • "El tapete", de Greye La Spina: Muy convencional. Entre otras cosas, no logra crear el misterio y la tensión que se propone. 
  • "Dama Blanca", de Sophie Wenzel Ellis: Se podría pulir, aunque cumple como pasatiempo. Quizás debería haberse lanzado de cabeza a su esencia de serie B, en vez de decantarse por derroteros edulcorados. 
  • "La risa", de G. G. Pendarves: No esconde ninguna novedad, pero su clímax destaca por amargo.
  • "A la luz de las velas", de Lady Eleanor Smith: Alejado de las fórmulas fáciles. Sin duda alguna, un trabajo notable. 
  • "La melodía maravillosa", de Jessie Douglas Kerruish: Logra mantener un suspense excelente y no tiene grandes pretensiones (lo cual juega a su favor). 
  • "La Isla de las Manos", de Margaret St. Clair: Su extensión no le permite desplegar con holgura todas sus cartas. El cualquier caso, es creativo y engancha.
  • "Los indeseados", de Mary Elisabeth Counselman: Explica demasiado sus trucos, restándoles capacidad de sorpresa, volviendo obvio al mensaje y despojando al lector de su labor proactiva. Pese a todo, me ha gustado.
  • "El séptimo caballo", de Leonora Carrington: Exquisita muestra del potencial literario que tiene el surrealismo. 

A estas alturas de la reseña os preguntaréis qué opino de Reinas del abismo. Habréis intuido que el libro me ha parecido un tanto irregular, y que solamente algunas de las ficciones que alberga han llegado a emocionarme. Pues bien, también quiero deciros que la principal causa de mi decepción no ha sido la fluctuante calidad de las piezas en sí, sino el marketing.

Me explico. Reinas del abismo se ha promocionado como una antología de cuentos «de lo extraño». Esto me hizo salivar. No en balde, la narrativa breve de Algernon Blackwood, Walter de la Mare o Robert Aickman, auténticos cultivadores «de lo extraño», me encanta. Pero lamentablemente, lo más «extraño» que encontraréis por aquí es "El séptimo caballo", y lo es dentro de parámetros puramente surrealistas. Personalmente, no entiendo el porqué. Será que no hay escritoras que aborden «lo extraño» (Shirley Jackson o Daphne du Maurier, por ejemplo).

Asimismo, el subtítulo de Reinas del abismo es el siguiente: Cuentos fantasmales de las maestras de lo inquietante. Por lo tanto, uno espera que el volumen abunde en fantasmas y agrupe obras inquietantes. Pero, salvo excepciones, no es el caso. Es verdad que no mantenerse fiel a un subgénero específico lo dota de una cierta variedad, pero, de nuevo, esta decisión traiciona lo que se nos había prometido.  

Para concluir remarcaré que, independientemente de las cualidades que pueda tener Reinas del abismo (la edición, el rescate de textos olvidados o algunos relatos genuinamente buenos), a esta antología la han saboteado las expectativas creadas por su propia campaña de publicidad. Una lástima.

viernes, 25 de diciembre de 2020

Paul Auster: El cuento de Navidad de Auggie Wren

Idioma original: inglés
Título original: Auggie Wren's Christmas story
Traducción: Albert Nolla (ed. en catalán) y Ana Nuño López (ed. en castellano)
Año de publicación: 1990
Valoración: muy recomendable

Por motivos evidentes, el día de Navidad es un día especial en los corazones de muchos. Es un día de recogimiento, un día emotivo, familiar, …. Y, por todo ello, también es un día propicio para escribir historias que sucedan en esta señalada fecha. Lo hizo, entre otros, Charles Dickens con «Un cuento de Navidad», John Updike con sus cuentos agrupados en «Los doce terrores de la Navidad» y, más recientemente, también Ali Smith situó su última novela «Invierno» en la víspera de Navidad. Y, como no podía ser de otro modo, un autor de la calidad de Paul Auster también quiso añadirse a la lista con este cuento de Navidad publicado por primera vez en el New York Times en el día de Navidad de 1990; un cuento diferente, especial, pero un cuento de Navidad, al fin y al cabo. Porque, de hecho, la Navidad es diferente para cada uno, y también para Auggie Wren, el protagonista principal de este relato.

El cuento empieza, ya desde la primera página, a presentarnos a los personajes que participan en él y, a pesar de tratarse de un libro brevísimo de menos de cincuenta páginas y de formato pequeño, la habilidad de Paul Auster en transmitirnos sensaciones e introducir a los personajes hace que con cuatro pinceladas ya estemos situados: nos encontramos en los días previos a la Navidad en Brooklyn, el barrio admirado por el autor, un barrio que ya forma parte del paisaje literario de los seguidores de Auster hasta el punto de que a menudo se convierte en un personaje más de sus novelas. Y, en una esquina del barrio, nos encontramos con el estanco de Auggie Wren, «ese extraño hombrecillo que llevaba una sudadera azul con capucha y me vendía puros y revistas». Así es como el protagonista narrador (también de nombre Paul y también escritor) describe al propietario del estanco, ese «personaje pícaro y ocurrente que siempre decía algo gracioso sobre el tiempo».

La relación entre Auggie y Paul, iniciada hace años de manera algo distante cambia de golpe cuando Auggie se da cuenta de que Paul es escritor y le coge confianza, llegando a un punto de intimidad que propicia que el estanquero le muestre su proyecto personal, una colección de fotografías hechas por él de un modo algo particular: durante doce años, cada día, a la misma hora, hace una foto (en un proyecto que podría llamarse «una foto al día», por poner un ejemplo que nos suene), y la hace desde la misma ubicación y retratando la misma vista. Auggie recopila, con este proyecto, miles de fotografías muy parecidas en apariencia, pero diferentes en detalle; el mismo escenario con diferentes rostros, diferente luz, diferentes condiciones meteorológicas. Así, con esta aparente sencillez, Auggie «fotografiaba el tiempo, el tiempo natural y el tiempo humano, y lo hacía colocándose en un rinconcito del mundo deseando que fuera suyo». De esta manera podría captar el paso del tiempo, percibir, en el día a día, la vida de la gente anónima, observar su evolución, ver cómo transcurre el curso del tiempo en sus rostros y en sus cuerpos, advertir cómo el día a día incide y deja una marca a su paso en cada uno de ellos y ser testigo de ello, hacer este cambio un poco suyo y formar parte de él. 

Paul queda fascinado por el proyecto, convirtiéndose en motivo de conversación habitual entre él Auggie, hasta que un día el periódico donde Paul trabaja le hace un encargo: escribir un cuento de Navidad para publicarlo en esa señalada fecha. Paul acepta con desgana y cierto bloqueo creativo, porque, siendo honestos, «¿qué sabía yo, de escribir cuentos por encargo?», «¿qué sabía yo, de la Navidad?». Sus dudas se desvanecen a los pocos días cuando, compartiendo sus preocupaciones con Auggie, este le indica que «si me invitas a comer, amigo mío, te explicaré el mejor cuento de Navidad que hayas oído nunca». 

Creo haber llegado a este punto de la reseña sin haber explicado demasiado, pues la brevísima extensión del cuento exige prudencia en revelar más detalles de esta destacable historia que, a pesar de su corta extensión contiene todos los elementos que hacen de Paul Auster un grandísimo escritor:
  • Un escenario reconocible: Auster sitúa la acción en el archiconocido barrio de Brooklyn, el escenario clave de gran parte de sus obras y el lugar donde reside desde hace años (como él mismo detalla en su libro autobiográfico «Diario de Invierno»). Para los que hemos leído gran parte de la obra del autor, uno reconoce perfectamente en sus libros las calles y el ambiente en el que transcurren sus historias. Y, en este caso, no sólo ubica la historia en él, sino que Auggie lo retrata, como queriendo captar su alma y trasladarla a las palabras.
  • El misterio: como todo cuento destacable, la narración empieza despertando un interés incuestionable. Ya en la primera frase el autor lo hace evidente al decir «Le oí contar este cuento a Auggie Wren». Así entra en juego el cuento dentro del cuento, la intriga en saber en qué consiste, qué fue lo que le contó un tal Auggie Wren del que todavía no conocemos quién es ni qué relación tiene con el narrador.
  • La atmósfera: Auster crea un mundo inmenso a partir de poquísimos detalles. Con pequeños aportes de información, uno tiene la sensación de que lleva muchas páginas leyendo sobre la historia y lo que ocurre. La familiaridad con ella es inexorable, es íntima, es envolvente.
  • Los personajes: retratados a la perfección, uno podría describir a Paul y Auggie sin equivocarse demasiado ni apartase mucho de la idea que el autor tenía al escribir el relato. Con la precisión cirujana de un escritor con mucho talento, el autor transmite la personalidad de ambos personajes sin excesivos adornos.
  • El azar: como en todo relato de Auster, el azar, la coincidencia o la aleatoriedad son elementos que inciden en la historia y le dan ese punto de posibilidad que hacen que sea algo que pueda suceder, que pueda ocurrir a cualquiera de sus personajes o a incluso los lectores.
  • El desarrollo: la historia avanza de manera rápida, sin respiro, se lee (y debe leerse) de una tacada, con aliento contenido y voracidad creciente, con el deseo inexorable de conocer lo que Auggie tiene que contar.
  • El desenlace: llegados al final, uno se percata que se ha dejado arrastrar por la historia como le ha ocurrido al propio Paul, en un cuento de Navidad diferente a los que estamos acostumbrados pero que contiene algunos de los elementos reconocibles en ellos: un punto de caridad humana, el recogimiento y la necesidad de afecto.

Por todo ello, y al igual que hace Auggie con las fotografías ubicándose en una esquina y dejando que las vidas de quienes transitan por delante pasen a formar parte de la suya, las novelas de Paul Auster dejan también su huella, página a página, en cada uno de los lectores que admiramos su obra, construyendo en nuestro interior un mundo cálido y humano. Dice el autor que «mientras haya una persona que se la crea, no hay ninguna historia que no pueda ser verdadera». Y es posible que esa sea la magia, no únicamente de los libros, sino también de la Navidad.

Otras obras de Paul Auster en ULAD: aquí

jueves, 24 de diciembre de 2020

Luis Mateo Díez: Gente que conocí en los sueños

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2019

Valoración: Se deja leer


Gente que conocí en los sueños, título sugerente, no me dirán que no. Y hasta cierto punto descriptivo, pero solo hasta cierto punto, porque los cuatro relatos que componen el libro hablan, más que de sueños, de esa zona inestable entre la vida y la muerte que a todos nos tienta evocar, poblada por fantasmas, almas en pena, personajes que han quedado a mitad del recorrido, o que lo han hecho a la inversa, presencias incorpóreas, seres que pueden ser reales o producto de nuestras obsesiones, quizá de los sueños, también, como dice el título.

Esos personajes que se mueven entre dos mundos no necesariamente son almas atormentadas o se mueven con ánimo vengativo, como tantas veces vemos. Es simplemente que han quedado atrapados entre esos pliegues misteriosos, o en zonas indeterminadas del tiempo, como el Aurelio de Los viajes fantasmales, el primero de los relatos. Tanto es así que pueden circular por un mismo lugar en distintas épocas, dejándose ver, o intuir, por los parroquianos que frecuentan las tabernas. Con personaje dotado de semejante capacidad, la dosis de humor se funde con lo sobrenatural en una mezcla inesperada, bastante convincente, aunque no nos llegue a entusiasmar del todo. Es como un juego que, aunque ingenioso, no pasa de una propuesta bienintencionada.

Por seguir con la mención de los cuentos, ese brillo de lo humorístico se desdibuja en los siguientes, donde Los muertos escondidos presenta un caso de muerto/desaparecido, en el relato quizá más brumoso de todos, y Las amistades del diablo habla sobre una presencia que de forma imperceptible toma el mando de las situaciones, con algunos giros interesantes pero quizá con una referencia tan evidente al Fausto que no sé si es un homenaje o una recreación ligera del clásico. 

Los círculos de la clausura plantea por su parte dos escenarios paralelos, un convento de monjas y una prisión, una dualidad más o menos obvia aunque bien manejada, con relatos alternativos en los que se entretejen breves tramas con aire de thriller y personajes que, como casi todos los fundamentales del libro, transitan de nuevo entre la vida y la muerte. La historia desarrollada en el convento, lejos de la solemnidad esperada, transmite cierto aire desenfadado y proporciona los momentos más sorprendentes.  

Como se ve, se parte siempre de un planteamiento bastante original, con aquellas presencias de origen y naturaleza dudosos que interactúan en el mundo real no de forma amenazante o perturbadora, sino como unos humanos más, quizá con un punto de ingenuidad. Es por tanto un tratamiento ingenioso, pero que en mi opinión carga con un lastre considerable: el estilo moroso, la frase interminable que conduce de un asunto a otro hasta hacernos perder la perspectiva, una prosa de cierto tono clásico pero también plomizo, que aplasta la frescura que puede tener la idea inicial. No sé si es el estilo propio del autor (de quien no conozco otras obras), o la intención de envolver los relatos en una especie de humo que refuerce la atmósfera de misterio e indefinición de lo que se cuenta, pero el resultado es que, a mi juicio, se echan a perder lo que en principio incluso pudieran haber sido buenas historias.

Parece ser que Mateo tiene afición a esas zonas de penumbra entre lo real y lo soñado, entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Se ve que tiene también ingenio para inventar situaciones y personajes, pero todo queda sumido en un bloque a la vez un poco pesado e intrascendente, sin brío e irremediablemente algo aburrido.

P.S.: Nórdica siempre es una editorial que cuida mucho sus presentaciones, y esta vez incorpora algo bastante inusual: unos cuantos dibujos de la ilustradora MO Gutiérrez Serna. No están mal las decoraciones, y le dan un aire diferente al libro aunque, sinceramente, no veo que tampoco mejoren demasiado las historias que acompañan. 


miércoles, 23 de diciembre de 2020

Kate Briggs: Este pequeño arte

Idioma original: Inglés
Título original: This Little Art
Traducción: Rubén Martín Giráldez
Año de publicación: 2017
Valoración: Muy recomendable para interesados

¿Cuántas personas, cuánto trabajo, cuánto tiempo y desvelos hay detrás de cada uno de los libros que leemos? Parece que en los libros de historia (e historias) solo existen autor y editor - y quizá esto sea lo más normal. Al fin y al cabo, aquel es quien idea y escribe el texto y este quien lo pone a disposición del público -, pero en los últimos tiempos parece que gana en visibilidad el trabajo de una serie de personas sin las cuales la lectura sería, si no imposible, diferente. Hablamos de ilustradores, correctores y, sobre todo, traductores.

De esto trata, al menos en parte, el ensayo de la británica Kate Briggs, quien partiendo de su trabajo como traductora de una serie de conferencias de Roland Barthes y de la lectura de la edición inglesa de "La montaña mágica" (traducida por Helen Lowe-Porter) se embarca en un texto que es, al mismo tiempo, reivindicación del trabajo de traductor y cuestionamiento de este trabajo, de la escritura y de la propia lectura. 

Hay que aclarar, pese a lo que pueda parecer, que este no es un texto "sesudo al uso". Así, no hay un planteamiento "académico" (por llamarlo de alguna forma), si no que Briggs se sirve de diferentes anécdotas para ilustrar la relación traductor-obra-tiempo o la asimétrica relación autor-traductor y de analogías hasta cierto punto chocantes para explicar su trabajo y algunas de las dudas que ha de afrontar en el ejercicio del mismo. Esta opción elegida por Briggs dota al texto de una frescura que de otra manera quizá no hubiese tenido y lo hace accesible a un lector interesado y no experto en la materia.

Por otro lado, "Este pequeño arte" no un texto acrítico. De hecho, creo que su principal virtud radica en su capacidad de suscitar reflexiones más que en ofrecer respuestas totalizadoras a las diferentes cuestiones que surgen a lo largo del texto. Algunos ejemplos: los ya citados relación traductor obra-tiempo y relación autor-traductor, la relación traducción-lectura-escritura (en general y dentro del trabajo de traducción en particular), las diversas motivaciones de los traductores, los requisitos para una buena traducción y su evolución a lo largo del tiempo, los dilemas "técnicos" a los que se enfrenta el traductor, etc.

Todo lo anterior convierte a "Este pequeño arte" en un texto más que recomendable para cualquier persona mínimamente interesada en el proceso lectura-escritura y que, además (y esto es de agradecer para profanos en el tema), se lee con relativa facilidad.

martes, 22 de diciembre de 2020

Lawrence Osborne: Perdonar

Idioma original: inglés
Título original: The forgiven
Traducción: Montse Basté y 
Hara Kraan (catalán) y 
Magdalena Palmer (castellano)
Año de publicación: 2019
Valoración: entre recomendable y está bien



Con el tiempo y la experiencia estoy empezando a decantarme por lecturas, de las que de entrada no tengo ninguna referencia, solo porque la editorial en sí me parece un valor seguro. Este es uno de esos casos. Cabe aclarar que la edición que he leído es en catalán, de Navona y que en castellano ha sido publicada por Gatopardo. Pues dos valores seguros. 

Resumen resumido: el desencantado matrimonio conformado por Jo y David Henniger, dos ingleses de clase media alta, viaja al desierto de Marruecos para pasar unos días en la mansión de Richard Galloway, su excéntrico amigo millonario. De camino en medio de la noche, perdidos y algo bebidos, atropellan de muerte a Driss, un joven marroquí que les sale al paso en la carretera. Las consecuencias de ese hecho darán un giro inesperado al fin de semana que tenían en mente. 

Perdonar tiene muchos elementos que le otorgan interés literario y también personalidad: 
  • Su atemporalidad. Sabemos que los hechos se producen en el momento presente gracias a pequeñas migajas de información estratégicamente dispuestas, pero la acción que se narra podría situarse perfectamente hace un siglo. Este efecto totalmente intencionado, por una parte imprime en la historia y en el conflicto de los personajes una pátina de universalidad. Por otra parte contribuye a crear una atmósfera casi onírica, como de fábula. 
  • El escenario: el desierto de Marruecos. Una localización no tan lejana para los europeos pero que adquiere un carácter remoto, como si todo lo que allí sucede no tuviera nada que ver con el primer mundo occidental. La brecha cultural y social se hace patente mediante los contrastes entre los nativos marroquís que malviven de la venta de fósiles y los excesos de las fiestas en la mansión de Richard Galloway. La descripción de ese territorio seco, terroso y ardiente, antiguo lecho de un vasto océano del que solo quedan los esqueletos fosilizados de los extraños peces que lo habitaban, contribuye también a la atmósfera onírica que antes mencionaba. 
  • El tiempo. La narración corresponde a un periodo de tiempo muy acotado, concretamente un fin de semana, por lo que buena parte de la acción transcurre en la mente de los personajes, lo que sienten, piensan o perciben. La novela tiene un bis psicológico muy marcado y en ningún momento oculta su intención de indagar en grandes cuestiones como la responsabilidad o la culpa. 
  • La prosa es muy rica sin resultar recargada ni perder el tono o la mesura, y encaja perfectamente es esa atmósfera de excesos —en ambos sentidos— que, no obstante, pasan frente a los ojos del lector sin estridencias, como si lo que se narra no estuviera sucediendo en realidad, tal como hemos aprendido a observar en nuestras pantallas, por ejemplo, la tragedia de la inmigración ilegal en el Mediterráneo. 
Sin embargo, hay otros elementos que no resultan tan efectivos y que hacen que, en su conjunto, la novela no resulte redonda a mi entender. Al menos en mi caso no he sido capaz de conectar del todo con el conflicto de los personajes en relación al perdón que es el elemento alrededor del cual se articula toda la historia. Tal vez sea porque no solo me ha resultado difícil empatizar con la pareja protagonista, especialmente con David, si no que no he empatizado con ningún personaje, ni tan siquiera con Driss (el muchacho atropellado) o su gente. Mi experiencia lectora con esta novela no me ha dejado ninguna reflexión dando vueltas por la cabeza a pesar de que la lectura en sí ha resultado muy placentera por todos los elementos que mencionaba al principio. Y de ahí que lo que podría situarse entre un Recomendable y Muy recomendable se haya quedado entre un Está bien y Recomendable

Sí quería comentar una curiosidad en relación a la traducción del título que probablemente tenga más enjundia de la que parece: en la versión original el título es The forgiven y en la edición en castellano se ha traducido literalmente, es decir Los perdonados, pero en la edición catalana el título es Perdonar. No soy traductora y desconozco hasta qué punto pueden tomarse este tipo de licencias pero sí es cierto que en este caso, Perdonar adquiere un sentido mucho más amplio puesto que la idea del perdón en la novela no está presente tan solo en el hecho que genera el detonante si no que sobrevuela a varios personajes en varios momentos, incluso por defecto. 

Y ya para acabar, deciros que la adaptación al cine se halla en postproducción con intención de que se estrene en 2021. Jessica Chastain y Ralph Fiennes encarnan al desencantado matrimonio Henniger. Para quien le pueda interesar.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Per Petterson: Hombres en mi situación

Idioma original: noruego
Título original: Menn i min situasjon
Traducción: Lotte K. Tollefsen (ed. en castellano) y Carolina Moreno (ed. en catalán)
Año de publicación: 2018
Valoración: recomendable

Reconozco que Per Petterson era uno de mis escritores noruegos pendientes. Y le tenía ganas desde que publicó «Salir a robar caballos» que, por cuestiones de aluvión inabordable de novedades, no acabé leyendo. Craso error que debo remendar. Y justo con esa espina clavada, recientemente el autor publicó este libro y, tras recordar mi laguna lectora, vi una definición en las redes que fue definitiva para mí: «señor nórdico torturado». Y claro, tras leer a Knut Hamsun, Karl Ove Knausgård, Stig Sæterbakken, Tom Kristensen y tantos otros, esta descripción hizo que mi curiosidad exigiera ser satisfecha urgentemente. Y aquí estamos.

Cabe decir que la biografía de Petterson se traslada parcialmente a esta obra, no como autoficción, pero sí como influencia, por similitudes, ya que el autor perdió gran parte de su familia en una tragedia naval poco después de publicar su primera novela y, del mismo modo, también su protagonista Arvid Jansen vive una situación parecida, pues sus padres fallecen y, además, en este caso, su mujer le deja al poco tiempo llevándose con ella a sus tres hijas. Así, Arvid podría ser un alter ego del propio Petterson, que aparece también en otras novelas del autor, aunque, más que como personaje en si, como elemento canalizador, como vehículo para transmitir sus inquietudes, pues la biografía del propio personaje presenta variaciones según lo que Petterson quiera tratar en la novela en cuestión.

Explicado el escenario vital que rodea la novela, el relato empieza situando a Arvid recibiendo la llamada de su exmujer Turid quien, encontrándose en un estado desolado y con cierta embriaguez, le pide si puede ir a buscarla. El trayecto hacia donde está ella y su posterior viaje hacia su casa permiten al protagonista informarnos levemente sobre lo sucedido en su caída matrimonial. Turid, que aguantó un año entero antes de dejarlo sabiendo que lo dejaría; un año juntos, aunque sin amor, que ella resume diciendo que «un día me desperté y ya no estaba enamorada de ti». Una relación cada vez más distanciada en la que ella «se comportaba como si yo no estuviera, como si ella estuviera tal y como pensaba que estaría, sin mí». Una distancia emocional que se agranda y se ensancha, que hace que ella «empezara a coger discos del estante que no eran mi música, ni eran nuestra música, sino la de los otros, música que había entrado en casa los dos últimos años por otra gente», en un hogar sin calidez que el autor retrata hábilmente afirmando que «allí dentro apestaba a vacío, como si hubiera habido alguien que ya no estaba. Hacía falta que hubiera habido alguien para notarlo tan vacío. No se me ocurrió que éramos nosotros». 

De esta manera, el autor va narrando episodios de su vida anteriores a la separación, con Turid y sus tres hijas, describiendo escenas de un matrimonio en decadencia, pero también una vez este ha terminado. Así, el relato, centrado en su vida, explora la relación con su mujer, pero especialmente con su propia vida, y con sus hijas. Es a través de su relación con ellas que vemos el otro lado de la balanza de su personalidad, donde la frialdad se convierte en calidez, donde la lejanía (incluso hacia él mismo) se convierte en proximidad, donde parece que todo encaja menos el escenario vital en el que se encuentra. Una harmonía que no encuentra lugar en su propia vida.

El estilo del autor nada entre la contundente dureza del abandono y la necesidad de auxilio emocional, y se abandona a su vez a un mundo que ya le parece lejano, frío, remoto, como si quedara a mucha distancia de donde él emocionalmente se encuentra; un estado de ánimo decaído que Arvid transmite al afirmar que «toda la oscuridad que yo tenía presionaba las paredes desde dentro (…) y no dejaba espacio para nadie más que yo». Perdido entre bares busca una respuesta a una vida perdida, despoblada, huérfano de destino y de futuro buscando consuelo entre botellas o entre los brazos de relaciones esporádicas condenadas de antemano a un fracaso asegurado. El autor sabe transmitir la soledad y abandono de uno mismo, el pesimismo que irrumpe de manera constante y presente en la vida con la que uno se encuentra, por accidente, pero que en el fondo sabe que es la vida que merece, pues, aunque siempre ha huido de ella, es su vida.

El protagonista se sabe perdido más que abatido y, a pesar de los esfuerzos, se sabe también incapaz de retomar un rumbo que perdió tiempo atrás y que sigue perdiendo cada día que pasa sin lograr enderezar una nave que va dando tumbos, pero dirigiéndose siempre hacia el vacío como destino. Hay alcohol, hay peleas ocasionales y fortuitas y hay perdición. Hay también intentos y voluntad, pero sin acierto ni convicción. Así, el libro refleja más un conjunto de escenas que una historia en sí, porque la historia narrada es más un estado de ánimo que una trama argumental con principio y fin, y eso es algo que le va ligeramente a la contra, pues, en ocasiones, se torna algo largo y repetitivo como se evidencia en la narración de sus múltiples aventuras amorosas en las que busca una y otra vez un lugar en el cual establecerse. Y, en esa cotidianidad narrada, en algunos pasajes uno encuentra un estilo y vivencias que le conducen directamente a los recuerdos de la obra de Karl Ove Knausgård, por el retrato de la especialmente en ciertos episodios sobre las hijas y su relación con ellas, una relación llena de impericia, poca destreza y una mano izquierda que busca sin logro alcanzar el objetivo de la confianza, aunque sin llegar a entrar a su nivel de detalle ni tampoco a su visceralidad y arrojo; aquí, el protagonista no es un ser torturado (o no lo es plenamente), sino, simplemente, y con toda la complejidad imaginable, es alguien que permanece completamente desorientado, con una crisis de masculinidad que provoca que no sepa encajar la pérdida de su mujer y de su antigua vida familiar. Un desencaje en su relación con sus hijas o su mujer, sobre sus seres queridos, ante los que no sabe cómo reaccionar o cómo hacerlo para conseguir unos objetivos que no siempre son claros, pero sí es consciente acerca de su necesidad en conseguirlos.

Petterson escribe sobre su personaje sin describirlo, dejando que sea el lector quien plasme sobre el protagonista su propio juicio; la habilidad de Petterson está en que, mientras uno lee el libro, da la sensación que el protagonista sabe que será analizado, siente que será juzgado (y puede que sentenciado) por alguien, ya sea alguien existente en el propio relato, ya sea el propio lector.  Y por ello, la sensación que queda siempre latente a lo largo de la narración es que el protagonista necesita buscar una justificación a lo que hace, llegando, simple y llanamente, una y otra vez, a la conclusión de que lo que ocurre es que no sabe hacerlo mejor ni de otra manera. Es su pesar. Es su tristeza. Es su tribulación. Es su condición. Es, probablemente, la naturaleza de hombres como él, de hombres en su situación.

También de Per Petterson en ULAD: Salir a robar caballos

domingo, 20 de diciembre de 2020

VVAA: Thomas Pynchon


Idioma original:
español

Año de publicación: 2016

Valoración: muy recomendable

Perdonaréis los lectores que aproveche esta reseña para analizar un poco mis hábitos de lectura e incluso mi comportamiento ante ciertos retos. Unas breves frases confesionales y ya paso a lo que os interesa. Hasta la fecha, ninguno de los cuatro libros de Pynchon que he leído (una colección de relatos y tres novelas) me ha entusiasmado. Incluso con el primero, La subasta del lote 49, tuve un serio encontronazo con muchos lectores, cuyas consideradas, pero razonadas, réplicas a mi valoración (intragable) me obligaron a plantearme si no había leído la novela demasiado a la ligera.

A pesar de lo cual, no solamente lo he seguido leyendo y haciéndome con toda su obra, sino que pienso llegar hasta el final. Leeré todas sus novelas y mi opinión la basaré en esa experiencia sin dejar cabo suelto alguno.

Por supuesto, la tentación de un libro dedicado a su obra como es este Thomas Pynchon era demasiado poderosa. Incluyendo firmas como Jon Bilbao o Rubén Martín Giráldez, no hay duda alguna de que buenos escritores escribiendo con total libertad sobre ese mito viviente (mito por los motivos que sea, incluyendo, por supuesto, la enorme carga de morbo que acarrea el misterio en torno a su persona) como son los autores de los artículos que configuran este brillante texto, no solo son un gancho si el escritor (tentado estoy de llamarle "el personaje") te interesa. Casi es un recorrido no exento de ironía por los resortes que convierten a un escritor de vocación artísticamente minoritaria, nada más alejado del mainstream literario por mucho que nos parezca, en una figura de culto, en una especie de icono popular capaz de apelar menciones en series televisivas, en una estrella brillante en un firmamento a veces demasiado embarullado. Aquí los escritores han de ser a la vez críticos, columnistas, tertulianos, guionistas, redactores anónimos de lo que vaya saliendo, y vete a saber si camareros para ganarse la vida. Pynchon solo aparece a través de su obra y de fugaces apuntes y eso le ha permitido seguir adelante pero, claro, hablamos de Estados Unidos y una poderosa industria editorial que sustenta a toda clase de autores, y elevarse a ese status levantando admiración, la suficiente para dar para varios estudios y mantener un ejército de fans digamos que irredentos, aunque me da a mí, puede que sea mi caso, que para ser fan de Pynchon hay que pasar una especie de período de adaptación que podría certificarse con un examen para ver si se han comprendido sus novelas y se ha captado un porcentaje significativo de su multitud de referencias.

Y Thomas Pynchon, el libro, es hasta Pynchoniano en su afán. Textos que lo ensalzan, textos que hablan de las conexiones entre sus obras, textos que estudian en profundidad alguna de ellas, textos que se atreven a convertirse en complementos a sus novelas (aquí tenemos una nueva andanza de Doc Sportello), algunos más académicos, algunos (dejad que destaque a Jon Bilbao) más osados en lo creativo, algunos casi informativos - uno habla del tráfico generado en la Wikìpedia por sus seguidores y de las Wiki-páginas dedicadas a sus novelas - otros que son semblanzas de sus novelas más célebres, todo teñido de un espíritu gozosamente literario, no despojado de un sentido irónico que tiene su culmen en la intervención de ese rara avis que es Rubén Martín Giráldez: en su artículo aún no me ha quedado claro si Mason y Dixon le gustó o la considera un proyecto fallido (casi me pasó lo mismo, lo expliqué en la última Tochoweek). Con lo cual resulta, tildadme de sacrílego, que un estudio o un compendio de artículos sobre Pynchon, casi me ha parecido más digerible en su variedad y en su heterogeneidad de planteamientos, que sus propias novelas. Que seguiré, por supuesto, comprando y leyendo. Lo cual no deja de ser, también, bastante Pynchoniano.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Carmelina Sánchez-Cutillas: Matèria de Bretanya

Idioma: valenciano (o catalán del País Valenciá, al gusto)

Año de publicación: 1976

Valoración: precioso y más que recomendable

La escritora en lengua valenciana, aunque nacida en Madrid, Carmelina Sánchez-Cutillas fue sobre todo poeta, además de filóloga e historiadora de la lengua y, al parecer, Materia de bretaña (traduzco el título por si alguien no lo entiende) es su única obra no académica en prosa. Ahora bien, pese al título, el libro no trata sobre las aventuras del rey Arturo, el mago Merlín, el caballero Lancelot y demás camelos... quiero decir camelons... habitantes de Camelot -o sólo un poco-, sino que nos encontramos ante las memorias de infancia de esta autora. Infancia pasada, al menos en buena parte, en el pueblo alicantino de Altea durante los años 30 (del pasado siglo, se entiende). 

Un infancia que ella vivió desde una situación -y sensación- de privilegio, pues pertenecía a una de las familias adineradas o burguesas, si se quiere, de esa localidad, habitada por aquel entonces, sobre todo, por pescadores y labriegos  -su abuelo era, además, el juez y estudioso de la lengua y el folklore valenciano Francesc Martínez-; sin embargo, Carmelina Sánchez-Cutillas muestra en todo momento que sus simpatías y preferencias van hacia el pueblo llano, hacia los chicos desharrapados con los que jugaba en la calle -en un pueblo se mantenían y mantienen menos las distancias entre clases sociales que en la ciudad, aunque también puedan resultar más difíciles de romper-, hacia las criadas , los pescadores o los cabreros... pero no lo hace por un sentimiento de conmiseración o compasión cristiana -pese a los esfuerzos de su madre, muy de misa, por llevarla por esa senda-, sino por un precoz sentido de justicia social y porque ya de niña intuía que la verdad y la esencia de la vida del pueblo estaba en las vivencias y quehaceres cotidianos de su s habitantes, no tanto en las ceremonias o grandes palabras de la sociedad bienpensante. En un momento dado, por ejemplo, recuerda cuando estaba en la iglesia para la ceremonia de su primera comunión, mientras los muchachos del pueblo bajaban a la playa para recoger las algas que había traído el viento de Levante (y que se utilizaban, en vez de paja para hacer las camas de las caballerías): 

"Y pasaría el tiempo y otra vez la gente aguardaría a que volviese el viento de levante con tal de recoger una nueva cosecha de algas, porque en aquel pueblo eran muchos los que vivían de la mar y en ello confiaban y la desangraban. Pero yo, dentro de la iglesia, me sentía como si fuese una mariposa de la luz perdida entre la gran oscuridad del mundo."

Sobra decir que el libro tiene un evidente carácter de historia de aprendizaje o más bien crecimiento. Pero más que acontecimientos que supongan una revelación súbita -más allá de los inevitables por el propio transcurrir de la vida y de los tiempos-, lo que nos encontramos son pequeños hechos cotidianos que van cambiando la mirada de una niña  primero fascinada por esos descubrimientos y elementos que pueden parecer nimios o incluso irrisorios a los adultos, pero que conforman y vertebran el mundo infantil-más aún en un pequeño pueblo de hace 80 ó 90 años: no sólo los juegos o las toscas golosinas, sino el color y el olor de las plantas, de los animales y las personas. Las gotas de lluvia que caen o el polvo que forma una capa de miseria en los meses de sequía. El vuelo vivaz e imprevisible de los insectos y el brillo sedoso de las telarañas... Una niña que, ya digo, después va sacando conclusiones de sus vivencias y de las reacciones y pensamientos, por lo general poco conformistas, que le van generando y que van moldeando también su personalidad. Aunque quizás el verdadero tema del libro no sea otro que el paso del tiempo y la añoranza, y como ésta puede sobrevenir en el mismo momento en que están ocurriendo las cosas que nos importan o que aún no sabemos que nos importan, y cómo el presente y el pasado se solapan y se confunden en nuestro ánimo, hasta resultar indisociable uno del otro.

Un libro, en todo caso, precioso, delicioso incluso, escrito con una sencilla exquisitez, que consigue un raro equilibrio de mostrar sensibilidad pero no sensiblería -y mucho menos ñoñería-, un cariño hacia el propio pasado sin dejarse llevar por la melancolía, unos lugares y unos personajes entrañables sin caer en el pintoresquismo y una intronspección de la propia autora sin dejarse tentar por la vanidad de lo que ahora llamamos autoficción... Me ha recordado en ocasiones a El camino de San Giovanni, de Ítalo Calvino o muchos de los libros de Miguel Delibes, pero con un espíritu incluso más vital, más gozoso, pese -o quizás por esa razón- lo que sabíamos que le estaba esperando a España y al mundo a la vuelta de la esquina; sin duda, esta Materia de Bretaña merece estar junto a todos ellos.

Nota: Por más que he buscado en internet, no he llegado a averiguar si este libro ha sido publicado alguna vez en castellano; creo que no. Lo cual, de ser así, me parece, además de una verdadera lástima, incluso un desdoro para el sector editorial español, que ha tenido más de cuarenta años para hacerlo. Esta es mi opinión, que posiblemente podría hacer extensiva a muchos otros libros...

viernes, 18 de diciembre de 2020

Joseph von Eichendorff: Andanzas de un inútil

Idioma original: Alemán
Título original: Aus dem Leben eines Taugenichts
Traducción: Comité de Traducción Taugenit Editorial 
Año de publicación: 1826
Valoración: Recomendable (con matices)


Andanzas de un inútil es un "bildungsroman" de apenas cien páginas. Relata las aventuras de un joven al que su padre, un humilde molinero, ha expulsado de casa. Nuestro protagonista aprovechará la ocasión para ver mundo, hacer fortuna (o intentarlo, a su peculiar manera) y enamorarse. 

Andanzas de un inútil es, también, un clásico del Romanticismo. Acumula, por tanto, varios de los lugares comunes del movimiento artístico al que pertenece. Algunos de los cuales conservan la frescura y vigor originales, mientras que otros han envejecido francamente mal (por ejemplo, el comportamiento histriónico de varios personajes).

En todo caso, las cualidades de esta obra son numerosas. Por citar unas cuantas, diré que: 

  • Su prosa, elegante y delicada a la par que sorprendentemente moderna, cautiva desde el primer capítulo. 
  • Sus descripciones paisajísticas son bellísimas. 
  • Su desdibujado protagonista permite que, puntualmente, nos reflejemos en él. 
  • Alberga escenas trepidantes, llenas de suspense o acción. Asimismo, tiene otras que han sido dotadas de una hechizante textura onírica.
  • La secuencia lógica que va encadenando los acontecimientos que la componen está perfectamente construida. De hecho, en un inicio se siente excesivamente azarosa, pero el giro de tuerca del clímax (algo enrevesado, hay que admitir, pero dado su toque novelesco, aceptable) hace más verosímiles las situaciones previas, que se antojaban demasiado convenientes si su concatenación hubiera sido fortuita. 
  • Su reivindicación de la alegría de vivir, aunque algo artificial y tramposa, resulta la mar de entrañable. 

¿Qué más puedo decir? Andanzas de un inútil es un libro delicioso, una reliquia perteneciente a otros tiempos. Tiempos en los que la narrativa era más ingenua, pero que compensaban con creces este hecho dándole un acabado a sus productos que a día de hoy resulta seductoramente exótico. 

Yo he leído una recomendable edición de Taugenit, entre cuyas virtudes destacaría la magnífica cubierta, un prólogo excelente (se nota que Espido Freire lo escribe con el corazón) y una traducción impecable.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Celeste Ng: Todo lo que no te conté

Idioma original: inglés

Título original: Everything I Never Told You

Traducción: Laura Vidal

Año de publicación: 2014

Valoración: Está bien


No sé qué pasa últimamente, pero en cada novela que empiezo me encuentro un cadáver flotando en las aguas. En la de Alexander Trocchi era un río o canal de Escocia, aquí será un lago en Ohio. A decir verdad, es una escena más o menos recurrente en la ficción, porque le da al relato un comienzo impactante y, como generalmente se tratará de un thriller, el cuerpo sumergido (o emergido) transmite la sensación de total impunidad: es más complicado encontrar pistas, difícil que alguien haya visto algo, las pruebas se diluyen en el agua con el paso del tiempo… Todos son ingredientes que alimentan la sensación de vacío, soledad, desolación. Hablando de Trocchi recordaba la memorable escena inicial de Twin Peaks (ese episodio piloto es de las cosas más extraordinarias que se han visto nunca en una pantalla, pequeña o grande), pero en el caso de Todo lo que no te conté los elementos de ese punto de partida se parecen todavía más.

La tragedia tiene como víctima a Lydia, la hija adolescente de la familia Lee, cuyo padre, profesor universitario, es de origen chino aunque norteamericano de nacimiento. Salvo por la diferencia étnica, los Lee parecen la típica familia americana media viviendo en un pueblo más bien pequeño del Medio Oeste. La muerte de Lydia dará lugar al esperado proceso de investigaciones para conocer la causa y en su caso al responsable pero, como a veces ocurre, la narración no se centra directamente en lo ocurrido, sino que se va abriendo a otras cuestiones porque, a pesar de la imagen inicial, esta no es una novela policiaca. La autora suministra informaciones que efectivamente pueden ser pistas, o pistas falsas, o bien datos que parecen no tener relación con el caso pero que pueden contener otros puntos de interés. Centrándonos en los dos personajes en principio más relevantes, encontramos: 

- El problema racial: como decía, el padre de la fallecida es oriental y, aunque aparentemente integrado en la sociedad norteamericana, nunca ha dejado de notar cómo los demás le hacen sentir diferente. Partiendo de la dura historia familiar –los padres chinos que emigraron para desempeñar trabajos marginales en los años 50- el profesor Lee asume de forma más o menos inconsciente ese estatus de extranjero, y está obsesionado porque su hija, también de rasgos asiáticos, sea una más en su entorno, presionándole para conseguirlo de forma subrepticia pero perceptible

- El rol femenino de la madre: la madre arrastra otra profunda frustración, porque siempre soñó con ser médico, mientras su familia le empujaba a asumir el papel clásico de madre, cocinera y mujer de hogar, dedicada al cuidado de un marido y una prole. Aunque intenta emprender su propio camino, la mujer pretenderá finalmente que sea Lydia quien alcance su sueño por ella, poniendo en ello todos los medios a su alcance.

Así que tenemos drama familiar de envergadura, con padres insatisfechos con sus vidas, que proyectan sus traumas sobre la chica, cada uno a su manera. Con la terrible desaparición de Lydia se reabren las viejas heridas, y a Celeste se le va un tanto la mano hurgando en el dolor del grupo y de cada uno de sus componentes. Porque tampoco son ajenos al cuadro los otros dos hermanos, el mayor, único depositario de las presiones que Lydia sufre sobre sí, y la pequeña, espectadora silenciosa, ignorada por todos y que pugna débilmente por hacerse escuchar. 

Como se ve, se está utilizando otro recurso bastante habitual en los relatos de suspense: el cadáver en el centro y una mirada detallada al entorno más próximo, buscando el máximo equilibrio entre los distintos personajes para que nada deje ver quién debe cargar con la responsabilidad. En ese empeño se aplica con esmero la autora, y hasta se diría que con demasiada dedicación, porque incorpora algunos elementos claramente prescindibles, siempre con el objetivo de que la balanza no se descompense de ninguna manera.

Aquel ligero exceso de emotividad y esta querencia un poco exagerada por repartir el mismo número de boletos son quizá los únicos pecadillos que se pueden reprochar a la novela, porque por lo demás está escrita con absoluta pulcritud, utilizando con precisión los saltos en el tiempo, escenarios convincentes para una trama de este tipo –la casa vacía de la abuela, el lago, el coche del vecino guaperas-, personajes impecablemente dibujados y una amalgama equilibrada de puntos de vista e inquietudes personales. Bueno, y una resolución final de cierto efecto estético y bastante lograda, algo que también tiene su importancia en un relato así.

El problema es entonces que con esa perfección técnica la novela se lee con interés, sí, pero no termina de tocar ningún nervio, todo parece tan comprensible, quizá empatizamos demasiado con todos los personajes, falta algo que rompa tanto equilibrio, que sorprenda de verdad. Tiene uno la intensa sensación de no estar leyendo una novela, sino viendo una película, algo un poco más digno que un telefilme de sobremesa, una de esas cintas norteamericanas de factura irreprochable que nos cuentan dramas parecidos a otros tantos. Y de verdad que cuesta creer que no se haya rodado esa película partiendo del libro, porque se diría que estamos viendo cada una de las escenas. Puede que si este libro hubiera sido escrito unas décadas atrás, por ejemplo en esa fecha (que a mí me hace una gracia especial) en que se sitúa la acción, se podría valorar de forma mucho más generosa. Pero es que a estas alturas hemos visto ya tanto que nuestra novela, aunque entretenida y bien escrita, nos suena a algo demasiado conocido.

También de Celeste Ng en ULADPequeños fuegos por todas partes

miércoles, 16 de diciembre de 2020

ULAD: Lo mejor que nos dejaron leer en 2020

Hagamos como en el popular juego de mesa: a ver si conseguimos omitir ciertas palabras que van a definir el 2020. Pero primero, una escueta explicación del título de nuestra entrada. "Nos dejaron" se refiere a las circunstancias: a las generales y a las de cada uno. Porque nos afectó de formas distintas. Algunos leyeron como nunca y a otros lo que sucedía (perdón: lo que aún está sucediendo, en un presente continuo que se transforma en futuro condicional) les impedía concentrarse, les acaparaba la atención hasta situarse en un primer plano incómodo y fascinante. Pero "nos dejaron" también puede interpretarse de otra manera: cuando se han necesitado vías de escape, se ha podido ir a cortarse el pelo, pero no a ver una obra de teatro, se ha podido adquirir tabaco, pero no trastear estantes de libros en librerías o bibliotecas. Y, sin negar lo demagógico de estas afirmaciones, sí que esos hechos son representativos de la sociedad en que vivimos y de sus prioridades. La cultura, en la cola de espera. Aquí no podemos, no debemos estar de acuerdo.

 

Beatriz Garza

Libro/ autora del año: El quinto hijo de Doris Lessing

Lectura revelación: Lectura fácil de Cristina Morales

Relectura provechosa del año: El amante de Lady Chatterley de D.H. Lawrence

Lecturas "gallina de piel" del año: El color púrpura de Alice Walker y Las malas de Camila Sosa

Lectura sanadora del año: La ciudad de los arquitectos de Llàtzer Moix

Formato revelación: "miniensayo" o "minicrónica" como Un miércoles de enero de Bob Pop, Ofendiditos de Lucía Lijtmaer y Contarlo para no olvidar de Maruja Torres y Mónica G. Prieto

Buenos propósitos para el 2021: llegar cuerda al 2022

 

Carlos Andia

Mejor novela (2x1): Siglo XXEl gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa; Siglo XXICorazón giratorio, de Donal Ryan

Microrrelato: Obras completas (y otros cuentos), de Augusto Monterroso 

Clásico: Tiempos difíciles, de Charles Dickens 

Teatro (ex-aequo): Aquí no paga nadie, de Dario Fo, y Anillos para una dama, de Antonio Gala 

Ensayo histórico-político: La estirpe del camaleón, de Julio Gil Pecharromán  

Un tocho interesante, de toda la vidaLa democracia en América, de Alexis de Tocqueville

Un monstruo ingobernable (pero una lectura que nunca se olvidará): Finnegans Wake, de James Joyce

Libro de viajesEn las antípodas, de Bill Bryson

Relectura del añoEl templo del alba, de Yukio Mishima

Diario de guerra: El abrazo de los muertos, de José de Arteche (en enlace no sale bien)

Y dejamos para el final lo más flojito:

Libro de relatos: Ninguno convincente, o sea, premio desierto

Y ni con un palo: nada de David Foenkinos (pongo el enlace de Hacia la belleza por si alguien quiere saber por qué)

 

Francesc Bon

Otro año más bien desastroso: escarbando en el baúl de los grandes clásicos del siglo, tras comprobar demasiado a menudo que las grandes novedades me siguen dando disgustos y pereza a partes iguales. Es mi culpa, seguro. Bueno, casi seguro.

Propósitos de año nuevo: encontrar algún nuevo autor de ficción que me deje patidifuso (habiéndolo buscado previamente), aunque me veo probando otra vez con la obra de Philip Roth o William Faulkner, que me han dado grandes satisfacciones, de nuevo, y a lo mejor de eso se trata

Libro del año: Falso espejo, de Jia Tolentino (sin negar lo fresco y reciente de la sensación, una autora que no desperdicia palabrería en conceptos vacíos)

Tiempo desperdiciado: segundas oportunidades a quienes no lo merecen, como el plasta de Vilas o algunos que no merecen ser mencionados (Vilas sí, por prolongar su impostura)

Me lo imaginaba más grande: Exhalación, de Ted Chiang, al que encontré sobrevalorado.

Un poco hartito: de la literatura queer et al hacinándose en un rincón, refractaria a ser evaluada objetivamente.


Juan G. B.

Ensayo del año: El infinito en un junco, de Irene Vallejo.

Mejor novela histórica de Ciencia-Ficción: Proletkult, de Wu Ming.

Novela negra de fantasmas: La apariencia de las cosas, de Elizabeth Brundage.

Latinas Power: Ladrilleros, de Selva Almada; Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor; Las voladoras, de Mónica Ojeda.

Agradables sorpresas: La voz y la espada, de Vic Echegoyen y Matèria de Bretanya de Carmelina Sánchez-Cutillas.

Cierta decepción: El olor del bosque, de Hélène Gestern.

Aún no lo tengo claro: Nuestra parte de noche, de Mariana Enriquez, Desierto sonoro, de Valeria Luiselli; Noche y océano, de Raquel Taranilla.

Libro que no me atreví a reseñar: Apocalipsis, de Stephen King.

Leeré en 2021: Algo de José Luís Peixoto, si encuentro una buena traducción, que es difícil...


Koldo CF

RelecturasLos pasos perdidosLa marcha Radetzky o Nieve de primavera (3 libros imprescindibles).

Autoras rescatadas, ya sea para el público en general, como Sara Gallardo y sus magníficas Eisejuaz o Enero, o para mi en particular, como Svetlana Alexievich (no la había leído hasta este 2020) y el terrible Voces de Chernóbil

Novedades del año: Un debut, el de Ce Santiago con El mar indemostrable, y una novela "autobiográfica", el Porque ya no queda tiempo de Rafa Cervera

Año balcánico: Destacan Ismail Kadaré como "autor más leído este año" y la lectura de Un puente sobre el Drina de Ivo Andric.

Decepciones:  Tan malos que no merecieron ni reseña destroyer han sido "Sueños de trenes" de Denis Johnson y "Los cuadernos de Don Rigoberto" del amigo Vargas Llosa.


Marc Peig

Libro del año: «No digas nada», de Patrick Radden Keefe.

Ensayo políticosocial del año: «Como ser antirracista», de Ibram X. Kendi.

Librodenuncia del año:  «Sin más amigos que las montañas», de Behrouz Boochani.

Grandes debuts en narrativa: Xavier Mas Craviotto por «La mort lenta» y Carlota Gurt por «Cabalgar toda la noche».

Descubrimientos del año (autores): Saša Stanišić por «Los orígenes», Eduardo Lalo por «Simone»,  Claudia Rankine por «Ciudadana» e Ignacy Karpowicz por «Sońka».

Consagraciones del año: Eva Baltasar con «Boulder» y Han Kang con «Blanco».

Experimento exitoso del año: «El càstig», de Guillem Sala.

Caerán más libros de: Siri Hustvedt, Annie Ernaux, Mircea Cărtărescu, Stefan Zweig, Rebecca Solnit y Per Petterson.

Propósitos para el 2021: intentar evadirme de tanta novedad y volver a los clásicos (segundo intento). También hacer reseñas más breves ;-)


Montuenga

LO +

Ficción:

·       Una joya olvidada: La vagabunda de Sidonie-Gabrielle Colette.

·       Un clásico indiscutible: El color púrpura de Alice Walker.

·       Una maravilla más en la extensa obra de una autora excepcional (y cuyo premio Nobel la humanidad se va a perder por culpa de esos suecos imprevisibles): Qué fue de los Mulvaney de Joyce Carol Oates.

·    Un clásico revisitado (y convertido en thriller por obra de un maestro del género negro): Macbeth de Jo Nesbo.

·        La mejor novela histórica leída (y publicada) este año: Ni siquiera los muertos de Juan Gómez Bárcena.

·     La mejor primera novela que he leído en muchísimo tiempo: La vida verdadera de Adeline Dieudonné. (Aunque se trate de un texto intimista se lee como si fuera un thriller).

                                                                                                                                                No Ficción:

·       El mejor ensayo filosófico leído este año, riguroso, documentado y repleto de humanidad: La mujer molesta de Rosa María Rodríguez Magda. (Y con entrevista añadida).

·     Un ensayo científico muy adecuado para reflexionar sobre cómo hemos llegado hasta aquí: El cisne negro de Nassim Nicholas Taleb. (Hay sucesos que la ciencia puede prever y al ciudadano medio ni se nos pasa por la cabeza).

·     Un texto didáctico, elemental para según quién pero muy instructivo y necesario en los tiempos que corren: Querida Ijeawele de Chimamanda Ngozi Adichie. (Aunque dedicado a las jóvenes, lo deberían leer muchos/as adultos/as).

LO –

Ficción:

·       Sin comentarios: La hija de la española de Karina Sainz Borgo

·     El testamento, poco afortunado, de un clásico indiscutible del género negro (pero a él se le perdona todo): Km 123 de Andrea Camilleri

·       Una novela que aburre a las ovejas (en mi opinión, naturalmente): El verano sin hombres de Siri Hustvedt.


Oriol Vigil

-Mejor novela: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez

-Otras novelas destacables (por citar sólo unas cuantas): Personajes desesperados, de Paula Fox, Tennessee, de Luis Gusmán, El quimérico inquilino, de Roland Topor, El nombre del mundo es bosque, de Ursula K. Le Guin, Bubu de Montparnasse, de Charles-Louis Phillipe, Ethan Frome, de Edith Wharton

-Mejores antologías: La condena, de Franz Kafka, El séptimo caballo, de Leonora Carrington, Acostarse con la reina y otras delicias, de Roland Topor

-Lo mejor en no ficción: La canción de las máquinas, de Sherwood Anderson, El mercado y la globalización, de José Luis Sampedro 

-Tochazos: Sexual Personae, de Camille Paglia, Los mandarines, de Simone de Beauvoir 

-Libros decepcionantes: El lado de la sombra, de Adolfo Bioy Casares, Barbazul, de Kurt Vonnegut, The Boys, de Garth Ennis y Darick Robertson, Reinas del abismo, de varias autoras

-Autores descubiertos: Isaac Asimov, Roland Topor, Mijaíl Bulgákov, Ursula K. Le Guin

-Empacho de: Literatura decimonónica, narrativa juvenil y fatalismo

 

Santi 

Dentro de lo poco que he conseguido leer este año, por falta de tiempo y de ánimo, afortunadamente ha habido algunas grandes lecturas que me han salvado el año:

  • Panza de burro de Andrea Abreu: creo que es para mí la lectura del año, por sorprendente y rompedor, este relato canario (muy canario) del proceso de crecimiento de dos niñas;
  • Basilisco de Jon Bilbao: esta no es una sorpresa, porque Jon Bilbao es un escritor consolidado, pero esta es probablemente su mejor obra. Y ni siquiera sé en qué género se clasifica;
  • Casas vacías de Brenda Navarro: una dura aproximación a la (no) maternidad, algo tremendista pero muy poderosa también.
  • La cresta de Ilión: un acierto más de la editorial Tránsito, esta reedición o revisión de un texto de la mexicana Cristina Rivera Garza sobre la identidad, los desaparecidos, el lenguaje....
  • El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Ţîbuleac, una historia cruda y poética, otra aproximación diferente a la relación entre un hijo y su madre;
  • Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan: la madre francesa de la autoficción (el padre francés sería Carrére) ofrece un relato autobiográfico centrado en la relación de la autora con su madre

Otras lecturas interesantes (ya digo que este año no han sido muchas) incluyen géneros como la crónica (El peón de Paco Cerdá), la ciencia ficción nacional e internacional (36 de Nieves Delgado, Bionautas de Cristina Jurado o El apagón de Connie Willis, aunque esta última la dejé a medias), el cómic (Los puentes de Moscú de Zapico), y cómo no, algo de literatura portuguesa, como El retorno de Dulce Maria Cardoso o De la naturaleza de los dioses, del "inevitable" Lobo Antunes. También di mi opinión sobre el "fenómeno Sally Rooney", y me hizo especial ilusión reseñar la primera novela de una buena amiga, Penínsulas rotas de Magdalena López.

Hubo otras lecturas incompletas o que me gustaron menos, pero bastantes cosas malas ha tenido ya 2020 como para terminarlo recordando lecturas decepcionantes...