Año de publicación: 2025
Valoración: Recomendable
¿Hasta qué punto un escritor tiene que reinventarse para seguir vigente o, más importante, para que su obra no se convierta en un cliché de sí misma? Todos entendemos perfectamente a qué nos referimos cuando decimos “un libro más” de Murakami, “un libro más” de King, “un libro más” de Enríquez. Estos escritores de fondo tienen que hacer funambulismo entre la innovación (que les traerá el odio de sus fanáticos) y la forja de un estilo (que, en casos extremos, puede llegar al autoplagio).
Dicho lo anterior, este es “un libro más” de Guillermo Arriaga, para bien y para mal. A pesar de que Arriaga ha apostado por temáticas cosmopolitas (jóvenes de barrios bajos de la Ciudad de México, cazadores de la tundra septentrional del continente americano, médicos de la Europa del siglo XIX, etc.), desde Amores perros encontró una fórmula que le ha funcionado y que, si bien no es exclusiva suya, ni mucho menos, se ha vuelto su sello: múltiples líneas narrativas que, a lo largo del libro, se entrecruzan, afectando en mayor o menor medida a cada una de ellas para, al final, converger en el punto central de la obra (como ha dicho el propio Arriaga, cada uno de sus libros tiene solo una cualidad que es el “alma del libro”: el amor, la violencia, la lujuria, etc.).
En este caso, la novela gira en torno a la figura de Henry Lloyd, el hombre por antonomasia. Una de esas fuerzas (demoníacas) de la naturaleza que horrorizan a unos y, lamentablemente, fascinan a otros. Se trata, por decirlo llanamente, de un verdadero hijo de puta: megalómano, narcisista, vengativo…: los ingredientes perfectos para convertirse en un exitoso hombre de negocios. Los diferentes narradores del libro nos muestran, desde diversos ángulos, la creación de un imperio, con todos los despojos que va dejando a su paso: muertos, hijos bastardos, mujeres abandonadas, miseria…
El interés del libro no está solo en el retrato de este monstruo, sino en la pregunta que lo sostiene: ¿qué mecanismos sociales, económicos y afectivos permiten que alguien como Henry Lloyd prospere? Una pregunta que nos hacemos cada vez que vemos las noticias.
Este es un libro que no defrauda, Arriaga entrega exactamente lo que se espera de un escritor consagrado. Si acaso, tengo algunos reparos:
1. Como dije al inicio de la reseña, la falta de innovación a nivel narrativo. Arriaga nunca ganaría el Nobel. Sin embargo, es un maestro escribiendo obras para adaptarse al cine.
2. Algunas denuncias (esclavitud, inmigración, desigualdad), aun siendo temas urgentes, a veces se presentan de manera demasiado frontal, rozando lo moralizante. Me habría gustado un poco más de sutileza*: confiar más en la inferencia del lector, en la elipsis y en la ambigüedad ética que el propio material sugiere.
3. Para algunos lectores que no tengan una mínima idea de la historia en común de México con Estados Unidos, puede quedar la sensación de que se perdieron algo.
El hombre cumple con solvencia lo que promete: potencia dramática, personajes que se imponen y una maquinaria narrativa efectiva. Mi objeción no es de ejecución, sino de horizonte: Arriaga, sin duda, domina su fórmula; ojalá, la próxima vez, se anime a forzarla.
* Una sutileza que me parece imprescindible en una buena obra de ficción. Sin embargo, a la hora de denunciar públicamente algún problema social, la sutileza puede ser más una falta de carácter que una virtud.
