Idioma original: Español
Año publicación: 2016
Valoración: Muy recomendable
Recientemente decía Alberto Olmos en un artículo que en España hay dos escritores
reconocibles como tales: Jon Bilbao y Oscar Esquivias.
Santi, en su reseña de
"Strómboli", lo corroboró en
lo tocante a Jon Bilbao.
Y ahora tocaba comprobar si Alberto Olmos también llevaba razón en lo referente al burgalés Óscar Esquivias. Ya habíamos comprobado las dotes del Esquivias novelista en su "trilogía dantesca" y ahora queríamos testear su versión "cuentista".
Pues bien. Los relatos (cuentos, historias o como prefiráis)
que componen “Andarás perdido por el mundo” vuelven a poner de manifiesto la
habilidad de Esquivias. Un escritor muy castellano, tradicional en las formas, con una prosa elegante y sobria y siempre en busca de la palabra precisa. Un muy buen escritor.
Los catorce relatos, escritos todos ellos por encargo y
ya publicados con anterioridad en libros colectivos, revistas o antologías, se
sitúan geográficamente en lugares tan variopintos como Madrid, África, Florencia, Rusia, Los Ángeles, París
o, cómo no, Burgos y temporalmente abarcan desde el siglo XIX hasta nuestros
días.
Pero sí que poseen una serie de rasgos comunes. Principalmente los
protagonistas, en su inmensa mayoría niños, adolescentes o jóvenes (¡cómo no se
va a andar perdido por el mundo a esas edades!) y los temas, que son los
inherentes a esos períodos de la vida, es decir, los descubrimientos, los extrañamientos,
la frustración, el desengaño, el aprendizaje en su más amplio sentido.
El libro comienza de forma totalmente deslumbrante con cuatro relatos de un nivel, en mi opinión, altísimo.
“Todo un mundo lejano” narra de forma magistral la evolución
de la fe religiosa de un grupo de jóvenes y las contradicciones entre esa fe y
la sexualidad, con un final abrupto y sorprendente. La descripción del ambiente en el que se desarrolla el relato es de lo mejor de todo el libro.
“Curso de natación” es un relato de apenas dos páginas que
definiría con una palabra: desengaño.
“El chino de Cuatroca” es el relato barojiano-dickensiano del libro. Con su toque de costumbrismo y picaresca. En él asistimos a los intentos de un joven ecuatoriano por entrar en el mundo de los adultos en el Madrid del siglo XXI.
Llegamos después a “La Florida”, otra de las joyas del
libro. Un relato tierno y hermoso, con tintes autobiográficos, en el que un narrador adulto recuerda escenas familiares de su infancia que, con el paso de los años, revelan su verdadero significado.
Los cuatro siguientes, el místico “El joven de Gorea”, el homenaje a Leskov de “El príncipe Hamlet de Mtsensk”, acerca de las dudas y el desencanto
juvenil, “Los chinos” y el gamberro “Temblad, filisteos”, pese a ser más que correctos, no llegan, en mi opinión, al nivel de los anteriores.
El libro remonta vuelo con “La última víctima de Trafalgar”
y “La casa de las mimosas”.
“La última víctima de Trafalgar” es el relato más largo del
libro (unas 40 páginas) y se trata de una divertidísima y disparatada historia
con turbios profesores universitarios, enamoradizos y vengativos piratas de tiempos remotos y legajos históricos de dudosa procedencia.
En “La casa de las mimosas” se retoman los temas de “Curso
de natación” o “La Florida”, con, de nuevo, un narrador adulto que rememora su infancia y su descubrimiento del mundo de los adultos. Aunque en este caso el escenario pasa de Oña (en "La Florida) a Los Ángeles.
“Mambo” es un simpático relato breve por debajo de los dos anteriores.
“El mejor de los mundos” nos vuelve a traer a un joven
desorientado y plagado de dudas, con África como telón de fondo.
Se cierra el libro con dos relatos que vuelven a elevarse por encima de la media del libro.
Uno es “El misterio de la Encarnación”, el relato proustiano de
Esquivias, en el que la famosa magdalena del francés es sustituida por una nota
de oboe. Nuevamente, asistimos en él a los descubrimientos y extrañamientos que el mundo
de los adultos supone, en este caso, para un preadolescente.
El relato final, “El arpa eólica”, es una divertida y tenebrosa historia al
más puro estilo de Edgar Allan Poe o de H.P. Lovecraft. En él, la música tiene un importante papel, como en muchos otros relatos del libro.
En resumen, una obra con un nivel medio muy alto en la que encontramos alguno de los mejores relatos publicados en lengua castellana en lo que llevamos de siglo (opinión muy personal, por supuesto). Y no, no me hace falta haberlos leído todos.
Ahora bien, después de leerla, no sé si quedarme con el Esquivias novelista o con el Esquivias cuentista. No lo tengo claro.
Pero hay una cosa que sí tengo clara: en lo que se refiere a Oscar Esquivias, Alberto Olmos también llevaba razón.
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Tras preparar la reseña y, en vista de la gran idea que tuvo Francesc en reseña de el libro de Javier Calvo
"El fantasma en el libro", se planteó la idea de tener una pequeña charla con Óscar Esquivias.
Gracias a la amabilidad de Óscar, aquí la tenéis:
ULAD: ¿Cómo surge la idea de recopilar en un único volumen estos 14 relatos ya previamente publicados pero que estaban un poco “perdidos por el mundo”?
O.E: Sucedió cuando me di cuenta, a finales del año pasado, que no iba a terminar pronto la novela en la que andaba (ando) enfrascado desde hace un lustro. Me dije: ¿Por qué no publicar ahora estos relatos que casi nadie conoce? Se lo comenté a mi editor y dos meses después el libro estaba en la calle.
ULAD: Imagino que habrá muchos más relatos por ahí dispersos o pendientes de publicar. ¿Por qué, entonces, estos 14 y no otros?
O.E: Porque estos catorce tienen en común ciertos elementos (la juventud, cierta idea del desamparo, la variedad de localizaciones, la voz masculina) que hacen que puedan integrarse con cierta coherencia dentro de un mismo ciclo narrativo. Los que quedaron fuera desentonarían, a mi juicio, dentro de este conjunto.
ULAD: Según comentas al final del libro, muchos relatos corresponden a determinados encargos para revistas, libros colectivos, etc. ¿Antecede el encargo al relato o el relato al encargo y lo que hay es una adaptación del relato a las circunstancias?
O.E.: Todos nacieron gracias a los encargos, en ningún caso reciclé un cuento preexistente. En mi caso, los encargos suelen disparar mi imaginación.
ULAD: Hay varios relatos de corte autobiográfico. Después de tantos años escribiendo, ¿sigue habiendo algo de pudor o de vergüenza a la hora de escribir ciertas cosas?
O.E.: Más que autobiográficos, algunos de los cuentos se ambientan en lugares que conozco muy bien, como el barrio de Gamonal de Burgos o el de Cuatro Caminos de Madrid, pero en ninguno de ellos cuento exactamente mi vida. Evito la llamada autoficción (género en el que hay obras que me entusiasman) porque siento cierto pudor no tanto a hablar sobre mí mismo como sobre los demás. Me parece que traiciono a las personas que quiero si narro episodios –aunque sean inocentes– en los que estuvieron involucradas.
ULAD: En el libro hay un relato barojiano (“El chino de Cuatroca”), otro proustiano (“El misterio de la Encarnación”) y otro lovecraftiano (“El arpa eólica”). Como lector, ¿con cuál de estos tres monstruos de la literatura te quedas?
O.E.: Baroja es el autor al que mejor conozco de los tres. Es un escritor que me entusiasma y al que me siento muy afín.
ULAD: El hecho de que la gran mayoría de relatos esté protagonizado por niños, jóvenes o adolescentes, ¿implica un especial interés por las situaciones y procesos que tienen lugar en estos períodos de la vida o es pura casualidad?
O.E.: Uno de los asuntos que me gusta abordar en mi obra es el autoconocimiento, especialmente en ciertos cuentos que se centran en un momento de epifanía de los personajes. Uno puede tener estas iluminaciones íntimas a lo largo de toda su vida, pero generalmente es en la juventud cuando se producen los descubrimientos vitales más importantes.
ULAD: Cambiando de tema. Eres un escritor joven, pero con una obra premiada, extensa y variada, que va desde la novela juvenil, la novela, el relato o incluso el ensayo. ¿En qué género te sientes más cómodo?
O.E.: Gracias por lo de joven. Creo que lo que mejor se me da es la novela y el cuento, o al menos son los géneros donde siento que he llegado más alto y para los que estoy mejor dotado.
ULAD: De toda tu obra, “Inquietud en el paraíso” es para algunos miembros del blog de lo mejor que se ha escrito en lengua castellana en el siglo XXI. Teniendo en cuenta que se publicó en la Editorial DeBolsillo (una de las “grandes”), ¿qué pudo fallar para que no te convirtieras en un escritor más conocido para el gran público?
O.E.: Yo no me quejo de la porción de éxito que me ha tocado, en absoluto. Por recordar a un autor aquí citado, hoy leemos y apreciamos a Baroja, lo consideramos un autor vigente e importante y los escolares lo estudian, pero a veces nos olvidamos de que, en su momento, los escritores más populares y que más vendían no eran él, Valle Inclán o Unamuno, sino el Caballero Audaz y otros de ese estilo.
ULAD: Vinculado a lo anterior, ¿qué diferencias hay entre trabajar con una editorial grande y trabajar con otra más pequeña como Ediciones del Viento, con la que llevas ya muchos años?
O.E.: Supongo que una editorial pequeña es más ágil y flexible para decidir la publicación de un libro, mientras que en una grande todo se planifica con más tiempo y, según los casos, se interviene en el texto del autor para satisfacer las demandas de su público. Para bien o para mal, el texto que yo envío a la editorial es el mismo que aparece impreso.
ULAD: Hablando de Ediciones del Viento, hace poco vi en su web que “Andarás perdido por el mundo” ya va por su segunda edición. Todo un éxito (merecido, además). ¿A qué crees que puede deberse?
O.E.: No lo sé. Los libros de cuentos suelen pasar más inadvertidos y a mí mismo me ha sorprendido su éxito (su modesto éxito, tampoco es que se esté vendiendo como El código Da Vinci). Seguramente ha influido que hacía mucho tiempo que no sacaba ninguna novedad y mis pocos (pero animosos) lectores estaban ya impacientes.
ULAD: Por último, teniendo en cuenta la variedad de registros en la que te mueves ¿con que nos sorprenderás próximamente? ¿O lo dejamos en secreto?
O.E.: Tengo varios proyectos entre manos con sendos amigos que son grandes artistas, el ilustrador Miguel Navia y el fotógrafo Asís G. Ayerbe. Y luego debería terminar esa novela que llevo escribiendo desde hace un lustro (a este paso va a terminar antes ella conmigo). No sé cuál de todos estos proyectos nacerá primero, así que el primer sorprendido voy a ser yo mismo.
Otras obras de Óscar Esquivias en ULAD: Aquí