sábado, 25 de junio de 2016

Marcel Proust: La prisionera (En busca del tiempo perdido V)

Título original: La prisonnière
Traducción: Consuelo Berges
Idioma original: Francés
Año de publicación: 1925
Valoración: Imprescindible

Hay un proverbio español que dice que “No hay quinto malo”. Su origen se sitúa en el mundo de los toros, más concretamente en la época en la que en las corridas de toros no existía el sorteo de los toros, sino que era el ganadero quien, teórico conocedor del previsible juego de los animales, reservaba el de mejor nota y presumible mejor comportamiento para ser lidiado en quinto lugar. (¡Gracias, Wikipedia!)

Pues bien, cualquiera diría que Proust se basó en el conocido proverbio y dejó para este quinto tomo de “En busca del tiempo perdido” su mejor toro porque lo cierto es que “La Prisionera” es una auténtica barbaridad de libro.

Esta quinta parte de “En busca del tiempo perdido” podría ser un ensayo novelado, si se me permite este "engendro", sobre los celos y el amor. 500 páginas dedicadas, prácticamente en su totalidad, a estos dos sentimientos que el propio Proust define así:
“Muchas veces los celos no son más que una inquieta necesidad de tiranía aplicada a las cosas del amor”, en la página 109.
“Sólo amamos aquello en que buscamos algo inasequible, sólo amamos lo que no poseemos”, en la página 474.

Proust disecciona, con su habitual precisión, las causas y efectos de los celos, que pueden ser pasados, presentes o futuros, en las relaciones amorosas, tanto para el que los padece (el propio narrador) como para el que es objeto de los mismos (Albertina).

Pero no se limita a analizar los celos en las relaciones amorosas y/o sexuales (Proust y Albertina, Charlus y Morel), sino también en las relaciones sociales (Verdurin y Charlus), en la amistad o incluso en la relación de sus sirvientes o criados hacia sus amos (Francisca y Proust).

La acción, esta vez, se sitúa íntegramente en París, donde nuestro “héroe” y Albertina comparten apartamento, aunque no habitación (pero sí cama), no vaya a ser que cualquiera sepa que está allí la vea y se enamore de ella, y donde los enfermizos celos del protagonista harán que éste mantenga a Albertina semiencerrada. Ya comentábamos en una reseña anterior que Albertina era el personaje más maltratado del libro, y aquí se lleva la palma.

Estos celos provocarán diferentes situaciones, reflexiones y reacciones de cada uno de los personajes del libro. Centrándonos en sus principales protagonistas, llevarán a nuestro querido narrador a un permanente estado de indecisión (la dejo – no la dejo, la quiero – no la quiero…) y a vivir en un tiovivo de sensaciones, que finalmente provocarán que sea la propia Albertina la que opte por largarse y dejar al “pobre” Proust compuesto y sin novia (por cierto, no será la única ruptura a la que asistamos en "La prisionera").

En resumen, más de 500 páginas dando vueltas y más vueltas alrededor de los celos. Esto podría ser tedioso en manos de cualquier otro autor, pero Proust lo convierte en una obra maestra.

Y, oigan, no sé si será que ya me he acostumbrado a su estilo y a su ritmo o, simplemente, que, a diferencia de los tomos anteriores, no asistimos a la interminables reuniones sociales que se hacían un tanto cuesta arriba, pero me da la impresión de que su lectura ha sido más accesible que la de tomos anteriores.

Ya solo quedan dos tomos. El fin se acerca. Y aún quedan muchas preguntas sin respuesta. La fundamental: ¿Encontraremos el tiempo perdido?

------------------------CONTINUARÁ (después de la canícula estival)---------------

El resto de "En busca del tiempo perdido" en ULAD:
El tiempo recobrado (En busca del tiempo perdido VII)
La fugitiva (En busca del tiempo perdido VI)
Sodoma y Gomorra (En busca del tiempo perdido IV)
El mundo de Guermantes (En busca del tiempo perdido III)
A la sombra de las muchachas en flor (En busca del tiempo perdido II)
Por el camino de Swann (En busca del tiempo perdido I)

4 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Es difícil, innecesario e injusto decirlo, pero "La prisionera" me parece quizás, quizás, quizás, el mejor de los siete volúmenes. Y cómo sigue "La fugitiva"...es que no decae. Más que acostumbrarse está un poco pulido de reuniones sociales.

Talibán dijo...

Hola, Koldo, buena reseña, abordando la novela desde una perspectiva bastante personal, que es la mejor manera de hacerlo después de tanta ensayística un tanto plúmbea a que ha dado lugar su análisis.

Creo que "La prisionera" y "La fugitiva" pueden ser los tomos más accesibles -junto con el primero, que en realidad es una novela independiente a la que se le añade un largo prefacio autobiográfico- porque están un tanto liberados del funambulismo descriptivo a que se vio obligado en los anteriores para no molestar a las personas reales que inspiraban cada personaje de la alta sociedad que aparecía en ellos. En estas dos novelas Albertine era en realidad Alberto, su chófer, y la distancia social entre ambos hace que Proust efectivamente escriba sin pudor, sin freno y sin ironía.

Un saludo

Koldo CF dijo...

Poco más que añadir. Gracias a ambos por la aportación

Caesar dijo...

Buenas noches!

Tras mucho tiempo dubitativo debido a la enorme complejidad de la obra, decidí el año pasado sumergirme de una vez por todas en Proust, y tras acabar el primer libro, ya me quedó la sensación de que En busca del tiempo perdido es la obra cumbre de la literatura universal. No creo que jamás se haya emprendido una aventura tan ambiciosa a la hora de plasmar con tanta belleza todos los sentimientos y aflicciones humanas.
Una vez acabada la Prisionera (tengo que dejar un tiempo entre libro y libro si no quiero que se me funda el cerebro), coincido con el análisis en cuanto a la accesibilidad del mismo, creo que junto a la Sombra de las Muchachas en Flor, es el tomo que más ágil se lee. (Guermantes y sobretodo Sodoma y Gomorra, tenían tramos devastadores para la paciencia). Igualmente, el tratamiento de los celos, que es una constante de la obra, junto al capitulo de Swann en el primer tomo, alcanza en aquí su máxima expresión.
En definitiva, Marcel es complejo, complicado de leer, sumamente rebuscado, a ratos incluso insoportable, pero su capacidad para empatizar y plasmar los sentimientos humanos, especialmente en lo relativo al amor y el miedo, y sobretodo de plasmarlos con un estilo único e inigualable en la historia de la literatura, lo convierten en ineludible para cualquier lector.
Como curiosidad, se dice que a Truffaut (posiblemente uno de los directores que mejor ha sabido captar el amor en la gran pantalla) le ofrecieron una vez realizar una película sobre la obra de Proust, y su respuesta simplemente fue: lo que ya es perfecto no se puede mejorar, sólo un carnicero se atravería a dirigir esto. Suscribo cada una de sus palabras!