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lunes, 1 de septiembre de 2025

Madres de libro: Canina de Rachel Yoder

Idioma original: 
inglés
Título original: Nightbitch
Traductora: Laura Ibáñez
Año de publicación: 2022 
Valoración: extraño, pero recomendable  
 
Este es uno de esos libros a los que llegué a partir de la película: una adaptación cinematográfica con Amy Adams como protagonista, que recibió críticas mixtas, pero que al mismo tiempo ganó varios premios en festivales, sobre todo por su interpretación principal. Así, mi lectura del libro necesariamente está condicionada por la película, aunque, y siento caer en el cliché, el libro me haya gustado más. 
 
Nightbitch (primer problema para la traductora: cómo traducir este título tan impactante del inglés; avanzo ya que la solución elegida no me parece mala, aunque obviamente no sea tan llamativa como el original) habla sobre la maternidad, lo que explica su inclusión en esta serie, pero desde un planteamiento innegablemente original. La protagonista, a la que solo se llama "una madre", y que vive en un estado de cansancio e irritación constante desde que se dedica exclusivamente a cuidar de su hijo, comienza de repente a transformarse en una perra (la Perra de Noche del título): le sale una cola, le crecen unos pezones extra en el pecho, y por las noches se escapa a correr por el barrio y a cazar pequeños animales que se encuentra a su paso. 
 
Este tema podría resultar absurdo o ridículo; desde luego, es inverosímil, pero la autora consigue hacerlo funcionar, aplicando técnicas propias del género fantástico: el tratamiento de lo irreal como parte de lo real, algo sorprendente pero no completamente imposible, de forma que, progresivamente, tanto la protagonista como su marido y su hijo aceptan lo que está sucediendo, no como un terrible drama que debería llevarles de consulta en consulta hasta encontrar una solución, sino como parte de una realidad mágica que ambos comparten. Por otra parte esta idea de "una madre que se convierte en perra" es desarrollada a través de escenas a veces cómicas, a veces grotescas, como cuando la madre asesina a la gata de la familia, o cuando ella y su hijo devoran carne cruda como animales en un centro comercial (para escándalo, naturalmente, del resto de clientes). 
 
De hecho, el humor es otro de los grandes valores de la obra: la madre (y la narradora, que sin ser la misma persona, porque la historia está en tercera persona, está muy próxima de ella) es (auto)irónica, divertida, bromista, ácida, utiliza una expresión ágil, coloquial, vulgar cuando hace falta... Aquí tengo que referirme al tema de la traducción nuevamente, porque me parece muy complicado transmitir esa espontaneidad juguetona del original, y la traductora lo consigue muy bien. Salvo por alguna que otra palabra que me chirría (como "tontuela"), creo que la traductora ha hecho un trabajo excelente para mantener la frescura del original sin resultar artificial. 
 
Pero aunque sea una novela bizarra (cómo me gusta usar esta palabra ahora que la RAE ha aceptado la acepción "Raro, extravagante o fuera de lo común") y divertida, también sabe ponerse seria, sin que la mezcla resulte incómoda (algo que sí pasa en la película en algunos momentos, creo). De hecho, se puede entender esta obra como una crítica feroz, literalmente feroz, de ciertos modelos de maternidad intensiva, o de la propia idea de maternidad como institución (que diría Adrienne Rich), como una responsabilidad casi exclusiva de la mujer, con su carga de preocupación, culpa, frustraciones y renuncias. ¿Por qué esas renuncias solo se exigen a las madres? ¿Hasta qué punto debe una mujer renunciar a sí misma (hasta el punto de renunciar incluso a su nombre para convertirse en "una madre")? ¿Es posible compaginar la maternidad con una trayectoria profesional fructífera y gratificante? ¿Es esa la maternidad ideal? La madre (una mujer inteligente, culta, creativa, sofisticada) se plantea todas estas cuestiones mientras lucha por alimentar a su hijo e impedir que destroce la casa, operando una constante comparación, e incluso competición, con otras madres que la rodean. Leyendo la obra es inevitable pensar en otros textos que han planteado estas cuestiones, desde diversos géneros o latitudes, como El nudo materno de Jane Lazarre o Las madres no de Katixa Agirre, o también a El papel de pared amarillo de Charlotte Perkins Gilman, que la protagonista lee y relee al comienzo de la novela.
 
Hay un aspecto, sin embargo, que me ha provocado algo de desazón al leer el libro (y que también me lo provocó al ver la película): que, a través de la creación de la filósofa/antropóloga ficcional Wanda White, y su libro Compendio de mujeres mágicas, parece reintroducirse en el texto un cierto discurso esencialista sobre la feminidad y la maternidad, acerca del cual no está claro cuál es la posición ni de la protagonista ni de la autora. Es decir: si por una parte parece cuestionarse que, social y culturalmente, se cargue a las madres con toda la carga física, mental y económica de la crianza, al mismo tiempo parece recuperarse una especie de discurso mítico de la Gran Madre natural, biológica y espiritualmente unida a sus crías y a la naturaleza de una forma que es ajena a los hombres. Y me parece difícil conciliar ambas cosas, porque si se defiende una mayor libertad de las mujeres para elegir (conjuntamente con sus maridos y con el resto de su "tribu") cuál es el modelo de maternidad más adecuado, no veo que se pueda al mismo tiempo defender que exista una especie de destino ancestral al que solo las madres tiene acceso.

O a lo mejor es que lo he entendido mal, no sé. Si alguien más ha leído la novela o visto la película, puede dar su opinión en los comentarios.

En fin, a pesar de estas dudas, el libro me ha parecido original y potente, valiente y divertido. No es una novela perfecta, pero ¿quién quiere perfeccción a estas alturas?

jueves, 28 de agosto de 2025

Tarjei Vesaas: Los pájaros

Idioma original: noruego
Título original: Fuglane
Traducción: Carolina Moreno (en catalán para Club Editor) y Juan Gutiérrez-maupomé, Teigen Gund (en castellano para Nórdica Libros)
Año de publicación: 1957
Valoración: recomendable


Hay autores clásicos que, por motivos que desconozco, pasan de largo de nuestras vidas lectoras. Es posible que sea porque pertenezcan a países con menos influencia mediática o por utilizar idiomas menos populares. Y esto me ocurrió con Tarjei Vesaas, al que descubrí hace relativamente poco por su libro «El palacio de hielo» en el que, a pesar de cierta irregularidad, esgrimía destellos de una prosa que merecía ser profundizada y ampliada a través de otras de sus obras. Y aquí estamos, aunque con resultado poco convincente.

Empieza la novela de manera directa, como suele ser habitual en la literatura nórdica, y el autor nos introduce a los dos personajes que conformarán el eje central del relato: Mattis y Hege, dos hermanos que, a pesar de encontrarse en la madurez, viven juntos pues sus padres murieron cuando ellos eran aún niños; ella tiene cuarenta años y él tres menos; él sin trabajo y con remordimientos por no encontrar uno porque, según su opinión, no tener trabajo «es el mal que lo alimenta todo el año, y que lo ha hecho a lo largo de cuarenta años». Le apodan “el tarugo”, de manera justificada según él mismo y, por esa condición, teme que su hermana lo abandone ya que supone un lastre para la familia. Por ello, Mattis espera que la monotonía de su vida cambie y por ello está siempre pendiente de alguna señal que cause una disrupción en su vida. Y ese hecho, a su entender, se produce cuando, un día por la noche, la becada hace un vuelo por encima de su casa, algo bastante inusual, y él lo atribuye de forma inequívoca a que aquello es un presagio de que algo cambiará, de que nada será nunca más como antes. «Si esto no tiene importancia te juro que ya no sé qué puede tenerla» afirma, a la vez que intuye sin lugar a dudas que «a partir de ahora todo será diferente” pero, ¿lo será también para él?

La narración transcurre a través del día a día de los hermanos, centrándose en Matis y en cómo pequeños acontecimientos marcan de manera profunda su día a día, elevando situaciones cotidianas a hechos excepcionales. Para él todo tiene importancia, en su mundo interior rico y anárquico, una escena que salga de lo habitual es un el hecho de vital trascendencia. Y esa manera de ver y sufrir el mundo le causa un aislamiento interior pues nadie le entiende, nada ve el mundo como él, y eso le crea un abismo emocional pues en su fuero interno él sabe que es diferente al resto y que parece ser el único en darse cuenta y constatar la importancia de pequeños detalles y cambios en su rutina, ya sea el vuelo de unos pájaros o la amenaza de una inminente tempestad.

A pesar de que la historia promete, pues uno empatiza con Matis y sus preocupaciones, es precisamente esa rutina la que contagia el relato si bien es cierto que la irrupción de un tercer personaje que altera el orden y suscita episodios personales y vivenciales que abren y reformulan nuevas cuestiones sobre la vida y su futuro aumenta sumamente su interés hasta llevarlo a niveles suficientes para disfrutar de su lectura. Es por ello por lo que la lectura produce sensaciones encontradas pues el retrato de los personajes está bien definido y uno se une a la angustia de Matis, pero es justamente esa rutina en la que se halla instalado que causa que a veces el lector se pierda en ella y se someta a su mismo abatimiento.

También de Tarjei Vesaas en ULAD: El palacio de hielo

miércoles, 27 de agosto de 2025

Eduardo Mendoza: El asombroso viaje de Pomponio Flato

Idioma: español

Año de publicación: 2008

Valoración: recomendable

Palestina; primeros años del siglo I, durante el mandato del emperador Octavio Augusto. "¿Qué han hecho los romanos por nosotros?", se preguntaban los judíos que vivían en aquellas tierras, sojuzgados por Roma, dos mil años antes de que sus descendientes se dedicaran a perpetrar un infame genocidio sobre los hombres, mujeres y niños de Gaza. Bueno, pues aparte del alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras y los baños públicos, sí que hubo un romanos que hizo mucho por unos judíos en concreto; se trata de Pomponio Flato, ciudadano del orden ecuestre y filósofo natural -o aspirante a serlo- quien, tras sufrir cierto descalabro en su salud y peculio durante su búsqueda por Cilicia de ciertas aguas milagrosas, llega a Nazaret acompañando al tribuno Apio Pulcro. Allí es contratado por un niño de nombre Jesús, hijo de María, para que le ayude a exonerar a su padre, el carpintero José (sí, ya sé quienes parece que son, pero, igual que el autor de la novela, no lo voy a afirmar, no sea que concitemos la animadversión de los ínclitos Abogados Cristianos o de cualquier otra agrupación, congregación o secta integrista, ya se encuentre dentro de la Iglesia Católica o fuera de ella), condenado por el asesinato del rico Epulón. En su pesquisa, digan de un Sam Spade, Philip Marlowe o incluso un Gran Lebowsky, Pomponio indagará en los diferentes estratos de la sociedad nazarena, entrevistando tanto a la acaudalada familia de la víctima o a su criado, el efebo griego Filipo, como a mendigos y cortesanas, sacerdotes del Sanedrín o legionarios romanos.  Con ayuda, eso sí, del párvulo Jesús y de su agreste primo Juan.

Más allá de su adscripción al género de misterio o, de forma más improbable aún, a la novela histórica, El asombroso viaje... es sobre todo una obra llena de humor (no obstante, y lo digo siempre que reseño algo de este autor, no se trata de Sin noticias de Gurb. Repito: NO SE TRATA DE SIN NOTICIAS DE GURB... No sea que se me llenen los comentarios de gente diciendo lo mucho que les gustó ésta y lo que les han decepcionado otras novelas de Mendoza); es verdad que un humor quizás no del gusto de todo el mundo, puesto que se basa, en gran medida, en el contraste entre la pedante prosopopeya de la que hace gala el protagonista y las situaciones o comentarios algo chuscos entre las que se mueve; también, en continuas referencias culturales que tal vez hoy en día ya le sean ajenas a una parte de la población lectora -digamos que para disfrutar de la novela conviene tener ciertas nociones de Historia Sagrada, filosofía clásica, mitología grecolatina, las fábulas de Esopo y las tradiciones navideñas catalanas, entre otras cosas-, pero pensemos que Eduardo Mendoza es ya un señor de cierta edad que se educó, por tanto, en una época en la que a estos conocimientos se les daba mayor importancia. Pero estoy convencido de que quien esté en condiciones de disfrutar de esta lectura, con su despliegue de erudición, ironía y sorna, sin duda lo hará; cierto es que no estamos ante una de las grandes obras de este escritor, no siquiera, insisto, ante una de sus mejores novela cómicas, pero, desde luego, tampoco es uno de los títulos, más deslavazados, con los que nos decepciona de vez en cuando, impelido, creo yo, por la urgencia editorial. Así que sí, El asombroso viaje... es una novela que me atrevo a recomendar sin reparo alguno (y eso que me consta que entre los reseñistas de este mismo blog, por los general tan atinados, hay a quien no le gusta nada... Pero bueno, pensemos que también hay a quien le encantan ciertos libros perpetrados por Sara Mesa o Marta Sanz).

Y, por supuesto: #StopGenocidioGaza y #VivaPalestinaLibre...

Más obras del gran Eduardo Mendoza reseñadas en Un Libro Al Día: aquí

martes, 26 de agosto de 2025

Éric Vuillard: La batalla de Occidente

 Idioma original: francés
Título original: La Bataille d'Occident
Traducción: Javier Albiñana.
Año de publicación: 2019.
Valoración: recomendable.

Tiempos convulsos: los  conflictos en Gaza, en Ucrania, no acaban de solucionarse. Trump irrumpe en ellos con voluntad de negocio y de relevancia personal, pero sus intenciones (las aparentes, seguro que las ocultas darían para manuales de psicología y para epílogos maquiavélicos) no acaban de concretarse en la clase de acuerdos que acapararían portadas en el primer mundo: alto el fuego, cese de hostilidades, acuerdos de mínimos, etc. Así que nos vemos obligados a vivir con la espada de Damocles de un conflicto global,  ese otro concepto tan apreciado por los media. Escalada bélica. Uh. El coco con el que convive el planeta desde 1945, aquél que parecía alejado definitivamente con la caída del Muro, una especie de pesadilla recurrente que captura nuestra atención de manera inmediata y que genera tanto debate en el que la adscripción a un bando u otro parece una posición ineludible. La tertulia televisiva como gulliverización de los parlamentos.

Por eso no acabo de entender que, en un ejercicio que compararé inadecuadamente con lo de sacar flores del estiércol, la fascinación, aunque sea alejada en el tiempo y con una obvia intención estética, por los conflictos globales (en este caso, la Primera Guerra Mundial) se canalice en algo que, aunque seguro que sea mi apreciación, acaba otorgándeles una especie de pátina poética. Como una relativización, un poco al servicio de sus resultados estrictamente formales. Curiosamente, mis experiencias más recurrentes con la temática son con dos autores también franceses: Echenoz (poco se sabe de él) y Lemaitre (más activo y con una obra más variada) pero esta obra de Vuillard, -que por lo que veo ha hecho de este tipo de adaptaciones una marca personal - aunque creo que desde un sentido puro de lo literario (lenguaje cuidado y una cierta querencia por sacrificar la crudeza propia de estas narraciones por ciertas metáforas que podrían sonar a esteticistas), e incluso en su trasfondo más meramente intelectual, podría recomendarse hasta con cierto entusiasmo (que me he ahorrado),  he de insistir en que, como lector, me descoloca que enmascare tanta sordidez. La de los jóvenes ciudadadanos movilizados, la de los cadáveres, los heridos, el frío y la suciedad de las trincheras, el enorme sacrificio humano al servicio de los grandes intereses, de las fronteras, de la dominación global, de la imposición de los totalitarismos,  todo ello aprovechado en este tono, que no es frívolo ni banal, ni irrespetuoso, pero que tampoco me parece provocador ni irreverente. 

De Vuillard en ULAD: aquí 


domingo, 24 de agosto de 2025

Antanas Škėma: El lienzo blanco

Idioma original: Lituano
Título original: Balta Drobulé
Traducción: Margarita Santos / Carmen Caro
Año de publicación: 1988
Valoración: Recomendable

Novela de culto en Lituania, El lienzo blanco de Antanas Škėma sigue los pasos de Antanas Garšva, alter ego del autor, quien ejerce de ascensorista en un hotel de Manhattan, escribe poesía, rememora su vida y entabla una relación con una mujer llamada Elena.

Varios son los aspectos en los que El lienzo blanco destaca:

  • La frescura de su prosa, que combina presente y pasado, primera y tercera persona, estilo directo y descripciones líricas.
  • La complejidad de sus personajes, sobre todo la del protagonista.
  • La potencia de ciertas escenas. Pienso, sobre todo, en dos, que se cuentan entre los recuerdos de cuando Garšva estaba en su Lituania natal, antes de su exilio en Nueva York: aquella en la que habla de su madre y aquella en la que se enfrenta a un poeta patriótico.

Resumiendo: El lienzo blanco es en parte novela autobiográfica, en parte meditación sobre la emigración, la locura, la nostalgia por la infancia, el amor y la guerra, y en parte retrato del siglo XX. Dada su calidad (en la forma y en el fondo), no me extraña que se haya convertido en un clásico de la literatura lituana.

miércoles, 20 de agosto de 2025

Rosario López: Todas las lluvias

Idioma original: Español
Año de publicación: 2025
Valoración: Recomendable 

Hay libros que se comunican. En el caso de Todas las lluvias veo dos vías para establecer esa comunicación: la temática y la estilística. La primera de ellas emparenta a la novela de Rosario López con el recientemente reseñado por estos lares La naturaleza nos acabará abrazando, libro de Néstor Reina sobre miedos y rupturas; la segunda me lleva a Alcaravea de Irene Reyes-Noguerol (también sevillana, por cierto) en el que lo poético y lo oral juegan un papel primordial. 

Porque Todas las lluvias es una novela (con mucho de autobiográfica) sobre la depresión y el duelo, pero también sobre los más diversos miedos, sobre cómo vivimos, trabajamos, nos relacionamos, amamos o follamos en esta era de la autoayuda y de las ciudades "hiperconectadas" en las que la oscuridad se vive a solas, etc. Sobre el tremendo peso de lo invisible, vaya.

Y es que Rocío, su protagonista, vive entre un presente en el que algo falla (sería genial poder parar para luego seguir, sería genial poder morirse un ratito) y en el que cada vez hay menos asideros y un pasado en el que la abuela Aurora es presencia y ancla. Tanto es así que habría dos novelas dentro de Todas las lluvias: una que tira hacia una especie de existencialismo íntimo y otra que se acerca casi a lo proustiano. 

En cualquier caso, los tiempos y los personajes condicionan el lenguaje. No pueden expresarse igual la Rocío niña y la Rocío de treinta y muchos, como tampoco pueden expresarse igual Rocío y la abuela Aurora (ay ese léxico familiar (sabes que por aquí tenía que aparecer de una forma u otra Danilo Kis)). Pues bien, eso es algo que Rosario trabaja a la perfección. 

Otros aspectos que me gustaría destacar de Todas las lluvias son:
  • la delicadeza que muestra la autora a la hora de hablar de un tema tan complicado como la salud mental. Dale esto a Paulo Coelho y... bueno, no quiero ni pensarlo. 
  • su capacidad para extraer de la oscuridad, solo a través de las palabras, tanta belleza
  • la relación nieta - abuela. Infinita ternura, mucha credibilidad y cero ñoñería.
Lo que menos me acaba de convencer, sinceridad ante todo, es una cierta impresión de que cada frase ha de ser una "sentencia lapidaria". Evidentemente que un estilo poético como el utilizado por la autora puede conducir a eso, pero creo que la novela da margen para más "transiciones", más "zonas de descanso".

Sea como fuere, Rosario López demuestra que es una autora a tener en cuenta en el presente y en el futuro. Solo espero que este Todas las lluvias tenga más visibilidad que Los besos secos y que no tengamos que esperar otros 5 años para leer una nueva obra.

P.S.: Recuerdo que poco después de la publicación de Los besos secos, mientras tomábamos una cerveza, Rosario me decía que estaba desencantada, que no le apetecía volver a (intentar) publicar, etc. Pues mira, chica, me alegra un montón que hayas vuelto al "mundillo" y que no tengamos que esperar mucho para leer esa tercera novela.

También de Rosario López en ULAD: Los besos secos

lunes, 18 de agosto de 2025

VV.AA.: Trampa en Zarkass

Idioma original: Francés
Título original: Piège sur Zarkass
Traducción: Ma
Año de publicación: 20
Valoración: Recomendable

Trampa en Zarkass es un cómic entretenido, dinámico y divertido, solvente tanto en el guion de Yann como en el apartado gráfico de Didier Cassegrain. 

Lo protagonizan dos heroínas aparentemente incompatibles que acaban desarrollando una improbable amistad, está repleto de camaradería, acción, misterio y humor, se ambienta en un universo fascinante y abunda en dibujos increíbles (sobre todo los de especies alieníginas o paisajes.)

Está basado en Piège sur Zarkass, novela de ciencia ficción del escritor francés Stefan Wul, pero se toma algunas licencias con respecto al material original, como inviertir los roles de género (transforma a los protagonistas masculinos en mujeres, establece una raza humana en la que el poder es estrictamente femenino, etc...) o subvertir el sexismo típico en la ciencia ficción clásica. Esto último lo logra mediante su representación del matriarcado, la cual, lejos de caer en la retórica de género divisoria, sobrevuela la parodia. Y es que la mayoría de mujeres en estas páginas actúan como hombres estereotípicos (maldicen, insultan, cosifican a los varones, etc...).

Una pega que le pondría a Trampa en Zarkass, aunque es tan minúscula que para nada lastra al conjunto, es que la voz de Marcel no siempre resulta consistente, porque si bien se mantiene ruda y faltona todo el tiempo, de vez en cuando emplea palabras algo cultas que no le acaban de encajar.

Lo dicho: Trampa en Zarkass es un cómic estupendo. Editado, por cierto, en un precioso tomo integral por Nuevo Nueve*, que incluye tapa dura, páginas a color y bocetos e ilustraciones adicionales.


sábado, 16 de agosto de 2025

Daniel Guillén (@Manuel_de_BCN): Hazme reír

Idioma: español

Año de publicación: 2024

Valoración: recomendable

Un fenómeno curioso que se ha dado en los últimos años es el de escritores/as que han conseguido publicar gracias a su labor previa en las redes sociales; entiéndase que no estoy hablando de los y las típicos influencers, youtubers indocumentados o poeticastros de carpetas de instituto, sino de gente que sabe mucho sobre algún tema -o investiga y luego sabe explicarlo-, pero que no tenían otro lugar para contarlo, así que se dedicaron a hacerlo a través de los conocidos como "hilos" en el antiguo Twitter (lo de ahora es un engendro nazi) o Bluesky. Algunos de estos divulgadores/as (me niego a llamarles "creadores de contenidos") han publicado luego libros que recogen todos esos hilos, de los que unos pocos elegidos, hasta ahora, han merecido la inmortalidad de las reseñas de Un Libro Al Día, como ha ocurrido con los escritos por Pedro Torrijos y Laia San José. En el caso que hoy nos ocupa tenemos a otro de estos divulgadores en redes, Daniel Guillén Hidalgo -conocido en internet como @Manuel_ de BCN-, que no se dedica a contarnos historias sobre arquitectura o vikingos, sino de algo que suele ser del agrado general o que, al menos, todos y todas disfrutamos alguna vez, según los gustos de cada cual, e incluso puede volverse adictivo: la comedia.

Pero no cualquier tipo de comedia; no hablamos ni de la Comedia dell'Arte ni de los vodeviles burgueses que se suelen representar en los teatros durante las fiestas patronales de cada ciudad... En el caso de este libro, los muchos capítulos se dividen entre los dedicados a:

a) Series de televisión o "comedias de situación" (sit-coms) más o menos míticas: Fawling Towers -de donde el autor sacó su seudónimo en redes, pues uno de los personajes siempre se presentaba como "Manuel, de Barcelona"-, Te quiero, Lucy, Seinfeld, Loco por ti o Las chicas de oro...

b) Películas de humor: entre los que aparecen grandes éxitos (por no decir filmes ya míticos) como Una noche en la ópera, El jovencito Frankenstein, La escopeta nacional, La vida de Brian, Aterriza como puedas, Cuando Harry encontró a Sally o Tiempos modernos, de Chaplin -en un capítulo en el que también nos habla de otros dos colosos de la época: Harold Lloyd y Buster Keaton-; al igual que en las series del apartado anterior, los capítulos se centran, sobre todo, en la génesis, en ocasiones dificultosa, de estos grandes y divertidísimos títulos 8un recuerdo desde aquí al beatle George Harrison, que hipotecó su mansión para poder financiar y, sobre todo, ver La vida de Brian, en lo que se ha llamado "la entrada de cine más cara de la Historia").

c) La mayor parte del libro está dedicado a cómicos/as que, si bien han podido triunfar luego en el cine y/o la televisión, comenzaron o cuando menos cultivaron con frecuencia durante alguna época de su vida lo que se conoce como stand up comedy, es decir, que han sido monologuistas o, aunque sea, cuentachistes... La lista es muy amplia y en ella encontramos desde estrellas de cine -es decir, que se dedicaron al cine posteriormente, pero empezaron sobre los escenarios-, como Steve Martin, Woody Allen, Robin Williams, Bill Murray, Richard Pryor, Jim Carrey... (estos primeros nombres quizá sorprendan a los no norteamericanos), otros que no dieron el salto a la gran pantalla , pero cuyo nombres resultan legendarios para los profesionales y aficionados al humor, como George Carlin o Lenny Bruce; epítomes de cierto humor británico -aparte de los (Monty Python, claro), como Peter Sellers, Rowan Atkinson y Ricky Gervais e incluso representantes hispanos del género: el gran Gila, Andreu Buenafuente o, a estas alturas ya mítico  Eugenio. En esta categoría también podemos incluir a grupos teatrales que , aunque no hagan exactamente monólogos -de hecho, hay unos que ni siquiera hablan-, han triunfado en los escenarios de allí por donde han pasado: me refiero a Tricicle y a los no menos geniales les Luthiers.

Como se ve, a excepción de estos últimos, argentinos, el resto de comediantes de los que Daniel Guillén nos habla en el libro -hay alguno/a más, pero ocurre lo mismo- son o del ámbito cultural español o de países anglófonos. No hay más representantes del humor latinoamericano ni tampoco de , por ejmplo, el humor francés o italiano. Es comprensible, puesto que la muchos de los personajes y obras de los que trata el libro aparecen en él debido al recuerdo o la trayectoria vital y cultural del autor y, además, la bibliografía disponible sobre humoristas escénicos parece estar sobre todo en inglés, pero, de todos modos, sería deseable que en algún futuro nuevo volumen se incluyeran a cómicos/as de otras lenguas o culturas. También, aunque ya aparecen aquí unas cuantas, como la mencionada Lucille Ball o Carole Burnett, podría dedicarse más espacio a las mujeres humoristas, algunas de ellas excelentes (y particularmente en el ámbito del monólogo, creo yo). Lo mismo puede desearse sobre la inclusión de humoristas surgidos no en los clubes de comedia, los teatros o en la tele, sino en los diferentes canales que proporciona internet hoy en día (como el propio autor del libro).

Puntualizaciones éstas, en todo caso, muy secundarias ante la gran virtud del libro, que es hacernos pasar un buen rato y, sobre todo, darnos ganas de pasarlo aún mucho mejor conociendo o revisitando, toda la plétora de humor que nos propone.

martes, 12 de agosto de 2025

Unai Elorriaga: Nosotros no ahorcamos a nadie

Idioma original: 
euskera
Título original: Iturria
Traductor: Unai Elorriaga
Año de publicación: 2019 
Valoración: Muy recomendable
 
Unai Elorriaga es una curiosa excepción en el ámbito de la literatura vasca: forma parte, junto con Bernardo Atxaga y Kirmen Uribe, del reducido grupo de escritores en lengua vasca que han ganado el Premio Nacional de Narrativa, en su caso en el año 2002 por Un tranvía en SP. Sin embargo, mientras que a Atxaga y a Uribe el premio los confirmó como "gran esperanza blanca" de la literatura vasca, en cambio Unai Elorriaga siguió publicando sus novelas (siete hasta la fecha) con un perfil relativamente bajo y sin ser nunca aclamado por la crítica como sí lo fueron sus colegas. No me atrevo a hacer hipótesis sobre las causas de esta diferencia, que pueden ir desde lo personal (diferentes ambiciones o personalidades de los escritores), hasta lo puramente literario (la obra de Atxaga o Uribe puede que ofrezca una mayor originalidad que la de Elorriaga, sobre todo si consideramos sus obras maestras como Obabakoak o Bilbao-New York-Bilbao) o incluso lo político (la ausencia de referencias directas a la realidad social y política vasca puede no ser lo que se espera en un escritor vasco, ni dentro ni fuera de Euskal Herria); lo cierto es que esta diferencia de trato es evidente, y no se debe, sin duda, a que Unai Elorriaga sea un mal escritor...
 
Prueba de ello es esta novela, Nosotros no ahorcamos a nadie, autotraducción de la obra originalmente titulada Iturria. (Esto de las autotraducciones es muy habitual en lenguas minorizadas, pero al mismo tiempo el caso de Unai Elorriaga es particular, porque la mayoría de los autores dejan de autotraducirse cuando alcanzan cierto grado de reconocimiento y profesionalización, como es el caso de Atxaga, Katixa Agirre o Harkaitz Cano, entre otros, mientras que él lo sigue haciendo hasta el presente). Cabe destacar, por otra parte, que, en su versión castellana, esta novela se ha publicado en una serie que Edurne Portela coordina para la editorial Galaxia Gutenberg, en la que alterna obras de escritores vascos con otras de origen internacional.
 
En esta obra, Elorriaga recupera un género tan antiguo como la propia literatura, podríamos decir: el de la narración enmarcada, en la que un enredo narrativo principal sirve como engarce para un conjunto de relatos independientes. Un género que podríamos retrotraer hasta el Decameron o los Cuentos de Canterbury, o aún más atrás hasta las Mil y una noches. (Incluso Obabakoak, con su particular estructura excéntrica, podría incluirse en esta genealogía). Por supuesto, Elorriaga le da su particular giro al género, estableciendo una relación mucho más tensa e intensa entre los cuentos individuales y la narración principal.
 
¿Y de qué trata, en definitiva, Iturria/Nosotros no ahorcamos a nadie? Pues de dos señores ya ancianos (lo que inevitablemente recuerda a SPrako tranbia): Soro Barturen (excéntrico y adinerado, capaz de dejar 10.000€ de propina o pagar millares de euros por una traducción de un relato) y Erroman (que hace las veces de narrador testigo de las andanzas de Soro, como una mezcla de Sancho Panza y Doctor Watson), que recorren toda Centroeuropa persiguiendo al misterioso Pedro Iturria, a quien Soro Barturen conoció en su juventud, y que ahora se dedica a publicar dos relatos (nunca más) en diferentes revistas de determinado país, antes de mudarse para el siguiente. Lo que la novela nos ofrece, por lo tanto, es tanto la narración del viaje de Soro y Erroman, como los cuentos que Iturria va publicando, que se identifican por su título pero también por el país en el que aparecen. 

Lo más interesante de la obra, quizás, es que las secciones correspondientes a la narración-marco (o sea, al mundo "real" de la novela, por decirlo así) consisten, en buena parte, en una discusión de los propios relatos entre Soro, que es un afilado e inquisitivo (y también un poco impertinente) crítico literario y otros personajes, frecuentemente los traductores de los cuentos (puesto que estos no se escriben originalmente en la lengua en la que se publican, sino que son escritos en castellano, o en euskera, o quizás en inglés, y después traducidos, lo que sirve para plantear cuestiones muy interesantes sobre lengua, cultura y traducción). Es cierto que, con el paso de las páginas, este recurso acaba resultando un poco repetitivo, pero también ofrece momentos deslumbrantes y divertidísimos en el diálogo entre Soro Barturen y sus interlocutores (y frecuentemente, víctimas), con los apartes en dialecto vizcaíno (según nos informa una nota a pie de página) para que solo puedan ser comprendidos por su "compinche" Erroman.
 
Y en medio, claro, están los cuentos en sí, de los que no diré que todos son brillantes, sí ofrecen una muy interesante variedad y originalidad, con algunos relatos que se adentran en lo fantástico, en lo post (o pre) apocalíptico, o en lo borgiano-kafkiano, como en el cuento que da título al libro, y que personalmente me parece el mejor de todos. Se trata siempre de relatos con un cierto margen de ambigüedad o de misterio, lo que da pie para las posteriores divagaciones de Soro, pero también para que el propio lector participe activamente en ese juego de interpretación de los posibles significados del texto, realizando una especie de experiencia práctica de reader response theory, o sea, de las múltiples respuestas que un mismo texto puede provocar. 
 
Aunque mi impresión ha sido que, hasta cierto punto, el artefacto narrativo se desinfla un poco en la segunda mitad, por agotamiento del recurso, y porque las novedades que se van introduciendo no acaban de conseguir reflotarlo, es en cualquier caso una lectura original, sorprendente y provocadora, que alterna momentos de humor absurdo con otros mucho más graves. Una lectura muy recomendable, y que puede servir para reencontrarnos con este escritor, flamante (aunque modesto) ganador del Premio Nacional de Narrativa.

Más obras de Unai Elorriaga en Un libro al día

domingo, 10 de agosto de 2025

Caroline Blackwood: Ni una palabra

Idioma original: Inglés
Título original: Never Breathe a Word: The Collected Stories of Caroline Blackwood
Traducción: Damian Tullio
Año de publicación: 2010
Valoración: Recomendable

Ni una palabra, antología en la que Chai Editora compila los mejores cuentos de Caroline Blackwood, me ha fascinado. Y es que los cuentos aquí reunidos son de mi tipo: resultan perturbadores, abordan temáticas oscuras, presentan personajes con claroscuros e interacciones oblicuas, se benefician de una satisfactoria ambigüedad, se cierran con catarsis de lo más dudosas y están excelentemente escritos.

Los tres cuentos que inauguran el volumen, agrupados bajo el rótulo "Hechos" y titulados "Ni una palabra", "Cochino" y "Unidad de quemados", tienen una gran carga autobiográfica. Si bien prefiero aquellos que los siguen, exhiben un nivel muy alto, sobre todo los dos primeros.

A continuación tenemos ocho cuentos encabezados por la palabra "Ficción": "La entrevista”, "La niñera del bebé", "Mi amor, por favor, no llores", "La esposa de Taft", "Addy", "La Navidad de Marigold", "Compra compulsiva" y "El contestador automático". Aunque todos ellos funcionan muy bien, mi favorito es "La entrevista", pues además de rozar la genialidad recuerda vagamente, por su premisa, personajes y perversidad, al magistral "Ravissante" de Robert Aickman.

Llegados a este punto, abordemos los cuentos de Ni una palabra uno a uno, aunque sabed que mi pequeño resumen no les hace justicia:

  • "Ni una palabra". Un antiguo jockey profesional, que acompaña a dos niñas ricas cuando van a montar, pide a una que se reúna con él por la noche en medio del bosque.
  • "Cochino". La escuela de alumnos masculinos en la que, por los avatares de la guerra, termina yendo la protagonista, deviene un lugar violento por culpa de un matón que impone su ley.
  • "Unidad de quemados". Una mujer espera, en la asepsia de un hospital de quemados, un milagro para su hija.
  • "La entrevista". Un periodista invita a la viuda de un pintor famoso a tomar algo tras la proyección de un documental sobre la vida del difunto artista, para preguntarle qué le ha parecido. La anciana, aparentemente patética, se revela capaz de perturbar y avergonzar a su joven interlocutor con sus opiniones, proposiciones y sarcasmo.
  • "La niñera del bebé". Una joven cae en depresión tras parir y su marido contrata a una niñera, que poco a poco va adueñándose de su hogar.
  • "Mi amor, no llores, por favor". Una mujer se somete a una operación estética en contra de la voluntad de su marido, quien aún así deberá tratar de calmarla mientras aguarda que le den el alta en el hospital.
  • "La esposa de Taft". Un atractivo asistente social, muy entregado en sus casos pero solitario y celoso de su vida privada, encuentra a la madre de un niño abandonado, ahora casada con un hombre rico, y concierta una comida entre los tres.
  • "Addy". Una mujer asimila la muerte de una perrita por la que no sentía especial cariño.
  • "La Navidad de Marigold". Una madre soltera se prepara para pasar la Navidad sin su ex marido por primera vez, pues éste, incluso después del divorcio, siempre las acompañaba a ella y a su hija.
  • "Compra compulsiva". Una cuarentona que se quiere gastar el dinero de su marido experimenta todo tipo de sentimientos con la solícita empleada que se ofrece para atenderla.
  • "El contestador automático". Una viuda trata de superar el luto con un excéntrico ritual, que consiste en llamarse a sí misma desde un pub sórdido y dejarse mensajes en el contestador automático.

Ya digo que si tuviera  que elegir entre alguno de los cuentos que componen Ni una palabra, me quedaría con "La entrevista", por su protagonista tan frágil y senil como perversa y lúcida, y quizá también con "La niñera del bebé", por las turbias dinámicas familiares que plasma. 

Asimismo, resaltaría el impacto que producen "Ni una palabra" y "Mi amor, no llores, por favor", la tensión creciente que erige "Cochino", el retrato psicológico del protagonista de "La esposa de Taft" y las catarsis malrolleras de "Addy", "La Navidad de Marigold", "Compra compulsiva" o "El contestador automático". 

Habréis notado que sólo me ha quedado por citar uno de los once cuentos de Ni una palabra en los dos párrafos anteriores. Y es que, si bien "Unidad de quemados" es un cuento más que solvente, engalanado con metáforas y reflexiones muy sugerentes, a mi juicio le falta algo de cuerpo a su argumento y protagonista.

Resumiendo: Ni una palabra es una antología harto recomendable. Al fin y al cabo, nos permite adentrarnos en el universo literario de Blackwood, oscuro, cruel y hasta retorcido, pero no exento de cierta ternura y humor, y conocer a los personajes, que oscilan entre lo grotesco y lo vulnerable, que recorren las páginas de la autora.

lunes, 4 de agosto de 2025

Iván Repila: El jardín del diablo

Idioma original: 
español
Año de publicación: 2025
Valoración: recomendable (y necesario para estos tiempos que corren)
 
[Disclaimer habitual en estos casos: a Iván lo conozco desde hace ya tantos años que no quiero ni decir cuántos son, pero no creo que la amistad me nuble la vista para poder valorar esta novela. Y si me la nubla, pues qué le vamos a hacer. En todo caso, aquí va mi reseña y que cada cual saque sus conclusiones]
 
Quien comienza a leer El jardín del diablo probablemente se siente, sin duda, algo desconcertado en las primeras páginas (y no solo porque el primer capítulo lleve el número 33, el siguiente el 32, y así sucesivamente). En este primer (o trigésimo tercer) capítulo nos es presentada una voz sin nombre, la del narrador, que habla a su "búfala", suponemos que su hija, para contarle una historia antes de que vuelva a olvidársele. También se presenta una palabra clave, "Curupira", que aunque no se explique en el texto es una figura del folklore brasileño, lo que introduce una sugerencia exótica o lejana. Poco después se nos van ofreciendo otros datos de eso que se llama world building, sin caer en la exposición pesada: el narrador vive en una comunidad, en un "jardín", junto con otros personajes de nombre extraño como "Cremea" o "Nargan", utilizan palabras como "formicar" (que no "fornicar")... Poco después, el narrador le cuenta a su búfala que llegó su vez de ser Curupira y abandonar el jardín... y el resto de la novela acompañamos el viaje de Volva (que así se llama el narrador, según descubrimos ya mediada la obra) por un mundo que le resulta cada vez más extraño, pero que para el lector será cada vez más reconocible.
 
En cierto modo, se puede decir que El jardín del diablo supone una cierta vuelta a los orígenes para su autor, puesto que el tono de fábula o de cuento maravilloso de, sobre todo, la primera mitad de la novela, nos hace retroceder hasta El niño que robó el caballo de Atila, que seguramente sea su mejor obra: ninguna de las dos son una historia para niños, pero parecen apelar a nuestra memoria de jóvenes lectores, por el mundo misterioso en que se sitúan, por el estilo de Iván Repila, que integra lo poético o lo fantástico con lo real, incluso con lo científico, y también, claro, por ese uso tan poco habitual de dos tintas (negra y azul), que a los que tenemos ya cierta edad nos hace recordar aquellas antiguas ediciones de La historia interminable (infelizmente, las ediciones más recientes han decidido abaratar costes renunciando a este recurso). 
 
Por supuesto, que la novela adopte recursos de la fantasía o de la fábula no significa que no hable de cosas serias y adultas. De hecho, El jardín del diablo cuestiona nuestra relación con la naturaleza y con el otro, nuestra forma de "cohabitar con el entorno", como dice el propio narrador. Las hormigas, omnipresentes en la obra, sirven como contrapunto y modelo (no necesariamente ideal) para reflexionar sobre el lugar que ocupan en nuestras vidas y en nuestras ideologías lo común, los cuidados, el respeto por el planeta. Inmersos en un sistema que prioriza lo individual, lo competitivo, que nos desgasta y exprime, y que destruye y consume insosteniblemente los recursos del planeta, el Jardín propone un modelo alternativo en que la educación es flexible, las tareas se reparten, el ocio es una parte fundamental de la vida, y todos cuidan de todos, en armonía con el entorno natural en el que viven. Podría decirse que es una aplicación ficcional del famoso slogan "Otro mundo es posible", con todos los matices ecológicos y políticos que implica esa frase.
 
Por supuesto, para que nadie me acuse de favoritismo y de hablar solo de las cosas buenas por amiguismo, hay algunos aspectos de la novela que me han convencido menos y que explican que la valoración sea "recomendable" y no otra más alta: en contraposición con esa construcción compleja del universo ficcional de la primera parte, que puede alejar a algunos lectores, la segunda mitad de la obra en cambio me ha parecido menos conseguida, y algo apresurada en algunos aspectos. Tampoco esa mezcla de lenguaje misterioso y fantasioso con lenguaje científico creo que funcione igual de bien en todos los casos; a veces he tenido la impresión de que es el autor, y no el narrador, quien quiere impresionarnos con términos de bioquímica o nombres científicos de diferentes especies de hormigas, y que habría sido más coherente con el personaje que se expresase en un lenguaje más natural y menos mediado por la ciencia institucional. 
 
En todo caso, estos aspectos que me han convencido menos no restan valor y relevancia a la novela. Creo que ya lo he dicho por aquí, pero no me preocupa ser pesado repitiéndolo: en las circunstancias actuales, necesitamos un arte político. Esto no quiere decir que tengamos que ponernos todos a reescribir La madre de Gorki o a filmar El acorazado Potemkin; se puede ser político en muy diferentes géneros y con técnicas muy diversas, para alcanzar el mayor número de lectores posible. La obra de Ursula K. LeGuin es radicalmente política, como lo es Carcoma de Layla Martínez o Sacrificios humanos de María Fernanda Ampuero; también es político El jardín del diablo, porque busca intervenir en el mundo, a través de la ficción, y mejorarlo. Personalmente, en estos momentos, creo que hay pocas cosas más importantes que se le puedan exigir a una obra de arte.

También de Iván Repila en ULAD: Aquí 

viernes, 1 de agosto de 2025

Mario Escobar Velásquez: Marimonda

Idioma original: Español
Año de publicación: 1985
Valoración: Recomendable

Este libro engaña. Desde el primer momento, además, porque la primera página nos remite a una nota de prensa en la que se informa del reclutamiento de monos por parte del ministerio de defensa de Israel para labores de tipo humanitario. Podríamos pensar, entonces, que lo que encontraremos en las siguientes 150 páginas será algo así como una distopía, una novela de ciencia - ficción o una comedia. Vaya, si estaremos ante una versión tropical de El planeta de los simios o de 12 monos, por poner un par de ejemplos.

Pero pronto descubriremos que apenas hay nada de lo anterior y que lo que finalmente leeremos será una novela, protagonizada por un pequeño grupo de marimondas, bastante más compleja de lo que podría inicialmente parecer.

Protagonismo animal, por tanto, pero animales humanizados (y humanos animalizados, como reverso de la moneda) en un texto que toca multitud de temas. Así, colonialismo, globalización, relación hombre - naturaleza, organización social o la formación de los liderazgos atraviesan las páginas de una novela que en un tono casi ligero, como si estuviésemos leyendo un documental de National Geographic, vuelve a poner sobre la mesa un tema muy tratado en la literatura latinoamericana de la primera mitad del siglo XX: aquello de civilización o barbarie.

Superada la extrañeza inicial que provoca ese protagonismo animal, uno va extrayendo cosas positivas de la novela. Tres destacan por encima de todo:

  • el lenguaje, que combina lo popular con "poéticotorrencial", tan relacionado con el contexto geográfico en el que se ubica la novela. Mejor un ejemplo que, no sé si acertadamente o no, me lleva a pensar en Tomás González:
Subió hasta la cara rugosa del cadáver de abiertos ojos en cuyo fondo opaco se copiaba adentrado un reflejo de cielo estrellado, y halló que de esos ojos estrábicos por la muerte, como si quisieran mirarse al propio interior del cráneo, y de la nariz que era poco más que unos agujeros tenebrientos, hoy se escapaba la esencia de ese olor a muerte condensado en gotitas

  • los cambios de perspectiva. El peso de la novela recae en el líder de la manada de marimondas, pero Escobar Velásquez lo traslada a unas hormigas, un zorro, una lagartija, unas vacas o a un hombre, sin pudor y sin que la cosa chirríe.
  • la capacidad del autor para acercarse a temas profundos desde la más absoluta sencillez, en un tono casi de fábula.
Resumiendo: autor colombiano absolutamente desconocido por estos lares (me viene a la cabeza Álvaro Cepeda Samudio, de quien hace unos años se recuperó La casa grande y de quien nunca más se supo) y novela curiosa y recomendable en la que es fundamental, ¿cuándo no?, olvidarse de prejuicios y dejarse llevar por una selva en la que nada es lo que parece. ¿O tal vez sí?

lunes, 28 de julio de 2025

Zoom: "No mires ahora", de Daphne du Maurier


Idioma original: 
inglés
Tìtulo original: Don't look now
Traductor: Miguel Sanz Jiménez 
Año de publicación: 1971  
Valoración: recomendable
 
Sabe bien escribir un "zoom" después de tanto tiempo. Para los más jóvenes que no lo recuerden, en este blog llam(áb)amos "zoom" a entradas que se enfocan en un texto breve, más breve que un libro: un cuento, un poema, un fragmento. En este caso, aunque podría haber esperado a leer todo el volumen de cuentos editado, con el cuidado de siempre, por La Biblioteca de Carfax, he preferido reseñar solo este cuento, porque tiene entidad independiente (de hecho fue adaptado al cine en 1973), y también, en fin, porque soy un perezoso y no sé cuándo voy a tener tiempo de leer el resto de los cuentos del libro.
 
Sobre la autora de "No mires ahora" no hace falta decir mucho: es la famosísima autora de novelas como RebeccaMi prima Rachel o Jamaica Inn, o cuentos como "Los pájaros" o este que nos ocupa, varias de ellas adaptadas al cine por el igualmente famosísimo Alfred Hitchcock. Varias de estas obras se sitúan de forma más o menos explícita en el género gótico, como es el caso del cuento que nos ocupa, publicado originalmente en 1971, en el volumen Not After Midnight, and other stories. [Aclaro, por cierto, que los cuentos incluidos en el volumen de La Biblioteca de Carfax no corresponden con los de Not After Midnight].
  
En cuanto a "No mires ahora", es un relato fantástico (quiero decir, del género fantástico, aunque también sea fantástico en el sentido de decir que es muy bueno) centrado en un joven matrimonio, John y Laura, que viajan a Venecia para intentar distraerse y superar el luto por la muerte reciente de su hija Christine. Una vez en Venecia, comenzarán a encontrarse una y otra vez con una pareja de ancianitas, sobre cuyas honestas intenciones John tiene muchas sospechas. Esta persistencia de la figura de las ancianas, unida a la memoria de la hija fallecida, y al ambiente siempre misterioso de Venecia, van creando una atmósfera opresiva y amenazadora que se cierne sobre los protagonistas.
 
Esta creación de un ambiente de cuento de terror, a través de la inclusión de diferentes pistas o sugerencias de amenaza sobrenatural (algunas de las cuales no dejan de ser McGuffins, como los utilizados por, una vez más, Hitchcock) es sin duda lo más logrado del relato. Hasta prácticamente el final del cuento, el texto transita en esa zona que Todorov consideraba más propia de lo fantástico: en la indefinición sobre el carácter natural o sobrenatural de los acontecimientos narrados. Al compartir el punto de vista con el marido, el lector oscila entre pensar que todo se trata de un conjunto de extrañas casualidades, o quizás de una tentativa de estafa por parte de las viejecitas, o pensar que de hecho hay fuerzas extrañas, y quizás malévolas, que están operando en su contra.
 
Si estos (la creación de la atmósfera y el uso del punto de vista) son los puntos fuertes del cuento, hay otros que creo que funcionan peor. La historia en sí, es decir, lo que queda cuando retiras las técnicas anteriormente mencionadas, no tiene demasiada chicha y es algo rebuscada, con muchas pistas y caminos que, como decía antes, a veces resultan un poco tramposos. Por otra parte, y de esto no tiene exactamente la culpa Daphne du Maurier, hay algunas representaciones y bromas sobre determinados grupos de personas (como los "travestis" o los hermafroditas, entre otros) que en 1971 podían sonar bien o pasar desapercibidas, pero que hoy resultan algo cringe.
 
Estamos, por lo tanto, ante un clásico del género de terror, de una autora clásica del género de terror, quizás con sus imperfecciones, pero que sin duda puede enseñar mucho a cualquier escritor que pretenda aprender a escribir un cuento de este tipo.
Aspectos que han quedado algo trasnochados


También de Daphne du Maurier en ULAD: Aquí

domingo, 27 de julio de 2025

Katherine Anne Porter: Pàl·lid cavall, pàl·lid genet

Idioma original: Inglés
Traducción (al catalán): Albert Pla Nualart / Núria Guilayn Llinàs
Año de publicación: 1936, 1937 y 1939
Valoración: Recomendable

Pàl·lid cavall, pàl·lid genet es una antología publicada por la editorial La Segona Perifèria. Compila tres novelas cortas de Katherine Anne Porter traducidas al catalán por Albert Pla Nualart y Núria Guilayn Llinàs, publicadas originalmente entre 1936 y 1939. Aunque todas me han gustado y derrochan calidad, creo que la primera es la mejor con diferencia, pues se siente más redonda, compacta y focalizada.

L'antiga condició mortal narra la transición de Miranda (una suerte de álter ego de la autora) y su hermana a la adultez. Para ello aprovecha la figura de una tía que rehuyó todo lo que pudo las expectativas familiares y sociales. Pese a la magnitud de su elenco y la diversidad de tiempos y escenarios, esta novela corta sabe aprovechar al máximo todo el material que la compone, y transmitir orgánicamente un mensaje.

En El vi del migdia, la llegada de un sueco tan callado como laborioso trae prosperidad a una granja de Texas durante nueve años, pero también acaba desencadenando una tragedia. Aunque el planteamiento de esta novela corta es muy bueno, su ejecución no lo aprovecha demasiado, al menos a mi juicio. Asimismo, creo que no la ficción no desarrolla satisfactoriamente varios de sus ingredientes (la relación entre el señor Helton y la familia que lo acoje queda algo desdibujada, así como la participación de los hijos de los Thompson).

La novela corta que da título al conjunto recupera a una Miranda ya independizada, a quien vemos trabajar como periodista y conocer a un hombre con la Primera Guerra Mundial y la epidemia de gripe de 1918 de telón de fondo. El subtexto de esta novela corta es muy rico. Además, los temas que explora (el antibelicismo, el amor, etc...) son expuestos de manera expresiva y delicada.

Poco más que añadir: Pàl·lid cavall, pàl·lid genet es una antología compuesta por tres novelas cortas muy dignas. Pese a que a dos de ellas les falta la redondez de la primera, recomiendo su lectura, especialmente a quienes deseen conocer a esa gran escritora estadounidense que fue Porter.

domingo, 20 de julio de 2025

Alejandro G. Calvo: ¿Por qué tengo que ver esta película?

 Idioma: español

Año de publicación: 2025

Valoración: Recomendable

Si hay algo que me encanta, no tanto como ver películas, pero casi, es oír hablar sobre cine y leer sobre cine (obviamente, a gente que sepa del tema). Ambas actividades las cumplo a menudo, en los últimos tiempos, gracias al crítico Alejandro G,. Calvo, por medio tanto de la web Espinof como del canal de YouTube Sensacine, que recomiendo desde aquí a todo el mundo. Y ahora, para solaz de sus seguidores y también de cualquier a quien le guste descubrir o redescubrir películas, tenemos a nuestra disposición un segundo libro escrito por él, tras el anterior Una película para cada año de tu vida, en el que da un repaso a un conjunto un tanto heteróclito de films, pero que para él son todos muy destacables, cuando no obras maestras. Se trata de 45 obras -en realidad, bastantes más, pues Calvo aprovecha para hablarnos también de otras películas del director o directora del título elegido- que el autor parece haber seleccionado siguiendo un criterio totalmente personal que puede parecer aleatorio... vamos, que ha escogido lo que le ha salido del pirri. Ningún problema, por otra parte, porque, como ya digo, se trata en todos los casos de obras cimeras del cine o, cuando menos, películas lo suficientemente estimables para que el crítico pueda presentárnoslas como si lo fueran (doy fe, puesto que he visto bastantes de las comentadas, aunque confieso que no todas). 

Aunque, tal vez para disimular que el criterio de elección ha sido el que le ha dado la gana al autor o por poner un poco de orden en el conjunto, no sé, el libro está estructurado,  en diferentes capítulos temáticos donde se agrupan los diferentes títulos comentados. Así, comienza por el aparentemente arbitrario -aunque ya veréis que tiene su lógica- Película para arrancar el primer volumen, que no es otra que La puerta del cielo de Michael Cimino, no sólo un magnífico film, sino que, además epítome de lo que supone la locura cinematográfica. Continúa con 5 películas que no metí en el anterior libro (queda claro que Alejandro G. Calvo considera sus trabajos literarios como un continuum, puesto que también son frecuentes las alusiones a un probable segundo volumen de ¿Por qué tengo que ver etc. nada que objetar, tampoco aquí); no os voy a poner la lista entera de todos lo títulos comentados, pero en este apartado encontramos, por ejemplo, Matrix de las Wachowski o El silencio de un hombre de Jean-Pierre Melville. Siguiente apartado, especialmente querido, supongo, para el autor: 13 películas para abrazar el cine español; ojo, no se trata de las trece mejores películas del cine español -aunque sí hay algunas, como El espíritu de la colmena de Víctor Erice o Furtivos de Borau, que aparecen en todas las listas- sino de cintas que al crítico, por una razón u otra, le resultan estimables, reivindicables o, simplemente, entrañables. En este sentido, me parece de lo más acertado la vindicación que hace de dos directores, José Luis Romero Marchent y Eugenio Martín, artífices o incluso padres del spaghetti western español (he leído por ahí el termino chorizo western, pero me parece sólo apropiado cuando se trata de una película sobre cuatreros, ladrones de bancos o tesoreros de ciertos partidos políticos) y del fantaterror de los 70, respectivamente. 

En 5 películas desesperadas, Calvo nos habla de películas en las que los/las protagonistas se ven abocados/as, irremediablemente, a una huida hacia delante que sólo les puede conducir a un destino trágico. Exempli gratiaLa ley del deseo de Almodóvar o Atrapado por su pasado de Brian De Palma (ahí es ná). Después vienen 3 cintas de John Ford -no podía faltar- y 1 película que no sé qué hacer con ella. ¿Qué cual es? Pues El secreto de sus ojos, del argentino  Juan José Campanella, aunque es obvio que Calvo sí sabe que hacer con ella (ponerla por las nubes). Hasta aquí el libro está bien, es entretenido, interesante, lo que queráis... Pero es el siguiente apartado el que lo convierte en absolutamente recomendable, si me permitís el sesgo tan subjetivo: 10 películas para dejar de tenerle miedo al terror, donde encontramos clásicos incuestionables, como el Nosferatu de Murnau, el Shaun... digo Dawn of the Dead de Romero, el primer Alien de Ridley Scott -que no sólo es una peli de terror, sino que además es un slasher en toda regla-, otros clásicos igual de incuestionables pero aún más bizarros audaces (agarraos que vienen  curvas): El hombre de mimbre de Robin Hardy, Los demonios de Ken Russell y La posesión de Zulawski-, junto con algún título que puede sorprender a los puristas, aunque creo que ya hace tiempo que está incorporada al canon: Se7en de David Fincher.

Los siguientes bloques están dedicados a 5 obras cumbre dirigidas por mujeres (disiento con alguna de estas pelis sea tan cumbres pero eso es cosa mía), realizadas por cineastas actuales como son Sofía Coppola, Andrea Arnold, Coralie Fargeat, Kelly Reinchart y Lynne Ramsay, y 4 películas que te romperán el corazón, de ésas concebidas para emocionar incluso a las piedras, como La strada de Fellini, Brokeback Mountain de Ang Lee o Breve encuentro de David Lean (podría haber puesto aquí Deseando amar, pero igual ya está en su anterior libro, no sé). Este autodenominado primer volumen se cierra con otro tótem del cine, aún más para quien se considere cinéfilo: Vértigo (De entre los muertos) de Alfred Hitchcock. Porque ante todo lo que desprende este libro es un amor incondicional al cine. Alejandro G. Calvo no es para nada de esos críticos ásperos, malhumorados o desdeñosos (y no estoy pensando en nadie... ejem) para los que todo lo que se hace hoy en día es una mediocridad que no le llega ni a la suela de los zapatos a las obras de los grandes maestros del celuloide. Muy al contrario, Calvo incluye entre las películas que le apasionan desde clásicos del cine mudo a títulos estrenados en 2024, como Anora, Segundo premio o La sustancia. Por otro lado, el entusiasmo, la bonhomía y aún simpatía del autor son cualidades que sabe transmitir y convierten la lectura de estas ¿críticas cinematográficas? (yo diría elegías) en divertida y estimulante.

Ahora bien, como deméritos del libro y por buscar alguna cosa, podríamos contar, precisamente, ese entusiasmo y buenrrollismo, la empatía que nos genera en todo momento el escritor, que a veces puede resultar un poco forzada, con sus continuas y repetitivas alusiones a su biografía (aunque reconozco que me encanta la anécdota de cuando se coló en la casa de Stephen King y le ahuyentó una señora con rulos... ¿quizá Tabitha?), a sus viajes, a su familia, a su insomnio, a sus incomodidades físicos y a su agotamiento mental. Que sí, amigo Alejandro, que la vida del crítico es muy dura y menos mal que tienes un montón de gente estupenda que te apoya, si todo eso está muy bien, pero una cosa es contarlo de vez en cuando en un video desde Cannes y otra en cada capítulo de un libro, que habría que ir leyendo muy poco a poco, por tanto, para que no canse... Lo mismo, hasta cierto punto, se puede decir sobre sus valoraciones artísticas, que en ocasiones adolecen de excesiva buena educación (me mondo cuando afirma que la voz de Jota, el cantante de Los Planetas, "siempre juega a esconderse detrás de la música") o, ya puestos, cierta falta de criterio; le encantó, por ejemplo Un amor de Sara Mesa, que ya hace falta ser incauto... (por no poner ejemplos cinematográficos, en los que sus abrumadores conocimientos me impiden llevarle la contraria). Pero, bueno, estos detalles dan igual. Lo importante es no sólo que consigue que uno se lo pase de cine (nunca mejor dicho) leyendo este libro sino, sobre todo, que dan ganas de ver o volver a ver todas las películas de las que habla y muchas más. Que es lo que él trataba, supongo y, desde luego, lo consigue con creces. Al fin y al cabo, como cantaba Aute: "Más cine, por favor... Que todo en la vida es cine y los sueños, cine son..."

Post-recensia: Para quien guste del cine, pero no tenga ni repajolera idea (como yo) dejo aquí un enlace al último video de "Cine a quemarropa" de este generoso crítico, sobre los elementos formales del lenguaje cinematográfico, que es una verdadera MARAVILLA.

miércoles, 16 de julio de 2025

Tuli Márquez: 365 momentos estelares de la música


Idioma original: 
español

Año de publicación: 2025

Valoración: recomendable 

No deja de ser curioso que Tuli Márquez siga inédito en español por sus cuatro brillantes novelas y, en cambio, su primer título publicado en este idioma sea esta colección de artículos de título inequívocamente zweigiano, casi un guiño o un juego privado, como un acto de levantar la mano y apuntar, sotto voce, en realidad soy un novelista que pasaba por aquí. 365 momentos estelares de la música es un curioso experimento a medio camino entre aquellas añejas agendas que, aparte del santoral del día, añadía citas o aforismos y una de los fetiches habituales de los entornos culturales: las listas de referencias.

Márquez juega con una doble ventaja: la del senior que ya acumula una experiencia de cómo han ido las cosas por este planeta nuestro y la del abnegado pero incansable oyente de todo tipo de música. Me cuesta no imaginar al hombre entregado febrilmente a su oficio de escritor mientras la música desfila por la amortizadísima cuenta premium de alguna plataforma, cuestión que, si el algoritmo se comporta, acaba resultando más práctico y confortable que levantarse cada cierto rato de la silla y elegir ese vinilo, ese CD. O, por despojarlo de tanta alharaca trasnochada, es un freak de la música. Y el reto aquí es vincular efemérides del mundo musical con fechas señaladas de la historia contemporánea, y hacerlo para todas y cada una de las fechas de un año no debe haber resultado sencillo, y ello es perceptible en el ritmo del texto. No hacía falta, por eso, esos tres apuntes en la portada que parecen recomendar el libro como si se tratara de una enciclopedia comprimida, algo impersonal. De impersonal, este libro no tiene nada. Por el, ahora sí, enciclopédico conocimiento de Márquez, que es capaz de saltar de Nino Bravo a Japan, de los Beatles a Kraftwerk, en elecciones que pueden resultar chocantes o incluso antagonistas, y de salpimentar tantas menciones a fechas de publicaciones de discos, de conciertos, con las fechas clave de la historia contemporánea, como recordando esa coexistencia de realidades globales, con una lógica preponderancia de los acontecimientos del mundo occidental (bullidero, por otra parte, de una buena proporción de la producción musical más difundida), lo que acaba procurándonos una excitante y refrescante lectura de esas que empujan a la exploración de nuevos territorios.

Más reseñas de Tuli Márquez en ULAD: aquí 

lunes, 14 de julio de 2025

Samanta Schweblin: El buen mal

Idioma original: 
español
Año de publicación: 2025
Valoración: recomendable (pero esperaba más)
 
Cada libro que saca Samanta Schweblin es todo un acontecimiento. Primero, porque son pocos (seis libros en total en 23 años: cuatro volúmenes de relato y dos novelas), y después, porque son muy buenos. Pájaros en la boca o Siete casas vacías tienen legiones de fans (aunque a Juan no le gustase demasiado el segundo); por mi parte, tengo Distancia de rescate en un altar, lo he leído media docena de veces (la suerte es que es corto), lo he elegido como lectura para varias de mis clases, y me parece una de esas joyitas de ciento y pico páginas que se pueden leer de una sentada, pero que dejan poso para unos cuantos días. Con estos antecedentes, El buen mal tenía todos los ingredientes para ser una de las lecturas del verano, en sentido individual y colectivo.
 
Bueno, pues como dice la valoración ahí arriba, no diría que es un mal libro pero, siendo un libro de Samanta Schweblin, esperaba más... De los seis relatos que componen el libro, uno me ha parecido buenísimo; dos, buenos, y los otros tres, ni fu ni fa. Habrá quien diga que un relato buenísimo justifica un libro, y quizás sea verdad, pero personalmente esperaba una regularidad algo mayor, y que más cuentos me sorprendiesen, me impactasen, me hiciesen volar.
 
Empiezo por el cuento que me parece buenísimo: "El ojo en la garganta", la historia de un niño que sufre un terrible accidente que condiciona su relación con el mundo y su (in)capacidad para comunicarse con quienes lo rodean. Algo que hace que el cuento sea aún más impactante es el punto de vista, que es el del propio niño protagonista, que refleja los miedos, las inquietudes, los miedos, los errores de los adultos (incluso aquellos que no ha presenciado directamente, pero, a pesar de esta aparente inverosimilitud, es una voz que funciona). Uno de estos errores en particular marcará el destino de la familia, como una herida traumática que nunca se acaba de cerrar. Es un cuento angustioso, por la historia que cuenta, pero también por la atmóstfera que construye, a través de un conjunto de personajes y situaciones inquietantes (me gusta mucho el inglés ominous para referirse a este tipo de sensaciones) que hacen que, a pesar de este ser un cuento esencialmente realista, en el sentido de no incluir ningún elemento fantástico o sobrenatural, este sea también sin duda un relato de terror.
 
Lo mismo puede decirse del primero, "Bienvenida a la comunidad", que arranca con la escena de una mujer que intenta suicidar ahogándose, y que continúa con la vida después de la casi-muerte, pero ahora teñida de una especie de maldición, de desconexión con la realidad y con el mundo que solo el dolor puede paliar. Un vecino, otra figura "ominosa", sirve como su cicerone en esta nueva condición que en términos psicoanalíticos podríamos denominar como "abyecta". El tercer y último cuento que me ha gustado, aunque algo menos, es "El Superior hace una visita", un cuento de una violencia brutal y ligeramente absurda que hace pensar en algunas películas de los hermanos Coen o de Tarantino. 
 
Los tres cuentos restantes, ya lo he dicho, me han dejado bastante frío, por muy bien escritos que estén. "Un animal fabuloso" y "La mujer de la Antártida" comparten el retorno doloroso, y al mismo tiempo mágico, de ciertas memorias terribles de la infancia; en el segundo vuelve también el tema, ya explorado por la autora en relatos anteriores, de la invasión de casas ajenas, con mejores o peores intenciones (tema que, por cierto, también resuena en cierto modo en "El Superior hace una visita"). Por último, "William en la ventana" es, como confiesa la propia autora en una nota final, un cuento autobiográfico, y aunque contiene la insinuación de un cuento de fantasmas, acaba por integrar la larga tradición de relatos sobre escritores que escriben sobre otros escritores, y que personalmente me resulta bastante cargante...
 
Naturalmente, no me arrepiento de haber leído el libro, aunque solo sea por haber disfrutado de "El ojo en la garganta". Y aunque esta obra no me haya terminado de llenar, no creo que por eso deje de comprarme la siguiente. Solo he echado de menos, en la mitad de sus cuentos, esa vibración oscura y extraordinaria que hace que su lectura sea profunda e inolvidable. 
 

domingo, 13 de julio de 2025

John Steinbeck: El invierno de mi desazón

Idioma original: Inglés
Título original: The winter of our discontent
Traducción: Miguel Martínez-Lage
Año de publicación: 1961
Valoración: Recomendable

Now is the winter of our discontent
Made glorious summer by this sun of York;
And all the clouds that lour'd upon our house
In the deep bosom of the ocean buried.

El invierno de mi desazón es el shakesperiano título de la que fue la última novela del estadounidense John Steinbeck, Nobel de Literatura en el año 1962. Una buena novela, sin duda alguna, aunque algo lejos de obras como Las uvas de la ira, Los vagabundos de la cosecha, De ratones y hombres o  Al este del Edén. Esto se debe, en mi opinión, a que El invierno de mi desazón carece de la fuerza y del toque casi épico de las anteriores, en parte a causa de que el protagonismo de la novela recae sobre un personaje más terrenal.

Recapitulemos. Ethan Allen Hawley, "abnegado" marido y padre de dos "simpáticos" adolescentes, es el protagonista casi absoluto de esta novela. Se trata de un hombre que desciende de una de las grandes familias de New Baytown, una familia de pioneros y acaudalados armadores, entre otras cosas, a los que diversas circunstancias llevan a perder buena parte de su fortuna, lo que hace que nos encontremos a un Ethan que en la actualidad trabaja como dependiente en la que fue su propia tienda. Para más inri, ¡la tienda es ahora propiedad de un italiano!

Como podréis imaginar, todo esto es algo que ni Ethan ni su familia llevan demasiado bien. Por suerte (o no), a Ethan se le presenta la ocasión de progresar de una forma no demasiado honrada, lo que le convertirá en una suerte de Raskolnikov moderno, lleno de dudas, dilemas y remordimientos provocados por las presiones que recibe, en un sentido o en otro, por parte de familia y amigos. 

Así, Steinbeck construye toda la novela en base a personajes y situaciones u opciones contrapuestas. Algunos ejemplos: la esposa de Hawley (Mary) y la amiga de esta (Margie), los viejos y los nuevos amigos, los nuevos ricos y las familias de siempre venidas a menos, los valores tradicionales y los nuevos "valores", etc. Unos y otros tironean de un Hawley que se verá enfrentado a la necesidad de tomar decisiones. 

En su conjunto, El invierno de la desazón es un dura crítica a los valores de la sociedad estadounidense. La acción transcurre entre los días de Pascua, días de recogimiento y de exaltación de valores como el sacrificio o la redención, y el 4 de julio, fiesta nacional y día de glorificación de los "valores americanos", pero los personajes que protagonizan la novela se pasan unos valores y otros por el Arco del Triunfo. Para colmo, la novela llega a su clímax, aparentemente bastante contrario a los "valores americanos", el día 4 de julio.

Además de lo anterior, y pese a que el individualismo parezca uno más de esos "valores americanos", quisiera destacar la importancia que concede Steinbeck a este "valor". La inmensa mayoría de los personajes, pese a ser miembros respetados de la comunidad, viven en soledad. Y aquellos que no viven en soledad apenas son capaces de reconocer la capa exterior de sus seres más cercanos. Por momentos, incluso, son incapaces de conocerse a sí mismos.

Resumiendo, y como decía al comienzo de la reseña, quizá esta no sea la mejor novela de John Steinbeck, quizá nos parezca algo "light" comparada con otras obras del autor, pero es una novela plenamente vigente en la actualidad, sólida, bien construida y absolutamente disfrutable y recomendable. 

Unos cuantos libros de John Steinbeck en ULAD AQUÍ