Título original: Der Verdacht
Año de publicación: 1985
Traductor: Juan José del Solar
Valoración: Se deja leer > Está bien
La sospecha no se conforma con ser una novela negra de manual, pese a contar con los ingredientes ideales para ello, pero tampoco consigue elevarse en demasía por encima de esta etiqueta. De modo que se podría decir que este libro es un producto fallido.
Aunque, antes que nada, expliquemos de qué trata. Pues bien, va sobre el comisario Bärlach, quien descubre que un tal doctor Nehle, director de una clínica privada de Zurich, es en realidad el doctor Emmenberger, un antiguo médico nazi que practicaba operaciones sin anestesia en el campo de concentración de Stutthof. Bärlach, que está al borde de la jubilación y convalece en un hospital, decide dar caza al sanguinario Emmenberger por su cuenta.
Proclamó Theodor Adorno que «Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie». Poesía no sé, pero narrativa sí se puede, sí. El imaginario del Holocausto es tan vasto, el trauma social que ha supuesto tan candente, que aún a día de hoy nos siguen fascinando los relatos, sean ficticios o no, que se nutren de él. Concretamente la premisa en que un participante de los campos de exterminio es descubierto es muy sugerente. Stephen King, en su Alumno aventajado, ya la abordó con relativo acierto. También Bernhard Schlink con El lector. El enfoque de La sospecha, aunque a priori algo menos interesante que los propuestos por King y Schlink, también tiene su gracia, no os penséis. El problema principal de este libro, pues, no es su idea, sino, más bien, la ejecución de esta misma.
- En primer lugar, muchas de las situaciones que Friedrich Dürrenmatt nos presenta no son creíbles. El caso más sangrante: Bärlach metiéndose en la boca del lobo temerariamente, pese a ser, supuestamente, un policía veterano. Tampoco ciertos monólogos alambicados, proclamados por diversos personajes, son verosímiles. Serán, a su manera, muy memorables, vale, pero su inclusión en las conversaciones es forzada. Por no hablar de que uno de ellos, relativamente extenso, nada tiene que ver con los temas que explora la obra.
- La historia adolece de errores de principiante. El final, por ejemplo, es abrupto y se antoja conveniente (de hecho, es un deus ex machina en toda regla). Por no decir que el pulso narrativo es inexistente durante la mayor parte de la narración, y que Dürrenmatt divaga en algunas escenas aportando información decididamente superficial.
- Tampoco el manejo de personajes es muy acertado. No en balde se podría prescindir de la mitad. Hay algunos, como un enano, Pulgarcito, o la enfermera Kläri, que aparecen de forma anecdótica. Esta última, por ejemplo, se nos presenta como si pudiera ser relevante para la trama, y finalmente acaba por no hacer nada. Luego está la amante del doctor Emmenberger, la doctora Marlock; es con diferencia el personaje más desaprovechado de toda la novela. Ah, y no nos olvidemos de Bärlach. Nuestro protagonista es de lo más aburrido y plano.
- Las escenas de investigación son de una sencillez sonrojante. Apenas unos pocos elementos permiten al comisario sacar conclusiones y fundamentar su sospecha. He visto reseñas defendiendo que esta novela no debe leerse según los parámetros del género negro, por lo que esto no sería un defecto. No obstante, yo lo considero así, porque, si tan prescindibles son esas escenas, se me ocurren formas alternativas para eludirlas satisfactoriamente.
En cuanto a los aspectos positivos del libro, que los hay, destacaría estos:
- Se nota que Dürrenmatt tenía la voluntad de transmitir algo más que una historia entretenida. Los temas presentados por el escritor (la «lucha contra el mal», la «bestialidad humana») son correctamente ilustrados por los monólogos antes mencionados, y plasmados fielmente en el argumento de la novela.
- En cierto momento de La sospecha (quizás demasiado tarde, eso sí), la tensión se hace palpable. Lástima que para entonces cueste empatizar con Bärlach, que es un personaje bastante básico; de ser así, su penosa situación se nos haría casi insoportable. Lo que no asoma la cabeza en ningún momento es el suspenso, cosa imperdonable en una novela que debería derrocharlo.
- Algunos personajes concebidos por Dürrenmatt son la leche. El doctor Emmenberger queda apenas esbozado, por desgracia, pero tiene un potencial enorme. Es un antagonista temible, permeado por un misterio que lo vuelve fascinante. Por otro lado está Gulliver, un judío que logró sobreponerse a la misma muerte; probablemente sea mi personaje favorito de la novela.
- Estoy dispuesto a admitir que la historia coge algo de vuelo más o menos a la mitad. Una vez Bärlach está en la clínica del doctor Emmenberger, las cosas empiezan a acelerar. Menos mal.
- El libro te lo ventilas en una tarde: menos de doscientas páginas de tipografía generosa que se leen de un tirón.
En fin, que La sospecha es muy peculiar. Se nota que pretende ser más que una "simple" novela negra, pero, a la postre, no le hubiera ido mal decantarse hacia una dirección más humilde. A Dürrenmatt se le atraganta el proyecto, por no hablar de que hay momentos en que parece no haberlo planificado mucho, ni haberse tomado su tiempo al escribirlo o revisarlo. Lo que debería ser un lúcido comentario sobre la naturaleza humana y la infame bestialidad exhibida por nuestra especie durante la primera mitad del siglo XX acaba siendo un texto cortito que peca de ingenuo. Algo insultante, si te paras a pensarlo con detenimiento.
PD: Debo decir que leer esta novela autónomamente, y no como parte de la saga protagonizada por Bärlach, me ha podido impedir disfrutar al completo algunos de sus aspectos. Sin ir más lejos, había personajes, deduzco que recurrentes en el universo de este comisario, que parecía que ya debía conocer de antemano.