viernes, 21 de marzo de 2025

Padres de libro: La cabeza de mi padre de Alma Delia Murillo

Idioma original: Español

Año de publicación: 2022

Valoración: Recomendable

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 de INEGI (1), alrededor del 29 % de los hogares en México son dirigidos por una mujer. Según diversas encuestas (por ejemplo, la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (2), ENADID, o la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (3), ENOE), entre 70 % y 80 % de los hogares monoparentales en México están encabezados por mujeres. Esto significa que, dentro de los hogares monoparentales, la gran mayoría son “hogares sin padre”. Las razones son diversas: abandono de hogar, divorcio, migración laborar, muerte. Sin embargo, desde el punto de vista de un niño, tal vez eso no importe mucho, simplemente no tiene padre (en México, la expresión “no tener madre” significa ser un sinverguenza, haciendo alusión a que no tuviste quién te disciplinara adecuadamente).

En “El laberinto de la soledad”, Octavio Paz teoriza sobre los orígenes de la falta de una paternidad bien cimentada en los mexicanos, relacionándola con la historia de la Conquista y el mestizaje, lo cual genera en el mexicano una sensación de orfandad simbólica que se proyecta en la vida individual y social. Ésta es una clara exageración, pero, así como las telenovelas, este tipo de discursos les sirven a los mexicanos para revolcarse en los lodos de la ausencia de afecto paterno.

La obra magna de la literatura mexicana, Pedro Páramo, no pudo haber sido concebida sin las condiciones antes mencionadas. Así como un largo corpus de literatura de la orfandad, en general, y de la falta del padre, en particular. He aquí “La cabeza de mi padre”.

Ahora, ¿de qué trata la novela aquí reseñada? A riesgo de sonar redundante, trata de una mujer que busca a su padre. Literal y metafóricamente. Recurriendo a la autoficción, Murillo nos narra su personal viaje “rulfiano” a la caza de su padre. Nos cuenta sus motivaciones, obsesiones, frustraciones, traumas, complejos, etc., al tiempo que hace sus propias reflexiones sobre su media orfandad, tratando diversos temas relacionados, como el machismo, la violencia, el abandono, etc.

Podría parecer que ya está todo dicho al respecto y que, basándonos en las estadísticas mencionadas, es un problema tan poco excepcional que una historia más no haría ninguna diferencia. Sin embargo, este viaje se narra desde una total vulnerabilidad y honestidad, exponiendo con lujo de detalles las heridas acumuladas a lo largo de 40 años.

Lo que a veces puede descolocar un poco es la exagerada hiperbolización de la imagen del padre perdido, como si los humanos, en la mayor parte de las ocasiones, no actuáramos movidos por las más triviales motivaciones. Además, por ratos, las reflexiones que Murillo hace en diversos temas, tanto filosóficos como políticos, pueden llegar a ser un poco superficiales e ingenuas. Sin embargo, estas carencias no opacan la fuerza emocional ni la honestidad de la narración, si acaso lo hacen más humana. Una novela recomendada para sumergirse en la intimidad de una búsqueda vital.


1.  Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2020). Censo de Población y Vivienda 2020. INEGI.

2. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2018). Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018. INEGI.

3. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2021a). Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). INEGI.


jueves, 20 de marzo de 2025

Padres de libro: Nacido dos veces de Giuseppe Pontiggia

Idioma original: italiano

Título original: Nati due Volte

Año de publicación: 2000

Traducción: Elena de Grau Aznar

Valoración: entre recomendable y está bien

Giuseppe Pontiggia fue un escritor italiano, además de crítico literario y docente, que gozó de cierto predicamento en España (supongo que en su país, aún más) a finales del siglo pasado, pero del que, fallecido hace más de veinte años, parece que no se habla demasiado hoy en día. No está de más, por tanto, recordarlo en este afamado e influyente blog sin abuela, y un buen motivo para ello es este Nacido dos veces, uno de sus últimos libros, que trata de las vivencias de un padre con un hijo discapacitado debido a una parálisis cerebral -teraparesia espástica distónica, para ser exactos- y su relación con éste, aunque no sólo. Es más, el libro está trufado de  reflexiones -a veces casi aforismos- sobre distintos temas, como las distintas estrategias educativas (*), el acoso sexual o, simplemente, las reacciones, prejuicios, dudas y demás conductas humanas. 

De hecho, son estas observaciones, a veces bien prolijas, sobre el carácter y comportamiento de las personas que el padre/narrador va encontrando en el periplo que supone criar a su hijo -desde el director del colegio a la maestra, pasando por distintos médicos y terapeutas- lo que parece constituir el grueso de buena parte del libro y lo que cuenta sobre la relación directa con su hijo queda reservada, sobre todo, a la época de adolescencia y juventud de éste -es cierto que el propio padre reconoce que quien más se ocupaba del chaval durante su niñez era la madre, ayudada por abuelas y abuelo-; el caso es que, si bien es cierto que estos comentarios y hasta digresiones resultan muy interesante y a menudo acertadas, uno no puede evitar preguntarse, durante el primer tercio o incluso mitad del libro, que pasa con el hijo, al que sólo conocemos de forma indirecta. Esta impresión se corrige, no obstante, más adelante. 

Podría suponerse que nos encontramos ante una obra de autoficción, dado que Pontiggia también fue profesor, como el protagonista/narrador y, sobre todo, tenía un hijo con esa misma discapacidad. Ahora bien, hay detalles que nos indica que el libro, con tener bastante de "auto-", tiene más de "-ficción"; por ejemplo, ni el chico, ni la madre ni el propio narrador se llaman como sus modelos en la vida real. Y, sobre todo,  en la  novela el chico -Paolo, mientras que el hijo del autor es Andrea- tiene un hermano -celoso de él-, lo que en la vida real no sucedió. O que el padre tenga una amante, algo que, de ocurrir en la realidad, supongo yo que Pontiggia no habría confesado tan alegremente en un libro. De hecho, el propio escritor, según su viuda, insistía en el carácter novelístico del libro (lógicamente, si quería ocultar algún desliz, dirá alguno/a... pero no seamos mal pensados, que Pontiggia tenía cara de buena persona).

En fin, que el libro se puede resumir, sobre todo, en las lecciones de vida que el narrador -vale, bueno... alter ego del autor, si se quiere- va aprendiendo del trato con su hijo y de la batalla de ambos y de todos la familia por afrontar la discapacidad -en verdad, del hermano celoso, no mucho, puesto que tampoco sabemos nada más de él. Podemos suponer que se crio sólo, el pobre chaval-, así como de las enseñanzas y reflexiones que le provoca el trato con el prójimo, a raíz de esta circunstancia tan particular, se entiende... Es decir, las elucubraciones de un escritor que, si se tratara de alguien más indocumentado que Giuseppe Pontiggia, resultarían superfluas y puede que hasta algo irritantes, pero que, en este caso,  se leen con sumo interés, ganas y agrado.

(*) Aunque sea un tema colateral en el libro, resulta bastante  lúcido y revelador lo que pensaba el narrador (es decir Pontiggia) hace 25 años sobre el estado de la enseñanza en Italia, a su vez ya veinte o veinticinco años atrás... Curiosamente parecido a lo que ocurre en España y supongo que en muchos otros sitios, ahora mismo.

miércoles, 19 de marzo de 2025

Padres de libro: Yugoslavia, mi tierra de Goran Vojnovic

Idioma original: Esloveno
Título original: Jugoslavija, moja dezela
Año de publicación: 2012
Traducción: Simona Skrabec
Valoración: Bastante recomendable

No estoy descubriendo la pólvora si digo que la palabra "patria" procede del latín. Para ser exactos, procede de la forma femenina del adjetivo "patrius-a-um" (relativo a padre, también a "patres", que son los antepasados). Así que en esta semana había que traer un libro que hablara de ambos asuntos.

Ese libro es este Yugoslavia, mi tierra del joven escritor esloveno Goran Vojnovic quien, con apenas 32 años, ha logrado combinar registros y estilos con un notable acierto y ha construido una novela que bien podría ser la Patria balcánica, aunque sin (aparentes) simplificaciones. Pero dejémonos de best-sellers patrios y demos a este libro el espacio que merece y que creo no ha tenido en España.

Mi niñez terminó de golpe una mañana cualquiera a principios del verano de 1991 es la primera frase de la novela y supone el primer momento clave de la historia de Vladan Borojevic. Es el momento en el que se produce el traslado a Belgrado de Nedeljko Borojevic, padre de Vladan y miembro del Ejército Popular Yugoslavo, como consecuencia de la situación política en la República Socialista Federal de Yugoslavia; es el momento que marca un antes y un después en la vida familiar.

El segundo momento clave tiene lugar en 2007 cuando Vladan descubre que su padre no está muerto, como le dio a entender su madre años atrás, y que sigue vivo, aunque escondido ya que es buscado por el Tribunal de la Haya por crímenes de guerra. Esta revelación hace que Vladan emprenda la búsqueda de Nedeljko en un periplo por Croacia, Bosnia, Serbia y Eslovenia que tiene, en su primera parte, mucho de road movie.

En esta primera parte, Vojnovic intercala episodios separados por más de quince años de distancia (en ocasiones hasta más) y ofrece, con un ritmo frénetico un retrato duro, violento, irónico, crítico - los seres que habitan estas latitudes prefieren no darse cuenta de nada - y en ocasiones también melancólico de lo que fue y lo que es ahora el territorio de la antigua Yugoslavia, un retrato en el que culpa, memoria, o identidad juegan un papel primordial

A medida que avanzamos en la lectura, Vojnovic va cambiando de registro y nos ofrece una narración mucho más intimista, más "sentimental". Hay que reconocer al autor su ambición por construir una novela más "total", por tratar de no quedarse solo en la novela "de misterio" que podría haber sido si se hubiese centrado solo en la búsqueda de Nedeljko Borojevic, Así, el estudio de relaciones familiares y relaciones de pareja, miedos y errores repetidos, confesiones y justificaciones ganan peso y ofrecen mayor complejidad a la novela, aunque a cambio de la pérdida de algo de la fuerza inicial.

Aun así, ya digo que novela más que recomendable, ágil, compleja y con variadas lecturas a gusto del "consumidor".

martes, 18 de marzo de 2025

Padres de libro: Un hijo cualquiera de Eduardo Halfon

Idioma: español

Año de publicación: 2022

Valoración: recomendable

Penúltima entrega, hasta la fecha, de eso que podemos llamar, sin resultar demasiado pedantes, el corpus literario de Eduardo Halfon, dada la coherencia y continuidad entre unas obras y otras. Como es de esperar, pues, encontramos aquí esa variante autoficcional habitual en él (y, por suerte, de gran nivel e incluso interés; no se trata de esa autoficción trucha, tan extendida), que resulta de la combinación de recuerdos infantiles, indagación sobre la doble identidad cultural guatemalteca y judía y explicaciones acerca del despertar de su interés en la literatura, lo mismo como lector que como escritor. Pero, al igual que suele ser habitual en sus otros libros, escoge un tema, un leit motiv a partir del cual organizar el resto de la narración. 

En este caso, se trata de la paternidad, tanto la suya y su relación con su hijo, así como la que él mantenía con su padre. Sin embargo, estos capítulos/relatos -pues son independientes unos de otros- se alternan con otros que no tiene mucho que ver con el tema; todo lo más , en algunos encontramos una referencia, a veces dolorosa, a los niños, pero, en general, parecen más relleno que otra cosa (dicho en un sentido estricto, no despectivo, puesto que su calidad es igual o puede ser incluso superior al resto). Es lo que sucede con un par de ellos que se desarrollan en Guatemala y aluden a su cultura e Historia reciente: El anfiteatro y el estremecedor Beni. Otros como Unos segundos en París, La pecera y Papeles sueltos, tratan, en cambio de su aprendizaje en el oficio de escribir, en Francia y Bélgica (esto de que sus relatos en primera persona se desarrollen en distintos países , porque también hay otros que ocurren en España o EE.UU., es algo también muy propio de este escritor; sin embargo, en vez de resultar de un cosmopolitismo forzado o postureo, Halfon consigue que resulte algo no sólo creíble, sino perfectamente natural). Incluso uno de ellos El último tigre, es una anécdota familiar que, supuestamente le cuenta un compañero becario -de la Wissenschaftskolleg de Berlín, cómo no- de origen indio.

No obstante, los capítulos/relatos que más nos interesan o al menos los que justifican la inserción de esta reseña en esta semana temática, son los que Halfon dedica a la relación con su hijo, que comienza con el nacimiento, que nos cuenta en Un pequeño corte y prosigue por distintos momentos de la niñez más temprana del chaval. Son capítulos en los que no suceden acontecimientos dramáticos o siquiera de una singularidad especialmente memorable, sino más bien pequeños momentos cotidianos, de una trascendencia doméstica, pero no por ello menos relevantes y, desde luego, de una gran ternura. Es lo que encontramos en La nutria verde, en Wounda y, en los dos que más me han gustado, Domingos en Iowa y Leer calladito, sencillos pero entrañables e incluso preciosos momentos de la relación de un padre con el hijo al que cuida y al que debe educar. Y viceversa. 

El último relato, sin embargo, lo dedica Halfon a un recuerdo de cuando siendo él niño, su padre le contó que de pequeño, a su vez, había estado a punto de morir ahogado en el mar. El niño y futuro escritor Eduardo acaba preguntándose por la identidad cambiante de padres e hijos y la incerteza de nuestro destino (algo que sobrevuela también otros capítulos del libro, por lo demás), y nos deja con un sabor agridulce, algo también bastante característico de la literatura de este autor. De lo mejorcito que se está escribiendo hoy en día, en castellano y seguramente en cualquier otra lengua, todo sea dicho... 


Muchos otros libros de Eduardo Halfon reseñados: aquí

lunes, 17 de marzo de 2025

Padres de libro: Literatura infantil de Alejandro Zambra

Coincidiendo con el Día del Padre (19 de marzo), en ULAD hemos pensado dedicar una serie de entradas a libros que tratan, de una manera o de otra, el tema de la paternidad: exaltándola o problematizándola, mostrando sus múltiples alegrías, y también sus miserias y dificultades. Libros de épocas y literaturas muy diversas, que reflexionan sobre el modo como los hijos se relacionan con sus padres, y los padres con sus hijos. Esperamos que resulte interesante y que, en conjunto, la serie permita abrir reflexiones sobre lo que significa (lo que puede o debe significar) ser padre hoy en día.
 
 
Idioma original: español
Año de publicación: 2023
Valoración: Muy recomendable (aunque no responda exactamente a lo que esperaba de ella)
 
Leyendo Poeta chileno, ya se detecta una sensibilidad muy especial (teñida, eso sí, por la alargada sombra de Bolaño) de Alejandro Zambra para describir las relaciones familiares, paternofiliales y también el mundo de la infancia, su forma de ver el mundo, su particular lenguaje y su universo imaginativo. Literatura infantil recupera muchos de estos temas, y muy particularmente la idea de relación entre padres e hijos (el masculino aquí no es genérico, si es que lo es realmente alguna vez), adoptando en este caso un formato genérico próximo a la autobiografía (o autoficción). 

El libro se divide en dos partes, y hay entre ambas una relación especular: la primera (que sí corresponde a lo que esperaba de este libro) se centra fundamentalmente en la relación de Alejandro Zambra con su hijo y, en general, con su recién adquirida paternidad (el antes, el durante y el después); y la segunda parte, en cambio, orbita más en torno a la relación del escritor con su padre, por lo que, estando igualmente bien escrita, me ha interesado algo menos. No cabe duda de que esta correspondencia entre ambas partes responde a una de la ideas centrales del libro: que la relación con un hijo hace que te replantees la relación con tu propio padre, y reconsiderar tu propia infancia. O, en palabras del propio texto, "Cuando tienes un hijo, vuelves a ser hijo".
 
Como digo, la primera parte, compuesta por ocho capítulos independientes, es la que más me ha satisfecho, por responder a mis expectativas y porque, como también dice el propio texto, viene a llenar un cierto silencio literario que poco a poco se va llenando de voces: el que explica, analiza y representa la relación de los padres con sus hijos. Además, en esta primera parte (sobre todo en el primer texto, que se titula, como el libro, "Literatura infantil" y que es una especie de diario intermitente del primer año de vida de su hijo) he encontrado la mezcla exacta y precisa de ternura, sensibilidad y humor que me parece necesaria para narrar la experiencia de la paternidad. Digamos que si hubiera una escala entre la excesiva sublimación emocional de Umbilical y la aridez machuna de Irene y el aire de Alberto Olmos (que también reseñaré esta semana), Literatura infantil se situaría exactamente en un el punto adecuado (que no es necesariamente el medio) para tratar este tema. (Añado, entre paréntesis, que también Hijos del fútbol de Gálder Reguera, que perfectamente podría haber entrado en esta serie si no estuviese ya reseñado, también se encuentra muy cerca de ese punto dulce).
 
El autor es consciente de esta elección estética, obviamente, y también de que va en contra de una cierta idea de masculinidad y de "buen gusto", y lo plasma en el propio texto:
Durante siglos la literatura ha evitado el sentimentalismo como a una peste. Tengo la impresión de que hasta el día de hoy muchos escritores preferirían ser ignorados antes que correr el riesgo de ser considerados cursis o sensibleros. Y es verdad que, a la hora de escribir sobre nuestros hijos, la felicidad y la ternura desafían nuestra antigua y masculina idea de lo comunicable. ¿Qué hacer, entonces, con la satisfacción gozosa y necesariamente bobalicona de ver a un hijo ponerse de pie o comenzar a hablar?
Otros textos de esta primera parte tratan otros aspectos de la experiencia de la paternidad: la elección del nombre, la lectura de cuentos antes de dormir y, justo al final de esta sección, el confinamiento por causa del covid. Ninguno está a la altura, pienso, del primero, el diario de un padre primerizo, pero todos son buenos, cada uno a su manera.
 
Después, en la segunda sección, el foco del libro va girando hacia el otro ángulo del tema de la paternidad: la relación que el escritor tiene con su propio padre, sobre todo a partir del capítulo titulado "Rascacielos". (Antes viene un cuento protagonizado por niños, "Garabatos", que sin ser malo no me parece que acabe de encajar en el conjunto). También en esta segunda parte hay capítulos notables, siempre en ese registro autobiográfico/autoficcional, contados con sensibilidad y humor, como "Cogoteros de ojos azules" o "Lecciones tardías de pesca con mosca", pero personalmente no he disfrutado tanto de esta segunda parte del libro, porque lo que esperaba, lo que venía buscando, ya lo había encontrado en la primera.
 
En todo caso, este libro es uno de los mejores representantes que se me ocurren para esta semana de reseñas dedicada a la paternidad...

Otras reseñas de Alejandro Zambra en ULAD, aquí.

domingo, 16 de marzo de 2025

Eduardo Rojas: Y apenas nada

Idioma original: Español

Año de publicación: 2025

Valoración: Bastante recomendable 

¡Qué cosas! A veces, te llega un libro de un autor desconocido que, a priori, no te llama demasiado la atención y resulta que, pese a (o precisamente por) esa falta de expectativas, te encuentras con un texto y un autor de esos que prometes que volverás a leer. Eso es lo que me ha pasado con este Y apenas nada del mexicano afincado en Galicia Eduardo Rojas. 

Se trata de una novela breve, de apenas 140 páginas y ¡¡¡95 capítulos!!!, caracterizada por un estilo de lo más personal y una poética del abandono que lo liga a libros como Primero estaba el mar de Tomás González.

La premisa del texto no podría ser más sencilla: Napoleón Chicomóztoc, que no anda muy bien de la chaveta, desaparece persiguiendo la lluvia. 

Ecos de Cien años de soledad en lo argumental, ¿no? No es el único nexo con la obra magna del colombiano. Y apenas nada conecta tanto con el realismo poético como con la forma de hablar del desamparo de García Márquez. Porque está novelita es una historia de seres abandonados, de desgracias y penitencias, de miedos, dolor y recuerdos, de cordura y locura.

Y entonces no le quedaba más remedio que aceptar que el tiempo, otra vez, lo había rebasado por la derecha y que él se había quedado tirado a un lado de la carretera, rodeado de quelites, igual que una chiva atropellada.

Lo que diferencia a Un lugar mejor de Cien años de soledad es la forma del texto. No estamos ante una prosa torrencial. Al contrario, frase breve y capítulos cortos marcan el ritmo de un texto salpicado de imagen con gran carga poética. Por ejemplo, esa bici semihundida en el fango del manglar o la madre manoteando en el barro.

Y allí se quedaron los dos: abrazados como dos condenados que ya no esperan nada, solo - si acaso - que caiga pronto la noche.

En resumen, y con la excepción de alguna que otra reiteración, una más que agradable sorpresa la de este autor y este texto absolutamente desconocidos para mí y para el público en general. ¡A ver si por poco tiempo!

sábado, 15 de marzo de 2025

Javier Marías: Mañana en la batalla piensa en mi

Idioma original: Español

Año de publicación: 1994

Valoración: Muy recomendable

“Mañana en la batalla piensa en mí, caiga tu espada sin filo, desespera y muere” Shakespeare en Ricardo III.

Tengo que confesar que llegué a este libro hace años, en busca de nuevos autores que leer; sin embargo, me enganché desde las primeras páginas debido a un episodio familiar tan inverosímil que me sorprende cómo Marías logró convertir algo así en el punto de partida de esta novela.

Las respectivas parejas del hermano y de la hermana de mi madre sostenían relaciones extramaritales mientras mi tío se encontraba en su trabajo. Un día, mi tío recibió una llamada del hospital, notificándole que su esposa estaba en estado crítico (en ese entonces ya había fallecido, pero supongo que el protocolo impide dar semejante noticia de golpe). Al mismo tiempo, mi tía recibió otra llamada, esta vez de su marido, quien desde el ministerio público le decía que estaba detenido en calidad de sospechoso de feminicidio (el Estado de México es uno de los lugares con mayor índice de feminicidios en el país, por lo que cualquier muerte violenta o en circunstancias extraordinarias de una mujer se investiga como tal). Según él, por azares del destino, se había encontrado a mi tía en la parada del autobús y, mientras platicaban y se ponían al día, ella colapsó. Después se supo que todo era una farsa: mi tía sufrió un infarto mientras tenía relaciones sexuales con mi tío. Se armó un drama familiar del que los involucrados aún no se han recuperado del todo, a pesar de que esto ocurrió hace más de 15 años.

Como señalé antes, un episodio así parece poco creíble para la ficción, pero Marías consigue restarle ese elemento de inverosimilitud y usarlo como pretexto para explorar cómo afrontamos los seres humanos ciertas crisis vitales: la muerte, el amor, la infidelidad, la traición, la cobardía, la culpa, etc. El epígrafe que encabeza el texto funciona como leitmotiv a lo largo de la novela, recordándonos que dichos trances son atávicos e ineludibles.

En esta historia, una mujer muere mientras tiene sexo con el protagonista, quien, al encontrarse en una situación absurda (el esposo de ella está de viaje y el bebé duerme en la habitación contigua), decide no llamar a la policía ni a la ambulancia; sabiendo que la niñera llegaría a primera hora de la mañana, se marcha del lugar tras dejarle agua y comida al bebé, casi como si fuera un perro. Este hecho desencadena un caos de dudas, culpas, perplejidad y cuestionamientos. Está de más decir que Javier Marías era diestro en su oficio. He leído que para algunos puede resultar reiterativo en ciertas ideas, pero considero que esa insistencia ayuda a enfocar lo que realmente le importa al autor. Asimismo, el uso del leitmotiv me parece perfecto, sin resultar cansino, funcionando como una especie de coro de tragedia griega o de teatro Nō (en comparación, el uso similar del leitmotiv por parte de Almudena Grandes en El corazón helado me parece menos logrado).

Este libro es mi favorito de Marías (quizá porque fue el primero que leí). Lo he releído varias veces y, en cada ocasión, logra conmoverme.