domingo, 30 de abril de 2023

Nick Cave: Más extraño que la bondad

Idioma original: inglés

Título original: Stranger than Kindness

Traducción: Mariano Peyrou

Año de publicación: 2022

Valoración: Recomendable para fans, Curioso para el resto


No me contaría del todo entre esos fans para los que pienso que es recomendable el libro. Nick Cave me parece un artista interesante, le he visto en algunos conciertos, cuando era más gótico y salvaje (Cave, no yo), menos crooner, sé que ha escrito algún libro y que es un personaje algo extraño que tuvo su época de problemas con las drogas (eufemismo). No mucho más. 

El libro es ya sorprendente por su presentación, formato grande, tapas duras y más de kilo y medio de peso, que es una característica que no se suele tener en cuenta en un libro pero en este caso sí que es digna de mención. Por no hablar de la cubierta, con la reproducción de una pintura sumamente inquietante con dos Caves, que parecen padre e hijo pero solo por el tamaño y el ademán, porque vienen a tener una edad parecida, además de un aspecto que tiene más bien poco de humano, podrían ser muñecos de cera o replicantes de los modelos más primitivos. Por lo que dicen los créditos finales, parece que el libro está relacionado con cierta exposición celebrada en Copenhague en torno a este músico.

Iba a decir que el libro tiene dos partes, pero no sería correcto, en realidad solo tiene una: una amplia colección de fotos de objetos que tuvieron o tienen algún significado en la creación artística del autor australiano: dibujos y cuadros pintados por él mismo (algunos con su propia sangre) o por amigos o amantes; objetos encontrados o comprados en mercadillos, sobre todo figuras de índole religiosa (vírgenes, cristos); libretas hechas por el propio Cave o encargadas exprofeso para tomar anotaciones para sus canciones; fotografías personales, unas pocas de la infancia o de sus padres, otras de sus parejas o amigos; y sobre todo, un buen número de papeles con letras de canciones, casi siempre, claro está, garabateadas o llenas de tachaduras.

Con todo este material se va haciendo el lector una idea aproximada de la personalidad de este caballero, como supongo que es lo que se pretende. Parece un tipo excesivo en casi todo, con un punto maníaco y tanta necesidad de crear, de asimilar y expresar como de respirar. Sorprenden los diferentes rasgos de su escritura, el esperable caos de las anotaciones y la pulcritud con la que, una vez concluidas, pasaba a máquina las letras de las canciones y las pegaba en la misma libreta junto al borrador. Pero sobre todo llama la atención esa extraña mezcla entre la actitud punk y la religión que recorre todo el muestrario. No es solo la imaginería, vemos páginas de la Biblia subrayadas y frecuentes referencias en sus canciones a Dios o a la muerte, hay como una angustia por querer entender los mensajes, una obsesión por ese mundo de la fe al que él no pertenece pero que le atrae y le perturba. Una aleación que podemos detectar en otros artistas, pero que en este caso no presenta atisbo de broma o de ironía, sino que es como un fuego interior que uno puede apreciar escuchándole interpretar From Her to Eternity o Your funeral, my Trial, por ejemplo. Y es que Cave, cuando canta, es como un predicador, no sé si más furioso que atormentado o al revés.

Pero volviendo al libro, lo que las imágenes inspiran o sugieren lo confirma el escaso pero sobresaliente texto, un muy interesante ensayo firmado por Darcey Steinke titulado Dios está en casa. Sitúa la atracción de Cave por el mundo bíblico en paralelo a la influencia religiosa que recibió Elvis (uno de sus ídolos) en su juventud, incide en la presencia del mal, el perdón o los ángeles en la música y los libros de Cave y, sobre todo, disecciona pasajes de sus canciones y de sus dos extrañas novelas, la relación con los grupos de los que formó parte (fundamentalmente, The Birthday Party y The Bad Seeds, últimamente Grinderman), siempre desde una perspectiva casi filosófica, absolutamente alejada de la simple historieta del músico y sus andanzas. Un texto de mucho nivel en el que podemos encontrar referencias a Chéjov, Barthes, E.T.A. Hoffmann o William Blake, por poner algunos ejemplos. Aunque las imágenes que se nos muestran no nos interesasen en absoluto, este texto merece realmente la pena solo por sí mismo.

A tener también en cuenta (y no saltarse) las notas finales con comentarios a las distintas ilustraciones, que nos ponen un poco en situación sobre el momento o las circunstancias en que aparecieron.

Hay que reconocer que el conjunto es algo bastante extraño, desproporcionado como el propio protagonista del material, quizá poco comprensible para quien no conozca de nada a Nick Cave, pero a poco que nos atraiga el personaje o su entorno, o por mera curiosidad, el libro bien merece al menos un vistazo.

 


sábado, 29 de abril de 2023

Joanna Russ: En huelga contra Dios

Idioma original: Inglés
Título original: On Strike Against God: A Lesbian Love Story
Año de publicación: 1980
Traducción: Elia Maqueda
Valoración: Entre recomendable y está bien

Joanna Russ fue escritora, profesora universitaria, crítica literaria y activista feminista. Si no me equivoco, se la conoce sobre todo por su aportación a la ciencia ficción. También por un ensayo que tuvo mucho eco recientemente, aunque originalmente se publicara durante la segunda ola del feminismo, titulado Cómo acabar con la escritura de las mujeres.  

En huelga contra Dios es una novela de Russ. Trata sobre Esther, alter ego de la autora «inestable (pero guapa) aquejada del Arrebato Indefinible». Esther se corrompe «(debido a la falta de orientación adecuada) hasta convertiste en una militante feminista invertida, neurótica y desesperada.»

El párrafo anterior evidencia tres de las características principales de la obra de Russ: que está permeada por el humor, que su tema principal es el lesbianismo y que analiza la realidad desde una óptica feminista. A estos rasgos hay que sumar otros igual de interesantes: una voz narrativa carismática, un ritmo frenético, una estructura desacomplejadamente caótica, un uso de recursos estilísticos la mar de variados y una crítica social bien canalizada. 

Por lo general, En huelga contra Dios me ha gustado. Se lee de una sentada, tiene una protagonista compleja y abunda en reflexiones que nunca pretenden sentar cátedra o ignorar su naturaleza contradictoria. Quizá le reprocharía al conjunto, eso sí, que le falta memorabilidad, pues uno termina el libro habiéndolo disfrutado, pero sintiendo que el recuerdo de la mayoría de sus escenas y personajes se difumina.


También de Joanna Russ en ULAD: Cómo acabar con la escritura de las mujeres

viernes, 28 de abril de 2023

Zoom: La cancelación y sus enemigos de Gonzalo Torné

Idioma: español

Año de publicación: 2022

Valoración: Está bien

¿Vivimos inmersos en la "cultura de la cancelación"?¿Oprimidos por la "dictadura de lo políticamente correcto"? Así parecen creerlo una buena cantidad de escritores, creadores varios, faranduleros y tertulianos que no dejan de denunciarlo (tranquis, que no me voy a meter con cierto escritor y opinador murciano al que sé que algunos tenéis aprecio) y no falta semana en que alguno de ellos nos recuerde que hace 40 años teníamos más libertad (el pequeño detalle de que hace 40 años ellos eran 40 años más jóvenes y quizás su recuerdo se vea influido por ello no parece influir en su reflexión); de hecho, esta idea ya se ha convertido en un lugar común aceptado por... ¿por todos? ¡No. una pequeña aldea gala, en forma de escritor barcelonés, se resiste ahora y siempre al invasor! Es más, ha escrito este pequeño ensayo para demostrar que ni cancelación ni cancelacien... todo es una engañifa.

Para Gonzalo Torné lo que ocurre es que las y los lectores /oyentes/espectadores actuales hemos dejado de ser una masa acrítica con la oferta cultural a nuestra disposición o que, en todo caso, se fiaba de los prescriptores establecidos (críticos, editoriales, medios de comunicación) para convertirnos en "audiencias emancipadas", con un criterio propio y que, además, cuentan con el altavoz de las redes sociales, mucho más democrático que los medios tradicionales, para expresar nuestra disconformidad con las representaciones incorrectas, insuficientes o incluso inexistentes de tal o cual colectivo, las "oclusiones de representación", en palabras de Edward Said en su libro Orientalismo -según Torné, pionero y punto de inflexión para este cambio producido en las últimas décadas-; esto es lo que lleva a algunos representantes o defensores de los colectivos que antes gozaban de una preeminencia también cultural -a saber: los hombres blancos heterosexuales del Primer Mundo- a quejarse y advertir del peligro de  una "cultura de la cancelación", producto de una "escuela del resentimiento", que decía el célebre, aunque no siempre apreciado Harold Bloom. Para Torné, como digo, éstos no son sino unos quejicas molestos por el fin de la barra libre de sus privilegios y la "cultura de la cancelación" como tal no existe, porque, al menos en el mundo occidental, es tan sólo el mercado el que, como mucho, puede dificultar la expresión cultural; la única consecuencia negativa que puede tener la eclosión de estas audiencias emancipadas es que la aparición de una "cancelación positiva", para compensar la anterior falta de representación  de ciertos colectivos, puede llevar a una "competición de buenismo", en el que se valoren las obras literarias o cinematográficas tan sólo por el criterio de que estos colectivos hasta ahora infrarrepresentados lo estén suficientemente y de la manera correcta.

En resumen, esto es lo que cuenta la primera parte -de tres- de este pequeño ensayo, que reproduce un artículo del autor en la publicación digital CXTX. la segunda aparte tiene un punto mayor de originalidad porque está "escrito" por uno de los personajes de las novelas de Gonzalo Torné (que, para quien no lo sepa, está embarcado en la escritura de toda una saga acerca de las vicisitudes de una familia de la burguesía catalana), Clara Montsalvatges, que le envía una carta a su creador y sin embargo amigo, para matizar y en algún momento contradecir algunos puntos del artículo de Torné. Esta triquiñuela, aunque puede parecer un poco ombliguista, en realidad sirve para amenizar de una forma simpática la antítesis  que todo ensayo  o exposición de ideas comme il faut necesita. Lo más interesante de la misma -además de calificar de "currutacos" a esos "ofendiditos por la supuesta cultura de la cancelación- es la preocupación de si todo esto no llevará a una "cancelación interior" o autocensura de los creadores, por miedo a no encajar con el gusto dominante/conveniente o a ser amonestados u acosados por ello. Las objeciones de Clara -esto es, Gonzalo- dan pie al propio Gonzalo para responderle con otra carta -el truquillo aquí ya pierde un poco de gracia-, que podría suponer una síntesis final, pero que, en verdad, le sirve, sobre todo, al autor para desarrollar una serie de consideraciones sobre la condición y el oficio de escritor que, si bien resultan interesantes, ya se alejan un tanto del tema original del ensayo, que se va diluyendo cada vez más, como lágrimas en la lluvia... (¿os gusta la metáfora? Se me acaba de ocurrir).

Para concluir, puede decir que estoy bastante de acuerdo con el señor Torné, pero hasta cierto punto. Es cierto que la mayor parte de las quejas sobre la supuesta cancelación proviene de creadores o intelectuales que de cancelados no tienen nada y la prueba está, precisamente, en el eco que los medios hacen a sus quejas (que no se me olvide recomendar cierto video al respecto que hizo la actriz Lisa Kudrow).Y eso, sin olvidar la sospecha de que, en muchos casos, los quejumbrosos no son señoros honestamente indignados, aun con mayor o menor razón, sino jetas que lo que buscan es aprovecharse de una tendencia al alza y promocionarse a sí mismos y su carrera litera... opinadora (y no, no estoy pensando en cierto escritor murciano, no insistáis...). Pero eso no quita para que de vez en cuando se den casos de denuncia pública contra algún escritor, etc. injustos, exagerados o incluso que bordean el acoso personal (que se lo pregunten a Beigbeder, estos días). O que, con la excusa de la santa indignación woke se persigan, en realidad fines más espure...perdón, espurios (en mi modesta opinión, esto es lo que ocurre, en alguna medida, con el caso de J. K. Rowling, famosa por mantener bien agarrados sus suculentos copyrights sobre sus creaciones, antes que por su supuesta transfobia). En fin, hay matices y excepciones que Gonzalo Torné omite desdeñosamente y que quizá no sean significativos, de momento, en el conjunto general, pero, además de constituir peligrosos precedentes, si los matices no tienen cabida en un ensayo, incluso de la brevedad de éste, ¿dónde si no?

 Otros títulos de Gonzalo Torné reseñados en Un Libro Al Día: Años felicesEl corazón de la fiesta

jueves, 27 de abril de 2023

Colaboración: Paradoja perdida, de Fredric Brown

Idioma original: inglés

Título original: Paradox Lost

Traducción: Margarita González Trejo

Año de publicación: 1973 (en formato libro)

Valoración: Muy recomendable


Lo primero que hay que decir es que esta es una colección de relatos escritos a lo largo de varios años y recopilados por la mujer del autor, por lo que claramente habrá altibajos en cuanto a la calidad de las narraciones.

No les voy a engañar, siempre he sido un fan empedernido de la Ciencia Ficción, y aunque no podemos encajar a Brown en la vertiente más Hard del género, ni sea uno de los autores más representativos, siempre he tenido debilidad por él: sus relatos (casi) siempre son originales y tienen algo que aportar, que ya es mucho decir en un terreno tan trillado como este.

Así que lo reconozco, tengo un sesgo respecto a este género, pero permítanme explicarme: Siempre he creído que este género ha sido históricamente denostado por ser calificado como de evasión, como también le ocurre por ejemplo a la fantasía. Pero nada más lejos de la realidad: desde mi punto de vista, la ciencia ficción se caracteriza por darnos un escenario nuevo donde poder enfrentarnos a un problema que – todavía – no se ha dado en nuestro entorno. Es decir, no piensen en marcianitos verdes (aunque este autor tiene un libro protagonizado exclusivamente por, literalmente, marcianitos verdes), piensen más bien en los problemas éticos que tendríamos que afrontar en caso de que se halle algún tipo de vida – ya sea microbiótica, ya sea inteligente – y cómo actuar, proceder, comunicarse, etc. Eso para mí es la buena Ciencia Ficción. Pero este no es lugar para mi defensa de la CiFi y ya he gastado bastante espacio divagando sobre ella. Vayamos al lío.

Formado por trece relatos, el primero, del que el libro toma el título, nos ofrece una divertida – aunque con su inevitable toque machista de la época – vuelta de tuerca al concepto de viaje en el tiempo.

Teatro de títeres, mi favorito, está lleno de humor y casi podría considerarse un chiste largo. Brown aquí nos da un ejemplo de su talento, pudiendo aprovechar este breve relato como embrión de una novela que sería muy interesante.

El último tren es otro clásico ejemplo de existencialismo pesimista, ingrediente fundamental en el género.

No sucedió es claramente uno de los puntos bajos de la antología; no he llegado a cogerle el punto en ningún momento.

Llamada es una divertidísima aventura con alienígenas inmortales con el último hombre en la tierra y una hecatombe que acaba no solo con la casi totalidad de la raza humana, si no también con los animales.

Obediencia es otro relato que nos sorprende en medio del libro por su calidad y lo original de su planteamiento. Clásica interacción entre humanos y alienígenas pero con un desarrollo inesperado. Sin duda uno de los puntos álgidos de la colección.

El comisionista nos cuenta la historia de un joven que, gracias a un pacto mefistofélico, se convierte en una gran estrella de cine. Regusto a leyenda clásica y moraleja evidente, no por ello menos disfrutable.

Elurofobia baja un poco el nivel, no trata de ser nada más que un par de páginas divertidas.

Eine Kleine Nachtmusik es un relato un tanto deslavazado que retoma el tema del obseso y el pacto diabólico, con un toque que recuerda a algunos relatos de Cortázar.

Sirio Nada es otra divertida historia sobre algo que no es lo que parece... el giro final le aporta una dimensión extra a la historia.

El nuevo es una historia de demonios pirómanos sueltos en el mundo con un final patético: el chauvinismo de los estadounidenses, visto desde fuera, es ridículo, y mi sensación es que era mucho más exacerbado a mediados de siglo.

La doble moral no pasa de ser una rápida reflexión sobre la censura y la hipocresía intrínseca, acabando el libro con Algo verde, una maravillosa reflexión sobre la soledad y los demonios autoinfligidos. Un punto final con mayúsculas para concluir una compilación estupenda de relatos que nos habla de un escritor dotado de un extraño talento y que hará las delicias de cualquiera que se acerque a él, estoy seguro.

Firmado: EPS

miércoles, 26 de abril de 2023

Jorge Carrión / Sagar: Barcelona. Los vagabundos de la chatarra

 

Idioma original: español
Año de publicación: 2015
Valoración: bastante recomendable

Pues no me esperaba para nada que este Los vagabundos de la chatarra fuera así: puede que deba reciclarme en lo concerniente a ciertos prejuicios ante esto de la novela gráfica como si la propia configuración del género ya presupusiese una limitación temática. 
Claro que el impacto visual es importante y puede condicionar el contenido escrito, pero este Los vagabundos de la chatarra me ha dejado realmente perplejo, porque me ha hecho ver las cosas desde otra perspectiva. Se trata de una novela/crónica/trabajo de investigación y es una historia que se desarrolla de una manera tan mezclada como esa combinación de géneros sugiere. Carrión y Sagar (responsable del aspecto gráfico) deciden ver qué hay detrás de todos esos hombres que, al mando de un carro conseguido de algún supermercado, recorren la ciudad de Barcelona haciéndose con el metal desechado en los contenedores de la basura. En su inmensa mayoría, inmigrantes que a duras penas subsisten de lo que se les paga por su recogida diaria, y que suelen pernoctar en enormes naves o edificios abandonados en diversas zonas de la ciudad. Quién los organiza, quién les compra el metal que recogen, qué intereses hay detrás de sus situaciones. Carrión y Sagar visitan esos locales en que los vagabundos han organizado su existencia. Cómo se han agrupado en función de su origen, de sus situaciones. Entrevista a sus líderes y los entrevista a ellos, en medio de un acusado recelo. Le explican sus expectativas vitales, la secuencia de los hechos que les han llevado allí. A veces a cambio de una comida caliente o unas monedas. 
Y construyen una trama que crece como suelen crecer estas tramas en las grandes ciudades: hasta llegar a los intereses o la desidia de los propietarios de los terrenos que habitan, de las empresas que les compran el metal. La escalada llegará hasta los estamentos públicos y acabaremos el libro con una ristra emblemática de tweets del ayuntamiento de Barcelona que nos sitúan en la cruda realidad de 2015. Locales desalojados, incendios por las precarias condiciones de seguridad e higiene, todo un panorama que apenas ha cambiado: los vagabundos aún recorren Barcelona diariamente y la gente de a pie los sigue considerando una especie de mezcla entre indigentes y delincuentes de poca monta, esa gente de a pie que manifiesta su recelo ante su aspecto desastrado quizás piense un poco en su situación si le da por leer este estupendo libro, por supuesto. 

martes, 25 de abril de 2023

Jakuta Alikavazovic: Como un cielo en nosotros

Idioma original: Francés
Titulo original: Comme un ciel en nous
Año de publicación: 2021
Traducción: Vanesa García Cazorla
Valoración: Bastante recomendable

¿Y tú cómo te las ingeniarías para robar "La Gioconda"?

Casi todo texto contiene en su interior un viaje y este de Jakuta Alikavazovic no podía ser menos. El punto de partida será una noche en el Museo del Louvre, pero en realidad "Como un cielo en nosotros" es un viaje al centro de la infancia, un viaje al centro de uno mismo. Así, a medio camino entre la realidad y la ficción, entre el ensayo y la novela, acompañaremos la autora francesa de origen ¿montenegrino? a través del tiempo y la memoria. 

Realidad, sí. Pero, ¿qué es la realidad? ¿Un mero efecto estilístico?

Ficción, también. Ficción que quizá fue realidad en el pasado. O ficción que tal vez sea realidad en el futuro. ¿Quién sabe?

He dicho ensayo, pero también podría ser una crónica personal y familiar. De la Yugoslavia de los 70 al París de principios del siglo XX,

Y novela. Porque hay un tenue hilo narrativa, una acción, una cierta tensión.

Pero siempre con el tiempo y la memoria como hilos conductores gracias a la omnipresente figura de un padre que trae a la cabeza la carveriana (al menos para mi) imagen de un ciervo vagando por la ciudad y la ineludible presencias arte a través de obras como la Gioconda, la Venus de Milo o el Hermafrodita durmiente de Bernini.

Ramas entrelazadas (como el ciclo de Aleksandr Tisma) a través de asociaciones y digresiones que llevan a hablar del Arte, de la Identidad, del Sentido de Pertenencia, de las Apariencias, de miradas que todo lo alteran, de lo que fuimos, somos y seremos. De la vida, al fin y al cabo.

En resumen, un texto breve, apenas 100 páginas, y una escritura poética, evanescente e inasible que me recuerda en ciertos aspectos a Borges (veo a Borges en cada juego de espejos, la verdad), a Chejfec o a Halfon. Un más que interesante descubrimiento (y ya son varios, vía Muñeca Infinita)

lunes, 24 de abril de 2023

Ailton Krenak: La vida no es útil

Idioma original: portugués
Título original: A vida não é útil
Traducción: Cecilia Palmeiro, para Eterna Cadencia
Año de publicación: 2020
Valoración: muy recomendable


Ahora que ya ha pasado cierto tiempo desde que la pandemia zarandeara nuestras vidas y el sistema sanitario y económico mundial, y después de haber constatado que ese suceso no nos ha hecho mejores como sociedad (diría que incluso ha ocurrido lo contrario) es bueno ver la visión de Ailton Krenak, uno de los grandes filósofos y chamanes indígenas de Latinoamérica, pues su lectura permite acercarnos a una realidad muy distinta de la nuestra. Y no, no se trata de un libro sobre la pandemia ni mucho menos, se trata de un ensayo sobre ecologismo y anticapitalismo por parte de una mente muy lúcida y crítica con la humanidad a partir de «conversaciones, conferencias y debates que luego fueron transcritos y editados».

Con esta premisa, y tal y como indica Natalia Brizuela en el prólogo, «Ailton nos recuerda a los humanos que debemos despertar del sinsentido comatoso en el que estamos sumergidos desde el inicio del proyecto colonial moderno, donde el orden, el progreso, el desarrollo, el consumismo y el capitalismo se han apoderado de nuestra existencia, dejándonos solo parcialmente vivos, y de hecho casi muertos» porque el autor brasileño es una figura destacada especialmente en su lucha por los derechos de la comunidad indígena ante la presión colonizadora y la devastación de la Tierra por parte de los blancos hasta el punto de afirmar que «mi vida solo cobrará sentido si soy capaz de redimir una identidad. ¿Qué es eso? Es afirmar la existencia y el derecho a la existencia de todos los indios de Brasil». Así, la implicación del autor con la defensa de las raíces de su pueblo es absoluta y esas raíces están plenamente arraigadas a un entorno, a una tierra. 

Así, el autor trata, en varios de los ensayos contenidos en este breve libro, sobre la relación de la humanidad con la tierra, especialmente desde la mirada cuidadora de la comunidad indígena que las habita, que convive con ella porque «todos nosotros ya fuimos algo más antes de ser personas». El autor entiende la vida como un único ser orgánicamente integrado, porque en nuestra relación con el mundo, «la conversación es entre humanos, todos los humanos, pero también (…) con los animales, las plantas, los ríos, las montañas y todos los antepasados». Todo forma parte de un solo ente, con quien debemos cohabitar y al que debemos cuidar. Por ello, el libro de Krenak rebosa ecologismo y se lamenta de lo poco que hace el ser humano para frenar la destrucción de los bosques y del planeta y critica lo que justamente hace en sentido contrario porque a pesar de que «mi decisión de no usar automóvil ni combustible fósil, de no consumir nada que aumente el calentamiento global, no cambia el hecho de que nos estamos derritiendo». 

De esta manera, el autor critica fieramente el capitalismo y la necesidad imperiosa por parte de la humanidad de poseer cuanto más posible, y lo más rápido que podamos, porque «somos adictos a la modernidad. La mayoría de los inventos son un intento de nosotros, humanos, para proyectarnos en la materia más allá de nuestros cuerpos. Eso nos da sensación de poder, de permanencia, la ilusión de que seguiremos existiendo» pero esto tiene grandes consecuencias porque ha llegado un momento en el que «parece que la idea de concentración de la riqueza llegó a su clímax. El poder y el capital entraron en un grado de acumulación tal que ya no hay separación entre la gestión financiera y política del mundo». El dinero gobierna y gestiona el mundo, y no al revés como debería ser. Y, la vida en este mundo, que se mide únicamente por lo conseguido, porque «esta sociedad de mercado en la que vivimos solo considera útil al ser humano cuando está produciendo (…) cuando el individuo deja de producir, se convierte en un gasto».

El autor es muy crítico con el mundo actual, pues confiesa en una suerte de lamento que «no consigo imaginarnos separados de la naturaleza» y asevera que «el planeta nos está diciendo: ‘Ustedes se volvieron locos, se olvidaron de quiénes son y ahora están perdidos pensando que han conquistado algo con sus juguetes’». Unos “juguetes” industriales, tecnológicos que acabaran justamente con nosotros, los que los hemos ideado soñando un mundo en grande, un mundo ambicioso lleno de imposibles que lo único que nos ha demostrado es que «nosotros somos mucho peor que este virus que está siendo demonizado como la plaga que vino a comerse el mundo. Somos nosotros la plaga que vino a devorar el mundo» y constata, con pesar, que «la ecología nació de la preocupación por el hecho de lo que buscamos en la naturaleza es finito, pero nuestro deseo es infinito, y si nuestro deseo no tiene límite, entonces vamos a comernos todo este planeta» porque el capitalismo es voraz, su hambre crece cada día, porque en su opinión formada desde su vida envuelta de la comunidad indígena, los blancos «esclavizaron tanto a los otros que ahora tienen que esclavizarse a sí mismos» en conseguir siempre más en una carrera sin fin.

Cierto es que el autor es drástico en algunos planteamientos como cuando ataca a la escuela («una fábrica de locura») porque forma ingenieros, químicos que solo contribuirán a aumentar la destrucción del planeta aunque a veces intenten maquillarlo con avances envueltos en capas de supuesta sostenibilidad. Desde su visión ecologista y anticapitalista este pensamiento es perfectamente comprensible, aunque es discutible si lo tenemos en cuenta desde una visión dicotómica y global, pues no todo el progreso es nocivo ni perjudicial. Es aventurado expresarlo de manera tan taxativa, aunque a la vez comprensible.

Antes de que la falta de agua acabe por secar nuestras expectativas de vivir en comunión con un mundo al que estamos maltratando, debemos recapacitar hacia donde dirigimos el mundo (o mejor dicho, empujamos) y pensar en él, no únicamente como lugar donde habitamos sino también cohabitar con él y dejar de darle valor a todo, de medir nuestra vida por el progreso. Dice el autor que «La vida no tiene ninguna utilidad. La vida es tan maravillosa que nuestra mente trata de darle alguna utilidad, pero eso es una estupidez. La vida es fruición, es una danza». Dancemos pues, mientras esperamos que todo acabe.

domingo, 23 de abril de 2023

Nuestras des-recomendaciones de Sant Jordi (2023): No tocar ni con un palo

Leer libros es una pasión maravillosa. Qué vamos a decir nosotros, que llevamos catorce años publicando ya chorrocientasmil reseñas, a razón de una cada día... Pero, vaya, en general está asumido en nuestra sociedad, aunque sea de boquilla, el carácter positivo de la lectura y el libro como objeto conserva su aura de icono cultural por excelencia, desde los tiempos de Gutenberg. Se celebran el Día del Libro, la Noche de los Libros, Ferias del Libro a cascoporro... Ahora bien, ¿todos los libros merecen por igual nuestro respeto? ¿Resulta tan conveniente para la salud (mental, sobre todo) leer cualquiera de los calificados como "imprescindibles" en este nuestro ubérrimo blog que, por poner algún ejemplo, los escritos... es decir, firmados por el ínclito ex-presidente Trump o la celebrity de turno? ¿Sale alguien indemne de la lectura completa de las obras de Paulo Coelho?

Nosotros tenemos claro que hay libros que no tocaríamos ni con un palo de dos metros  y, siguiendo nuestra vocación de servicio público, os apuntamos algunos títulos a evitar este 23 de abril, Día del Libro, de Sant Jordi o Jorge y, en Alemania, Día de la cerveza (que también mola, no me digáis). Así que, atendiendo al consejo de un célebre personaje de la obra de J.R.R. Tolkien: ¡HUID, INSENSATOS! 

Juan: 

Vamos a ver, en esta vida se puede ser de derechas y hasta de ultraderecha... no pasa nada. Se puede haber sido muy de izquierdas en la juventud y evolucionar, aunque sea por causas espurias, hasta el extremo opuesto... no es el primer caso ni será el último. Incluso, rayando lo inverosímil, se podría haber pertenecido a un grupo terrorista de extrema izquierda, asesinar a martillazos a un policía y acabar ensalzando la dictadura franquista. No sería una trayectoria vital muy edificante, pero, en fin... Lo que no se puede, de ninguna manera, es pretender ser un pseudohistoriador farfallón y mascachapas, y llamar "charlatanes" a, entre otros, Raymond Carr, Joseph Pérez, Tuñón de Lara, Juan Pablo Fusi, Javier Tusell, ¡José Álvarez Junco! Hace falta ser mentecato... A Pedrojota, sí; en eso estoy de acuerdo...
 
Francesc y Beatriz:

Pregunto: ¿hay algo más desgarrador que la pérdida de un hijo por una enfermedad?
¿hay algo más legítimo que intentar cumplir con los deseos que ese hijo no ha podido satisfacer?
¿hay algo más noble que emplear el resultado de cumplir esos deseos en la investigación de su enfermedad? Así que quien no vaya corriendo a su librería a hacerse con El chico de las musarañas, es que es más malo que un dolor.

Y eso es lo que nos pasa en ULAD, que somos más malos que un dolor, porque más dolor nos da que, habiendo la oferta que hay, el superventas sea un subproducto editorial cuya única virtud es la cobertura mediática del caso y la visibilidad de la protagonista. Más dolor nos da que forme parte de una campaña de marketing cuyo objetivo oculto es blanquear cosas que no tienen justificación ni cabida porque atentan contra derechos fundamentales. Más dolor nos da que por tener letras, cubierta y explicar "cosas", a alguien le de por pensar que es literatura. Pero lo que más dolor nos da de todo, hasta el punto de hacernos sangrar los ojos, es tener que enfrentarnos a cosas como:
"Tu padre quiso entrar al quirófano para darme la mano. De poco sirvió, porque cayó al suelo desmayado de la emoción en el momento en el que empezaba a asomar tu cabecita con cinco rizos rubios"
Los más avispados se preguntarán cómo hemos obtenido esa cita si, supuestamente, no hemos tocado el libro ni con un palo. Para eso están las muestras gratuitas de las primeras páginas, que en esta sociedad capitalista, "comprar" y "tocar" van muy de la mano. Porque en ULAD seremos muy malos pero, por encima de todo, también somos muy pobres y no pagamos veinte euros por un rollo de papel higiénico.

 Santi (y algo de Francesc):

Este libro va sobre la libertad. La libertad de amar a quien tú quieras y como tú quieras. En definitiva, la libertad de ser tú... No, ahora en serio. Este libro va de que soy famoso y salgo en la tele y soy un snob y un borde y aunque escriba como el ojete voy a vender tropocientos millones de copias. Va de que soy un señoro engreído que cree que convierte la mierda en oro. Va de que cojo a un personaje histórico famoso (Johann Sebastian Bach por ejemplo) y me invento una especie de biografía sobre él porque yo lo valgo. Va de que utilizo expresiones como "la Superbowl de las artes" o "lo que vendría a ser un meet and greet de ahora" en un texto sobre el siglo XVIII porque soy guay y escribo como la chavalada (how do you do, fellow kids?). Y eso solo en las primeras páginas que la editorial ofrece de gratis. Va de que aunque esta novela sea un truño como pocos, la editorial ha conseguido que pongan un PUTO BANCO con la portada enfrente de la entrada del metro de Ópera en Madrid. (Ópera, ¿lo pilláis? Porque mi novela va sobre Johann Sebastian Bach). En fin, esto no va de literatura, sino de ventas, de marketing, de celebrities con el ego inflado, de promiscuidades público-privadas. De eso va.
¡Noooo! El otro día escuché como lo entrevistaban en RAC 1. Un hombre sincero e íntegro que reconoce que la tele es su hobby pero que por encima de todo es lector y, uf, escritor. Que eso es lo que (creo que dice modestamente pero no lo aseguraría al 100%) cree que hace mejor e interpreto que es por lo que le gustaría ser recordado. Spoiler: a tenor de lo leído bajo tu firma, un sencillo consejo: sigue en la tele, noi, que lo de juntar letras no es lo tuyo.

Oriol:

No he leído De joven fui de izquierdas pero luego maduré; ni siquiera, sus primeras páginas, aquí disponibles para los masoquistas más curtidos. Sin embargo, la impresión que me da este libro es la siguiente: parte de una premisa falaz y, antes que probar nada a nivel teórico, busca dignificar la imagen del autor. Independientemente de si nos cae mejor o peor, Toni Cantó, perpetrador de este subproducto, ha demostrado cuatro cosas a lo largo de su carrera: 1) Que apenas sabe escribir correctamente (y eso que estuvo de jefazo en la prestigiosa Oficina del Español, chiringuito creado ex profeso para darle un techo –y sueldazo- al pobrecico tras su deserción de Ciudadanos). 2) Que no es el más indicado para hablar de política. Su constante –y oportunista- fluctuación ideológica demuestra que antepone la billetera a los principios. 3) Que su discurso carece de altura intelectual. Siempre ha sido reduccionista, cuando no abiertamente tramposo. 4) Que comunica dicho discurso regulín, exceptuando alguna que otra perogrullada. Sabiendo todo lo anterior, ¿quién, en su sano juicio, leería un libro titulado De joven fui de izquierdas pero luego maduré salido de la pluma y cabeza de este tipo? Yo, al menos, no; hay cientos de amagos literarios similares de cuya ínfulas, estulticia y caspa podría reírme, pero mi sentido arácnido me dice que el de Cantó sólo lograría cabrearme. Ni me interesa la biografía de un mediocre cuyo única proeza es haber sabido medrar en este mundopayaso, ni me interesa su visión maniquea e incongruente de la política. 

sábado, 22 de abril de 2023

Stéphan Lévy-Kuentz: Metafísica del aperitivo

Idioma original: francés

Título original: Métaphysique de l´apéritif

Traducción: Laura Naranjo Gutiérrez

Año de publicación: 2022

Valoración: Se deja leer

 

Tienen algo los libros escritos en segunda persona que me resulta áspero. Es un recurso arriesgado y difícil de manejar porque, veamos ¿a quién puede dirigirse el autor?

  • A su personaje, claro, lo cual me parece una cierta forma de abuso de superioridad porque tiene un punto acusativo ante el que nada puede hacer para defenderse. El personaje es de alguna manera propiedad del autor, como un esclavo o un muñeco articulado, es y actúa como el autor le ordena, y no parece justo que se vea zarandeado o escrutado en su intimidad
  • Al lector, lo cual es aún peor, porque el tono tiene una carga de interpelación que, salvo caso excepcional, no creo que ningún lector tenga por qué soportar ¿qué autoridad tiene el autor para reconvenirnos o juzgarnos, ni tan siquiera para dirigirse a quien ha tenido la generosidad de leer lo que alguien ha escrito?
  • Y finalmente, a él mismo. Esto es algo así como un ejercicio de narcisismo disimulado, una exhibición de ego que presupone que a los demás nos debe interesar mucho la persona misma del autor como para asistir a su propia autoevaluación. Y además en estos casos, que los hay, es difícil evitar un sesgo de petulancia.

Entonces ¿a cuál de estos tres objetos se dirige la segunda persona que emplea Stéphan Lévy-Kuentz en su libro? Pues en principio aparentemente a su personaje, un individuo anónimo que se pasea por una calle de Paris (St. Germain-des-Prés o por ahí) y se sienta en una terraza a tomar un aperitivo, que en este caso es más bien un apéro francés, como un rato antes de cenar, más que el piscolabis español de mediodía. Se sienta el hombre, pide la comanda y observa, piensa, elucubra. El objeto de sus reflexiones son a veces sus vecinos de mesa, a veces los transeúntes que circulan enfrente, ejercicios mentales que todos hemos practicado (creo) para matar el aburrimiento. Pero también se sumerge en divagaciones más o menos filosóficas en torno a asuntos diversos, en muchas ocasiones apoyadas en citas de autores conocidos o no. Por ahí aparecen por ejemplo Rousseau, Pushkin y Thoreau, cavilaciones también sobre el amor (uno de los momentos más brillantes), San Agustín o el expresionismo abstracto, ideas que van desfilando sin mucha lógica, de forma aleatoria, como en una noche de insomnio.

En todo este recorrido hay cosas más o menos interesantes, claro, pero no lo suficiente para sostener el libro, por breve que este pueda ser. La muestra de erudición del señor Lévy-Kuentz merece un reconocimiento pero, como ocurre con el uso de la segunda persona que decía antes, este tipo de exhibiciones puede ser un terreno vidrioso. El resultado puede ser brillante cuando este bagaje se pone al servicio de un relato sólido (Borges, casi siempre Umberto Eco), pero puede también terminar siendo una simple pedantería si no conduce a nada más que a rellenar páginas para asombro del lector ingenuo. Adivine usted hacia cuál de los lados de la balanza se inclina nuestro libro de hoy.

La sensación de relato fallido es inevitable, cierto, aunque no quiere decir que el libro sea enteramente desechable. Está bien escrito, tiene cierta espontaneidad, y en la profusión de citas (bien anotadas y explicadas por la traductora) siempre podemos encontrar reflexiones de algún interés. Como puede también tener cierta gracia en algunos momentos, como cuando vemos el suave progreso del alcohol sobre el protagonista, o cuando intuimos al escritor un poco perdido que asoma en su parte final, cuando Lévy-Kuentz parece que, ahí sí, se dirige a sí mismo.

Pero por lo demás tampoco me parece que aporte demasiado, ni termino de verle el sentido, parece una especie de pasatiempo, un simple ejercicio para desplegar la erudición de la que hace gala el autor, sin un objetivo preciso. Aunque en conjunto tenga sus picos de interés, no termina de ser un libro divertido, ni tiene desarrollo narrativo, ni mayor profundidad más allá de algunas reflexiones tomadas con cuentagotas. Algo que apunta posibilidades pero que se queda casi siempre en un amago.


viernes, 21 de abril de 2023

Mercedes Olivet: Treinta centímetros

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2023
Valoración: Recomendable



 



«Con treinta centímetros más, podré pulsar el botón del interfono de mis amigos, tomar un ascensor solo, podré pedir un zumo de piña en la cafetería sin que el camarero tenga que asomarse por encima de la barra, podré sentarme en el cine sin necesidad de llevar un alza conmigo…»


La literatura infantil y juvenil es un género que ofrece temáticas y planteamientos interesantes y adecuados a la experiencia y madurez de sus lectores potenciales. Factores que no están en absoluto reñidos con la calidad literaria ni con la capacidad para seducir a un público adulto. Personalmente, no soy habitual de este género (como no lo soy de tantos otros) pero me parece que cualquier lectura que sea capaz de apelar a la niña que fui y de emocionar a la adulta que soy, debe ser, como poco, compartida.

Resumen resumido: Marcos tiene once años y acaba de descubrir lo mucho que le cuesta decir lo que realmente piensa o siente por miedo a la reacción de los demás. Sin embargo, a partir de su amistad con Damián, un niño de su misma edad que padece acondroplasia (enanismo) aprenderá, entre otras muchas cosas, la importancia de ejercer la propia voz.

Mercedes Olivet es una autora especializada en el público infantil y juvenil. Su escritura trasluce absoluto mimo por cada párrafo, con una narrativa sin fisuras y al servicio de la trama. En este caso concreto, la historia entre Marcos y Damián fluye con naturalidad, con la acción y el ritmo bien calibrados, las descripciones son detalladas sin regodeos, el lenguaje es rico y adecuado al tono de la historia, y los capítulos son cortos y con unos títulos que atrapan el interés del lector. Eso en cuanto a la forma, en cuanto al contenido, Treinta centímetros aprovecha muy bien la oportunidad de explicar una historia singular para desarrollar toda una estructura profunda que la sustenta y le da calado.
«Julen ni siquiera se ha dado cuenta de que sus nuevos amigos tienen acondroplasia. Para él son amables y cariñosos, y eso le basta. Entonces pienso que quizá hacerse mayor no siempre es bueno, porque, al crecer, aprendemos a diferenciar. Y, cuando somos capaces de ver las diferencias, nos entra la estupidez de poner etiquetas a las cosas y a las personas.»
Algunos de los aspectos sustanciales de los que se nutre la historia son:
  • El elogio de la sensibilidad. El lector vive la historia a través de la mirada de Marcos que ejerce de narrador. Marcos es un niño que aprende a sacar partido de su sensibilidad, relacionándose mejor con la gente que le importa y reflexionando sobre el mundo que le rodea, elementos indispensables en su tránsito hacia la madurez.
  • La normalización de vivir en diversidad e inclusión. Marcos tiene amigos y amigas, y se tratan mutuamente en igualdad. Damián tiene amigos sin acondroplasia y otros con acondroplasia, y se tratan mutuamente en igualdad. Y nada de eso conforma un «tema» o una trama de la novela si no que forma parte del contexto natural de la acción.
  • Valores como la asertividad, la empatía, el trabajo en equipo y, por supuesto, la amistad. El desarrollo de la asertividad en concreto, será lo que le permitirá a Marcos mostrarse como la persona sensible que es sin sentirse vulnerable por ello.
Otro elemento a destacar y que está de algún modo implícito en los tres anteriores, es el espacio que la novela otorga a las «otras masculinidades». Eso no significa que se juzgue o se desplace a los personajes masculinos que reproducen patrones más tradicionales, si no que se construyen situaciones en las que también tienen cabida otros modelos que no son nuevos, solo que hasta ahora no se consideraban genuinamente masculinos. Marcos, sin ir más lejos, no es tan deportista como su amigo Javier u otros chicos, ni está tan interesado en los videojuegos. En la novela también se muestra en varios momentos cómo las generaciones de hombres anteriores a Marcos tienden a reprimir sus emociones para adaptarse a unas convenciones que ya están obsoletas.

Treinta centímetros es una historia encantadora que nos acerca a una realidad (la acondroplasia) que afecta a personas que también forman parte de nuestra sociedad aunque la sociedad a veces les de la espalda. La novela está recomendada para niños de unos diez años, así que Recomendable para niños y también para aquellos adultos curiosos que no han olvidado que (hace mucho) también fueron niños.


Nota al margen de la reseña:
Últimamente está proliferando la idea de que la narrativa para las nuevas generaciones tiene que adaptarse al ritmo de los contenidos creados para las nuevas tecnologías: cortos, apresurados, concatenados… contenidos que muchas veces se quedan en la estructura superficial de la historia; la acción, ya sea aventura o romance o fantasía (por poner varios ejemplos), domina la narración sin dejar espacio para el subtexto. Personalmente entiendo que cada lector debe aprender a reconocer sus apetencias y disponer de diferentes opciones a su alcance, lo que no comparto es que la literatura —del género que sea— se desprenda voluntariamente de su capacidad para hacer reflexionar y se convierta es un simple medio de distracción.

jueves, 20 de abril de 2023

Paul Tremblay: La cabaña del fin del mundo

Idioma original: inglés 

Título original: The Cabin at the End of the World 

Año de publicación: 2018

Traducción: Manuel de los Reyes 

Valoración: recomendable 

A una cabaña perdida en los bosques de Nuevo Hampshire donde pasan unos días la pequeña Wen y sus padres llegan cuatro extraños portando unas no menos extrañas armas, comandados por el enorme y aparentemente benévolo Leonard, con el objeto de hacerles una insólita y aterradora propuesta. O con el objetivo de que la acepten de una manera u otra, en realidad, pues no dudarán en recurrir a la violencia para conseguirlo... Así comienza esta singular novela de home invasion en la que los asaltantes pondrán sus vidas en juego en la misma medida que los asaltados y... bueno, no debo contar más para no desvelar las sorpresas que guarda esta historia, aunque sí puedo decir que en ella destacan un ritmo y una organización narrativa que mantienen al lector pegado a sus páginas desde el comienzo al final.

Lo que sí puedo decir es que no sé hasta que punto podemos considerar ésta como una novela "de terror", por más que su autor sea uno de los más eximios representantes del género, a día de hoy. Desde luego que La cabaña... sabe crear inquietud y, sobre todo, tensión, incluso cómo causar cierta impresión con el recurso a una violencia casi -bueno, sin casi- gore, pero no estoy seguro de que los aficionados más acérrimos o puristas al terror queden totalmente satisfechos tras su lectura. Por otro lado, y aunque ya sea un tópico mencionar la influencia de Stephen King al hablar de esta clase de novelas (yo mismo, al menos, ya lo he hecho en varias ocasiones), pero en esta ocasión resulta inevitable, pues ésta es la que más me ha recordado a las novelas del Rey en mucho tiempo. Quizás no a uno de sus grandes libros de terror, los que le han servido para convertirse en el principal referente del género y, en gran medida, quien ha establecido un nuevo canon en el mismo (o, cuando menos, un nuevo patrón a la hora de contar este tipo de historias), pero sí una de sus obras "menores", de ésas que incluso han acabado siendo más populares, a raíz de su adaptación cinematográfica (ya veremos que ocurre, en este caso). Más allá de la ambientación en Nueva Inglaterra, la atención a los detalles cotidianos o domésticos y la introspección psicológica de los protagonistas son herencia suya, sin duda.

Releyendo los párrafos anteriores, temo dejar una impresión desdeñosa sobre esta novela, cuando en realidad ocurre todo lo contrario: no sólo me parece un thriller muy bien llevado, sino además una novela una novela que puede mover a la reflexión (si se quiere, claro) sobre ciertos temas que han devenido desinterés en este siglo XXI que muchos esperábamos de otra manera, como la prevalencia creciente de una visión religiosa e incluso agónica del mundo, frente a la racionalidad agnóstico, la importancia que debemos concederle a los conspiranoicos e illuminati varios sin que nos arrastren tras ellos a su marasmo de estulticia o el papel de la libertad e incluso el interés individual frente al colectivo, corresponda éste a una realidad o no...

No quiero acabar la reseña sin comentar un par de aspectos de la novela que, en cierto modo, quizás puedan ser considerados como spoilers, así que quien no quiera conocerlos tal vez debería detener su lectura aquí: por una parte, la forma de narrar de Tremblay, que no sólo va cambiando el punto de vista, según los personajes, sino que, en la última parte de la historia, alterna la tercera persona del narrador omnisciente con la primera del plural, incluso en el mismo párrafo. Esto puede parecer una elección arriesgada, más o menos vanguardista y que también obtiene un resultado más o menos logrado, hasta que al final de la novela se entiende la razón.

Algo parecido ocurre con la elección de los protagonistas, una pareja homosexual, Andrew y Eric, que puede que alguien interprete como una mera concesión al convencionalismo woke. Sin embargo, a mi modo de ver es una elección muy acertada por parte de Tremblay y según transcurre la narración y, sobre todo, al final de la novela, se entiende el por qué. Y ya está, no os doy más la brasa ; )

miércoles, 19 de abril de 2023

Colaboración: Todos muertos, de Chester Himes

Idioma original: inglés

Título original: All shot up

Traducción: Ana Goldar

Año de publicación: 1960

Valoración: Se deja leer


Siempre hay una primera vez, y a pesar de ser este claramente un ejemplar de libro de novela negra, si hay algo que revolotea por toda la novela es el término de Blaxploitation, (aquellas películas de los años 70 centradas en el mundo negro de los USA de las que Tarantino tan fan se declara), un género que confieso que es totalmente nuevo para mí, pero que visto lo visto, bienvenido sea.

Chester Himes, el escritor, de raza negra y antiguo recluso en los USA de primera mitad del S.XX, refleja el ambiente de su época en el Harlem de los 60, llevándolo al extremo y en algunas ocasiones hasta cayendo en la autoparodia – quiero pensar, no creo que se haya tomado demasiado en serio en algunos pasajes de este mismo libro.

En la novela, dos detectives negros – todos los personajes, excepto un blanco, son de raza negra – tratan de resolver un caso de asesinato en el que pronto todo parece embarullarse de forma caótica.

Los detectives, Grave Digger Jones y Coffin Ed Johnston (Sepulturero y Ataúd, ahí es nada) son los Hombres (la mayúscula no es mía), héroes clásicos directamente sacados del Western, rebosantes de testosterona y alimentados a base de alcohol en cantidades industriales, pero también los únicos con un deje de humanidad en su corazoncito. Pero ojo, que no se tome esto en ningún momento como síntoma de debilidad: Parece que, a lo 007, tienen licencia para matar (y pegar, torturar, mutilar...) y no dudan en usarla en cuanto la cosa se les puede llegar a complicar mínimamente. Pim, pam, de forma expeditiva. Sobra gente y sobran balas. Y lo entiendo, cada personaje que aparece es peor que el anterior y ni el primero de ellos merece un final más piadoso.

De hecho, no me extrañaría que el título del libro fuese un guiño cómico a los procedimientos poco ortodoxos de estos dos policías; la cantidad de muertes que se producen – si bien es cierto que no todas son achacables a la pareja de protagonistas – es tal, que hasta un tanatorio se convierte en un lugar clave de la novela.

A modo de antagonista, tenemos a un político corrupto y manipulador (¿Han visto ustedes The Wire? Sheeeeeiiiiiiit!) hasta el punto de que no duda de manejar sus asuntos estando ingresado en el hospital, incluso totalmente incapacitado para hablar, comunicándose a través de la escritura a ciegas. Por algo, si Grave Digger y Coffin Ed son Los Hombres, él es El Hombre (uno vale más que dos, entiendo).

¿Y el resto del elenco? Pues tenemos un jinete descabezado circulando en un sidecar, un hombre (vivo) con un cuchillo atravesando el cráneo e incluso un personaje que acaba literalmente empotrado en un muro, sosteniéndose por la incrustación de la cabeza en la pared. Tomémoslo como muestra de humor negro, puesto que estos episodios son bastante gratuitos para el desarrollo de la novela.

Aparte de la violencia extrema, otro aspecto muy llamativo es el machismo generalizado; es elocuente que solo aparezcan dos mujeres en el libro. Una de ellas, cuya función es simplemente ser la pareja de un personaje, se la pega al novio literalmente con el primero que pasa (¿por qué? Es totalmente innecesario para el argumento), mientras que la segunda solo funciona como cebo sexual en una emboscada tendida por los dos detectives. A mayores, es de los pocos personajes del que no sabemos el final; la dejamos agonizando sin que el autor se moleste en aclararnos qué pasará con ella.

Cierto es que hay referencias a otras mujeres, pero solo como cocineras, prostitutas como telón de fondo o para comentar lo gordas que se están volviendo sus mujeres. Este es claramente un mundo de hombres. De haber papeles femeninos, estos estarán interpretados por travestís, de los que todo el mundo abusa – en todo sentido – y abocados irrevocablemente a la muerte o al fracaso.

Como apunte final, esta es solo una de varias novelas que Chester Himes escribió sobre estos dos detectives, todas centradas en Harlem y la cultura negra.

Me ha dejado con la sensación de que, de tener la posibilidad, me gustaría leer más aventuras sobre estos dos animales, pero que tampoco me perdería nada importante si no me vuelvo a cruzar (literariamente) con ellos. Está bien para pasar el rato, pero como novela negra, las hay muuuucho mejores.

Firmado: EPS

martes, 18 de abril de 2023

Richard Flanagan: El mar vivo de los sueños despiertos

Idioma original: Inglés
Título original: The living sea of waking dreams
Traducción: Alberto Moyano
Año de publicación: 2020
Valoración: Recomendable

Si nos centramos en el envoltorio del texto, podríamos decir que "El mar vivo de los sueños despiertos" es una "distopía (no demasiado lejana, por otra parte) ecologista" o un relato "mccarthyano" (de Cormac, no del senador) en la onda de La carretera. Pero si vamos al meollo del asunto, creo que está novela no es otra cosa que un terrible relato de amor y de culpa. 

Estamos en una Tasmania, con algún que otro viaje a Sydney o Melbourne, que arde sin control y en la que tres hermanos asisten al progresivo deterioro de la salud de su madre. Sensación, por tanto, omnipresente de fin del mundo, de fin de la vida y ante la que los hermanos actúan de diferente forma. 

Así, Anna, Tommy y Terzo se convierten, en este orden, en los principales protagonistas de una novela basada en unos personajes muy bien construidos (y en el caso en Anna también deconstruido) que han de enfrentarse al presente cargando con la pesada mochila del pasado y con un futuro, como mínimo, incierto.

Por lo tanto, parte fundamental (y para mi la más destacada) de la novela es la indagación del autor en las relaciones familiares (maternofilial, entre los hermanos...) y la influencia de estas en las decisiones sobre la vida y la muerte. Y pese que el riesgo de caer en el melodrama siempre ronda este tipo de texto, Flanagan lo esquiva y ofrece páginas memorables cargadas de intimismo, ternura y dolor.

Pero la novela tiene otros planos paralelos, que no independientes. Al plano psicológico acompañan la ya citada "distopía ecológica" y un aspecto que podríamos vincular al realismo mágico. Ya digo que no son independientes a la "línea principal": de hecho, son fundamentales en el devenir de la misma, pero me queda la sensación de que si la novela se hubiese circunscrito a su aspecto más íntimo o psicológico, esta habría quedado más sencilla y (aún) más potente.

En cualquier caso, nada empaña la sensación final de haber leído una recomendable novela que aúna luz y oscuridad, ternura y desasoiego.


También de Richard Flanagan en ULAD: El camino estrecho al norte profundo

lunes, 17 de abril de 2023

Yi Yang: Easy Breezy

Idioma original: Italiano
Título original: Easy Breezy
Año de publicación: 2021
Traducción: Lorenzo F. Díaz
Valoración: Entretenido

Easy Breezy (paradójico título para un cómic adrenalínico) narra una historia plagada de acción y persecuciones. Gracias al dinamismo de su argumento y a la fluidez de su apartado visual, se lee de una sentada. Aunque no todo en ella se desarrolla a esa velocidad endiablada; Yi Yang, la autora, también sabe situar remansos de paz aquí o allá, que permiten que el conjunto respire y afianzan los pasajes introspectivos o conmovedores.  

Pero vamos por partes. ¿De qué trata esta obra? Los miembros de un grupo variopinto se ven envueltos en una situación extrema, la cual les obliga a superar sus diferencias y unir fuerzas. Como veis, la premisa no es particularmente original; tampoco lo son los personajes o el argumento. Aun así, estos tres elementos se ejecutan de tal manera que, si bien no consiguen ser memorables, dejan el buen sabor de boca de aquello rico aunque mil veces catado.

La faceta gráfica de Easy Breezy es quizá su mejor aspecto. Ciertamente, se puede pulir: siente demasiado apego a los excesos de la estética manga, aplica transiciones bruscas entre viñetas o presenta algún cuello o mano forzados. Sin embargo, el trazo es fresco y espontáneo; la gama cromática que emplea funciona pese a su sobriedad y simpleza; la composición de ciertas páginas deslumbra por su creatividad; las perspectivas atípicas, las anatomías destartaladas y los rostros sobreactuados son tremendamente expresivos.

En conclusión: disfrutad de Easy Breezy. No os dejéis amedrentar por el hecho de que lo que cuenta ya se ha visto con anterioridad, por su final, bastante anticlimático, ni por su villano, cuya manera de actuar es inverosímil. Centraos, en cambio, en sus virtudes: ese mensaje a favor de la amistad, esos protagonistas a los que es imposible no coger cariño y esas ilustraciones sueltas y enérgicas.

domingo, 16 de abril de 2023

Alice Munro: La vida de las mujeres

 

Idioma original: inglés

Título original: Lives of Girl and Women

Año de publicación: 1971

Traducción: Aurora Echevarría

Valoración: bastante recomendable

Pues una década he tardado en cumplir la promesa de volver a leer a Munro. Para que luego se nos tilde de oportunistas, resulta que una vez premiada con el Nobel de 2013, la escritora canadiense no ha contado con cobertura de este blog. Y La vida de las mujeres ha reposado tranquila en los estantes hasta que le ha llegado el turno. De hecho, la obra de la canadiense ha sido pasto del boom y me ha costado encontrar la portada de esta, su primera edición en castellano, cuando ya ha sido objeto de ediciones de bolsillo.

Si los cuentos de Munro me recordaban a Chejov, esta novela me ha confirmado la influencia del gótico sureño en la obra de la autora. La vida de las mujeres es una novela construida en episodios que podrían pasar por independientes si se publicaran por separado. Pero conforman una secuencia, una novela de aprendizaje que arranca en Jubilee, Ontario, donde Del Jordan, niña, reside con su familia. Son los años 30-40, la II Guerra Mundial está en curso y la familia de Del subsiste de la crianza de zorros. El curso de la narración nos va presentando personajes y episodios del entorno de la niña, desde familiares lejanos hasta habitantes del pueblo, y Del crece, sus inquietudes se conforman, su familia evoluciona con el signo de los tiempos, las cosas parecen evolucionar a su alrededor y Del, la narradora, parece pasar de puntillas sobre ciertos hechos y los relata con cierta fría naturalidad. Una naturalidad sólo aparente: como en Faulkner, las omisiones aquí tienen tanto peso como las acciones: entre un capítulo y otro no solo asistimos a la evolución de Del desde su infancia hasta su juventud, también asistimos a un salto generacional, mientras la madre parece echarse a la familia a la espalda poniéndose a vender enciclopedias, el papel de la mujer en la sociedad parece haber tomado cierta mayor trascendencia: Del ya tiene un interés cultural por encima del asociado a lo necesario para la subsistencia. 

Ahí surge el tono autobiográfico de la narración. Un tono que, medio siglo tras la publicación de la novela, suena algo añejo y desfasado. He de decir que por fortuna, porque el escenario físico y social se ha esfumado en su estructura principal. No sé decir exactamente por qué, pero parece que esa situación ya no pueda darse. Por la evolución de la sociedad, porque el acceso a la tecnología lo ha cambiado todo, por lo que sea. Pero se hace difícil ponerse en la piel de Del e imaginar eso en el presente. No digo que ello impida valorar la novela o ponerle pegas. Digo que es una novela de corte clásico, con influencias muy definidas y con una intención bastante directa, desde el título: poner en evidencia la enorme diferencia entre los roles sociales que se definían en los años 40 en función de género, y hacerlo de forma crítica, aunque ello entrañe buenas maneras y una cierta amabilidad que hoy nos suena demasiado tímida.


También de Alice Munro en ULAD: Aquí

sábado, 15 de abril de 2023

Cory Doctorow: Walkaway

Idioma original: inglés
Título original: Walkaway
Traducción: Enrique Maldonado Roldán, para Capitán Swing
Año de publicación: 2018
Valoración: entre se deja leer y está bien


Uno ve el argumento de este libro en el que nos ubica en un futuro donde todo puede construirse mediante impresiones en 3D y en el que un grupo reducido de habitante decide abandonar la sociedad ultra capitalista y se imagina una versión robotizada o futurista de «La parábola del sembrador» de Octavia E. Butler pasado por el filtro distópico del autor de «Radicalizado». Y aquí entramos de nuevo en el tema de las expectativas, en este caso basadas en la lectura del recopilatorio de cuentos del mismo autor. Pero las expectativas en este caso no ayudan, pues el resultado no es el que este humilde reseñista (y, por ello, de opinión subjetiva) esperaba. Vayamos a explicar los porqués.

Empieza el libro situando a “Hubert, etc.”, uno de los protagonistas (de nombre abreviado por él mismo), en una fiesta comunista clandestina; alguien que «a sus veintisiete años, superaba en siete al siguiente parrandero de más edad». Ya, en estos dos apuntes iniciales (el del extensísimo nombre del protagonista, así como por el tono altamente coloquial mostrado), uno ve desde donde se aproxima el autor a esta distopía: el humor. Y en esta aproximación es donde encuentro el primer escollo, pues particularmente no encajo en las lecturas con este recurso; un tono humorístico que provoca que a uno le cueste meterse en la historia y ubicarse en ese escenario futurista en el que no se sabe muy bien quienes son los personajes ni qué pretenden. Además, argumentalmente la escena inicial ya sucede en un punto álgido de clímax y descoloca al lector que avanza en la lectura para saber muy bien de qué va todo esto. Porque vemos drones, vemos una fiesta comunista organizada en un local ocupado, vemos drogas y máscaras de camuflaje. Vemos el interior de la historia, pero desconocemos por completo el exterior del que únicamente sabemos que estamos en un escenario futuro, con drogas sintéticas, drones, coches que conducen solos, cafeterías con robots en lugar de camareros y que la acción se ubica en Toronto, pero poco más. De todos modos, esta confusión inicial tiene su punto atractivo, pues incita a querer avanzar en la trama y profundizar en ella.

De esta manera, ya en esos primeros compases vemos que el tono y el estilo de Doctorow en esta novela se asemeja mucho más al del cuento «Minoría modélica» de su libro «Radicalizado» que al del resto de cuentos incluidos en ese volumen y se acerca mucho al propio de las novelas policiacas de ex polis que están de vuelta de todo al utilizar un lenguaje extremadamente coloquial con tacos y abuso de la jerga y del lenguaje directo como se evidencia al leer que «Seth lanzó una sonrisa cargada de significado a Hubert, etc., una mención sin palabras a sus sentimientos por Natalie. Hubert, etc., no estaba de humor. Había tenido a un hombre muerto en sus brazos. Estaba ensangrentado, cansado y mareado» o cuando describe que «Natalie llevaba un pijama amplio a rayas blancas y negras, y ni se había puesto sujetador, pero Hubert, etc., no se quedó mirando, ni siquiera un poco»). Con todo ello, o uno está mentalizado para leer una novela algo “gamberra” o cuesta conectar y empatizar con los personajes que pueden parecer demasiados simples y superficiales a simple vista, poco definidos. 

A nivel argumental, superada la escena inicial, la historia realmente empieza cuando los protagonistas se encuentran en un suceso en el que las cosas no salen como estaba previsto y deciden abandonar el sistema social, político y económico establecido y basado en una continua vigilancia policial y capitalismo extremo para convertirse en “andantes” y vivir en los márgenes, en las “afueras” de la sociedad y unirse a otras personas con esa misma mentalidad, formando una comunidad jerárquicamente plana en la que «preguntarle a alguien si puede ponerte a trabajar es decirle que esta al cargo y someterte a su autoridad. Las dos cosas están prohibidas. Si quieres trabajar, haz algo. Si lo es de ayuda, tal vez lo deshaga yo más tarde (…) es un comportamiento pasivo-agresivo, pero así son los andantes». De esta manera, los andantes constituyen una sociedad sin ningún control policial, sin vigilancia, pues «las personas que utilizan este sitio decidieron que preferían que los robaran a que los vigilaran. Las cosas no son más que cosas, pero que te graben todo el rato te pone los pelos de punta».

Con esta premisa, uno avanza sin haber conectado de lleno con la historia. En libros futuristas donde la realidad es distinta a nuestra época, la conexión con la historia es a través de sus personajes, ellos son el nexo entre un mundo imaginado y el nuestro, pero si no hay esa conexión empática, la conexión se rompe y la distancia entre libro y lector se agranda abismalmente. En medio de situaciones más o menos cómicas, el autor intercala mensajes ideológicos que sí tienen su interés, pues giran de manera cíclica y continua en torno al sistema capitalista y al comunismo, a los métodos de trabajo basados en objetivos y su consecuencia de competitividad versus el trabajo por placer o la búsqueda de la realización personal por la satisfacción personal de hacer las cosas bien por uno mismo. Esa parte con carga ideológica sí consigue captar la atención. Porque es evidente que el capitalismo se basa en aprovechar cada instante de la vida y hacerlo a través de gastar dinero para explotar la vida al máximo. Pero, y ahí el autor lanza la cuestión clave: ¿qué ocurriría si se descubriera una forma de vivir eternamente? ¿Seguiríamos viviendo al límite? ¿Seguirían siempre mandando los mismos (pocos) durante toda la eternidad? Porque «encontrar una cura para la muerte» significa «el final de la historia (…) el final de la moralidad, de todo. Si puedes vivir para siempre…, volver de la muerte…, todo vale. Atentados suicidas. Asesinatos en masa. Por eso los zotas están tan espantados como la idea de que todo el mundo lo tenga». Y con ello llega el dilema, pues «los zotas no eran amigos de nadie, pero tenían un interés en la continuación de una civilización cuya cumbre ocupaban. Estos científicos, frikis y vagos no estaban capacitados para gestionar un planeta». Y ahí radica el enfrentamiento, entre clases, entre sistemas, pues el objetivo de conseguir la inmortalidad es noble a ojos de los andantes, pues contribuirá a una mejor sociedad más cooperativa y solidaria porque «¿cómo pueden cegarte tus objetivos a corto plazo si estás planificando una vida eterna?» Teniendo los medios tecnológicos la fórmula es simple: «te escaneas, sacas un cuerpo nuevo del almacén y viertes los datos en él». Porque la inmortalidad «no solo es la posibilidad de regresar de entre los muertos, sino la capacidad de repensar qué significa estar vivos». 

Así mismo, de igual manera que el autor critica el capitalismo extremo afirmando que «si la excusa para poner a un puñado de cabrones ricos al mando del mundo era que sin ellos nos moriríamos de hambre, ¿cómo iban a permitir que la gente viviera sin su firme pero amoroso liderazgo?» a su vez, remarca la importancia de imponer cierta estructura jerárquica pues, contraponiendo el modelo con la versión opuesta te puedes dar cuenta que «te crees que has encontrado una forma en la que todo el mundo puede salir adelante sin jefes. Siempre hay jefes. Y sin no sabes quién es, no puedes cuestionar su liderazgo. Un sistema de jefes secretos es un sistema sin rendición de cuentas ni consentimiento. Es una manipulocracia».

Lamentablemente, hay que llegar al tercio del libro para empezar a interesarse verdaderamente por la historia que narra. Le sobran muchísimas páginas y situaciones que no aportan demasiado al relato, no es necesario tanto contenido para situar la historia y centrar el propósito. También considero que los toques de humor utilizado, aunque sirven para quitar peso a otras partes más densas, rompen en ritmo y le dan cierto aire de ligereza que no encaja con lo que el libro pretende denunciar y, a media lectura del libro, no está muy claro si va hacia un libro de supervivencia postapocalíptica, un tratado sobre los problemas y deficiencias del capitalismo o sobre la inmortalidad y sus posibles consecuencias. O de todo ello a la vez en una mezcla en la que no llega a profundizar en ninguno de los temas. Incluso a veces parece que ni el autor se toma en serio cuando va introduciendo chascarrillos que rompen cualquier pretensión de hacer un texto de más calado o cuando nutre el libro de relaciones personales y pasionales que no aportan nada a la historia. Un estilo que se parece en parte a lo que hacía Marc-Uwe Kling en «QualityLand», pero en ese caso el contenido ideológico del libro era menos ambicioso y conseguía mejor su propósito.

Bien es cierto que el autor se muestra perfectamente lúcido y hábil en la exposición de ciertos dilemas y problemas sociales, pues una vida eterna implica un cambio de mentalidad, porque el mensaje que subyace en el trasfondo de la historia es que «si no encontramos la forma de cambiar la gratificación de hoy por la supervivencia de mañana…». Sin eso, la sociedad no se abonará al cambio y este debe empezar por la ilusión, por la esperanza, porque tal y como afirma uno de los personajes, «lo que estamos haciendo, Gretyl, es ejercer la esperanza. Es lo único que puedes hacer cuando la situación demanda pesimismo. La mayoría de la gente que tiene esperanza ve sus experiencias frustradas (…) la esperanza es el precio de acceso. Sigue siendo una lotería con unas posibilidades de mierda, pero al menos es nuestra lotería». Y, aunque las posibilidades de éxito sean pocas, aunque las cartas estén marcadas y los premios a los que podemos acceder únicamente sean, en la mayoría de los casos, los premios de consolación, debemos intentar conseguirlos y luchar para que, al menos en algún caso, consigamos alcanzar aquello a lo que aspiramos.

También de Cory Doctorow en ULAD: Radicalizado

viernes, 14 de abril de 2023

Paco Cerdà: 14 de abril

Idioma: castellano (y algo de catalán)

Año de publicación: 2022

Valoración: recomendable

Dentro del calendario laico (incluso impío) y republicano español la fecha quizá más destacada es la del 14 de abril, aniversario de la proclamación de la II República, en 1931. Un acontecimiento celebrado e incluso idealizado por todo aquel ciudadano que reniega de la monarquía (y de la dictadura, como es obvio), más aún por    que se trató de una proclamación popular y hasta cierto punto  espontánea, como resultado no de un acuerdo entre las altas dignidades del estado o los próceres del país, y ni siquiera de un referéndum al respecto, como fue más tarde el caso de los actuales regímenes vigentes en Italia y Grecia, sino a raíz de unas elecciones municipales en las que los partidos republicanos vencieron en las ciudades con abrumadora mayoría. Eso sucedió el domingo 12 de abril del 31 y el martes 14 se proclamó la República, primero en Eibar y luego en multitud de localidades, por supuesto, también en Madrid, donde el rey Alfonso XIII hubo de renunciar al trono y partió hacia Cartagena, para abandonar España en barco.

Es esa histórica jornada -una jornada alargada, en realidad, porque se extiende desde las 6 de la mañana hasta las primeras horas del día siguiente- la que nos cuenta Paco Cerdà en esta ¿novela? de no ficción o Historia novelizada, que resulta una narración vibrante, emocionante y hasta adrenalítica, por momentos. Cerdà nos lleva por diferentes escenarios en los que se desarrollaron los hechos: por supuesto, Eibar, Madrid y Barcelona, pero también Huelva, Granada, Salamanca, Jaca y Huesca  (recordemos que había habido un levantamiento republicano en el diciembre anterior), Tarragona, Palma, Cartagena... En ellos encontramos a personajes célebres, como el ya entonces general Franco, Unamuno, Santiago Carrillo, Josep Pla, la actriz Margarita Xirgú... o, por supuesto, el rey Alfonso XIII, pero también personas en absoluto conocidas para el gran público y, en ocasiones, ni siquiera para los especialistas en el tema, simples notas a pie de página en los libros de Historia, gente que vivó esa jornada excepcional o que murió en ella, como el Emilio con quien se abre y cierra el libro: Emilio Arauzo Honorio, un encuadernador muerto en Madrid a causa de las cargas de la Guardia Civil contra los manifestantes en la noche del 13 al 14, "la última víctima de la monarquía", se le llamó... aunque en el propio libro ya vemos que no fue el último; otras personas también cayeron en sucesos similares, antes de que el cambio de régimen político deviniera inevitable y el rey abandonara su reino al convertirse éste en república.

Paco Cerdá aborda esta ficcionalización (horroroso palabro, lo siento) de tal acontecimiento histórico centrándose, al a manera de Éric Vuillard en 14 de julio o ese otro escritor español tan patriotero sobre el 2 de mayo de 1808, en las vivencias individuales, luego parciales, del hecho, pero que dan una atinado panorama del conjunto, con pericia y talento más que suficiente para salir airoso del cometido. Sobre todo, de la difícil tarea de encontrar el punto justo entre el rigor histórico, la diferenciación de los personajes y su devenir, la amplitud de miras y el tono trascendente -incluso épico, aunque se trate más de una epicidad civil o popular, más que guerrera-; Tampoco olvida las puntadas líricas que encontramos en más de una ocasión... aunque aquí he de decir que tal vez se le vaya un poco la mano con lo lorquiano, en mi opinión. No es ésta, sin embargo, la única referencia poética que encontramos, tanto en castellano como en catalán o valenciano y resulta un placer ir descubriéndolas.

En conclusión, estamos ante una estupenda narración sobre un retazo de Historia, el nacimiento de la Segunda República española, que quizás haya quien juzgue como un momento ya trasnochado o apolillado, pero otros muchos consideramos perfectamente pertinente hoy en día. Porque, si se me permite expresar una aspiración política (que no tiene por qué coincidir con las del autor del libro ni, mucho menos, de mis compañeros de blog), en mi opinión la Tercera ya está tardando...


También de Paco Cerdà en Un Libro Al Día: El peón