Título original: La Bataille d'Occident
Traducción: Javier Albiñana.
Año de publicación: 2019.
Valoración: recomendable.
Tiempos convulsos: los conflictos en Gaza, en Ucrania, no acaban de solucionarse. Trump irrumpe en ellos con voluntad de negocio y de relevancia personal, pero sus intenciones (las aparentes, seguro que las ocultas darían para manuales de psicología y para epílogos maquiavélicos) no acaban de concretarse en la clase de acuerdos que acapararían portadas en el primer mundo: alto el fuego, cese de hostilidades, acuerdos de mínimos, etc. Así que nos vemos obligados a vivir con la espada de Damocles de un conflicto global, ese otro concepto tan apreciado por los media. Escalada bélica. Uh. El coco con el que convive el planeta desde 1945, aquél que parecía alejado definitivamente con la caída del Muro, una especie de pesadilla recurrente que captura nuestra atención de manera inmediata y que genera tanto debate en el que la adscripción a un bando u otro parece una posición ineludible. La tertulia televisiva como gulliverización de los parlamentos.
Por eso no acabo de entender que, en un ejercicio que compararé inadecuadamente con lo de sacar flores del estiércol, la fascinación, aunque sea alejada en el tiempo y con una obvia intención estética, por los conflictos globales (en este caso, la Primera Guerra Mundial) se canalice en algo que, aunque seguro que sea mi apreciación, acaba otorgándeles una especie de pátina poética. Como una relativización, un poco al servicio de sus resultados estrictamente formales. Curiosamente, mis experiencias más recurrentes con la temática son con dos autores también franceses: Echenoz (poco se sabe de él) y Lemaitre (más activo y con una obra más variada) pero esta obra de Vuillard, -que por lo que veo ha hecho de este tipo de adaptaciones una marca personal - aunque creo que desde un sentido puro de lo literario (lenguaje cuidado y una cierta querencia por sacrificar la crudeza propia de estas narraciones por ciertas metáforas que podrían sonar a esteticistas), e incluso en su trasfondo más meramente intelectual, podría recomendarse hasta con cierto entusiasmo (que me he ahorrado), he de insistir en que, como lector, me descoloca que enmascare tanta sordidez. La de los jóvenes ciudadadanos movilizados, la de los cadáveres, los heridos, el frío y la suciedad de las trincheras, el enorme sacrificio humano al servicio de los grandes intereses, de las fronteras, de la dominación global, de la imposición de los totalitarismos, todo ello aprovechado en este tono, que no es frívolo ni banal, ni irrespetuoso, pero que tampoco me parece provocador ni irreverente.
De Vuillard en ULAD: aquí
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