Año de publicación: 1971
Valoración: Imprescindible
¿Por dónde empezar a la hora de hablar de un libro como “Eisejuaz”: por lo sorprendente que resulta que una escritora de la alta sociedad bonaerense escribiera semejante novela, por su estilo, por sus influencias, por su fuerza?
Creo que lo mejor es empezar diciendo que Eisejuaz es una novela alucinada, alucinante y alucinógena, un texto marcado por la relación de Lisandro Vega / Eisejuaz con la divinidad y en el que las reminiscencias bíblicas ya desde los títulos de los diferentes capítulos (La peregrinación, Las tentaciones, El desierto o Las coronas) son enormes.
Podríamos resumir (resumen resumido, como dice la compañera Beatriz) el argumento de Eisejuaz en el camino de redención o liberación a través del sacrificio de Lisandro Vega / Eisejuaz, un mataco grande y fuerte de un paupérrimo norte argentino. Se trata de un hombre criado en las misiones establecidas por los gringos en la zona y, por tanto, marcado por diversas dualidades y por una peculiar relación con lo divino. Fruto de esa relación y de esas dualidades son las diversas revelaciones, premoniciones y presagios de los que es (¿o quizá cree ser?) testigo. Una de ellas, con la que arranca la novela, es el encuentro con Paqui, blanco enfermo, marginal y oportunista a quien Eisejuaz considera una señal enviada por el Señor para dar comienzo a la última fase de su vida, plena de entrega y obediencia ciega.
Los tres capítulos siguientes (Los trabajos, La peregrinación y Agua que corre) son la explicación del nacimiento de Eisejuaz, desde la primera aparición de su Dios cuando apenas era un crío, y de las diversas dualidades o choques que condicionan su carácter y su vida. Así, por ejemplo destacan el choque económico, cultural o racial entre el hombre blanco y el indígena, el cual provoca mutuas incomprensiones, desconfianzas, rencores, etc, el choque entre cristianismo y cosmovisión indígena, que provocará la expulsión de Eisejuaz de la misión en la que vive y el inicio de su camino de redención, a medio camino entre los éxtasis místicos (sueños, apariciones, etc) y sus caídas en el alcohol o la locura.
A partir de ese momento, la narración vuelve al punto inicial y continúa por su senda más “bíblica”, con sus tentaciones, sus travesías por el desierto, su discurso en el “Monte de los Olivos”, sus bienaventuranzas, sus postreros intentos de redención, etc.
Claro que los tres párrafos anteriores son solo una de las posibles lecturas de Eisejuaz. Porque la novela admite otras interpretaciones, quizá más acertadas. Pero más allá de su argumento, sorprendente por proceder Gallardo de una familia de la alta sociedad bonaerense sin aparente contacto o interés por el mundo indígena, destaca el aspecto formal de la novela. En primer lugar, Gallardo crea un personaje escindido entre dos realidades y producto de esa escisión es la elección del lenguaje en el que se expresa Eisejuaz. Un castellano “contaminado”, plagado de frases cortas como latigazos, de elipsis, omisiones y errores gramaticales - no se comemos, no se trabaja bien, se es flojo - , que liga a Eisejuaz y a Gallardo con autores mal llamados indigenistas, como José María Arguedas (aquí las reseñas de El sexto y El zorro de arriba y el zorro de abajo) o Manuel Scorza (aquí la reseña de La tumba del relámpago), aunque en el caso de Gallardo me parece una narración más oscura, más turbia, más sucia. En segundo lugar, la elección de la primera persona y de una visión entre desquiciada y desquiciante, que hace pensar inevitablemente en Faulkner o en Rulfo. En tercer lugar, la penetración de la autora en una mente como la de Eisejuaz y su capacidad para extraer imágenes tan brutales y perturbadoras como hermosas, aunque siempre desde un estilo sobrio y áspero, alejado de todo barroquismo.
No sigo. Creo que es más que suficiente como para que os hagáis una idea de lo que representa una novela tan exigente, compleja y salvaje como “Eisejuaz”, una novela con una potencia fuera de toda duda, una magnífica novela.
También de Sara Gallardo en ULAD: Enero y Los galgos, los galgos
También de Sara Gallardo en ULAD: Enero y Los galgos, los galgos
18 comentarios:
Este libro es una locura de bueno!! Cómprelo señora! Hágale caso a Koldo.
Dan ganas de salir ya a buscarla! Qué reseña tan magnífica y entusiasta!
Uf, cuánta responsabilidad! A ver si nuestros lectores argentinos corroboran mi opinión (o no). Aunque con lo que ha dicho Richard Ford debería valer!
Un saludo
¡Hola, Koldo! Soy lectora argentina (porque los mencionás) e hija de Sara. ¡Me encantó tu nota, muchas gracias por ella! "Eisejuaz" es un librazo y Nicolás Dellamea mi héroe por haberla publicado en España. ¡¡Gracias de nuevo por tu entusiasta y perceptivo artículo!!!
Con respecto a lo que en tu nota llamás alta sociedad bonaerense, por el lado materno mi madre pertenecía a una familia afrancesada y liberal, por el paterno a una familia hispanista y nacionalista. Ambas familias estaban vinculadas con las letras, la historia, el periodismo y, lo que es importante acá, ninguna era terrateniente. Son familias burguesas ilustradas urbanas. En ambas familias había una percepción de que la biografía personal y la historia de la Argentina se entretejían. El vínculo (incluso genealógico) con los pueblos originarios era algo de lo que -por lo menos su lado paterno, el nacionalista- se enorgullecía. La discusión acerca del derecho a ser argentino, por decirlo así, pasaba más bien por el desprecio a la inmigración española e italiana de finales del siglo XIX y del siglo XX. Si bien mi madre no participaba de este rechazo y era mucho más moderna en su concepción de lo que significa ser parte de un país (su novela "Pantalones azules" es una crítica a este nacionalismo), bebió desde chica la fascinación por la Argentina profunda.
Perdón: solo quería aclarar que su origen social no se contradecía por su interés por los pueblos originarios y me quedó una parrafada pseudosociológica insoportable. Como me dio bastante trabajo, la dejo, pero lo que importa acá es: ¡¡¡GRACIAS POR TU NOTA!!!
Hola, Paula!
Lo primero (y principal) es agradecerte la puntualización. Me dejé llevar quizá por un prejuicio bobo y no me informé bien del todo.
Lo segundo es decirte que me hace muchísima ilusión que la reseña te haya llegado y te haya gustado. De verdad, cosas como esta hacen que el esfuerzo merezca la pena.
Y por último quiero decirte que ahora necesito leer todo lo que escribió Sara Gallardo: Enero, Los galgos, los galgos,... TODO. Ya habrá más reseñas por aquí de una autora que pasa a mi particular Olimpo de autoras argentinas (con permiso de mi admirada Silvina Ocampo)
Muchas gracias
¡Hola, Koldo! No, no fue un prejuicio bobo, es difícil de explicar la sociología de esta burguesía urbana, y está bien "alta sociedad bonaerense", pero creo que lo que quería decir, también, es que no tenían el tipo de dinero (ni la barbarie) que tuvo o tiene en la Argentina la la clase terrateniente, que es otra cosa. Yo no tengo idea de los infinitos matices, pero en este caso, por ser cercano, puedo hacer un resumen esquemático, no mucho más.
Con respecto a su obra, las novelas preferidas por ella fueron Eisejuaz y Enero, ambas publicadas por Nicolás. ¡Admiraba muchísimo a Silvina Ocampo, estaría muy orgullosa de que la incluyas en un Olimpo del que forma parte Silvina!
Si querés más libros de ella, escribime por mensaje privado al Twitter de Ediciones Winograd.
Saludos amistosos y gracias de nuevo.
Menudo lujo leerte, Paula. Koldo, he de decir que fui a la biblioteca a buscar Esejuaz. No lo encontré y me traje Los galgos. Llevo toda la tarde leyendo. Me está gustando mucho!
Jo, soy un influencer!!! Ya nos contarás
Me lo apunto, que tiene buena pinta.
Que libro extraño y bello has logrado! Dijo Mujica Lainez. No se me ocurre nada mejor para describir la sensación que me ha producido.
Gracias, gente de ULAD por hacerme descubrir esas joyas.
Hola, Magda:
La cita que mencionas aparece en la contraportada de la edición que yo he leído y me llamó mucho la atención. Me resulta difícil imaginar un autor con un estilo más contrapuesto al de Sara Gallardo que el gran Mujica Lainez!
Dicho esto, me alegra mucho que hayas llegado al libro gracias a nuestra reseña y que, además, te haya gustado.
Por último, gracias a ti por leernos y transmitirnos tu opinión sobre el libro.
Un abrazo
Recién leo esto, Koldo. De acuerdo en todo, sobre todo en las reminiscencias a Rulfo ya que aún no he leído ni a Faulkner ni a Arguedas.
Me llamó la atención lo que escribes sobre la clase social de Gallardo, ya que deconocía este aspecto. Ahora me resulta más inquietante que haya logrado una atmósfera tan potente del mundo mataco a través de la escritura.
No había leído el comentario tan rico y esclarecedor de Paula. Vaya, Koldo, que te has convertido en todo un influencer. Genial leer las impresiones y aportes de ambos.
Amigo, en la reseña de "Enero" hay una pequeña entrevista (aunque muy jugosa) con Paula. Y lo de lo Faulkner hay que remediarlo lo antes posible!¡
Un abrazo!!
Listo. Me pondré con Enero este mes para leer la reseña.
¡Y Faulkner este año!
Un abrazo de vuelta, Koldo.
Estoy leyendo Eisejuaz (me quedan como 20 páginas). No había leído algo tan intenso desde "Pedro Páramo". Es un libro que empieza a ser ya de culto y acabará convertido en un clásico. Leí antes su único libro de relatos "El país del humo" y ya me había gustado mucho, pero "Eisejuaz" es sencillamente magistral. Crea un lenguaje, un mundo y un personaje sin fisuras. Parece escrito en trance, tal es la fuerza que transmite. Voy a seguir con "Enero" que ya lo tengo localizado. A ver si hacemos de Sara Gallardo pronto una autora superventas, aunque , desgraciadamente sea a título póstumo.
Amén, Andrés. Una escritoraza tremenda!
"...una novela tan exigente, compleja y salvaje como “Eisejuaz”, una novela con una potencia fuera de toda duda, una magnífica novela."
Impecable el colofón de la reseña. La leí hace más de un año, escogida al azar entre el fondo de Letras Corsarias (Salamanca) y me sigue todavía viniendo a la cabeza la potencia de la novela...y el caso es que no sabría explicar muy bien el hilo argumental, si es que lo tenía...
Sin embargo, valorarla como imprescindible puede ser algo excesivo. Aquí ya entramos en el eterno debate en dar valoraciones tales como imprescindible, muy recomendable, recomendable a secas, etc. etc.
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