lunes, 9 de noviembre de 2009

Julio Llamazares: La lluvia amarilla

Idioma original: español
Año de publicación: 1988
Valoración: Muy recomendable

Me parece casi imperdonable que hasta ahora no me haya acordado de esta novela, que releí además no hace mucho, y que es una de las obras, creo yo, más poéticas y mejor acabadas de la segunda mitad del siglo XX en España. Con una obra relativamente breve (seis novelas, algunos volúmenes de relato y varios libros de ensayo), Julio Llamazares ha conseguido colarse entre los nombres imprescindibles de la narrativa de España desde la Transición.

La lluvia amarilla es un libro breve pero denso, al que se le pueden encontrar ciertas similitudes -en el ambiente y los aspectos sobrenaturales- con Pedro Páramo, de Rulfo. Sólo que esta vez quien cuenta la historia no es quien se ha ido y vuelve -a Comala-, sino quien se ha quedado -en Ainielle, un pueblo del Pirineo aragonés-, hasta convertirse en el último habitante de un pueblo ahora decrépito y corrompido por la lluvia y la soledad.

La novela no cuenta más que eso (que no es poco): el lento proceso de despoblamiento de un pueblo de montaña -como tantos pueblos reales, como el propio pueblo natal del escritor, Vegamián, anegado por un pantano-. Cuenta, desde el punto de vista de su último habitante, cómo se van yendo los jóvenes, los ancianos, todos, hasta que sólo quedan tres personas y un perro; luego dos personas; luego una. Con un estilo poético y una visión cercana a veces al realismo fantástico, por la novela se pasean los fantasmas, los lobos, los recuerdos y sobre todo la lluvia, que todo lo borra.

Una novelita preciosa, melancólica pero que gusta leer, y que está escrita con una precisión y un ritmo admirables.

También de Julio Llamazares en ULAD: Luna de lobosEl cielo de Madrid

7 comentarios:

Flora dijo...

Totalmente de acuerdo, una obra maravillosa, muy poética, narrativamente muy bien llevada. Si estos libros tuvieran un poco más de difusión, mucha gente empezaría a conocer la buena literatura y disfrutarla. Ya es hora de que se les quite la etiqueta de aburridos que tienen ahora para una gran parte del público.

-- marcaching -- dijo...

Aunque muy triste, este libro es sencillamente maravilloso. Es uno de mis favoritos y de vez en cuando me gusta releer pasajes.

Completamente de acuerdo con toda la reseña.

Saludos.

Laura Arena dijo...

Este escritor es simplemente maravilloso. Que manejo del lenguaje, te hace sentir todo el tiempo que estás alli, en Anielle. Un placer haberlo descubierto.
Muy de acuerdo con la reseña.

Anónimo dijo...

Un clásico ya. Para mi inolvidable, de esos libros que te quedan para siempre. Delicado, conmovedor y áspero a la vez. De una belleza silenciosa admirable. Cuando lo veo en una librería o me saluda desde mi biblioteca me produce sensaciones encontradas, la de satisfacción y melancolía de haberla leído con gran placer por un lado y, por otro, disculpad la pedantería, la pena de haberlo leído ya. Lo mejor de Llamazares sin ningún género de dudas con permiso de sus Catedrales - maravillosos libros los dos no sólo de viajes o de arquitectura/arte sino del sentir de la variopinta gente de este país - y de su Tras os Montes, delicioso recorrido por un Portugal muy poco conocido para la gran mayoría, por ese Portugal vaciado, que allí también cuecen habas si hablamos de abandono y despoblación del mundo rural.

Berta dijo...

Bellísimo libro. Qué manera de homenajear a su pueblo abandonado de León y a los tantos que hay por España con esta historia en el Pirineo de Huesca. Emocionante y con una prosa, que algunos llaman poética, portentosa. Muy muy recomendable y más para leer con un café o un té humeantes en cualquier tarde de invierno.


Javi Vera dijo...

Recomendable para todos aquellos a los que le interese la problemática tan en boga (sobre todo en vísperas electorales) de la España vacía. La sensación es tan demoledora como bella es su escritura. Para Llamazares es una de sus obsesiones, que queda reflejada en muchas de sus obras incluida su poesía. La lentitud de los bueyes, de 1979 y Memoria de la nieve, de 1982 son dos poemarios bellísimos y durísimos que tratan el asunto con una delicadeza y una melancolía apabullantes. Lluvia amarilla (1988) no es sino un tercer poemario "disimulado" pero utilizando la prosa, supongo que con la intención del poeta de explorar nuevos horizontes literarios y llegar a más gente.

Para mi la valoración de La Lluvia amarilla es un imprescindible.

Lucía dijo...

Suscribo totalmente la reseña de Santi