Año de publicación: 2024
Valoración: recomendable
Solo los muy cafeteros de ULAD recordarán a Estíbaliz 'Esti' Madrazo; para quien no llegara a leer ninguna de sus reseñas, bastará decir que ella fue uno de los tres miembros fundadores del blog, con el que colaboró durante años. De hecho, su breve perfil en la página "Sobre los autores" la describe como "voluntaria internacional en Guatemala y trabajadora social en Argentina", lo que sirve para introducir el tema de este libro, El viaje.
Porque lo que El viaje cuenta es, precisamente, la trayectoria de Estíbaliz Madrazo en su periplo como voluntaria y trabajadora social en Guatemala y Argentina, así como posterior su regreso a Bilbao. A través de las páginas del libro, estructuradas como entradas de un diario de longitud variable (pero generlamente breves), conocemos a su familia, a sus amigos, a los niños con los trabaja, a un denso universo de personajes secundarios, a veces pasajeros, siempre tratados con ternura, con una delicadeza sutil y muy humana. Las circunstancias e historias que se narran son a veces terribles (por ejemplo, cuando se narra un derrumbe en un basurero guatemalteco que sepulta a quienes rebuscaban en él algo aprovechable), pero incluso en esos casos, a través del dolor se encuentra poesía o solidaridad.
De hecho, un aspecto esencial de este libro, sin el cual sería completamente diferente, es la mirada de la narradora y protagonista. Son numerosos los capítulos que se inician con un "veo" o "miro"; el mundo exterior, y sobre todo los seres humanos que la rodean, impactan en la consciencia de la narradora, y lo que tenemos en El viaje es el resultado de ese impacto, la presentación de los sentimientos y reflexiones que ese impacto provoca, en un lenguaje transparente y cercano. Es cierto (para que no se me acuse de decir solo cosas buenas del libro de mi amiga) que si se lee el libro todo seguido, puede llegar a haber una cierta sensación de repetición de temas y técnicas, por lo que quizás sea mejor alternar esta lectura con otras, para hacerla durar.
Copio solo uno de esos fragmentos para dar una impresión del tono y el estilo del libro:
Ya es de noche. Detrás de los árboles están las ventanas, con luz amarilla y ruido dentro. Me asombran tantas vidas asomadas a un mismo paisaje y pienso en ellas con curiosidad. Imagino su intimidad de este instante: riendo, despidiéndose, dudando, haciendo el amor. Y camino por la acera mirando hacia arriba, preguntándome si alguno me estará viendo desde allá. Hasta que llego a mi casa, abro la puerta, dejo las bolsas y me convierto en otra ventana ilumnada.
Si hubiera escrito esta reseña hace unos años, hay una palabra que probablemente habría utilizado: "cursi" (y bueno, al escribirla aquí también acabo de utilizarla en esta reseña). Porque es cierto que El viaje se basa en una expresión desnuda de los sentimientos de la autora/narradora/protagonista, sin aplicarles el filtro de la distancia o la ironía que se considera "de buen tono" en la literatura elevada. Sin embargo, en los últimos tiempos me he replanteado el por qué consideramos "de buen tono", precisamente, la contención o el recato emocional, cuando no una frialdad cruel. Las reflexiones de la poeta Paula Melchor, a quien espero reseñar en breve, me han ayudado también a repensar esas fórmulas de lo que Aixa de la Cruz llama "escribir como los chicos" en Cambiar de idea. Quizás tengamos que reeducarnos en nuestra forma de mirar y de leer, replanteándonos lo que consideramos "elegante" o "elevado".
En un momento cultural y político en que predomina lo que Mauro Entrialgo llama Malismo, lo cursi, lo sentimental, las emociones que nos conectan con otros seres humanos son de hecho revolucionarias.
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