Título original: The Halloween Tree
Año de publicación: 1972
Traducción: Matilde Horne
Valoración: entre recomendable y está bien
Sé que para muchos de vosotros/as la fiesta de Halloween es ya algo tan tradicional como la de la patrona de vuestro pueblo (esto no va por vosotros, amigos/as de México; no es de extrañar, después de décadas viendo en películas y series de televisión cómo los norteamericanos se los pasaban pirata, mientras que en España la costumbre era ir a ver una representación del tenorio y, al día siguiente, al cementerio a limpiar las tumbas de los parientes fallecidos (evidentemente, no hay color, no le estoy recriminando a nadie la adopción de costumbres foráneas, teniendo en cuenta, además que la hibridación cultural puede producir resultados de lo más interesante). Vale, ya sabemos, por tanto, lo de los disfraces, las calabazas y los caramelos, pero, ¿de dónde viene, exactamente, la fiesta de Halloween, el Día de los Muertos, la Noche de Brujas, Todos los Santos o como queramos llamarla? Pues eso es lo que trata de enseñarnos Ray Bradbury con esta novelita. O enseñar a los chavales, más bien, puesto que se podría decir que es una novela eminentemente juvenil.
Resumen resumido: un grupo de chicos de un pueblo de Illinois salen a pedir dulces la noche del 31 de octubre. Se queda, sin embargo, el más popular de todos ellos, llamado Joe Pipkin, que no se encuentra bien y les cita para más tarde en un caserón de las afueras con pinta de casa encantada. Allí, además de encontrarse el fabuloso Árbol de las Brujas que da título al libro, reside el enigmático y asombroso señor Mortajosario quien les llevara en un viaje a través del tiempo para conocer los orígenes de la celebración de esa noche, además de buscar al desaparecido Pipkin. Un viaje fantástico y, por momentos, aterrador que puede considerarse como iniciático o de crecimiento, aunque en la novela los protagonistas pasen de ser niños a... seguir siendo niños (aunque más conscientes). Por eso el libro podría entrar en la categoría de "categoría juvenil", sin que ello impida que cualquier adulto pueda disfrutar sobremanera con su lectura.
Algo que también sucede, aparte de la originalidad de la trama, elementos supranaturales, etc., por el estilo de la prosa de Bradbury, bastante reconocible por su enfatismo, su gusto por las metáforas a todo trapo, por el toque poético incluso en párrafo más anodino... un estilo, que, en principio, no me atrae demasiado. He de reconocer, sin embargo, que a esta pequeña novela, seguramente debido a su carácter fantástico y alegórico, le queda como un guante y en ningún momento se siente como exagerado o extemporáneo -y eso que el señor Mortajosario... es decir, Carapacho Clavícula Mortajosario, que ahí es ná, hace todo lo que puede para que sea así- e incluso ese lirismo que en otros textos puede parecer algo fuera de lugar,aquí resulta incluso conmovedor. Los capítulos, además son bastante cortos y ágiles, llenos de acción, lo que facilita que el libro se lea en un plis-plás y, aunque no resulte una novelette redonda, (quizás porque hoy en día nos resulte todo ya un poco visto, no así, supongo en 1972), me parece perfecta para leer hoy, esperando a que llegue la noche y se abra el pasaje entre el mundo de los vivos y el de los muertos, como toca en esta fecha señalada. Tened cuidado, que la medianoche no os pille en el otro lado...
Más libros de Ray Bradbury reseñados en este blog: La feria de las tinieblas, Crónicas marcianas,Fahrenheit 451

 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario