viernes, 23 de agosto de 2013

Concha Alós: Las hogueras

Idioma original: español
Año de publicación: 1964
Valoración: Recomendable
                                                 


Leo por ahí que Concha Alós ha sido la única mujer que ha ganado dos veces el Planeta –tal como era entonces–, que tuviese que renunciar a uno de los premios no le quita ningún mérito. Nacida en los años veinte, aclamada por crítica y público a pesar de sus ideas que la censura pretendió silenciar, fallecida hace solo dos años, esta escritora se ve hoy día injustamente olvidada y su obra descatalogada a pesar de que ofrece un testimonio inestimable de una época que, sin embargo, es recreada a menudo por novelistas que se suponen bien documentados y no ofrecen más que una mala caricatura de esos tiempos, filtrada por el tamiz de la actualidad y, en consecuencia, plagada de anacronismos.

Nada más obvio. Para conocer lo que fueron la guerra y la posguerra hay que empezar leyendo a los que vivieron entonces (Marsé, Sánchez Ferlosio, Benet, Matute, Goytisolo, Martín-Santos). Luego lee lo que  quieras. Y compara.

Dicen también que sus procedimientos narrativos estuvieron siempre algo desfasados con respecto a lo que se llevaba entonces. Lo que yo veo es un estilo cuidado, con un mimo en ocasiones demasiado evidente, algo inseguro otras o a merced de las erratas de imprenta, no lo sé. Sin embargo, y aunque quizá no esté al nivel de los mencionados, su prosa tiene mejor factura, está bastante mejor ejecutada que algunas obras que, con la excusa de cumplir plazos editoriales, se acaban hoy a toda prisa. A Alós le interesan de verdad los temas que trata, los vive, y eso se nota. Motivo de sobra para volver a ella y leerla atentamente a ser posible.

Las hogueras es un relato pausado, una estampa dinámica de lo que sucede a lo largo de unos meses en un pueblo mallorquín. Como una cámara que registrase las horas del día o la arena barrida por las olas y hubiese que acelerarla para poder observar los cambios, esta novela coral va registrando la monótona existencia de unos personajes atrapados por el lugar donde nacieron, o por una elección apresurada, o por su propia imposibilidad de ser distintos. Pero cada cambio imperceptible se convierte en decisivo y, con el tiempo, todo evoluciona; sus vidas se acaban transformando, a pesar de los sueños de unos y otros no siempre para bien, porque nadar contra la corriente puede acabar agotando y dejarse arrastrar por ella no satisface casi nunca.
Todo era triste, miserable y feo. Sibila se sentía como un perro al que un coche a toda velocidad ha abandonado en una carretera desconocida. Un perro que hubiera seguido locamente el olor de sus dueños (…) y que ahora, agotado, con las almohadillas de las patas sangrantes, hubiera perdido el rastro y vagara vencido, lentamente, no sabía por dónde. Su mundo, el mundo que él amaba, estaba muy lejos y no podía alcanzarlo. Lo demás no tenía interés.”
Lo que Alós transmite es, en definitiva, una visión pesimista y desesperanzada de la vida en los años sesenta. La naturaleza abruma, el aburrimiento desgasta, la falta de perspectivas paraliza. Los protagonistas –que se acercan, quizá, al estereotipo– atrapados por las convenciones, incomunicación, pobreza, tedio, vulgaridad y ambiciones frustradas, no parecen tener salida. Y las mujeres todavía menos. De ahí el radical fracaso del que no se libra nadie.

1 comentario:

Montuenga dijo...

Eso es lo que se intenta, Amparo, divulgar lo que se pueda y expresar la más sincera opinión. Gracias a ti por leernos.