miércoles, 7 de junio de 2023

Louis-Ferdinand Céline: Guerra


 
Idioma original: francés

Título original: Guerre

Año de publicación: 2022

Traducción: Emilio Manzano

Valoración: recomendable

Entre la fauna literaria francesa existe una variedad del (no tan) enfant terrible que busca épater les bourgeois, que es la del escritor abiertamente de derechas y a menudo ultra, que lo que busca es ganar fama, prestigio y euritos (antes, y muy convenientemente, francos) epatando a los izquierdosos o, al menos, a la progresía biempensante. Ejemplo que, por cierto, han seguido y siguen algunos escritores y columnistas españoles, más aún en estos tiempos en que la provocación reaccionaria rema a favor de la corriente, por más que se empeñen en convencernos de lo contrario. En el caso de Francia, siempre por delante en esto del espectáculo cultureta, la provocación no se limita a soltar unas cuantas boutades xenófobas o machistas: hay quien incluso trata de llamar la atención protagonizando (o intentándolo, al menos) una película porno... Lo que sea para camuflar la propia medianía literaria, pues todo apolojeta reaccionario francés sabe que nunca podrá alcanzar el nivel de su santo patrón, que no es otro que (sí, ya llego, por fin) Louis-Ferdinand Céline.

Porque además, para ser un escritor malote de extrema derecha, no basta con meterte con los árabes, escaquearte de pagar impuestos o defender en público la conspiranoia de "la Gran Sustitución". Eso lo puede hacer cualquiera y palidece con haber colaborado con la Gestapo, huir de Francia para que los resistentes no te den matarile, acabar preso en un castillo de Dinamarca y ser declarado desgracia nacional en tu propio país (bueno, para esto nuestro amigo Michel sí que está haciendo méritos). Fue a raíz de esa huida, en 1944, cuando del apartamento parisino de Céline le fueron sustraídos varios manuscritos, algunos aún sin publicar y que, tras vete a saber qué vicisitudes, han vuelto a aparecer 85 años más tarde (para quien desconfíe, parece que no hay dudas sobre su autoría). Uno de ellos es el de esta Guerra, una novelette (tentado he estado de etiquetar la reseña como "zoom"), aunque parece que en origen podría tratarse de una parte de una conjunto, quizás una trilogía: en todo caso, pronto se publicará otra novela, continuación de ésta, titulada Londres.

La novela está tan basada en la propia vida de Céline, que cayó herido durante los primeros meses de la I Guerra Mundial, como relacionada con sus dos libros más extensos, Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito, pues, de hecho, fue redactada entre ambos. Nos cuenta la historia del joven Ferdinand, brigadier en un regimiento de caballería y único superviviente de un ataque alemán en Bélgica quien, a causa de sus heridas, es trasladado a un hospital militar en la retaguardia, aunque cerca del frente, en la ficticia ciudad de Peurdu-su-la-Lys, donde trabará relación con personajes peculiares, como la jefa de enfermeras L'Espinasse, la complaciente camarera Destinée, su compañero de convalecencia Bébert -luego llamado Cascade- y la mujer de éste, Angèle. 

Pero que nadie se llame a engaño: ésta no es una novela bélica al uso, si bien la guerra y, sobre todo, sus consecuencias están siempre presentes con su crudeza. Aunque, a partir de cierto momento, quizá se trate más de una suerte de novela picaresca, aunque algo sui géneris, que narra la degradación moral -o no, según se mire- de un joven, hijo de una familia de la pequeña burguesía francesa, que cae, aun sin demasiada oposición por su parte -parece que el pollo ya apuntaba maneras- en una vida digamos delincuencial... El sexo, además, está muy presente a lo largo de toda la narración, con un erotismo (por decirlo así) un tanto zafio o incluso perturbado, en el caso de la enfermera L'Espinasse; sin embargo, yo no diría que esta pulsión sexual, pese a su importancia, sea el leit-motiv de la novela, sino, en todo caso, es uno de los canales que encauzan el auténtico tema: la oposición a la sociedad biempensante que había acabado por organizar esa guerra en la que morían sus hijos. De ahí que tenga también gran importancia en la trama el desprecio que siente Ferdinand hacia sus progenitores (si bien parece que el autor del libro se llevaba bien con los suyos). Este desencuentro entre la conveniencia burguesa y la cruda realidad no tiene por qué mostrar un aire trágico; de hecho, encontramos a este respecto una escena vodevilesca especialmente hilarante.

En cuanto al estilo, debemos recordar -y lo hacen, además, un prólogo del editor y numerosas notas finales- que este libro es la transcripción de un manuscrito que, si bien parece terminado, hubiera necesitado aún un pulido final; de ahí que haya ciertas incoherencias, cambios o palabras ilegibles. No obstante, también encontramos muchas páginas magníficas, de una fuerza y magnetismo literario indudables -el comienzo de la novela, sin ir más lejos-, así como ciertas reflexiones que, si bien, vienen de un escritor no demasiado recomendable e incluso deleznable en algunos aspectos, no dejan de poseer profundidad e interés. Como muestra, a despecho del tono soez que caracteriza a buena parte de la novela, me permito reproducir este párrafo para terminar la reseña:

"Voy por las calles más estrechas. Vomito discretamente bajo los porches cuando me da. Parece ser que el frente ahora está a cuarenta kilómetros, por delante y por detrás. Pienso adónde iría si me escapara. estoy rodeado de tierra podrida por todas partes, me digo. Habría que poder pasar a un país del extranjero donde la gente no se mate. pero no tenía salud, ni dinero, ni nada. Estás asqueado, cuando has visto durante meses los convoyes de hombres con todo tipo de uniformes desfilar por las calles como bancos de salchichas de azul, de verde manzana, sostenidos por unas ruedecillas que se llevan todo ese picadillo al gran mortero de idiotas. Se marchan directamente, cantan, empinan el codo, vuelven, sangran, empinan el codo otra vez, lloriquean, gritan, todo se ha ido a la mierda ya, una lluvia y el trigo que crece, otros idiotas que llegan en un barco que muge, que tiene prisa por desembarcarlo todo, y vira dando grandes soplidos y nos enseña el culo en el malecón, un barco magnífico que se marcha de nuevo, surcando las olas, para traer a otros... Siempre contentos, los idiotas, siempre de fiesta. Cuantos más machacan, mejor crecen las flores, esa es mi opinión. Que viva la mierda y el buen vino. ¿Y todo para nada!"

 

También de este autor y reseñada en Un Libro Al Día: Viaje al fin de la noche

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Épater les bourgeois" o "les bourgeoises" si son señoras.
Y disculpen la pedanteria.