Título original: Cinema Speculation
Año de publicación: 2022
Traducción: Carlos Milla Soler
Valoración: recomendable, sobre todo para fans (tanto de Tarantino como del cine, en general... o de ambas cosas, que no son excluyentes).
Todo el mundo, supongo, conoce la historia de que, durante su juventud, antes de comenzar a dirigir películas, Quentin Tarantino trabajó en un videoclub (un sitio, queridos millenials y compañeros centennials donde, por lo visto, podías ir a alquilar películas en formato VHS y más tarde, en DVD) de Los Ángeles, donde se dedicó a ver todas las películas que pudo, sin importarle que fueran de serie B o incluso Z. de ahí le viene su enciclopédico saber cinéfilo y multitud de referencias que luego utilizó en sus propios filmes. Ahora bien, en realidad sus gustos cinematográficos e incluso el estilo que luego reflejaría en su obra es algo que se fue formando años antes, durante su infancia, pues el niño Quentin tuvo la ¿fortuna? (en su caso , sin duda, pero no sé si hubiera sido lo mismo para todo el mundo- de que su madre no sólo le permitía sino que le llevaba con ella y sus amigos cuando salían a ver una peli, aunque fuera para adultos -cuidado, no me refiero a ESAS pelis para adultos, malpensados-, siguiendo el criterio de que aunque en aquellas películas hubiese escenas más o menos explícitas de sexo y/o violencia, no había problema en que un niño las viera, siempre que se adecuasen al argumento del film y pudiesen entenderse ene se contexto. De esta forma, el amigo Quentin pudo ver, a una tierna edad buena parte de las películas más polémicas e incluso escandalosas del "nuevo Hollywood" de los años 70, que le marcarían indefectiblemente como espectador y luego, como creador: a los 6 años (!), aún en 1968, vio Bullitt; a los ocho, Harry el Sucio y The French Connection; a los nueve, La huida y a los 11, nada menos que Deliverance y Grupo salvaje (madre del amor hermoso...) o, a los trece, Taxi Driver y La Matanza de Texas... entre muchas otras. Aparte de que algunos de esos amigos de su madre eran negros y le llevaban a cines donde él era la única cara blanca para ver películas del "blaxploitation" en el bullicioso ambiente al que iban dirigidas. Vamos, que se lo pasaba pirata, el chaval...
Es sobre esta educación cinéfila -e incluso sentimental, en su sentido más amplio- de lo que tratan estas Meditaciones de cine. En el libro analiza muchas de esas pelis que ya he mencionado y también otras, como Rolling Thunder -una de sus favoritas de todos los tiempos-, Fuga de Alcatraz, Hardcore, un mundo oculto... En fin, todo un festival de sensaciones fuertes, peculiares personajes al límite, venganzas implacables -de hecho, le dedica muchas páginas al género "venganzamático", especialmente fecundo en aquellos años-, estallidos de violencia... vamos, elementos todos que le sonarán a los aficionados (y -adas, que también hay muchas) al cine de propio Tarantino. de hecho, éste es uno de los principales alicientes del libro: entender de dónde le vienen a este tipo sus filias, sus obsesiones y los rasgos que le han convertido en un director tan único y exitoso.
Otro atractivo, incluso más interesante, de este libro, es que resulta una gozada para cualquier cinéfilo que se precie y que no tenga demasiados prejuicios, también hay que decirlo. Porque podrán gustar más o menos las películas de Tarantino e incluso él como personaje público, pero lo que está claro como el agua -o rojo como la sangre, en este caso- es que el tío sabe mucho de cine. Muchísimo, en realidad. Y buena parte de ese conocimiento y de su inmenso amor por el medio cinematográfico lo ha plasmado en este libro, en el que no sólo nos explica el proceso de creación de éstas y otras películas -porque, por ejemplo, cuando nos habla de la primera película dirigida por su admirado Stallone, La cocina del infierno, da antes un rodeo en el que nos habla de películas y series de televisión anteriores sobre pandilleros neoyorquinos y también de la gestación, más análisis crítico de Rocky y hasta Rocky II-,y, sobre todo, el azaroso camino que llevó a algunas películas a ser como son y no como pudieron haber sido -¿qué tal un Taxi Driver dirigido por Brian De Palma y con Jeff Bridges de Travis Bickle?-, dándole una especial relevancia a los guiones Paul Schrader, claro está, y a su obsesión por Centauros del desierto). Pero también, y esto es aún más interesante, a una parte del proceso cinematográfico al que no siempre se presta atención posteriormente: la reacción del público cuando vio esas películas en su momento y los condicionantes de por qué reaccionaban de esa forma -por seguir con el ejemplo, el entusiasmo del público setentero ante Rocky sólo se explica debido a los varios años que llevaban viendo películas deprimentes y/o cínicas sobre individuos con problemas-; una circunstancia a la que él era muy sensible en aquellos sus años mozos en los que acudía a cines de cualquier barrio de Los Ángeles a ver programas dobles e incluso triples. Además, en esta indagación de cómo se gestaron las películas que ama y de las circunstancias de su producción y exhibición, Tarantino cuenta con la ventaja de haber hablado sobre ellas con muchos de los creadores de las mismas, y así, es habitual encontrar en el libro las respuestas a sus curiosas preguntas que le dieron De Palma, Scorsese o Walter Hill... Dedica también sendos capítulos al "crítico de reserva" del Los Angeles Times, Kevin Thomas, entusiasta encargado de visionar lasa películas de explotación que tanto gustan a Tarantino; otro, especialmente instructivo, al "nuevo Hollywood" de los años setenta (Robert Altman, Dennis Hopper, Arthur Penn, Sam Peckinpah, William Friedkin, John Cassavettes, etc.), que en pocos años serían destronados por los llamados movie brats o "niños mimados del cine": Coppola, De Palma, Scorsese, George Lucas, Spielberg y alguno más. Por último, un cariñoso capítulo dedicado a Floyd, un hombre que estaba realquilado en casa de su madre y con el que el joven Quentin solía ir al cine, que, además de un criterio cineatográfico estimable, quería ser guionista y, pese a no conseguirlo, sirvió de acicate para que el joven Tarantino se iniciara, a su vez, en esa carrera; lo que es más, uno de sus guiones que quedaron inéditos le dio la idea de origen, en gran medida, de Django desencadenado. A este Floyd se le dedica, ya digo, el último capítulo del libro, sin duda el más emotivo... claro, que de una manera "tarantiniana": sentimental, sí, pero sin ñoñerías y con mucho sentido del humor.
Por último (y ya sé que la reseña me está saliendo un poco larga) el gran aliciente de este libro es que conjuga la erudición sobre el mundo del cine con una escritura ágil e incluso descarada, que lo convierten en un ¿ensayo? (no sé si llegamos a hablar de eso) muy, pero que muy divertido. Desde luego, y al menos, para quien le guste el cine, incluso sino es el de Tarantino.
Nota final: un consejo para quien lea este libro; dada la cantidad de información y de nombres de actores, guionistas, productores, críticos, etc. que se mencionan conviene tener Google a mano para ir buscando quién era éste o aquel. Muchas veces, habla de actores y actrices cuyo rostro tenemos en la memoria pero cuyos nombres, a la mayoría de los no norteamericanos, no nos dirán nada.
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