jueves, 12 de octubre de 2023

Philip José Farmer: Los amantes


Idioma original:
inglés
Título original: The lovers
Traducción: Sebastián Nusta
Año de publicación: 1961
Valoración: Decepcionante

Volvemos al terreno de la ciencia ficción, en este caso para adentrarnos en la primera novela de Philip José Farmer, Los amantes, que le valió para llevarse el Hugo de “nuevo talento más prometedor”.

Esta aventura está situada en el año +-3000 d.C., en una Tierra dividida en un puñado de grandes regiones de los cuales, cómo no, solo conocemos América. Esta (no sabemos las demás) es una sociedad opresiva y fundamentalmente religiosa, donde todo se rige por los designios del Preceptor, un extraño dios con un hermano llamado Regresor que funciona como antagonista.

Nuesto héroe, Hal, es un lingüista al que encomiendan una misión particular: tomar una nave hasta el primer planeta habitable conocido por los humanos y entablar allí contacto con una raza alienígena inteligente.

Bien, tenemos un planteamiento ya conocido: los humanos deben comunicarse con una nueva especie de la que nada sabemos. Es este un subgénero de la ciencia ficción sobre el que se ha escrito ya largo y tendido, y ha evolucionado admirablemente; en las últimas décadas se ha ido dejando progresivamente de lado la visión más asequible de la comunicación interespecies que reinaba a mediados del siglo XX, en la que este reto se veía como un problema fundamentalmente lingüístico (que no es poco), dando por hecho demasiadas cosas.

No me gusta como se ha desarrollado este cuestión en esta novela; básicamente se despacha en un par de párrafos, en los que el autor describe el aparato fonador de los aliens y sus diferencias respecto al humano, y cómo esto afecta a la pronunciación de ciertos fonemas. Entonces, si apartamos eso, ¿de qué trata realmente este libro? Lo que en un principio parecía una sátira de la religión fundamentalista y los regímenes autocráticos (que lo es, aunque algo burda) mezclada con el anteriormente mencionado problema de la comunicación, se defenestra en una deriva cada vez más absurda e ilógica que acaba tirando por la borda todo el esfuerzo previamente construido en la narración. Las cosas malas ahogan a las buenas, y hace que el resultado final no valga la pena. Vayamos por partes.

En primer lugar, el contexto: esta parte sí que me ha gustado, los nuevos tabúes de la sociedad reflejada son consistentes y coherentes, y la sensación de agobio vital está muy conseguida. Quizá, a estas alturas, ya se haya superado en otras obras de ficción, y, con un poco de reflexión, la jerarquía social reflejada es poco inconsistente, pero se le podría perdonar.

La parte de los alienígenas: podríamos pasarla también por alto, siendo un poco condescendientes. Si la trama valiese la pena podríamos hacer la vista gorda.

El argumento en sí, el meollo de la narración: no hay por donde cogerlo. Partimos de una situación inverosímil, con detalles bastante llamativos (para mal), pero la explicación que nos da el autor al final de la novela es simplemente delirante, supera las expectativas con creces. Hasta este punto no era una narración especialmente memorable, con algunas virtudes y sus defectos, pero el final es una oda al Deus ex machina como pocas he visto. Y lo peor es que es moralmente deleznable. Ofensivo para la raza humana, especialmente denigrante para las mujeres en concreto, diría que todavía más para la inteligencia del lector.

Podría explayarme más en este final, porque realmente es de los peores que he visto, pero no creo que valga la pena. Solo remarcar nuevamente que las (pocas) buenas cosas que tiene este libro no amortizan el desastre en el que acaba. ¿O debería decir agoniza?

Ignoro cómo pudo haber recibido tanta buena crítica en su tiempo, pero si quieren mi consejo, la vida es demasiado corta como para leer libros tan malos. Escojan otro cualquiera al azar, seguro que lo mejora.


Otra novela reseñada de Philip José Farmer aquí.

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