jueves, 5 de septiembre de 2024
Reseña + Entrevista: Chico Bizarro y las moscas, de Mónica Bustos
miércoles, 6 de diciembre de 2023
NOVELAS PIRAÑA #3: El unicornio de Javier Tomeo
viernes, 5 de agosto de 2022
CONTRARRESEÑA: La vida instrucciones de uso de Georges Perec
Título original: La vie mode d'emploi
Traducción: Josep EscuéDos años llevaba este libro en la estantería esperando su turno para salir del tsundoku. Su grosor, su letra "apretada" y alguna que otra reseña en la que se apuntaba su carácter "extraño" hicieron que lo fuera poco a poco dejando. ¡Grave, gravísimo error, porque tras su lectura este libro ha pasado a formar parte de mi Panteón particular!
No sé si a estas alturas resulta necesaria una sinopsis de La vida instrucciones de uso. Apenas unos apuntes serán suficientes. Como si de una 13, Rúe de Percebe parisina y gafapástica se tratara, Perec toma un inmueble parisino y comienza un recorrido de casi 600 páginas por todas y cada una de las estancias del mismo. Esto determina la estructura de libro, breves capítulos dedicados a cada uno de los pisos, y permite al autor desplegar toda su imaginación y recursos en un juego (PALABRA CLAVE nº 1) en el que mucho tiene que ver la idea del puzzle (PALABRA CLAVE nº2), de la parte y el todo. Decenas de historias, centenares de personajes pasan ante nosotros, ya sea para no volver jamás o para reaparecer al cabo de unas páginas, y quizá esa desorientación que a veces uno siente sea la principal dificultad del libro.
¿Pero entonces qué coño es La vida instrucciones de uso? Podríamos hablar de una novela, en tanto en cuanto sí que hay un hilo narrativo más o menos principal, pero creo que es más acertado hablar de un gran mosaico de microrrelatos que tienen significado por sí solos y dentro de un conjunto. Porque si bien estos textos pueden leerse como textos autoconclusivos, también es cierto que entre ellos hay multitud de relaciones que se van tejiendo a medida que avanzan y que forman una maraña autorreferencial que habrá que desentrañar.
Lo que creo que hace de La vida instrucciones de uso una obra imprescindible es la suma de varios factores:
- La ambición para tomar un espacio cerrado del que salen multitud de senderos que se bifurcan (vaya, Don Jorge Luis Borges por aquí) y que sirven para contar la historia de Francia (y de la humanidad) de los últimos 100 años.
- El manejo de diferentes registros: textos en los que se mezclan realidad y ficción conviven con textos más o menos convencionales en lo estructural que conviven (muchas veces en el mismo texto) con minuciosas descripciones de lugares y objetos, con interminables enumeraciones. El texto dentro del texto dentro del texto y así hasta el infinito (y más allá). Nada de esto chirría más allá de la posible extrañeza inicial. Una vez entres en el juego de Perec no podrás salir (o esa ha sido mi experiencia)
- La alternancia de géneros, manejados todos ellos a la perfección. Encontramos textos de carácter más o menos humorísticos, dramáticos, policiales, de aventuras, históricos... Esta variedad, unida a la brevedad y al ritmo que tienen la gran mayoría de los textos, hace de la lectura de este libro algo divertido, no se haga para nada pesada.
- La multiplicidad de temas: apenas hay dos relatos similares y mira que esto es difícil.
- El humor, al estilo de Perec. Por una parte, el más obvio, el que aúna tragicomedia y absurdo (como la vida misma); por otro, el vinculado a sus juegos de palabras y demás experimentos. Aquí es posible que algo se pierda en la traducción, pero me queda la impresión de un magnífico trabajo por parte de Escué.
Un último apunte. Es seguro que uno no puede abarcar la complejidad de este libro en una primera lectura, pero eso no es obstáculo para disfrutarlo como un enano. Y aunque quizá estaría bien una segunda lectura (en unos años, claro está) para tratar de aprehender el texto en su totalidad, eso no os debe desanimar. Cada una de las piezas del puzzle tiene un detalle, una sombra, un borde que lo individualiza y lo hace ser disfrutable por sí solo. ¿Importa, entonces, que consigamos montar el puzzle completo?
La primera reseña de La vida instrucciones de uso AQUÍ
Otro libros de Georges Perec en ULAD: El gabinete de un aficionado, Las cosas, Me acuerdo, Ellis Island, El viae de invierno y sus continuaciones
miércoles, 20 de julio de 2022
Fran Ross: Oreo
Año de publicación: 1974
Traducción: José Luis Amores
Valoración: recomendable
Negra, judía, y mujer. Y, seguramente, pobre. Oreo (Christine, en realidad, que ha recibido el sobrenombre por el contraste entre labios oscuros y blanca dentadura) no es un personaje que vaya a acometer una vida fácil. Encima, se encuentra en el Nueva York de los primeros setenta, en medio de un ambiente caótico, resultado de la situación de la época. Persisten los comportamientos discriminatorios de todo tipo, la marca de Vietnam tizna la sociedad USA, hay una efervescencia artística condicionada por la cultura callejera y el uso de los narcóticos. Es una novela única en muchos sentidos. La única publicada de su autora, y una experiencia que quien espere una novela al uso puede considerar inasequible. Porque, me vienen a la memoria otras obras de marcado perfil afroamericano como la extraña Mumbo Jumbo o la muy ácida El vendido, cualquier intento de afrontar estas páginas esperando una narración convencional se va a encontrar con una narración irónica y chispeante, pero huidiza de cualquier patrón convencional, aunque sea para acabar encontrando semejanzas con el clásico griego de Teseo (lo siento, no llego a conocer a los clásicos, dicha relación viene establecida en una tabla de equivalencias al final del libro, junto al profuso y rothiano glosario de términos en yiddish) y convenir, de forma algo chocante, que estamos ante una muy libre y casi disruptiva adaptación.
Y, desde luego, no es nada descabellado relacionarla con Gaddis o Barth o Pynchon. De hecho, éste último parece rendirle un homenaje en los paseos detectivescos en Vicio propio, y ese ambiente narcótico y desencajado le pega a la perfección a la segunda mitad del libro, aquella en que Oreo, descarada, segura de sí misma, con una chulería impropia de las tres (o cuatro) condiciones relacionadas, se da un paseo que incluye toda serie de locales de mal ambiente de la ciudad. Quizás por eso, pero creo que es algo forzado, se atribuyen propiedades feministas. Porque entra en un burdel y se lía a palos con el proxeneta y parece liberar a las prostitutas, o darles la opción de que elijan su futuro. Pero no he percibido esa sensación por encima de la negritud. Como si fuera un personaje de una novela de Boris Vian, restémosle cierto sesgo de crueldad, Oreo se pasea y charla con la gente, conocida o no. Salpica su fraseo descarado de términos yiddish pero esta no es una novela que preste atención ni a la Shoah ni al judaísmo. Quizás un guiño de la novela de difícil interpretación, a lo mejor una ampliación del campo de batalla de todos los que puedan sentirse interpelados. Muy lejos de ser una lectura para todos los públicos, a millas de distancia de nada que pueda ser convencional y por supuesto constituyéndose en una novela única e irrepetible que tan absurdo es juzgar con criterios objetivos como elevar a los cielos sin comprenderla en su totalidad.
lunes, 27 de junio de 2022
Salvador Elizondo: Farabeuf o la crónica de un instante
jueves, 2 de junio de 2022
Mike Wilson: Némesis o El aliento de las piedras
sábado, 16 de abril de 2022
Diamela Eltit: Fuerzas especiales
Año de publicación: 2013
Valoración: Bastante recomendable
Esta vez, y a pesar de la valoración que le doy, abordo una novela difícil de recomendar aunque utilice un lenguaje sencillo –excepto por los numerosos localismos para quien no comparta origen con la autora– y el argumento sea bastante simple, al menos en apariencia. Pero detrás de los pocos rasgos que se muestran percibimos una sociedad completa y compleja que incluso podríamos describir con bastante detalle si, como a los personajes, no nos agobiase el peso de los bloques. Sí, me refiero a los bloques grises de la portada, que basándome en las parcas pero expresivas descripciones, yo imagino todavía más siniestros, pobres, remendados y asfixiantes. Y es que la función del texto, si lo he comprendido bien, es desasosegar a los lectores. Es lo que, supongo, se propuso su autora en este centenar y pico de páginas y doy fe de que lo consigue. De ahí que, por mucho que me haya gustado, tenga que matizar la recomendación.
Claro que el mundo es de los valientes, y una vez advertidos de que deben abordar esta lectura con la moral bien alta, me decido a entrar en materia. La protagonista y narradora reside en un cuarto piso de los susodichos bloques, 30 metros de vivienda –como todas las demás, por cierto– que comparte con lo que queda del resto de su familia. Ya son solo cuatro, de los demás (sobrinos y hermanos) apenas se aportan datos pero sobra con lo que podemos intuir. Su reducido mundo se limita al hogar y a un ciber, que además funciona como casa de citas clandestina, a sus padres, hermana, dueño del local (proxeneta), su compañero de penurias y una antigua colega que ya no ejerce. Esos escenarios (los bloques, así, en conjunto, la casa, la escalera y el equívoco establecimiento), así como los personajes, desfilan obsesivamente sin apenas suministrar información o haciéndolo con cuentagotas. La vida es así de simple cuando se carece de horizontes: una enumeración de personas y objetos con los que alguien se topa a diario y poco más, aunque las ocasionales reflexiones y metáforas resultan escalofriantes como mínimo.
Este panorama obsesivo se alimenta también de una prosa reiterativa y de un argumento que da vueltas sobre sí mismo, quizá no en círculo pero sí en espiral, y eso nos deja casi en el mismo lugar que al principio. Sin embargo y aunque pensemos que apenas se avanza, las conclusiones que extraemos al final son clarísimas; como decía antes, al cerrar el libro podemos hacer un análisis social, incluso psicológico, bastante completo basándonos en lo que hemos leído. La angustia, el desánimo, el pánico, miseria, impotencia, enfermedad, frustración, están perfectamente descritos y sus causas se adivinan al primer vistazo. Aunque el elemento principal es la violencia, tanto implícita como explícita. Violencia que procede de las condiciones de vida, la falta de perspectivas, el hacinamiento familiar y, fundamentalmente, de los dos cuerpos policiales (las fuerzas especiales del título) que merodean, acechan y amenazan a los vecinos del barrio.
“Pero no es posible, porque mi miedo es otro no es pulcro ni menos redimible, es otro, otro, es como si la policía hubiera atravesado todas las fachadas y sus escudos transparentes se me hubieran metido adentro de la boca. Como si las fuerzas especiales de la policía corrieran directas hacia mí y me lanzaran de manera sincrónica mil bombas de gas lacrimógeno que me cegaran.”
Lo peor es que nos movemos en la incertidumbre. Ellos, los personajes, y nosotros los lectores. El discurso es ambiguo, insinúa más que narra, o bien se aclara una situación tras mucho rato de dar vueltas y vueltas sobre ella. Todo es aproximado salvo el desastre, a menudo se trata de simples elucubraciones que dan lugar a versiones dobles o múltiples. En esa realidad insoportable, quizá traspasar la pantalla, digitalizarse, convertirse en muñeco de videojuegos sea la única solución al alcance de sus (escasas) fuerzas.
martes, 1 de marzo de 2022
Ilustres olvidados #2 Denis Diderot: Jacques el fatalista
martes, 11 de enero de 2022
Donald Barthelme: El pare mort
lunes, 23 de noviembre de 2020
B.S. Johnson: Los desafortunados
Idioma original: inglés
Título original: The Unfortunates
Año de publicación: 1969
Valoración: entre recomendable y muy recomendable
Traducción: Marcelo Cohen
martes, 10 de noviembre de 2020
Alfred Jarry: Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico
Valoración: Inclasificable
También de Alfred Jarry en ULAD: Ubú rey
martes, 8 de septiembre de 2020
Richard Brautigan: El monstruo de Hawkline. Un western gótico
Su premisa es la siguiente: unas hermanas encargan a dos pistoleros a sueldo que maten al monstruo que vive en su mansión. Como habréis podido apreciar, la novela mezcla impúdicamente el "western" con lo gótico. A esto súmale que proporciona una experiencia lisérgica y queda claro que estamos ante un artefacto literario único.
Además, el tono desenfadado del mismo impide que lo que en otras ficciones serían defectos se consideren como tal en estas páginas. A saber:
- Hay capítulos que son puro relleno, o bien porque no aportan más que a la ambientación, o bien porque el narrador redundante los llena de datos que ya habían sido revelados con anterioridad.
- Algunos personajes desaparecen por completo después de sernos presentados. Uno se pregunta, por tanto, qué necesidad había de que el lector los conociera.
- Pese a que el monstruo concebido por Brautigan es creativo, yo hubiera preferido a una criatura sacada del imaginario de terror clásico. Un yeti o un hombre lobo hubieran sido cojonudos. Puestos a conformarse con el ser que plantea el autor, hay que destacar que no se siente ni la mitad de poderoso ni malvado de lo que se nos promete, y que si bien sus travesuras iniciales son interesantes, a medida que avanzan los capítulos se van volviendo cada vez más desinspiradas.
Dicho esto, dejad que liste las que, para mí, son las virtudes de esta obra:
- Se lee en un par de tardes, pues está escrita con una prosa muy sencilla y estructurada a base de capítulos extremadamente breves.
- Está salpicada por ideas bizarras, aunque me hubiera gustado que Brautigan tirara por derroteros de serie B, en vez de quedarse estático tras entregar cinco o seis ocurrencias extravagantes.
- Los protagonistas de esta historia no son ni complejos ni carismáticos, pero te caen simpático. Más que suficiente para cogerles cariño.
- El poderío visual de ciertas imágenes (por ejemplo, una casa rodeada de nieve en el oeste de Norteamérica en pleno julio) o símiles.
domingo, 6 de septiembre de 2020
Ce Santiago: El mar indemostrable

Valoración: Está muy bien (aunque igual no para todos los públicos)
martes, 21 de julio de 2020
TochoWeek IV #2. Alberto Laiseca: Los sorias

Año de publicación: 1998
Valoración: Empachoso
Los sorias (premio Boris Vian) es considerada una obra maestra de la literatura latinoamericana. Autores de la talla de César Aira, Rodolfo Fogwill y Ricardo Piglia respaldan dicha opinión. Personalmente, no sabría decir si están en lo cierto. En todo caso, reconozco que esta es una novela pródiga en virtudes. Pero me es imposible negar lo obvio: también la lastran bastantes defectos. Y, además, es de ese tipo de ficciones que solamente atraerá a aquellos cuyos gustos sean afines.
Me explico: uno puede apreciar el tremendo esfuerzo que supone concebir este texto. Sin embargo, disfrutar de su lectura y reconocer sus geniales hallazgos es una tarea complicada. Únicamente quienes estén predispuestos a este tipo de narrativa saldrán de él con ganas de más. De más Alberto Laiseca, de más experiencias realmente singulares.
Volvamos al libro. A este tocho kilométrico que el autor tardó diez años en escribir (y otros dieciséis en publicar). Valorarlo según su carácter unitario le hace un flaco favor, pues no está concebido para ser leído de un tirón, ni tiene un argumento estrictamente lineal. Si acaso, hay que acercarse a esta obra como si de un retablo fragmentario se tratara. Sus mejores ideas se encuentran dispersas; su humor, espaciado. Tengámoslo muy en cuenta.
Estamos frente a un artefacto literario que parece un homenaje (y, asimismo, una crítica) a la posmodernidad. Ante una pintoresca mezcolanza de géneros y registros: ciencia ficción, fantasía, humor, terror, drama bélico, música, poesía, teatro... Ante una épica que narra el conflicto que existe entre las naciones de Tecnocracia y Soria. Ante la historia de un dictador que se humaniza.
Los aspectos positivos de esta obra son, a mi juicio, los siguientes:
- Es una inestimable ventana al curioso universo de Laiseca. Universo onanista y, al mismo tiempo, proclive al tributo (o saqueo, más bien) de lo ajeno.
- Su originalidad.
- Su creatividad. La imaginación de Laiseca es colosal, capaz de conjurar una Tierra ficticia (aunque tenga algunas similitudes geográficas e históricas con nuestro planeta); una Tierra abundante en "lore", con sus propios países, lenguas y religiones. Amén de un sistema de magia tremendamente complejo (aunque, eso sí, algo incongruente).
- Como acabo de insinuar, el sistema de magia de Los sorias es fascinante. Involucra a ocultistas, sociedades esotéricas, mudras, viajes astrales, máquinas capaces de ofrecer apoyo logístico, zombies, gólems imparables, tijeras asesinas...
- También la tecnología pergreñada por Laiseca es extraordinaria y, hasta cierto punto, compleja.
- Diversos delirios, esoterismos, erotismos o personajes de corte bruegheliano que aparecen en estas páginas.
- La erudición (nada jactanciosa) que Laiseca derrocha. Sus conocimientos de ópera, literatura, historia o mitología son excepcionales.
- La desmitificación de varias disciplinas (como la filosofía y las matemáticas) o figuras históricas (Wagner, Napoleón...).
- El humor de Laiseca. Es cierto que es demasiado intermitente; no obstante, vale la pena armarse de paciencia y buscarlo.
- Sus reflexiones en torno al sindicalismo, al comunismo, a los técnicos, a la historia como farsa. Son muy lúcidas y se presentan con humildad.
- Su "self-awareness". Varios pasajes dan a entender que Laiseca es consciente de estar escribiendo algo «revolucionario», por lo que hay que disculparle sus «excesos» (pg. 341), a la par que algo, en cierto modo «tedioso», cuyo único objetivo es llegar a una «frase genial insertada en el medio» (pg. 330).
- Las rupturas de la cuarta pared. Destacaría esa en que el cronista de Los sorias admite haber producido en el relato «rupturas discontinuizantes» y apela al perdón del «magnánimo lector» (pg. 244). O esa otra en que dice que se le ha tostado la tarta que tiene en el horno por estar distraído escribiendo una «disquisición sobre el amor y los franceses» (pg. 573).
- Los temas se exponen de forma un tanto débil, lo cual resulta insultante, teniendo en cuenta que el autor ha dispuesto de mucho tiempo para desarrollarlos. Por ejemplo, los delirios megalomaníacos de los dictadores. Esta ficción tenía todas las papeletas para sumarse a la tradición de novelas de dictadores hispanoamericanas y ofrecer una meditación al respecto, pero a la postre no da la talla.
- Hay poca consistencia en el "worldbuiling" y el sistema de magia establecidos por Laiseca. Comprendo que una obra como esta no requiere que semejantes apartados estén muy pulidos, pero aún y así, había veces en que las disonancias y lagunas impedían que me sumergiera al cien por cien en la lectura.
- La psicología de los personajes. Laiseca los va dibujando poco a poco, casi con parsimonia, pero nunca profundiza en ninguno. Y esto impide que empaticemos con ellos. El arco de redención del Monitor hubiera sido mucho más efectivo si se le hubiera desarrollado adecuadamente, por ejemplo. Además, la caracterización pobre de los protagonistas del relato resta impacto a algunas situaciones, especialmente a aquéllas que transcurren en los últimos coletazos de la novela.
- Algunos pasajes de la novela, o incluso capítulos enteros, se hacen demasiado pesados, cuando no directamente aburridos.
- El final se siente abrupto y, sobre todo, se toma demasiado en serio a sí mismo, traicionando el acabado desenfado del resto.
- El narrador trata al lector como si fuera estúpido. En serio, se pasa todo el tiempo recordándonos que esto ya lo había dicho, pero te lo repito de todos modos por si te habías olvidado.
- La torpe exposición. A menudo, la información se nos entrega de forma poco orgánica. Con "infodumpings" o a base de notas y apéndices.
- Los delirios que más divertidos me parecieron reciben muy poco foco. El de un magnicida frustrado, por ejemplo, o el de un comerciante que vende pájaros. En cambio, los estereotipados, como el del Soriator, son omnipresentes.
- Las intrigas de palacio acaban reducidas a caprichosas rencillas. Cero tensión política.
- Hay muchas erratas. Algunas son obvias decisiones estilísticas (Laiseca emplea signos ortográficos, de puntuación y tildes al margen de convenciones, y a veces de forma arbitraria, sin respetar antecedentes propios); otras se deben, probablemente, a gazapos ortotipográficos. De todos modos, incluso a las erratas intencionadas se le podría reprochar que obstaculizan de forma innecesaria la lectura. Una tilde puede marcar la diferencia entre un sustantivo y un verbo; una mayúscula colocada donde no debería estar puede suponer una pausa accidentada; etc...
- Laiseca siente debilidad por las oraciones larguísimas y abusa de las subordinadas o de las comas.
- Los argentinismos homogeneizan las voces.
En conclusión: Los sorias es una novela que sólo recomendaría a los mitómanos de Laiseca. Y, seguramente, incluso los seguidores del escritor tendrán que intercalarla con otras lecturas. Al fin y al cabo, no es ni de lejos su trabajo más redondo, pese a que nos encontramos ante una obra innegablemente ambiciosa.
Para conocerle, acudid a El gusano máximo de la vida misma. Tiene los mismos elementos que hacen atractiva a Los sorias (ideas locas, humor, experimentación formal, un narrador carismático...) expuestos con mayor consistencia. Y es menos empachosa.
miércoles, 10 de junio de 2020
Juliana Kálnay: Breve crónica de una paulatina desaparición
Título original: Eine kurze Chronik des allmäblichen Verschwindens
Año de publicación: 2017
Valoración: Recomendable (aunque no para todo el mundo)
Mescolanza de realismo mágico, surrealismo y literatura absurda, esta ficción no deleitará a todos los paladares. A fin de cuentas, estamos frente a un experimento en toda regla, un experimento alejado de la mayoría de zonas de confort. Aún así, lo recomiendo a amantes de la narrativa lo suficientemente abiertos de mente como para darle un tiento. Que luego guste ya es cosa de la sensibilidad estética de cada uno.
De Breve crónica de una paulatina desaparición destacaría:
- Muchos de sus capítulos, que funcionan perfectamente a modo de estampas autónomas. Mi favorito: «Escalera, noche», seguido por «Escalera, entrada al sótano: impostores».
- La vanguardista maquetación de varias de sus páginas. Es, cuanto menos, curiosa.
- Sus personajes. Y con esto me refiero tanto a los habitantes del número 29 como el propio edificio.
- Su atmósfera enrarecida por inteligentes toques fantásticos. A veces, propios del realismo mágico (un hombre se convierte en árbol), otras rayanos al horror sobrenatural (hay presencias fantasmagóricas).
- Su implementación de la ambigüedad. Algunos de sus elementos están difuminados o enfocados de forma deliberadamente confusa para que sea imposible percibirlos con nitidez. Maia, por ejemplo. ¿Es realmente una niña (como se especifica en la contracubierta) o un animal? Quién sabe.
- Sus potentes imágenes. En especial, la de los niños quemando cosas. Menuda pandilla.
- Su eclectismo formal. Kálnay señala en una nota los referentes estilísticos que han inspirado diversos pasajes de la novela, y creedme cuando os digo que éstos son variados a más no poder.
- El acabado opaco del conjunto.
- La primera mitad del libro, algo episódica.
Pero bueno, ya hemos aclarado que Breve crónica de una paulatina desaparición no es para todo el mundo. Kálnay lo sabe y hay que valorar que haya dado prioridad a la faceta expresiva de su criatura literaria, y no a la comercial. Este proceder es sumamente arriesgado, pues al mismo tiempo que enfatiza tu visión artística, aleja a gran parte del público potencial.
miércoles, 13 de mayo de 2020
Rafael Courtoisie: El libro de la desobediencia

Idioma original: Español
Año de publicación: 2017
Valoración: Curioso
Que no os engañe semejante premisa: El libro de la desobediencia no es una novela histórica plagada de aventuras. Bueno, sí lo es, pero hay otros aspectos a resaltar en ella. Y no me refiero únicamente a los elementos fantásticos que la engalanan (¡osos telepáticos, pardiez!), que también. Me refiero, especialmente, a su enfoque metaliterario.
A fin de cuentas, esta ficción realiza extravagantes acrobacias. Hasta tres autores (o quizás sea un autor tricéfalo) la van escribiendo o traduciendo en paralelo; los personajes que la transitan forman parte tanto del plano real como narrativo; cobija en su interior otras obras, en plan "matrioshka" rusa. ¿Sigo?
Además de por su enfoque metaliterario, El libro de la desobediencia destaca por sus temas. La desobediencia es uno de ellos, como bien indica su título. Por ejemplo: Okoshi Oshura, viejo poeta que narra esta historia, se opone (veladamente al inicio, abiertamente después) al «Poder». También la ya mentada Miniki se enfrenta al «Poder», pese a que su caso no tenga connotaciones políticas.
Lo que me ha gustado de esta novela son sus reflexiones en torno al concepto de la desobediencia. Rafael Courtoisie logra ahondar temática y casi diría que filosóficamente en él con pasmosa facilidad. Y lo hace, dicho sea de paso, de formas la mar de creativas. Para muestra, un botón: «La desobediencia es, antes que nada, una gran tentación. / Dictada una ley, sobrevienen las ganas de transgredirla. / Toda frontera, todo límite es una invitación a la transgresión, al pasaje clandestino (...). / Toda barrera u obstáculo constituye una puerta abierta para la desobediencia. / (...) Toda puerta cerrada es una puerta abierta para la desobediencia.» O: «La muerte es una desobediencia. / Pero la vida es una desobediencia mayor, de otro grado, casi absoluta. / Aunque uno vaya a morir, haber desobedecido por un instante es haber desobedecido toda la eternidad: la muerte se desobedece cada día, con cada respiración, con cada línea que se escribe. / La poesía es una desobediencia.»
Quizás lastran a este texto su carácter episódico, la resolución algo abrupta (y a veces tramposa) de varios de sus conflictos, la caracterización pobre de sus personajes y, sobre todo, su final anti-climático. Pero gracias a que, en general, no se toma muy en serio a sí mismo, estas imperfecciones son fácilmente perdonables. En ocasiones, incluso, atribuibles al desparpajo de esta propuesta.
Me sorprende que en ninguna de las reseñas que he leído de El libro de la desobediencia se mencione sus similitudes con la obra de Alberto Laiseca. A continuación, os dejo las características que este trabajo de Courtoisie comparte con muchas de las creaciones del argentino:
- Su cualidad híbrida (esa mezcla de fantasía, acción, política, prosa y verso...).
- Su enfoque, entre desmitificador y respetuoso, de Oriente.
- Su fabulación histórica, situada en un mundo que es y no es el nuestro.
- Su colorido eclectismo.
- Su voz narrativa, que oscila entre la ordinariez y la sensibilidad poética, rompe constantemente la cuarta pared y está dispuesta a jugar con las expectativas del lector.
- Sus personajes. Es innegable que el Emperador, sus aduladores y concubinas, recuerdan poderosamente al Monitor y su corte.
- La abundancia de magia, erotismo, violencia y torturas que hay en estas páginas.
- Su humor, ora sofisticado, ora gamberro.
- Sus destellos metaliterarios.
- Sus caprichosas digresiones, que interrumpen la trama sin pudor alguno, incluso cuando dinamitan adrede una escena intensa.
- Sus múltiples homenajes (que a veces rozan la parodia) a otras obras de ficción. En el caso de El libro de la desobediencia, Courtoisie alude a Ryonosuke Akutagawa, Yukio Mishima o Haruki Murakami, entre otros.
viernes, 8 de noviembre de 2019
Macedonio Fernández: Museo de la Novela de la Eterna

Año de publicación: 1967
Valoración: Inclasificable
Años 20 y 30 del siglo pasado. Buenos Aires es la capital cultural de América del Sur y por sus cafés pululan miembros de las más variadas vanguardias e “ismos” Escritores e intelectuales se alinean, según sus preferencias e(sté)ticas, en el grupo de Florida o el grupo de Boedo (por citar los más famosos) y publican sus escritos y manifiestos en cualquiera de las múltiples y efímeras revistas que uno y otro bando sacan a la luz.
lunes, 16 de septiembre de 2019
William H. Gass: La suerte de Omensetter

Título original: Omensetter´s luck
Traducción: Ce Santiago
Año de publicación: 1966
Valoración: Muy recomendable
La publicación en España de la obra de William Gass ha sido un tanto “guadianesca”. Publicado por primera (y efímera) vez por Alfaguara en el año 1985, han tenido que pasar más de treinta años para que podamos ver de nuevo, gracias a La Navaja Suiza, su obra en nuestras estanterías. Así, ya son tres la referencias de William Gass en su joven catálogo: “En el corazón del corazón del país”, “Sobre lo azul” y este “La suerte de Omensetter”.
También de William Gass en ULAD: En el corazón del corazón del país
martes, 7 de mayo de 2019
Alberto Laiseca: El gusano máximo de la vida misma

Año de publicación: 1998
Valoración: Delirante
Una pregunta: ¿qué os sugiere el título de esta novela? A mí me hizo pensar en una obra delirante en fondo y desprejuiciada en forma. La ilustración de la cubierta escogida por Tuquets sólo ayudaba a cimentar esta idea. ¿Creéis que acerté? Huelga decir que sí.
No en balde me recuerda a El alma de Gardel, de Mario Levrero. Ambos textos son, aparentemente, insulsos, pero es innegable que rebosan genio. Sus autores se nutren descaradamente de la literatura “pulp” más mediocre, de la serie B más infecta, para moldear a su antojo un descabellado argumento. Y dar, de paso, lecciones de escritura a quien sea capaz de cogerlas al vuelo. O lúcidas sentencias sobre el universo. Todo esto, repito, sin tomarse en serio a sí mismos en ningún momento.
- Su planteamiento, ocioso pero no por ello exento de cierta profundidad.
- Su naturaleza de artefacto posmoderno. La experimentación en esta novela nos entrega: fluctuación de formatos narrativos, apropiación de personajes literarios ajenos, recuerdos del propio Laiseca, disertaciones de corte absurdo...
- El simpático acabado "naif" de toda la propuesta.
- Que todo el tiempo nos pilla por sorpresa, pues no deja de superarse, gamberrada tras gamberrada.
- La prosa de Laiseca, que alterna el uso de argentinismos, onomatopeyas, muletillas y palabras inventadas con tiempos verbales en subjuntivo, tan carcas y pomposos.
- El narrador (que no deja de ser el propio escritor) y su tremendo carisma. Durante la mayoría del relato se muestra informal, juguetón, y rompe constantemente la cuarta pared.
- El humor chusco que asoma de tanto en tanto. Funciona prácticamente todo el tiempo.
- La erudición (nada jactanciosa) que demuestra el autor a través de estas páginas. Referencias literarias, mitológicas, culturales, históricas y filosóficas abundan en esta narración, pero como ésta no se toma en serio a sí misma, una pátina de intelectualidad sarcástica no desentona en absoluto. Lo mismo con las constantes citas a Shakespeare. La desmitificación a la que se somete al dramaturgo es tal que su presencia en un dislate como El gusano máximo de la vida misma no se antoja pretenciosa. Además, Shakespeare no podía quedar al margen. A fin de cuentas, «Hoy sólo los marginales citan al Bardo.»
- Algunos de sus pasajes son aburridos. Uno en que Laiseca habla de las cloacas de Nueva York y Buenos Aires, por ejemplo (aunque hay que reconocer que está plagado de chistes y de anécdotas la mar de curiosas). U otro en que divaga sobre gallos y gallinas.
- No todos los personajes son ni la mitad de interesantes que el protagonista o la Reina de las Cloacas, pese a que se les da un foco similar.
Otras obras de Alberto Laiseca en ULAD: Los sorias