sábado, 5 de septiembre de 2020

Edmund De Waal: El oro blanco

Idioma original: inglés
Título original: The White Road
Traducción: Ramon Buenaventura
Año de publicación: 2016
Valoración: está bien


Me acerqué a IKEA, como media humanidad cuando regresa de veraneo y empieza a ver cosas en casa que habría que cambiar. Naturalmente, vajillas mermadas por inoportunas roturas son una de ellas, y unos platitos la mar de resultones a 0,50 € son una tentación asequible, aunque veremos qué tal resisten su tránsito por microondas y lavavajillas. Me quedo mirando su impoluta blancura inicial, recién sacados de la caja, y pienso en el libro que ando leyendo, ese en el que me está costando algo avanzar, me he planteado una rutina de 50 páginas diarias, compatible con el ajetreo del regreso al trabajo, con las obligaciones domésticas, con una creciente necesidad de destinar  minutos al dolce far niente (viendo videos de cocina, leer prensa deportiva desde que Messi dice que se va me resulta algo desasosegante), pero ni eso, no voy a espoilear, bastante he dicho ya en la valoración.
IKEA es, supongo, ahora mismo, el emblema de Suecia frente al Universo, y no me extrañaría nada que, si la ingeniería financiera y la creatividad contable lo permiten, sea también una importante fuente de ingresos para las arcas del estado del país escandinavo. De IKEA me vienen a la cabeza varias cosas. Que su propietario fue relativamente famoso (aunque no sabría reconocerlo en una foto) por a) haberse descubierto algún tipo de simpatías juveniles con el filonazismo b) haberse divulgado su alcoholismo y c) haberse manifestado que, a pesar de atesorar enorme su fortuna, llevaba una vida espartana del tipo de usar ropa low cost y viajar en transporte público.
Respecto a Suecia, siempre me extrañó que lo mismo, lo de ser una fuente de ingresos, se atribuyó a ABBA, famoso cuarteto musical al que cargaría las culpas de que siga alargándose esa tortura perpetua que es Eurovision, la normalización vía Europa de los divorcios (explicados en su hit The winner takes it all) y la horrorosa congoja de oír la frase Chiquitita dime por qué, carne de karaoke e innegable resorte de disuasión para que millones de alemanes, ingleses y demás norteeuroopeos que visitan nuestras playas se planteen aprender palabra alguna en ninguno de los ricos idiomas peninsulares.
También me extrañó que SAAB, reputada y cara sueca de automóviles, cerrara, mientras VOLVO sigue fabricando. Hace ya muchos años que un amigo que tenía un abuelo con posibles me explicó que su abuelo iba a comprarse uno de esos pues la docilidad de sus suspensiones le iban muy bien a cierto problemilla de cervicales.

Pues eso: más de 500 páginas explicando la obsesión de una persona, alfarero es la profesión de De Waal aparte de escritor, por su profesión y por la mística de los materiales empleados. Yo, que veo algo de cerámica o una vasija en cualquier estancia ajena que pueda ocupar y lo alejo todo lo posible de eventuales torpezas propias o de la gente que me acompaña. Yo, que no dormiría en la misma estancia que la pieza más pequeña del catálogo de Lladró. No es que De Waal (joder, el corrector no deja de ponerme Wall, esto es peor que los cazurros que llaman Johnny Deep a Johnny Depp, hay que crear YA una asociación contra esa gente) no es que De Waal, insisto (¿por qué me voy tanto por las ramas?) no sea eficaz en esa descripción, incluso puntilloso, y que no desaproveche la oportunidad de insertar secuencias históricas que vienen al cuento, que revelan, al hilo de la fascinación de determinados mandatarios por el producto en cuestión (objetos de porcelana de todo tipo) por su tenencia y acumulación, cuestiones notables en la historia de los últimos siglos, con una palpitante sensación de lucha de clases : el artesano vs el tirano, el productor vs el mecenas, etc. Todo eso está bien, pero este que escribe aún conserva la duda sobre si esto es literatura en el sentido digamos, purista, o mera crónica o casi reportaje, pero entonces, ay, asaltan los cimientos los artículos de cierto tipo con bandana y solamente pienso que las comparaciones son odiosas. Precisamente esa fina frontera la planteaba hoy Juan Pablo Villalobos en un Tweet. A mí este tomo no me ha conmovido como para compartir con su autor ni siquiera el sentimiento de fondo, incluso en ocasiones lo he apreciado demasiado reverencial, como nostálgico de aquellas épocas pretéritas en las que los artesanos necesitaban a sus clientes de clase alta para encontrar algún sentido a la vida. Se aprecia el estilo, se degusta esa erudición circunscrita a la historia particular. No sé si un contable escribirá sobre sus balances, un futbolista sobre sus entrenos y sus goles, escribid cualquier profesión y sus productos resultantes, De Waal es eficaz en llamar la atención, pero 500 páginas son muchas y esa atención, al menos la mía, no ha conseguido mantenerla.

6 comentarios:

Juan G. B. dijo...

VOLVO era de Ford, que se la vendió a unos chinos hace diez años o así, si no de qué...
Hecho el comentario cuñao del día, visto lo visto apetece tanto leer este libro como pasar la tarde en un IKEA, justamente...XP

Unknown dijo...

Abba edtupendo grupo. Kempes 19

Unknown dijo...

Estupendo

Lupita dijo...

Hola, Francesc:

Alguna vez han dicho que comentamos más la reseña que el propio libro, pero es que esa reseña, ostras, te ha salido curiosa. Odio Ikea; estar en sus "dominios" es como sentirte una rata en un laberinto, puesto que no puedes nada más que seguir el camino que ellos te indican, y me entra una furia salvaje por querer salir. Peor que ir al centro comercial o a comprar ropa, peor que no sé, que te obliguen a ver "First dates" en bucle, o llevar a un grupo de preadolescentes un sábado a Bershka.

En cuanto al arte de la cerámica y la porcelana, pues debo ser la única a la que le encanta ir a museos y ver la cerámica antigua; en concreto, tengo debilidad por la etrusca, y no es broma. Ahora, leer ese libro ha debido de ser peor que para mis hijas ver la cerámica en dichos museos; se han negado y dicen ¡la cerámica no! Que yo recuerde el libro que más me ha costado terminar por su pesadez fue "Madera de boj", de Camilo José Cela, y si el boj es el árbol más duro, ese es su libro más duro y coñazo.

En fin, un libro que no atrae, pero una reseña divertida.

Saludos

Anónimo dijo...

Hola.

Me alegra que alguien coincida conmigo. Yo lo deje, se me hacia muy denso.Gracias porlas reseñas diarias.

Un saludo.

Angeles

Francesc Bon dijo...

Gracias por los comentarios, y agradezco que esta, otra de mis deposiciones semanales, haya sido comprendida en ese pequeña licencia del Ikea. Se me ocurrió como símil de que los avatares personales no siempre suscitan tanto interés como para involucrar al lector.