Título original: Clarissa
Año de publicación: 1976
Valoración: inclasificable
Empezaré la reseña explicando el porqué de esta inusual valoración. Este libro se publicó de forma póstuma y es un libro inconcluso. Debido a este aspecto, es difícil calificarlo debidamente puesto que el final es totalmente abierto y uno es incapaz de saber cómo tenía pensado Zweig terminarlo, e incluso hacia donde avanzar la trama (aunque sí se indican brevemente las intenciones del autor en los capítulos finales). Si tuviera que hacer una valoración lo dejaría en un «está bien», siendo consciente que sería algo injusto hacerlo (al ser inconcluso) aunque también es cierto que debemos valorar el libro por lo que es y no por lo que promete (o prometía).
El libro trata sobre Clarissa, protagonista absoluta de la novela. Ya en un inicio, el autor nos narra la infancia de la protagonista y el frío ambiente familiar en el que crece, viviendo desde pequeña aislada del resto de su familia. Huérfana de madre, quien muere durante el parto, el núcleo familiar está formado por su hermano (quien casi no aparece en la novela) y su padre, militar ausente volcado absolutamente en el trabajo haciendo tareas de documentación. Las funciones del padre radican en recabar tanta información como sea posible sobre las tropas enemigas, tarea que desempeña con una minuciosidad extrema. El carácter del padre, quien carece de la capacidad de demostrar afecto, marca la relación con Clarissa, y sus charlas (ocasionales) se reducen principalmente a comprobar que su hija progresa como se espera de ella en el colegio. De esta manera, con la misma exigencia, rigor y meticulosidad que aplica al trabajo educa a su hija (desde la distancia), dejando de lado cualquier acto o gesto cariñoso hacia ella, sin mostrarle ternura ni afecto. En este entorno frío y solitario crece Clarissa, hasta que llega a la edad suficiente para empezar su carrera profesional como ayudante de un profesor, quien la enviará a una conferencia en Suiza. Allí se abrirá su mundo y conocerá a Léonard, un joven francés de quien se enamora. Pero los tiempos son convulsos en la Europa de 1914, y los caminos de Austria y Francia no van en la misma dirección.
Con esta premisa, y sirviéndose de la Primera Guerra Mundial como telón de fondo, Zweig nos narra una historia donde la guerra, las relaciones, los deseos y la corrección se entretejen hasta elaborar un retrato de Europa de principios de Siglo XX. Así, encontramos en Clarisa muchas características de la obra de Zweig como la relación sentimental entre personajes y hasta sus características: él comedido y prudente, ella agradable e inquieta. En este libro póstumo también aparece mencionada la figura de Montaigne, al que Zweig admira como ya demostró en la biografía que publicó sobre el humanista (reseñada también en ULAD). Y es que la obra de Zweig, como es habitual en él, gira en torno a sus personajes, a sus fragilidades y aspiraciones, a la rectitud y la delicadeza de los corazones que buscan sentirse arropados por almas parecidas.
Escrito con prosa ágil, la obra se lee con la calma que el propio libro imprime, contagiándose uno de la belleza siempre existente en la narrativa de Zweig. Sin embargo, y sin poner en duda la calidad literaria del autor (sería casi un sacrilegio), hay cierta repetición de temas y planteamientos que ya encontramos en muchas de sus obras y este hecho reduce el impacto causado por su lectura. Las similitudes son evidentes más allá de su estilo, y la trama se desenvuelve en un entorno parecido al que podríamos encontrar en «La piedad peligrosa o La impaciencia del corazón» o «Carta de una desconocida». A medida que uno avanza en la lectura de este libro, tiene la sensación de haber leído algo parecido antes, y la reiteración de temas y enfoque ya no sorprenden. Eliminado el factor sorpresa en su obra, queda la calidad de su escritura. Con eso al menos sí nos podemos quedar y, tratándose de Zweig, no es poco.
Otras obras de Stefan Zweig en ULAD: El mundo de ayer, ¿Fué él?, Fouché. Retrato de un hombre político, Mendel el de los libros, María Antonieta, Tiempo y mundo, Carta de una desconocida, Novela de ajedrez, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Viaje al pasado, Los ojos del hermano eterno, Las hermanas, Montaigne, La piedad peligrosa o La impaciencia del corazón, Miedo, Ardiente secreto, Una boda en Lyon, El amor de Erika Ewald
El libro trata sobre Clarissa, protagonista absoluta de la novela. Ya en un inicio, el autor nos narra la infancia de la protagonista y el frío ambiente familiar en el que crece, viviendo desde pequeña aislada del resto de su familia. Huérfana de madre, quien muere durante el parto, el núcleo familiar está formado por su hermano (quien casi no aparece en la novela) y su padre, militar ausente volcado absolutamente en el trabajo haciendo tareas de documentación. Las funciones del padre radican en recabar tanta información como sea posible sobre las tropas enemigas, tarea que desempeña con una minuciosidad extrema. El carácter del padre, quien carece de la capacidad de demostrar afecto, marca la relación con Clarissa, y sus charlas (ocasionales) se reducen principalmente a comprobar que su hija progresa como se espera de ella en el colegio. De esta manera, con la misma exigencia, rigor y meticulosidad que aplica al trabajo educa a su hija (desde la distancia), dejando de lado cualquier acto o gesto cariñoso hacia ella, sin mostrarle ternura ni afecto. En este entorno frío y solitario crece Clarissa, hasta que llega a la edad suficiente para empezar su carrera profesional como ayudante de un profesor, quien la enviará a una conferencia en Suiza. Allí se abrirá su mundo y conocerá a Léonard, un joven francés de quien se enamora. Pero los tiempos son convulsos en la Europa de 1914, y los caminos de Austria y Francia no van en la misma dirección.
Con esta premisa, y sirviéndose de la Primera Guerra Mundial como telón de fondo, Zweig nos narra una historia donde la guerra, las relaciones, los deseos y la corrección se entretejen hasta elaborar un retrato de Europa de principios de Siglo XX. Así, encontramos en Clarisa muchas características de la obra de Zweig como la relación sentimental entre personajes y hasta sus características: él comedido y prudente, ella agradable e inquieta. En este libro póstumo también aparece mencionada la figura de Montaigne, al que Zweig admira como ya demostró en la biografía que publicó sobre el humanista (reseñada también en ULAD). Y es que la obra de Zweig, como es habitual en él, gira en torno a sus personajes, a sus fragilidades y aspiraciones, a la rectitud y la delicadeza de los corazones que buscan sentirse arropados por almas parecidas.
Escrito con prosa ágil, la obra se lee con la calma que el propio libro imprime, contagiándose uno de la belleza siempre existente en la narrativa de Zweig. Sin embargo, y sin poner en duda la calidad literaria del autor (sería casi un sacrilegio), hay cierta repetición de temas y planteamientos que ya encontramos en muchas de sus obras y este hecho reduce el impacto causado por su lectura. Las similitudes son evidentes más allá de su estilo, y la trama se desenvuelve en un entorno parecido al que podríamos encontrar en «La piedad peligrosa o La impaciencia del corazón» o «Carta de una desconocida». A medida que uno avanza en la lectura de este libro, tiene la sensación de haber leído algo parecido antes, y la reiteración de temas y enfoque ya no sorprenden. Eliminado el factor sorpresa en su obra, queda la calidad de su escritura. Con eso al menos sí nos podemos quedar y, tratándose de Zweig, no es poco.
Otras obras de Stefan Zweig en ULAD: El mundo de ayer, ¿Fué él?, Fouché. Retrato de un hombre político, Mendel el de los libros, María Antonieta, Tiempo y mundo, Carta de una desconocida, Novela de ajedrez, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Viaje al pasado, Los ojos del hermano eterno, Las hermanas, Montaigne, La piedad peligrosa o La impaciencia del corazón, Miedo, Ardiente secreto, Una boda en Lyon, El amor de Erika Ewald
9 comentarios:
Más allá de que sea una obra inacabada, a mí me pareció muy recomendable. Gran construcción de personajes, gran prosa y buenos detalles de pensamiento intercalados, algunos de rabiosa actualidad:
«El nacionalismo lo corrompe todo. Es el mal que coloca una única patria por encima de todas las demás. Nos involucramos de lleno en las necedades que cometen nuestras naciones. En el patriotismo. ¿De qué nos sirve ser honrados y bienintencionados si encima de nosotros hay un puñado de personas que no quieren serlo? Ellos miran las banderas extranjeras con la hostilidad del toro que se abalanza contra la tela roja. Tenemos que romper con el patriotismo. ¡Al diablo con las naciones!» (Clarissa, Stefan Zweig)
Es más, el hecho de que esté inconclusa le da cierto encanto. Permite imaginarse finales, jugar con la elipsis...
Una muy grata lectura, pues.
Hola, David. Gracias por comentar la entrada.
Efectivamente, y buen apunte el tuyo, el libro tiene pasajes de rabiosa actualidad en lo tocante a la patria o las naciones; es lo bueno que tiene Zweig, uno de los mejores autores a mi parecer, ya que el contenido de sus obras perdura a lo largo del tiempo, y siempre parece estar de rabiosa actualidad. Eso me hace dudar si es por que la sociedad no avanza suficientemente, o es que en el fondo la capacidad humana se limita a reproducir los mismos patrones cíclicamente. Sea como sea, Zweig acierta en sus planteamientos, habitualmente.
Más allá de las reflexiones que nos deja (y de ahí mi admiración por el autor) este libro en concreto me pareció más "flojo" que otros, y menos profundo. Aunque claro, todo es cuestión de opiniones y me alegro que a tí te pareciera muy recomendable e incluso le encontraras cierto gusto a que esté inconclusa. La disparidad de opiniones es buena ya que permite reflexionar más profundamente y revaluar la propia opinión.
Saludos, y gracias por comentar.
Marc
Es obra claramente inacabada. (Otra novela de Zweig, "La embriaguez de la metamorfosis", no se sabe si está acabada o no.) Ignoro si Zweig puso fin a su vida sin acabarla (o sea, si fue por eso que no la terminó), o bien fue porque no le pareció bien desarrollada. No es la mejor obra de Zweig, sin duda, pero ahí está su inconfundible estilo preciso, ágil y ausente de digresiones. Y su temática esencial de repudio al nacionalismo, ese monstruo grande que pisó y pisa tan fuerte. Me gustó mucho el esbozo final, que no sólo permite barruntar el ulterior avance de la trama (no completado), sino también conocer la técnica del trabajo narrativo de Zweig. Un cordial saludo.
Hol, Sandra. Efectivamente, no es la mejor obra de Zweig y es lógico: el autor se encontraba en plena depresión, lejos de su Austria natal y, por tanto, no estaba en su mejor condición anímica. Además, el hecho de ser una obra inconclusa apunta a que, no sólo le falte la parte final de la historia (puede que también algo más, apuntaba a novela extensa), sino también una probable revisión de lo escrito. Los breves capítulos finales indican hacia dónde quería llegar al autor, y al menos no nos deja completamente con la duda de como la historia tenía que avanzar.
Tal como indicas, el estilo de Zweig es inconfundible: su prosa delicada fácilmente reconocible, los temas tratados, tan universales e intemporales; la precisión en el retrato de los personajes y la sensibilidad que muestran; la rectitud, el honor, la lucha interior entre lo correcto e incorrecto. En el libro se encuentran todos estos elementos que hacen de Zweig un autor único, y este hecho es su mayor logro.
Saludos, y gracias por comentar la entrada.
Marc
Para quienes no hayan leído a Zweig, dejo este enlace que corresponde a un pasaje de su obra biográfica sobre Magallanes. Una buena forma de adentrarse en Zweig (advertencia: es muy adictivo)
http://relatosexpres.blogspot.com.es/2017/03/magallanes-stefan-zweig.html?m=1
Hola, Pablo. Muchas gracias por el enlace, muy interesante. La verdad es que las biografías de Zweig están a la altura de su obra de ficción. Es uno de los grandes, sin duda.
Saludos, y gracias por comentar.
Marc
Recuerdo cuando leí "Mendel el de los libros". Nunca antes había tenido esa sensación de que, siendo un librito que leí en un viaje en tren, parecía que había leído una novela larga y prolija. Nadie como Stefan Zweig es capaz de decir tanto y tanto en tan pocas palabras.
Soy adicta a Zweig y esta obra no me ha parecido de las mejores, pero era la última novela suya que me quedaba por leer, y siempre es agradable volver a este autor. Yo también recomiendo su obra sobre Magallanes, es una preciosidad.
Hola, Anónima. Coincido contigo, habrá libros mejores y otros peores de Zweig, pero siempre tienen algo que hace que valga la pena leerlos.
Saludos y gracias por comentar.
Marc
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