Idioma original: español
Año de publicación: 2006
Valoración: se deja leer (aunque a ratos sea repugnante)
Qué mejor manera de celebrar mi vuelta (temporal) a Bilbao por Navidad, que reseñar una novela de un "bilbaíno de pro" -por mucho que ahora viva en Barcelona-, Juan Bas. Y digo que es un "bilbaíno de pro" porque no solo es que sea bilbaíno sino que ejerce de bilbaíno, también en esta novela. No es que los que no sean del botxo no vayan a entenderla, tampoco somos tan especiales, pero sí que se van a perder algunas de las referencias o de los referentes de la novela (como al ver Vaya semanita, por otra parte, y eso no impide que triunfe más allá del Ebro). Pero en fin, vamos a ello.
Voracidad es la segunda parte de Alacranes en su tinta, una novela que confieso que no he leído, pero que tampoco es imprescindible para entender esta. Cuando lo estaba leyendo, pensé lo mismo que cuando leía una novela que me envió un amigo hace poco (y que espero poder reseñar de aquí a unos meses): "esta novela es una gamberrada, pero una gamberrada bien hecha". Si por algo destaca Voracidad es por su cruel (cruelísimo) sentido del humor, políticamente incorrecto y a veces (solo a veces) ligeramente burdo, ya sabéis, del tipo de caca, pedo, pis, y en este caso sobre todo teta, culo, coño (por lo que no creo que esta novela sea muy popular entre las lectoras).
Lo que pasa es que luego llegó la última parte de la novela, y ya dejó de parecerme únicamente una gamberrada, para pasar a parecerme también una brutalidad. Querido Juan Bas que estás en las alturas (de Tibidabo): te pasaste. Transformaste una novela humorística con un ligero tono escabroso, en una novela escabrosa con un ligero tono humorístico. No hacía falta que incluyeras esos últimos capítulos, que es verdad que atan la trama reuniendo a casi todos los personajes importantes, pero que producen bastante asquito. Y te lo dice uno que se leyó enterita Cacheo de Dennis Cooper.
Hay otro aspecto que por una parte es divertido, pero por otro le quita cierto interés a la novela, y es que Bas la utiliza como arma arrojadiza contra todos aquellos que le caen mal (aunque caer mal parece un término demasiado suave, en vista de las cosas que dice de ellos): es verdad que cambia los nombres, pero no hay que ser un lince para reconocer en la novela las figuras de Aznar y Ana Botella, Kiko Argüello, Paolo Vasile, César Vidal y Pío Moa... Especial mención merece el nacionalismo vasco, que a Juan Bas le provoca una repugnancia incontenible e inocultable.
Definitivamente, Voracidad no es una novela muy navideña, pero sí es una novela muy adecuada para leer en un vuelo de camino a Bilbao. Para irse haciendo una idea de lo que le espera a uno al otro lado...
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