viernes, 22 de septiembre de 2023

Bret Easton Ellis: Los destrozos

Idioma original: inglés
Título original: The shards
Año de publicación: 2023
Traductor: Rubén Martín Giráldez 
Valoración: recomendable
 
Un fantasma recorrió la crítica literaria española a principios del verano: Los destrozos de Bret Easton Ellis era una obra maestra, era la gran novela americana, era la mejor novela de su autor, que vendría a sustituir en su "canon personal" a American Psycho o Menos que cero. Así que yo, que diría que soy más seguidor que fan de Bret Easton Ellis (me he leído 2/3 de su obra aproximadamente) tenía que leérmela y decidir por mí mismo. 
 
Mi conclusión, que probablemente nadie pondrá en una faja ni en la página de la editorial: Los destrozos es una novela que engancha; que engancha muchísimo: cuando llegas a la mitad ya no quieres parar de leer hasta acabarla para tener todas las respuestas (y estamos hablando de una novela de casi 700 páginas). PERO en mi opinión el hype es muy excesivo: ni me parece la mejor novela de Ellis, ni la más original, ni tiene la significación y relevancia cultural de las primeras que publicó. De hecho, esta casi se puede situar como un ejemplo más de la estetización de la nostalgia ochentera, a lo Stranger Things...

Empezamos por lo que funciona: la trama y la construcción de la novela, la creación de suspense y su capacidad para mantenerlo hasta el mismísimo desenlace (del que no diré nada porque si no me acusan de hacer demasiados spoilers). Básicamente la novela se sustenta en dos niveles narrativos paralelos: por un lado, las relaciones entre un grupo de adolescentes que comienza su último año en el instituto Buckley de Los Angeles (entre los que se encuentra un tal Bret que está escribiendo un libro llamado Menos que cero), al que llega un nuevo y misterioso miembro, Robert Mallory, que vendrá a desequilibrar todo su mundo; y por otro, los crímenes de un asesino en serie al que llaman "el Arrastrero" (un nombre bastante improbable, la verdad), que se dedica a secuestrar y asesinar a chicas después de juguetear con ellas (llamadas telefónicas, allanamientos, pequeños robos, modificaciones en el mobiliario...). 
 
Desde muy pronto ambas líneas comienzan a cruzarse, de forma más o menos explícita: ¿qué relación hay entre la llegada de Robert y el inicio de los crímenes? ¿Por qué Robert parece mentir constantemente sobre su pasado? ¿Por qué los crímenes parecen irse centrando cada vez más, como una espiral que se cierra, alrededor del grupo de protagonistas? Ah, amigo: tendrás que leerte casi 800 páginas para descubrirlo.

Ya se puede ir viendo que hay algunos aspectos de la novela que son "puro Bret Easton Ellis": la ambientación en Los Angeles; los protagonistas, un grupo de chavales y chavalas riquísimos, guapísimos, atractivísimos, drogadísimos, insulsísimos. Con todo, y como decía antes, esa especie de nihilismo existencial(ista) que tan bien reflejó Menos que cero, y que creo que es uno de los grandes valores de aquellas primeras novelas, ahora, en 2023, post crisis del 2007-8, post-covid, post-Trump, suena un poco vacío y recalentado, más como un recuerdo (y de hecho toda la novela está contada por el Bret Easton Ellis adulto, desde una distancia de 40 años) que como una realidad relevante para explicar nuestro mundo. Sí que es verdad, y en esto sí que estoy de acuerdo con algunas de las críticas que he leído, la bisexualidad abierta y explosiva del protagonista está presentada aquí con más madurez y menos carga de culpabilidad, y de una forma más explícita y sensual, me parece, que en las primeras novelas.

Y a partir de aquí empiezan mis problemas con la novela: en primer lugar, con la técnica elegida por Ellis para contarla. Se supone que el narrador está escribiendo esta novela (después de varios intentos fallidos) cuarenta años después de los hechos; y sin embargo, la novela nos describe con absolutamente todos los detalles imaginables (qué música sonaba en cada momento; qué películas daban en el cine qué días; qué ropa cada persona en cada momento; cómo fueron sus gestos, sus palabras, sus posturas). Solo un par de veces, si no me equivoco, el narrador dice "no recuerdo esto" o "no estoy seguro sobre esto"; y en las últimas páginas todavía tiene el coraje de decir "escribo esto porque los recuerdos están empezando a borrarse". Y ya sé que la lectura implica una cierta "suspensión de la incredulidad" y aceptar el juego que nos propone el autor, pero para mi gusto esto es intentar hacernos comulgar con ruedas de molino. Hasta una obra tan primeriza como El Lazarillo es más fiel a la forma como funciona la memoria, con sus lagunas, su fragmentariedad, sus escenas perfectamente converdadas rodeadas de enormes mares de olvido... (Haced la prueba: intentad recordar vuestra vida cotidiana no digo en 1981, que muchos igual ni habíais nacido, sino hace 10 años. ¿Conseguiríais recordar exactamente todos los detalles de todos los días de todas las horas?).

No es el único aspecto técnico o estilístico que me puso de mal humor, sobre todo en la primera mitad de la novela, antes de entrar en el ritmo frenético de lectura: en primer lugar, Ellis se pasa, creo, con las prolepsis ("las cosas terribles que nos iban a pasar ese año", "los horrores que estaban a punto de comenzar", "ese fue el último día en que fuimos felices", etc.), que es un recurso que funciona muy bien para crear tensión e interés, pero si se abusa acaba por resultar cansino (y creo que Ellis abusa, como digo). Probablemente es un recurso que ha aprendido de Stephen King, un autor al que ya "imitó" en Lunar Park y que aparece profusamente citado en Los destrozos (el protagonista lee Cujo y va al cine a ver El Resplandor, por ejemplo). De hecho, otro autor al que imita Bret Easton Ellis es a Bret Easton Ellis: las referencias musicales, cinematográficas o geográficas que en las primeras obras aparecen de forma natural y orgánica, en esta novela parecen insertadas artificialmente, para darle textura y contexto a la narración, pero de forma algo forzada. 

En fin: que si os gustan Stephen King y Bret Easton Ellis (o, más en general, si os gustan las novelas de intriga o terror con ambientaciones decadentemente lujosas y abundantes escenas de sexo), vais a disfrutar como enanos con Los destrozos. Pero no vayáis esperando leer algo radicalmente original o que vaya a cambiar vuestra visión del mundo o de la vida porque, en fin, esta no es una novela de ese tipo.


También de Bret Easton Ellis en ULAD: Aquí

1 comentario:

IsacMG dijo...

Las novelas de Bret Easton Ellis siempre me han parecido interesantes. Ellis ya no es tan transgresor como lo fue a finales de los ochenta y principios de los noventa, por supuesto; pero sigue dando propuestas llamativas. Tal vez su narrativa no ha envejecido bien. Ha tratado de aplicar una fórmula que actualmente no genera impacto o escándalo. "Lunar Park" fue muy adictiva para mí. Lo último que leí de él fue "Suites imperiales", la secuela de "Menos que cero".