Idioma original: Castellano
Año de
publicación: 2018
Valoración: Está
muy bien
La vida en el
extrarradio urbano nunca ha sido un camino de rosas. Ni ahora ni hace cuarenta
años. Para quien encaró la década de los 80 con el rostro lleno de espinillas y
la cabeza repleta de dudas -integrando por tanto aquella generosa hornada de
españolitos que irrumpió en el planeta Tierra como parte del baby boom- criarse
en uno de esos barrios de bloques de viviendas clonadas (ladrillo rojo, toldos
verdes, grúas, descampados y polvorientos barrizales) la experiencia del tránsito de la infancia
hacía… lo que fuese… era adolecer –o sea, carecer- de casi todo Esencialmente
de experiencia y sentido común. La constatación está en el prólogo, y en las
más de cien páginas que le prosiguen, de Uno de esos días, la más reciente
historieta publicada de Andrés G. Leiva (Córdoba, Andalucía, 1969).
Uno de esos días
nos retrotrae a un sábado cualquiera de un mes de octubre cualquier como el de
1982. Nada en especial puesto que el televisivo
y apocalíptico doctor Jiménez del Oso tenía vaticinado una más de las acongojantes
e irreversibles debacles planetarias, coincidiendo con la retransmisión de un
Atlético de Madrid vs FC Barcelona del campeonato nacional de Liga. Y lo hace,
por cierto, al recuperar el autor una pequeña caja de cartón de casa de sus
padres con una serie de objetos personales que desatan la narración; la taza de
Naranjito, el tubo de pegamento Imedio, el casete de Leño en directo…, en una
ingeniosa puesta en escena donde al presente le corresponde el blanco y negro y
al pasado el color. Una paleta cromática que es, quizás, uno de los grandes
atractivos de esta novela gráfica, pues el tratamiento de acuarela presta
calidez y textura al relato, con algunas viñetas especialmente memorables, como
esos oscuros cielos violetas sobre el barrio, punteados por el tenue amarillo
de las farolas o de alguna habitación insomne.
En aquel tiempo en
que las dos superpotencias andaban empeñadas en exhibir el tamaño de sus
arsenales atómicos y en el que la presencia de ovnis era de una cotidianeidad
normalizada, adolecer y crecer en el extrarradio podía no ser apenas un
ejercicio de coctelería hormonal sino
también una experiencia vital dominada por la indigencia emocional y
sentimental, en la que el trato con los demás se reducía apenas a una mezcla de
desprecio y collejas, de sentido del ridículo y de percepción absoluta del
ninguneo. De esa aridez con la que se tratan hermanos, compañeros, vecinos, da
buena cuenta esa viñeta de la madre, absorta en su ventana acariciando el deseo
de abandonar, de huir. O la sempiterna amenaza de los del barrio de al lado;
siempre hay alguien más lumpen, más rudo, más mayor, incordiando, amenazando. Uno
de esos días traza el recuerdo de esos adolescentes, esas personitas frágiles
y vulnerables, aisladas en su incapacidad para sobreponerse a las carencias, temores,
prejuicios e ignorancias, armadas apenas con la imaginación, la curiosidad o la
cabezonería. Y con el deseo, materializado aunque sea en el fugaz roce de la
mano de quien te atrae. Uno de esos días.
2 comentarios:
Hola, Carlos:
Muchas gracias por dar a conocer este libro. Tiene una pinta estupenda, y seguro que caerá, ya que tengo el vicio enfermizo del cómic.
Saludos
Hola Lupita,
Lo mejor de los vicios enfermizos es... compartirlos.
¡Ya nos dirás!
Salud y lecturas sorprendentes.
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