Título original: I'm a fan
Traducción: Regina López Muñoz
Año de publicación: 2022
Valoración: Recomendable
"Cacé" este libro en una visita (la primera de mi vida) al "Templo" de la Librería Gigamesh en Barcelona. Me sedujo el título y el tema, a juzgar por el resumen de la contraportada: la historia de una joven británica descendiente de inmigrantes, obsesionada con una influencer y enamorada de un hombre que no quiere estar con ella, o al menos no de la forma que a ella le gustaría. Un vistazo rápido al libro, además, mostraba que está escrito con capítulos cortos, que van desde las pocas líneas hasta las cuatro o cinco páginas. O sea, exactamente mi rollo.
Así que me lo compré. Y me lo leí en un par de viajes de avión (muy apropiado con el tema, por otra parte). Y me ha gustado, pero me ha provocado sensaciones un poco contradictorias.
Primero, empecemos por lo que sí me parece notable: la novela consigue captar y reproducir, de forma bastante ácida, el mundo de los/as influencers y artistas, blancos, de clase alta, cuyo gusto refinado y sensibilidad exquisita no es más que privilegio, dinero y tiempo libre. Escrito de forma ágil y con mucha ironía (y creo que en el original debe de haber también una adopción importante de la propia jerga instagramera, a juzgar por los títulos de los capítulos), consigue transmitir la experiencia virtual y analógica de una millenial obsesionada con las redes sociales, algo que no creo que es fácil de conseguir sin caer en la banalidad. Hay que reconocerle, por lo tanto, ese mérito, y creo que también por eso es una novela que puede gustar bastante a esas generaciones que vienen después de la mía (que ya no soy, snif, un chaval).
Dicho esto, y como adelantaba, hay otros aspectos de la novela que me han convencido menos, y que me encataría comentar con otras personas que la hayan leído (y para eso están los comentarios de este post, o las redes sociales de unlibroaldia, si os animáis). Desde el punto de vista narrativo, me ha parecido una novela excesivamente estática y algo repetitiva: una vez establecido el triángulo de relaciones entre la narradora, "la mujer con la que está obsesionada" y "el hombre con el que quiere estar", apenas hay evolución o crecimento en ninguno de los tres vértices del triángulo. Hay determinados acontecimientos, sí (mudanzas, divorcios, rupturas, reencuentros), pero ninguno parece ser definitivo, y el hecho de que la acción se nos presente cronológicamente desordenada acentúa esa sensación. Probablemente esto es deliberado, para transmitir, precisamente, la incapacidad de la narradora para salir del bucle tóxico y autodestructivo en el que se encuentra, pero acaba por hacer que la novela se me haya hecho algo pesada hacia su segunda mitad, y que el final haya sido algo insatisfactorio, prácticamente un no-final.
Y por otra parte, ya desde el punto de vista del mensaje, en la era del #MeToo y el #SeAcabó y las manifestaciones multitudinarias cada 8M, sigamos leyendo novelas que al final son versiones actualizadas de El diario de Bridget Jones: protagonizadas por mujeres que se ven a sí mismas como independientes, empoderadas y modernas, pero que acaban subordinando su vida a "conseguir un hombre". Ojo, soy consciente de que a) la literatura no tiene que ser un manifiesto ideológico, y b) un personaje no es un calco de su autor/a, y de hecho es posible que esta representación de esta realidad esté destinada, precisamente, a producir rechazo y distancia crítica en el lector (de hecho, en varios aspectos y momentos la protagonista resulta simplemente insoportable). Quizás sea así, pero lo cierto es que, en un nivel superficial, algunos de los discursos de la narradora sobre la sororidad (o ausencia de ella), sobre las relaciones sentimentales o sobre el "reloj biológico" te los firmaría Ana Iris Simón...
Como contrapartida hay, en cambio, otros aspectos de la novela y de la protagonista que son más transgresores: la narradora, como la autora, es descendiente de inmigrantes, racializada y de clase trabajadora (lo que hacer que por momentos uno se cuestione la verosimilitud de su contacto con la élite artística británica). Esto le permite construir un discurso crítico en relación con la blanqitud de "la mujer con la que está obsesionada", sus discursos moralizantes, ecologistas o de autoayuda, producidos desde un lugar de privilegio y de seguridad; o, más en general, sobre ese mundo de perfección, belleza y compromiso que se vende a sí mismo a través de las redes sociales, sin realmente atacar o criticar al sistema de injusticias y desigualdades que lo hace posible. Son excursos ocasionales, en los que casi parece que la autora le usurpa la voz a la protagonista, y que apuntan a una novela con una mayor carga política, que no ha acabado por desarrollarse completamente (y es una pena, porque creo que podría haber sido muy potente).
En definitiva, me sigue pareciendo una novela recomendable, con muchos aciertos temáticos y técnicos, y algunos aspectos que me parecen cuestionables (también, en el plano técnico y en el plano temático); y es sin duda una novela que puede dar mucho que hablar, lo que, en sí mismo, creo que debe ser considerado una virtud.
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