Idioma original: Ruso
Título original: Село Степанчиково и его обитатели
Año de publicación: 1859
Traducción: Lydia Kúper
Valoración: Recomendable
El coronel retirado Yégor Ílich quiere casar a su joven sobrino con una niñera. De esta sencilla premisa se sirve Dostoievski para elaborar una novela extraordinaria. Extraordinaria, sí, aunque claramente menor dentro de la bibliografía del autor. En Stepanchikovo y sus moradores, por tanto, no encontraremos lúcidas disecciones del ser humano; tampoco densas reflexiones filosóficas. Ni falta que hace, entendámonos. Esta obra no será muy profunda, pero es entretenida y está deliciosamente escrita.
Por momentos, Stepanchikovo y sus moradores puede parecer una novela ligera. No llega a las trescientas páginas, y éstas se terminan en un suspiro; es fácil de leer, gracias a su prosa llana; su ritmo es ágil, espoleado por un firme pulso narrativo; el tratamiento psicológico de sus personajes es la mar de asequible; los temas que baraja apenas rozan la reflexión trascendente; y está plagada de humor. Sin embargo, no deja de ser una creación de Dostoievski. Este es, pues, un texto más complejo de lo que a priori pueda parecer.
A nivel estructural, hay que destacar que Stepanchikovo y sus moradores está dividido en dos partes.
Cuando Serguéi Aledsándrovich, protagonista y narrador de esta historia, llegue a la casa de su tío, ubicada en la aldea de Stepanchikovo, se topará con una caterva de personajes de lo más pintorescos. Personajes a todas luces excesivos, que componen un friso estrafalario de la sociedad rusa del siglo XIX. En este sentido, Dostoievski no deja títere con cabeza y arremete contra todos. Se burla de la fe ciega que los aldeanos tienen en su señor, de la ignorancia de la aristocracia, de la vanidad y las ínfulas de los hombres mediocres... Esta novela es, por tanto, esperpéntica en toda regla.
Y ya que hablamos de personajes, hay que admitir que este libro no sería ni la mitad de interesante sin Fomá Fomich, el individuo más memorable de todos los que pululan por Stepanchikovo. Fomich es un huésped de Ílich que se ha autoerigido en "señor de la casa", un hombrecillo miserable con aspiraciones literarias que trata despóticamente al pobre coronel.
Quizás se le pueden poner dos pegas a esta obra.
En resumen, esta es una novela desternillante. De modo que, si bien es cierto que Stepanchikovo y sus moradores es una de las obras menores de Dostoievski, no por ello resulta su lectura una experiencia menos grata. Además, es ideal para iniciarse con este autor.
Otras obras de Fiódor Dostoievski en ULAD: Memorias del subsuelo, El idiota, Crimen y castigo, El jugador, El eterno marido, Los hermanos Karamazov, Noches blancas, El doble, La sumisa
Por momentos, Stepanchikovo y sus moradores puede parecer una novela ligera. No llega a las trescientas páginas, y éstas se terminan en un suspiro; es fácil de leer, gracias a su prosa llana; su ritmo es ágil, espoleado por un firme pulso narrativo; el tratamiento psicológico de sus personajes es la mar de asequible; los temas que baraja apenas rozan la reflexión trascendente; y está plagada de humor. Sin embargo, no deja de ser una creación de Dostoievski. Este es, pues, un texto más complejo de lo que a priori pueda parecer.
A nivel estructural, hay que destacar que Stepanchikovo y sus moradores está dividido en dos partes.
- La primera introduce el escenario y los personajes. Se toma, por tanto, su tiempo, aunque Dostoievski consigue imprimirle buen ritmo.
- La segunda parte, ni la mitad de extensa que su predecesora, se centra más en la acción. En ella, los eventos se precipitan. Vaya si se precipitan. Al menos, hasta que se estancan de nuevo. Y no digo más.
Cuando Serguéi Aledsándrovich, protagonista y narrador de esta historia, llegue a la casa de su tío, ubicada en la aldea de Stepanchikovo, se topará con una caterva de personajes de lo más pintorescos. Personajes a todas luces excesivos, que componen un friso estrafalario de la sociedad rusa del siglo XIX. En este sentido, Dostoievski no deja títere con cabeza y arremete contra todos. Se burla de la fe ciega que los aldeanos tienen en su señor, de la ignorancia de la aristocracia, de la vanidad y las ínfulas de los hombres mediocres... Esta novela es, por tanto, esperpéntica en toda regla.
Quizás se le pueden poner dos pegas a esta obra.
- La primera, propia de muchas novelas decimonónicas rusas, es que resulta complicado aprenderse los nombres, apellidos y diminutivos de todos los personajes que recorren estas páginas. Hasta que nos familiaricemos con dichos nombres, uno se confunde cada dos por tres.
- La segunda es que se echa de menos la huella del Dostoievski. Es cierto que su genio aflora de tanto en tanto en Stepanchikovo y sus moradores (Fomich recuerda al protagonista de la magistral Memorias del subsuelo, por ejemplo), pero es innegable que, para los estándares del escritor ruso, esta historia se queda corta.
En resumen, esta es una novela desternillante. De modo que, si bien es cierto que Stepanchikovo y sus moradores es una de las obras menores de Dostoievski, no por ello resulta su lectura una experiencia menos grata. Además, es ideal para iniciarse con este autor.
Otras obras de Fiódor Dostoievski en ULAD: Memorias del subsuelo, El idiota, Crimen y castigo, El jugador, El eterno marido, Los hermanos Karamazov, Noches blancas, El doble, La sumisa
1 comentario:
hola! me gusta leer de los clasicos los que precisamente no son muy conocidos, bien vale la pena ir contra corriente a veces!! saludosbuhos.
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