Título original: Fuyu no dôbutsuen
Año de publicación: 2008
Traducción: Víctor Illera Kanaya
Valoración: Recomendable
Recomendable manga metaliterario éste -o "metamanguero"... o como sea-, obra del desaparecido Taniguchi y ambientado hace cincuenta años, en una época de cambio y transformación en todo el mundo.
Estamos en 1966, en Kioto, donde el jovencísimo Hamaguchi entra como empleado en la empresa textil Comercial Watanabe y allí recibe el encargo de acompañar a la hermosa hija del dueño, la señorita Huyako. Tal encargo acabará metiéndole en un lío -no es lo que parece- y comprometiendo su puesto en la empresa, por lo que el joven Hamaguchi aprovecha una visita que hace a su amigo Tamura, en Tokio, para, casi sin darse cuenta, cambiar de ocupación y comenzar a trabajar como ayudante del maestro de manga Shiro Kondo, faena que además le permitirá desarrollar sus dotes como dibujante. En la oficina-taller de Kondo encontrará además casi una nueva familia, junto a los otros dos ayudantes del maestro, Moriwaki y Fujita, la responsable editorial, la señorita Hogashimo y el calavera amigo de Kondo, el pintor Kikuchi, que le llevará de fiesta a descubrir la noche del célebre distrito de Shinjuku.
A partir de aquí la historia que cuenta este cómic, que bien podría haberse desviado hacia una panorámica de las delicias de la cara más crápula de la capital nipona, mantiene firme el rumbo a través de un tono serio, emotivo y hasta melancólico. Hamaguchi, que en todo momento demuestra ser un chaval sensible y educado y con la cabeza más o menos amueblada, opta por tomar el camino del esfuerzo, la amistad y el amor (el amor de verdad, no me refiero a la exaltación lasciva del deseo físico, no semos malpensados...), en vez de la juerga y el desenfreno, como habríamos hecho la mayoría...
El libro, además de ser un buen ejemplo del consabido bildungsroman, nos ofrece una interesante mirada a la creación e industria del manga cuando ya constituía un sector editorial potente, pero sin haber vivido aún el éxito mundial y el crecimiento desaforado que ha venido después. una época en la que los dibujantes aún podían formar parte de cierta bohemia, por más que sus métodos de trabajo estuviesen ya a caballo entre la creación artística y la producción industrial en cadena. Muy interesante, además, resulta comparar esta obra con otra de temática similar, El invierno del dibujante de Paco Roca... El tono nostálgico está presente en ambos trabajos, si bien en el caso del manga de Taniguchi se debe más a la remembranza de la juventud ya lejana que a la falta de esperanza, mientras que en el cómic del valenciano, parece deberse más a la ensoñación de lo que pudo ser, pero no hubo manera.
Por último, y aunque no hace falta mencionarlo a quien ya conozca alguna de sus obras, el virtuosismo de Jiro Taniguchi como dibujante es, también aquí, posiblemente insuperable.
Otros títulos de Jiro Taniguchi reseñados en Un Libro Al Día: El gourmet solitario
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