Idioma original: catalán
Título original: Puja a casa
Año de publicación: 2015
Traducción al español por el mismo autor
Valoración: recomendable alto
Antes de reavivar recientes polémicas comparando obras dispares que han recibido idénticas valoraciones, matizar donde quedaría situado el público que más apreciará este libro. Lector de mediana edad, con filia por lo contemporáneo, y proclive a los relatos que podemos considerar de final abierto.
Jordi Nopca es de esos escritores de nuevísima generación (treinta y pocos) y que parte de una situación, se deduce de lo leído y aludido en los relatos de Vente a casa, de idónea preparación profesional, buenas referencias culturales, apreciable caudal narrativo, y suficiente experiencia vital para poder hablar de algunos temas prácticamente en primera persona. Partiendo también de la dedicatoria, Nopca habla igual de experiencias de convivencia de parejas en distintas situaciones, como del inexorable paso del tiempo actuando sobre la salud de ascendentes en distintos grados, o sea, las perrerías que nos depara la existencia.
Nopca, que en más de un sitio es comparado con autores como Monzó o Pàmies, habita ciertos lugares comunes: historias urbanas, giros levemente siniestros, desarrollos desiguales, gusto por las situaciones de tonalidades surrealistas. A diferencia de ellos, cierto aire deprimido y algo resabiado se apodera ya de sus primeros escritos. Monzó tardó veinte años en sintonizar esas sensaciones, pero Nopca se erige en voz (una entre algunas) de una generación desencantada. Sus personajes sufren males estructurales (llamadas para dar malas noticias sobre padres o abuelos) pero también conviven con males coyunturales: precariedad laboral, contratos basura, incerteza constante que les obliga a convivencias forzadas, a trasladarse a peores barrios. En todo caso, no es una lectura pesimista sino no-optimista. Disfrutamos de su profusión de menciones culturales y sonreímos con su escora fantasiosa, cosa que desplaza el nivel por encima de una literatura de la crisis que, por obvia, resultaría acomodaticia.
En Vente a casa, una dependienta en un centro comercial barcelonés es cortejada por un cliente ocasional. Àngels Quintana y Félix Palme tienen problemas es paradigmático: una pareja va alternando empleos precarios de manera irregular hasta que uno de ellos es presa de la desesperación. La pantera de Oklahoma muestra la vanidad de un autor de novelas a la búsqueda de inspiración. Navaja suiza, excelente puesta en escena sobre una pareja de esas que preparan sus viajes con premeditación extrema: en este caso, estudiando a fondo la literatura de los países que se disponen a visitar. La mención a los ascendentes, antaño tablas de salvación de generaciones jóvenes e inexperimentadas, es otra constante.
Uno por uno, los diez relatos incluidos dejan una impronta cuya cualidad conjunta esboza una realidad agridulce: se intenta sobrevivir, se hace a costa de saberse una de esas generaciones que, por término medio, retrocede en comparación con las anteriores. Se admite la situación, se formula la queja, no se espera gran cosa, se sigue viviendo.
4 comentarios:
«Se admite la situación, se formula la queja, no se espera gran cosa, se sigue viviendo». Excelente sinopsis. Felicidades.
Tiene pintaza... Me lo apunto!!
Me lo prestaron, y la verdad que ha sido una verdadera decepción. Mi problema con el libro es más por la manera de contar la historia, su estilo me ha parecido muy pobre, nulo, y para colmo, está el hecho de que enuncia por enunciar, o mete por meter, todo aquello que supuestamnete hacemos hoy en día, ya sea estar en las plazas comerciales o usando las redes sociales. Discrepo con la opinión aquí reseñada, pero está claro que, para algunos, o mejor, para muchos, este libro puede retretar lo que hacemos cuando no hacemos nada. Para mí, sin embargo, deja mucho que desear.
Buenas, y gracias a todos por los comentarios. Pues, Lector insaciable, poniendo el libro en el contexto del tiempo en que se publica, puede que desde tu crítica me hayas aportado una frase "lo que hacemos cuando no hacemos nada". Parece que muchos de esos personajes están en esa situación, y en algunos casos ya se sabe que el diablo tiene trabajo para las manos ociosas...
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