Idioma original: italiano
Fecha de publicación: 2005
Valoración: Muy recomendable
Esta primavera tuve la suerte de escuchar en vivo y en
directo a Claudio Magris, premio Príncipe de Asturias de las Letras 2004. Fue
durante el festival literario de Bilbao, Gutun
Zuria. Sabía de él gracias a artículos y entrevistas en publicaciones de
todo tipo y me había dejado muy buen sabor de boca el prólogo que hizo a las
Memorias de un antisemita de Gregor Von Rezzori, reseñadas por aquí entre Ian y
yo. Con estas referencias, y aunque no hubiera leído aún ninguna de sus obras, daba
por hecho que me iba a encontrar con un hombre muy culto y gran conocedor de la
tumultuosa historia de Europa.
Durante el encuentro bilbaíno,
en el que Magris se sentó frente a Marisa Blanco, la directora de Gutun Zuria, el escritor se mostró como
un hombre serio, sereno y sencillo, de pocas palabras y respuestas efectivas, ¿tímido?,
y poco dado a desviarse del tema de turno para hacer públicas curiosas reflexiones o anécdotas
personales. En fin, no me pareció para nada uno de esos autores que además de
tener talento para la escritura se revelan como amenos y ocurrentes personajes
públicos a los que uno no se cansa de escuchar. Pero eso no fue óbice para
que yo encontrara muy interesante gran parte de sus ideas y análisis, que
versaban sobre el tema “excusa” del festival de este año: “Relatos de
frontera”, o lo que es lo mismo (según explicaban en el programa), “límites
geográficos de las fronteras ideológicas, étnicas y religiosas”.
El libro de Magris que más citó Marisa Blanco durante el encuentro
fue Danubio, y contaron tantas cosas atractivas sobre su contenido y sus
estratos conceptuales que me dije que tenía que hacerme con él cuanto antes.
Sin embargo, por un motivo u otro, aún no lo he hecho (prometo que lo haré y lo
contaré por aquí), pero sí que he leído y disfrutado otro famoso libro de
Magris: El infinito viajar.
El infinito viajar
entra en la categoría “libro de viajes”, de eso no hay duda. Su autor recoge casi
una cuarentena de experiencias suyas como viajero en lugares de los cinco
continentes, pero tales crónicas están escritas de tal manera, que se puede
afirmar que nos encontramos ante un híbrido del citado libro de viajes, novela
y ensayo. El estilo del que Magris hace gala desde la primera página
desconcierta y emociona por la calidad literaria y la humanidad que desprende,
sus historias están perfectamente nutridas con datos de todo tipo, y
las reflexiones que al autor le despiertan tal o cual lugar o ciertas personas, están muy bien engastadas en el contexto. Y bueno, es difícil de creer la gran amalgama de conocimiento geográfico,
étnico, histórico o artístico que uno se lleva consigo tras haber leído las apenas
285 páginas de El infinito viajar.
Por las páginas de este libro, Magris reflexiona,
entre otras muchas cosas, sobre lo diferente que es el viaje circular (como el de
Ulises u Homero, que lo que quieren es volver a casa) del nietzschiano, que contempla el
viaje como una marcha constante e inevitable hacia la muerte, un infinito
viajar; la condición del viajero como sujeto siempre en movimiento y sin raíces
condenado a pasar por lugares de los que nunca llegará a formar parte, o los
nacionalismos totalitarios, divisores, fraticidas y atávicos.
Se puede decir, aunque parezca una locura, que los
lugares por los que Magris se mueve a lo largo y ancho de este libro son lo de menos,
o, dicho de otra manera, el pretexto para que el autor dé rienda suelta a su espíritu
extremadamente observador y reflexivo. Así, en España invoca a la célebre sombra del eterno soñador enfrentado como un lunático a la realidad, don Quijote; en el corazón de Europa habla de pueblos desconocidos
para el “gran público” y de cómo a día de hoy las nuevas generaciones siguen reivindicando sus rasgos de identidad; en el sudeste asiático reflexiona sobre el requete-citado choque Oriente/ Occidente
con sensatez, y en Oceanía, en la misteriosa isla de Tasmania, se deleita con la idea de que se encuentra en el fin del mundo. Y todas estas
aventuras en las que realmente no le pasa "nada" (no sufre cataclismos, ataques, ni secuestros), las narra conjurando seres del pasado, célebres o íntimos, destacando sobre todos ellos su difunta esposa, la escritora Marisa Madieri, y describiendo a personajes que se va encontrando por el camino, peculiares a sus ojos y también a los míos, su agradecida y deslumbrada lectora.
También de Claudio Magris en ULAD: El Conde y otros relatos, No ha lugar a proceder
También de Claudio Magris en ULAD: El Conde y otros relatos, No ha lugar a proceder
2 comentarios:
Pues mira, hace exactamente nueve años, me lleve Danubio, y alguno más, de vacaciones a Mojácar. Es sencillamente impresionante, eso sí, también de los que se suelen considerar áridos, aunque yo estaba tan ocupada levitando que ni me enteré.
Ya es hora de que lea algo más suyo, este por ejemplo.
Gracias por el comentario, Montuenga. Algo me dice que me va a gustar mucho ese libro... Veremos.
Yemila
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