miércoles, 22 de octubre de 2025

VV.AA.: Bolsilibros Yeray 06

Idioma original: Español
Año de publicación: 2023
Valoración: Se deja leer (y a mucha honra)

La sexta entrega de la colección de bolsilibros de Yeray Ediciones está centrada, al igual que la segunda, en el género de terror. Su nivel medio me ha parecido inferior al de su predecesora; aun así, las dos novelas cortas y el relato que agrupa dan lo que prometen (es decir, literatura popular tan simple y modesta como disfrutable).

Grimorio, de Carlos Díaz Maroto, sigue los pasos de Cristina Echevarría, la dueña de una librería de viejo que se topa con un volumen que alberga conocimientos prohibidos. En general, su argumento fluye e incluso toma derroteros que, sin ser excesivamente creativos, resultan interesantes. Por otra parte, la evolución de su protagonista, aunque hubiera podido plasmarse de manera más orgánica, resulta creíble. Y dos de sus escenas son bastante divertidas (desde el punto de vista de un lector amante de la casquería, claro).

El ladrón de novelas, de Cameron Crane, describe la lucha entre un escritor y un compañero de profesión que se dedica a plagiar a otros mediante un artefacto hebreo nutrido con alquimia. Esta historia debe ser abordada como la alocada aventura "pulp" sin grandes pretensiones que es. De otro modo, pueden chirriarnos algunas de sus decisiones (el estilo un tanto pedante, teniendo en cuenta lo que está narrando, o determinadas justificaciones argumentales, que a mí me rompieron la inmersión por rocambolescas o innecesarias).

"El secreto de Angus Wheeler", de Miguel Ángel Naharro, trata sobre cómo el nuevo vigilante de un cementerio descubre la existencia de los gules. Fuertemente inspirado por H. P. Lovecraft, no aporta nada a la mitología concebida por este escritor, pero tiene algún pasaje grotesco que hará las delicias a los incondicionales del Soñador de Providence.

Por todo lo dicho, la sexta entrega de la colección Bolsilibros Yeray mantiene el loable afán de resucitar el formato bolsilibro y reivindicar la literatura popular. Lamentablemente no alcanza, al menos a mi juicio, el nivel de la segunda, la cual, pese a las limitaciones y humildad intrínsecas de esta clase de apuestas editoriales, contenía textos que exhibían mayor solvencia y arriesgaban un pelín más. 

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