Traducción: Julia Osuna Aguilar
Valoración: Está bien
El comienzo de esta novela resulta muy potente, incluso para tratarse, como parece, de un noir: un hombre ha sido salvajemente atacado en su casa de la playa, en el extremo de Long Island, y sus manos, amputadas, no aparecen por ningún lado. Lo de las manos comienza a explicarse cuando nos enteramos que tanto la víctima -Adam Diehl-, como el novio de su hermana y narrador de la historia -del quien soló se menciona el nombre de Will, en una ocasión- han estado metidos en la escurridiza actividad de la falsificación caligráfica: dedicatorias en primeras ediciones de libros, cartas manuscritas de escritores célebres... en fin, si alguien suele ver el programa El precio de la Historia (Pawn Stars), sabrá a los que me refiero.
En principio, nos encontramos, pues, ante una novela de crímenes que transcurre en el hermético y sugerente mundo de las falsificaciones, pero también, más en general, del comercio y coleccionismo de libros valiosos. Pues no del todo; porque, me temo, la investigación criminal no avanza aquí sino de forma intermitente -aunque hay ciertas razones para ello.y además, lo que puede tener la trama de original ya está más visto que el tebeo... Como novela negra, de hecho, ésta se encuentra más cerca de la "novela psicológica" (aunque ni hablar de comparaciones con la gran Highsmith, por supuesto) que del hardboiled o, en el otro extremo, el llamado whodunit o novela-problema.
Ahora bien, como novela ambientada en unos universos tan particulares como el de los falsificadores -incluso el protagonista-narrador nos ilustra con ciertas consideraciones casi "filosóficas" al respecto- y el del coleccionismo de libros, sí que funciona bien, sin duda porque el autor de la misma conoce bien al menos esta última actividad, dado que, al parecer, ha sido librero y coleccionista durante muchos años. No obstante, quizás este mismo conocimiento detallado del que hace gala el libro contribuya un poco a ralentizar su ritmo, creo yo, al igual que el estilo en el que está escrito: siendo correctísimo y nada afectado, recuerda un poco, sin embargo, a aquellos relatos que hacían de sus cuitas los clientes de Sherloch Holmes, para exponer sus casos ante éste (me pregunto, además, si será un efecto buscado, ya que Conan Doyle es el autor favorito del protagonista); es decir, un estilo con el que muy bien se podría haber escrito una novela de detectives hace más de cien años.
Pero tampoco quiero dejar la impresión de que Los falsificadores es una novela anticuada, aburrida o torpe. Tal vez, en todo caso y para el que esto escribe, un poco decepcionante, teniendo en cuenta el magnífico material del que el autor disponía, pero es más que probable que a otros lectores sí que les satisfaga e incluso la consideren digna del mayor aprecio. Vamos, que no está mal... lo que en este caso significa que está bien.
3 comentarios:
Si recuerda a "El precio de la historia", no me extraña la valoración. Otra cosa sería que recordara a "Forjado a fuego" o a "Megaestructuras nazis"!!!
Pues mira el título en inglés, Koldo...; )
Un truco sucio para engañar a los seguidores de Forjado a fuego!!
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