domingo, 20 de septiembre de 2015

Marguerite Yourcenar: Memorias de Adriano

Idioma: francés
Título original: Memoires d'Hadrien
Año de publicación: 1951
Traducción: Julio Cortázar (nada menos)
Valoración: Imprescindible

El reto planteado por un blog amigo, este verano (aquí) me llevó a recordar -y releer- estas magníficas Memorias de Adriano, de la otrora idolatrada, aunque también denostada por algunos -y nunca entendí por qué- Marguerite Yourcenar, autora franco-belga-estadounidense de un virtuosismo paralizante, sobre todo en lo que se refiere a la novela histórica, género de la que es una de las mejores cultivadoras. Estas memorias impostadas del emperador Adriano, en concreto, me maravillaron cuando las leí por primera vez, hace ya bastante tiempo, hasta el punto de que recuerdo haberlas devorado prácticamente en una noche en vela (también he de decir que fue en una época de exámenes, en la que yo estaba dispuesto a leer lo que fuera con tal de que no se tratara de los preceptivos apuntes). Por otra parte, después de leer, casualmente, varios libros en los que el componente religioso cristiano  estaba muy presente -de una forma u otra-, tenía necesidad de una dosis de sano paganismo; paganismo antropocéntrico, en realidad, pues en los primeros momentos de la concepción de estas Memorias estaba muy presente, según explica la propia Yourcenar, una reflexión extraída de la correspondencia de Flaubert:
                "Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón hasta Marco Aurelio, en que sólo estuvo el hombre"...

Partiendo de la ambición de plasmar literariamente este momento, de "retratar a este hombre solo y al mismo tiempo vinculado con todo" (claro que como epítome de esa época no se nos muestra aquí un hombre cualquiera, ni otro personaje histórico de cierta relevancia, sino el mismísimo emperador del Imperio Romano, en el momento de su apogeo, el inteligente, culto y preclaro Adriano), la autora utiliza el recurso, imitado después profusamente, con mayor o menor fortuna (en alguna ocasión, con resultados excepcionales, como es el caso de Borja Papa, de Joan F. Mira), de las falsas memorias, dirigidas al que luego también sería notable emperador, Marco Aurelio.

Resulta imposible resumir todo lo que podemos encontrar en este libro. Por supuesto, los distintos episodios y vicisitudes de la vida de Adriano: infancia en Itálica -a un paso de la actual Sevilla-, educación helénica, experiencia en la guerra contra dacios y sármatas, trabajos e intrigas hasta hacerse con el poder imperial  y después, claro, su fructífera vida como gobernante, sus muchos viajes (fue sin duda el emperador que mejor conoció su Imperio, que recorrió de punta a cabo), su amor por el joven Antínoo... También lo que aprendió de sus mentores, de sus amigos y enemigos, y sus propias reflexiones, a las que Yourcenar da una voz harto elocuente (quizás algo afectada y hasta pedante... aunque, si no le permitimos tales defectos a un emperador romano, ¿a quién?). Pero quien lea la novela se va a encontrar mucho más que la semblanza de un personaje histórico: lo que hace aquí la autora es la reconstrucción, no sé hasta qué punto fiel, pero desde luego sí fidedigna, de toda una civilización. Y no me refiero tan sólo a su expansión territorial, sus gestas militares o sus logros técnicos y económicos... sino a la propia alma de su cultura, al espíritu que le insufló una vida que, casi podríamos decir perdura hasta el día de hoy. El libro nos sumerge en lo que fue la esencia de la Roma antigua, desde sus austeros orígenes tribales, moldeados después por la matriz helénica y enriquecidos por la aportación de todas las tierras, gentes y creencias con las que entró en contacto; en el corazón del Imperio, visto aquí, además como equivalente a la civilización, fuera de la cual no hay nada (en esto, en cambio, no puedo estar de acuerdo con la visión de Adriano/Yourcenar).

Y, por supuesto, nos ofrece multitud de reflexiones sobre infinidad de aspectos de la vida, el amor, las pasiones, el envejecimiento, la muerte... un auténtico compendio de sabiduría aparentemente indiscutible (luego ya, allá cada cual...); de ésos que permiten extraer frases que suenan estupendamente fuera de contexto... Ahí van algunos ejemplos:

          "...he llegado a la edad en la que la vida, para cualquier hombre, es una derrota aceptada."

          "El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente; mis primeras patrias fueron los libros."

       "Cada uno de nosotros posee más virtudes de lo que se cree, pero sólo el éxito las pone de relieve".              

(¿Qué tal? La envidia de cualquier escritorcillo con ansias de fama y gloria, ¿no?)
         
Una novela y un personaje que ya se superponen al verdadero Adriano, hasta el punto de que, tras Yourcenar, será imposible pensar de otra manera en este emperador culto, conciliador y, aparentemente, más humanitario que la mayoría de sus predecesores. Y, en todo caso, si non è vero, è ben trovato. 

16 comentarios:

ZOOT SUIT dijo...

Una asociación (plagio?) de "Memorias..." y "Cien años de Soledad":
1)
Escribe Youcernar:
Lo encontraron una mañana en el bosque de castaños de los confines del dominio, ya frío y picoteado por las aves de presa.
Escribe García Marquez
Vio los payasos haciendo maromas en la cola del desfile, y le vio otra vez la cara a su soledad miserable cuando todo acabó de pasar, y no quedó sino el luminoso espacio en la calle, y el aire lleno de hormigas voladoras, y unos cuantos curiosos asomados al precipicio de la incertidumbre. Entonces fue al castaño, pensando en el circo, y mientras orinaba trató de seguir pensando en el circo, pero ya no encontró el recuerdo. Metió la cabeza entre los hombros, como un pollito, y se quedó inmóvil con la frente apoyada en el tronco del castaño. La familia no se enteró hasta el día siguiente, a las once de la mañana, cuando Santa sofía de la Piedad fue a tirar la basura en el traspatio y le llamó la atención que estuvieran bajando los gallinazos

2)
Yourcenar:
Entonces, por primera vez, ordené a mi médico que marcara en mi pecho, con tinta roja, el lugar del corazón; si sobrevenía lo peor no estaba dispuesto a caer vivo en manos de Lucio Quieto.
García Márquez:
Poco después, cuando su médico personal acabó de extirparle los golondrinos, él le preguntó sin demostrar un interés particular cuál era el sitio exacto del corazón. El médico lo auscultó y le pintó luego un círculo en el pecho con un algodón sucio de yodo.

ZOOT SUIT dijo...

Una asociación (plagio?) de "Memorias..." y "Cien años de Soledad":
1)
Escribe Youcernar:
Lo encontraron una mañana en el bosque de castaños de los confines del dominio, ya frío y picoteado por las aves de presa.
Escribe García Marquez
Vio los payasos haciendo maromas en la cola del desfile, y le vio otra vez la cara a su soledad miserable cuando todo acabó de pasar, y no quedó sino el luminoso espacio en la calle, y el aire lleno de hormigas voladoras, y unos cuantos curiosos asomados al precipicio de la incertidumbre. Entonces fue al castaño, pensando en el circo, y mientras orinaba trató de seguir pensando en el circo, pero ya no encontró el recuerdo. Metió la cabeza entre los hombros, como un pollito, y se quedó inmóvil con la frente apoyada en el tronco del castaño. La familia no se enteró hasta el día siguiente, a las once de la mañana, cuando Santa sofía de la Piedad fue a tirar la basura en el traspatio y le llamó la atención que estuvieran bajando los gallinazos

2)
Yourcenar:
Entonces, por primera vez, ordené a mi médico que marcara en mi pecho, con tinta roja, el lugar del corazón; si sobrevenía lo peor no estaba dispuesto a caer vivo en manos de Lucio Quieto.
García Márquez:
Poco después, cuando su médico personal acabó de extirparle los golondrinos, él le preguntó sin demostrar un interés particular cuál era el sitio exacto del corazón. El médico lo auscultó y le pintó luego un círculo en el pecho con un algodón sucio de yodo.

Juan G. B. dijo...

Hola, ZOOT SUIT:
El segundo ejemplo que das también me llamó la atención, alnleer el libro. El primero se me pasó, pero tampoco parece demasiado evidente... Sí, cabe suponer (por no decir que podemos estarnseguros) que García Márquez había leído "Memorias de Adriano", antes de escribir su novela. Más aún teniendo en cuenta que la traducción al español es de Cortázar.
Ahora bien, yo no hablaría de "plagio", teniendo en cuenta que las novelas no tienen nada que ver una con otra, y que , en todo caso, estos ejemplos son una gota en ese océano de gran literatura que es "Cien años de soledad"...
Gracias por tu comentario y un saludo.

Marcelo Zuccotti dijo...

Comparto plenamente tu sucinta pero acertada reseña, Juan. A éste lo considero entre los tres mejores libros que he leído en mi vida, junto a 'Los hermanos Karamázov', de Fiodor Dostoyevski, y 'La muerte de Virgilio', de Herman Broch.
La diversidad de planos que aborda, con cierta profundidad y una mirada de quien ha vivido mucho y ha observado la naturaleza humana, hacen que este libro presente características únicas, por lo que suscribo plenamente tu definición de imprescindible.
Un abrazo.

Juan G. B. dijo...

Hola, Marcelo:
Gracias por tu comentario. A mí el libro me fascinó cuando lo leí por primera vez, aunque ya digo que fue hace muchos años y en otras circunstancias... en todo caso, me parece que reseñarlo era una deuda pendiente que teníamos en ULAD (creo que no será el último de Yourcenar, además).
un saludo.

El Puma dijo...

Buenos días.

Parece que lo estás haciendo adrede, Juan! Cómo sabes tú que este libro está entre mis preferidos (no se si entre los tres primeros, como Marcelo, pero seguro entre los primeros diez)? Es que eres brujo, acaso??

:-)

Poniéndome serio. Yo también leí este libro hará unos diez años. de hecho, es la única obra que he leído de Marguerite Yourcenar. Y sí, es imprescindible. Profundo y ameno. Agil e inteligente. Una obra maestra.

Tuve mi período de ávido lector de novelas que transcurrían durante el apogeo o caída del imperio romano. Les recomiendo dos, a mi juicio también sublimes: Yo, Claudio, de Robert Graves (dos tomos de Alianza, el segundo llamado Claudio el Dios y su esposa Mesalina), a quien llegué después de ver la gran adaptación televisiva de la BBC (qué viejo estoy, han pasado 40 años!); y laque para mí es una referencia en el género, Los idus de Marzo, de Thornton Wilder.

Un saludo y hasta la próxima coincidencia!

Juan G. B. dijo...

Hola, Puma:
¡No puede ser! ¡Tengo un doble en Argentina y yo sin saberlo! ;) ...Bueno, en realidad, no sé si puede decir que este libro está entre mis preferidos. Me gustó mucho la primera vez que lo leí, desde luego, pero desde entonces han pasado muchos años y muchos otros libros...
Entre los libros ambientados en esta época, ahora en España está muy en boga los de Santiago Posteguillo, no sé si lo conocerás... el problema es que casi todos son unos "tochos" de casi mil páginas y que además van por trilogías... en fin, ahí lo dejo por si te interesa.
Bueno, mi próxima reseña, salvo cambios de última hora, es de un libro de Philip Roth... como me digas que es tu autor favorito o algo así, habrá que ir a "Cuarto Milenio" (aclaro: programa de la tele dedicado a temas paranormales).
En cualquier caso, una abrazo y hasta pronto.

Marta dijo...

Hola me he leído la reseña que hiciste sobre el libro Memorias de Adriano, y me parece excelente. Yo estoy haciendo un trabajo sobre ese libro, principalmente mi trabajo debe responder a cuales son las virtudes de los gobernantes según Adriano, pero me esta siendo difícil encontrar una respuesta. ¿ Tu cuál crees que es?

José Ato dijo...

Confieso que este libro lo tuve en la mesita de noche muchos años, sin llegar a leerlo del todo, supongo que porque no estaba preparado para recibir tanta belleza y elegancia en forma de libro. Desde luego me parece bellisimo (en mi blog: atosaorin.blogspot.com tengo unas acuarelas sobre Adriano)

Juan G.B dijo...

Hola, José:
Desde luego, son unas acuarelas preciosas. Gracias por compartirlas con nosotros y por el comentario
Un saludo

Juan G.B dijo...

Hola, José:
Desde luego, son unas acuarelas preciosas. Gracias por compartirlas con nosotros y por el comentario
Un saludo

Sonia Giannotti dijo...

Bellísimo libro
De una sabiduría que invita a releerlo en distintas edades y momentos de la vida

ToniLV dijo...

Magnífico libro, y muy acertada y completa reseña, a la que poco más se puede añadir. Ciertamente es una novela ambiciosa en la que la autora se volcó una buena parte de su vida.

Santu dijo...

No es plagio, es intertextualidad. Bajtín dice que todo emisor ha sido antes receptor de muchos textos que tiene en su memoria en el momento de producir el suyo, con ellos establece un diálogo,por lo que en su discurso no solo se oye la voz del emisor sino una pluralidad de voces superpuestas que entablan un diálogo entre sí

Anónimo dijo...

Leí Memorias de Adriano hace treinta años y permanece como una de las obras más bellas que he leído.

En cuanto a los plagios, Christa Wolf incluyó un episodio donde se explicaba el lugar exacto del tórax para clavar una aguja en el corazón en su obra En ningún lugar. En parte alguna (1992) el relato de un encuentro entre Karoline von Günderrode y Heinrich von Kleist.

Creo que son lugares comunes que cada autor expresa de una manera diferente.

Martín Rojo dijo...

Hablas de un género que podría ser relativamente nuevo, las falsas memorias, imitadas después por otros autores. Sólo apuntar que no hay duda de que Marguerite Yourcenar leyó (y releyó) a Marcel Schwob y sus Vidas Imaginarias -aunque esto es sólo especulación-.