Idioma original: francés
Título original: Ubu Roi
Valoración: Se deja leer
Antes de que nadie se me eche encima, reconozco que la valoración está viciada por una circunstancia obvia: Ubú rey es una obra de teatro y, por tanto, no está hecha para ser leída, sino para representarse. Sucede, además, que Ubú rey es la abuela del teatro del absurdo. Los personajes, de tan grotescos, son casi títeres, monigotes, máscaras, y su acción debe hacer reír al público o escandalizarle. Pero lo que visto sobre un escenario puede ser muy gracioso, leído puede ser una simple memez. En fin, que se pierde mucho al leer la obra en vez de verla.
En cualquier caso hay que reconocerle una modernidad increíble para su época. Se estrenó en 1896, en un París todavía simbolista. La noche del estreno fue uno de esos acontecimientos en los que la vanguardia bohemia tenía a bien mostrarle su profundo desprecio a los bienpensante burgueses "filisteos". A la primera palabra ("merdre", o sea "mierdra", así, con una r intercalada) siguió un cuarto de hora de indignados abucheos y aplausos entusiastas. La obra sólo se representó una vez más antes de caer del cartel, pero esto fue suficiente para convertir a Alfred Jarry en el hombre del momento para la vanguardia artística de París. Por supuesto, Jarry murió a los pocos años, víctima de la tuberculosis y estragado por el alcohol. Comme il faut.
La obra cuenta el ascenso al poder (y posterior caída) del Padre Ubú, capitán del ejército polaco, ex-monarca de Aragón y doctor en 'Patafísica. Alentado por su mujer, Madre Ubú, y su compinche el capitán Bordura, Ubú mata al Wenceslao, rey de Polonia, y se pone en su lugar. En un par de días muestra tan absoluta monstruosidad moral que el zar accede a ayudar a Bugrelao, hijo del legítimo rey, a recuperar su trono. Tras perder la guerra, Ubú parte al exilio.
La figura de Ubú parece estar inspirada por un tal Hébert, profesor de física de Jarry en el liceo, que motivó una farsa para marionetas escrita y representada por los alumnos. En manos de Jarry, el pobre Hébert degeneró hacia un tipo monstruoso en todos los sentidos: con una enorme panza sobre la que se dibuja una espiral, Ubú es cobarde, traidor, estúpido, malvado, colérico y, además, huele mal. Esto como aviso para los profesores que leen este blog: cuidado con caer mal a vuestros alumnos... Para acabar, una pequeña muestra. Cuando un oso ataca a los seguidores de Ubú, este se sube a una roca mientras los demás se enfrentan a él. Así justifica después se actitud:
PADRE UBÚ. (Bajando) Podéis sentiros contentos de estar todavía vivos. El seguir hollando la nieve de Lituania, lo debéis a la magnánima manera de ser del Señor de las Phinanzas. Él se ha despizcado, deslomado y desgañitado recitando padrenuestros por vuestra salvación. Y ha manejado con tanto arrojo la espada espiritual de la oración, como vosotros las armas materiales y, el aquí presente palotín Cotiza, el perecedero pistolete explosivo. No, nos hemos llevado todavía más lejos nuestra abnegación. No hemos dudado en subirnos a la roca más alta, para que nuestras oraciones llegasen antes al cielo.
También de Alfred Jarry en ULAD: Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico
1 comentario:
A mí me pareció magistral, con una ironía que me cuesta imaginar existiendo en esa época. lo recomiendo y me divirtió.
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