Año de publicación: 2023
Valoración: Muy necesaria
Aunque en otros países es más común (si bien no lo suficiente todavía) lo que se conoce como working class literature/literatura obrera, en España como siempre, y en contradicción fragante con el nombre del Partido que nos gobierna, seguimos a la cola. Esta novela autobiográfica sobre el alcoholismo, más que recomendable, es muy NECESARIA, tal y como puse en la valoración; entre otras razones porque como bien dice en la página 115 su autor madrileño perteneciente a una generación que a alguien se le ocurrió un buen día llamar de manera muy, muy ingenua nocilla:
…No hay historias escritas por alcohólicos de clase obrera españoles…
Tristemente, esto es cierto. Lo que sí hay y abundan a mares, son o novelas autobiográficas sobre esta adicción, pero de clases sociales medias y altas/muy altas, intelectuales, académicas… o novelas no autobiográficas pero que vienen a ser más de lo mismo. Es decir, resulta impactante que en pleno siglo XXI, se siga creyendo que las obreras y obreros no leen, o no escriben, o no tienen nada interesante para decir. Y más grave todavía es que las Editoriales a las que no me cabe la menor duda de que les van llegando escritos de este tipo, simplemente no las publiquen, debido a ese clasismo endogámico, sectario y oscurantista que siempre, siempre aprovecho para denunciar, porque aquí es plaga. Cada vez con más descaro, si no tienes un doctorado o has ganado cinco premios, no te publican. Pero VINAGRE también es muy necesaria por otros motivos: sin caer en ningún momento en la típica autoayuda o más típica aún superación, consigue que reflexiones y que empatices con el dolor en torno al alcohol y sus consecuencias, tanto a corto como a largo plazo. El ritmo de lectura es tan fluido que pasa a ser fílmico, y la identificación con el personaje/autor, instantánea. Logra también que te sientas como él, aunque no seas hombre como él, ni jevi (así lo escribe) como él, ni obrero del metal como él. Cuando cierras el libro en la última página, te invade ese vacío repentino de final de lectura tan poco frecuente y te dices: qué pena. Pues el autor termina siendo tu amigo.
Es como si hubiera abierto un cultivo para más escritura del estilo por un lado. Y por el otro y de manera inevitable, nos llene de culpa a las que si bien no somos de clase obrera como tal, por el esfuerzo infinito de (m)padres que murieron antes de tiempo para que pudiéramos acceder a la Universidad, llevamos ese escudo interior; pertenezcamos o no a la categoría siguiente: precariado. Algunas con orgullo llevamos ese escudo aunque carguemos a cuestas ese sufrimiento ancestral, como es mi caso. Pero otros no tanto, o no nada, mejor dicho. Porque sigue llenando de vergüenza el trabajo a destajo, sudoroso, manual, de fábrica. Y que Jorge Matías se atreva con una honestidad inmensa, en muchas ocasiones tragicómica, a desplumar el mito del obrero analfabeto y muchos otros transversales y SAGRADOS como que el alcohol es una droga blanda, constituye un giro totalmente radical de actuación en el género. El autor dedica prácticamente todo el libro, con saltos temporales mediante, a diseccionar hasta qué punto esta droga nos fractura y extraña de las personas que nos rodean, y de nosotras mismas. A ratos, es casi una novela de terror, porque lo hace llegando al fondo fondísimo, ese fondo que todo el mundo quiere evitar, en sintonía con la sustancia de la que habla, la que provoca más daños en España y continúa estando bien vista.
Recuerdo haber leído hace tiempo La hija de la mujer de la limpieza de James Stephens, un regalo espontáneo de la maquetadora o quizás editora de Ediciones del Viento porque no quisieron publicarme, (y se ve que le di lástima). Ya va siendo hora de leer a la misma mujer de la limpieza. Sin hombre que hable por ella. Incluso sin hija.
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