Título original: Mourir, partir, revenir. Le jeu des hirondelles
Año de publicación: 2007
Traducción: Regina López Muñoz
Valoración: entre recomendable y está bien
Guerras, por desgracia, ha habido muchas, hay todavía y sospecho que seguirá habiendo en un futuro. Se dice (bueno, más que eso: hay realizados sesudos estudios sobre el tema) que son especialmente crueles las guerras civiles por aquello de que no hay peor cuña que la de la misma madera, y es algo que ocurre más aún cuando el frente bélico pilla de lleno en las zonas urbanas, cuyos habitantes han de arreglárselas como pueden para vivir bajo el fuego enemigo.. o incluso amigo, a veces.
Eso fue justamente lo que pasó en uno de las más demenciales conflictos de los últimos 50 años: la guerra civil que tuvo lugar en el Líbano entre 1975 y 1990, que dividió el país en infinidad de facciones políticas y religiosas, amén de diversas injerencias extranjeras. La capital, Beirut, quedó dividida entre el este y el oeste por la famosa "Línea Verde" y sus habitantes debieron desenvolver su cotidianeidad entre bombardeos y fuego de francotiradores. Pues bien, es este escenario, en 1984, en el que se desarrolla esta novela gráfica. Durante uno de esos bombardeos recíprocos, unos hermanitos -podemos suponer que la niña es una trasunta de la propia autora- quedan separados de sus padres, que habían ido a visitar a su abuela, unas calles más allá, pocas pero demasiadas para poder volver sin problemas... pero los niños no están solos, puesto que la entrada de su casa, que es el lugar más seguro del edificio, se ha convertido en el punto de reunión de los vecinos durante tan peligrosos episodios. Así, vamos conociendo a cada uno de ellos y sus historias particulares, que van conformando un mosaico de lo que era en aquel momento y había sido Beirut: Anhala, la señora que siempre había servido en casa de la familiade Farah y Ramzi y ahora está con ellos; Chukri, el "conseguidor" hijo de la portera; el señor Ernest Challita, antiguo profesor de francés que ha perdido a su hermano gemelo en la guerra; el señor Khaled, dueño de una discoteca de la que sólo pudo salvar el whisky y su esposa Linda... Todos harán compañía y entretendrán a los niños -de quienes no sabemos el nombre- contando historias durante esa noche de bombardeo, hasta que regresen sus padres, Samir y Nur.Una noche harto complicada, debido a las circunstancias, cuyo desarrollo está narrado de forma entrañable por Zeina Abirached y dibujado con ese característico estilo suyo en blanco y negro, aparentemente sencillo, pero de un decorativismo geométrico casi art-déco, más complejo de lo que parece. Una novela gráfica, pues, interesante, elegante y entretenida, que deja un regusto agridulce, como no podía ser de otra manera, pero, al tiempo, una sensación de que, por horribles que sean las circunstancias que nos toque vivir, se puede confiar en que , junto con lo malo, también salga a ala luz lo mejor de las personas que nos rodean. No tanto los grandes alardes de heroísmo o abnegación como los pequeños gestos cotidianos que hacen más fácil la convivencia y facilitan la solidaridad, la ayuda mutua en tiempos turbulentos. En fin, confiemos en que así sea, por lo menos...
También de Zeina Abirached y reseñado en Un Libro Al Día: El piano oriental
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