Título original: Les animaux célèbres
Traducción: Laura Salas Rodríguez
Año de publicación: 2019
Valoración: Muy recomendable
No me hagan bromas sobre a quiénes podríamos llamar ‘animales célebres’, ya sabemos que hay mucha celebridad a la que se podría aplicar el sustantivo. No, en este caso hablamos de animales en sentido literal, y este buen señor oportunamente apellidado Pastoureau –historiador medievalista- nos ofrece una pequeña recopilación de aquellos que a lo largo de los siglos han adquirido una notoriedad especial, pasando en muchas ocasiones a formar parte de nuestro imaginario cultural.
En nuestra ‘casa de fieras’ tenemos, claro está, animales que existieron en carne y hueso, pero también animales mitológicos (el minotauro), bíblicos (la serpiente del Génesis o los pasajeros del Arca), de naturaleza fundacional (la loba romana) o marcadamente bélica (los elefantes de Aníbal), animales heráldicos (el leopardo inglés), posibles (el monstruo del lago Ness) o probables (la bestia de Gévaudan), de madera (el caballo de Troya), pintados (los bisontes de Lascaux), objeto de animación, convertidos en juguetes, enviados al espacio, navideños, asesinos, y así hasta conformar una nómina que se extiende más allá de las 200 páginas.
Cada apartado, de cinco o seis páginas, se compone de dos partes. La primera es una referencia histórica en la que se expone el contexto en que el animal hace su aparición, contado de forma simpática pero rigurosa; en la segunda reflexiona el autor en torno a la especie de que se trata, el concepto cambiante que la sociedad tiene de ella en esa época concreta, sus implicaciones psicológicas, económicas, culturales, el por qué ha sido ese animal y no otro el que protagoniza los acontecimientos.
Todo ello hace que el lector se vaya formando una idea de cómo evoluciona su percepción acerca de las especies, cómo se van fraguando y alterándose las jerarquías según el entorno y el momento histórico. Vemos cómo el oso es el rey de los animales en la Europa septentrional hasta que poco a poco va siendo desplazado por el león, el cerdo pierde su protagonismo en favor de los ovinos según se va modificando la estructura ganadera, el impacto de la llegada de los grandes animales exóticos, o la progresiva pero lenta aceptación del perro como acompañante preferido del ser humano.
Hay algunos episodios menos sorprendentes por ser harto conocidos, otros realmente estremecedores, como el de la cerda de Falaise o el citado de la bestia de Gévaudan, donde la sangre y los estragos se multiplican sin freno, y también muy curiosos, como el origen de Teddy Bear y la dualidad sobre la que se edifica la moda de los osos de peluche.
Como se ve, puede ser un tema que se preste a la ligereza, pero justamente el acierto del libro es haber encontrado, en mi opinión, un equilibrio admirable. Está bastante claro que para Pastoureau escribir este libro fue un pasatiempo, una forma de dar cauce a sus conocimientos en una dirección más amable, y pienso que con las dosis justas de humor y erudición, y una prosa ágil y diáfana, consigue el objetivo clásico de docere et delectare.
Así que, instructivo y ameno al mismo tiempo, si tiene usted en mente regalar un libro y no tiene claros los gustos literarios del beneficiario, no se enrede eligiendo narrativa con la que puede columpiarse por exceso o por defecto: con este tiene el éxito garantizado.
2 comentarios:
Lo voy a adquirir muchas gracias por la reseña. Juan viejo o
Pues yo creo que haces muy bien y no te arrepentirás (y eso que Periférica todavía no me ha pagado por la publicidad).
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