Idioma original: Castellano
Año de
publicación: 2018
Valoración: Está
muy bien
Las novelas que
merecen la pena deben servir para “captar en un supremo esfuerzo, del torrente
inexorable del tiempo, una fase transitoria de la vida para exponer el
fragmento rescatado a los ojos de todos (…) mostrar su vibración, su color, su
forma (,,,) revelar la sustancia de su verdad, desvelar su secreto inspirador:
la tensión y la pasión que hay en el núcleo de cada instante convincente…”,
explicó alguien que llegó a saber bastante del asunto, Joseph Conrad. Y ese
empeño resulta más que patente en Sur, casi quinientas páginas en las que
Antonio Soler (Málaga, 1956) ha querido capturar el pulso de una ciudad durante
un día de principios de agosto, acosada por el terral y recorrida por un plantel
de personajes para los que la convivencia resulta apenas una suerte de
trituradora existencial.
Sur es una novela
arriesgada, ambiciosa, exigente. Muestra una ciudad -a la que no se nombra,
aunque sí sus calles, plazas, barrios y playas, lo que la hace fácilmente reconocible-
a través de una decena de protagonistas, personas grises con vidas corrientes,
rutinas mecánicas y estrechos anhelos. Unos de la considerada como clase media
(o mediocre), la mayoría de clase baja (y vulgar), así, sin paliativo; ingresos
comprimidos, trémulos subsidios, rancias pensiones, trapicheos al detall, golpes
descerebrados… Quizás con la excepción de ese parado crónico y semivoluntario que
es el Atleta, de quien accedemos a una dimensión digamos más elaborada y
ambiciosa a través de su diario, el resto se mueve por inercias o por impulsos
más ramplones, viscerales, físicos y primarios.
El retrato no es
desde luego ni condescendiente ni amable, pero –como propuso Conrad- ahí está
el fragmento de tiempo y espacio revelado y desvelado, tal y como el autor lo
ha calibrado. Leía en una revista a uno de nuestros brillantes (y pedantes) intelectuales referirse a su último libro como a una delimitación del actual "perimetro moral", y algo de eso también aflora en las páginas de esta novela. Y quizás, a mi entender, por ahí reside también el desajuste, la objeción que
se impone al llegar al final. Si lo que se busca es ofrecer el rostro de la
desolación, del desamparo y del hastío, rellenar casi quinientas páginas con apenas
desolación y desamparo y hastío y ira y resentimiento y resignación, provoca en
definitiva que la dosis sea tan abundante que el filo, el desgarro, la herida
que la narración busca producir en el lector quede disminuida, en parte neutralizada.
Pese a este
reparo, Sur es una lectura con recompensas. El autor juega, toma riesgos y sabe
salir con acierto de los variados guiños con los que rinde homenaje al
Ulises de James Joyce. Hay envites nada sencillos, como adjetivar de
veinticinco maneras a la noche, o redactar un párrafo de veinticinco páginas,
quince de ellas sin un punto y seguido. Otros, como la aparición de tres
achispados literatos que acaban por salir de escena en carro, llevan incorporada
la estampa cómplice. Sur es, en definitiva, una mirada a la desolación o una
acerada y acerba visión a ese solar a la intemperie que siempre nos queda un
poco más al meridión: “me da vergüenza escribirlo. Me siento, soy, un traidor.
Infinitamente peor que ella. Un miserable. Porque soy más inteligente que ella,
porque ella se ha esforzado para que yo sea mejor que ella y que todos y solo
consigo ser mucho peor”.
También de Antonio Soler en Un libro al dia: Apóstoles y asesinos, El sueño del caimán,
6 comentarios:
Pues a pesar de los pequeños contras que comentas, Carlos, me ha llamado la atención, a la lista de pendientes que va.
Que bien, Sandra, esas benditas pilas de libros pendientes que nunca menguan. Si cae, ya nos dirás.
Arriesgado y contemporáneo, me lo habéis vendido muy bien con esta estupenda reseña. Va para mi lista de pendientes.
Pues Antonio, objetivo logrado. Ya nos dirás si la expectativa se cumplió.
Creo que esta y la de Apóstoles y asesinos son las mejores novelas en español que he leído en los últimos años. También las de Pablo Martín Sánchez,tres, que en este blog no encuentro reseñadas. Nada que ver con las que se venden como churros y de las que todos hablan y tuitean. Gracias por el esfuerzo de escribir sobre libros.
La industria es voraz. El 90% de los críticos en prensa, radio,televisión y redes sociales son parte indisimulada de la misma (pueden engañarte un día pero no resisten la hemeroteca). Éxito de ventas no tiene porqué ser sinónimo de falta de calidad necesariamente pero de ahí a que críticos y otros autores, que se dicen serios, se presten de manera tan grosera a los intereses de las grandes editoriales hay un abismo. No daremos nombres para no ofender. Que Sur es un novelón es evidente aunque también entiendo que exige al lector y eso le resta ventas y publicidad, es obvio. De Pablo Martín decirte que sólo he leído una, la del anarquista y que, sin ser ni mucho menos redonda, me gustó. Tanto la idea como la puesta en escena. El prólogo, con su viaje a Barakaldo, me parece en sí mismo un maravilloso relato. Pero volviendo a Sur, por ser su reseña, muy recomendable, insisto.
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