Año de publicación: 2017
Valoración: Entre recomendable y está bien
El libro-objeto tiene un qué especial. A veces alberga retos intelectuales; de por sí contiene (o debería contener) todo tipo de promesas sensoriales. Invita a experimentar, a leer, a mirar, a oler, a palpar, a retroceder, a desplegar, a manipular y a sentir; en definitiva, el libro-objeto invita a jugar.
René Magritte aprovecha algunas de las características del libro-objeto. Ofrece formatos poco convencionales (entre ellos, libros acordeón y libros póster) y un contenido tanto lúdico como reflexivo. Quizás convenga comentar, eso sí, que descuida otras cualidades propias de tan peculiar formato. Por ejemplo, la combinación de disciplinas y lenguajes artísticos. O la posibilidad de ser un producto de tirada muy limitada con variaciones manuales que diferencian a cada una de las piezas. Pero bueno, las contadas carencias de este libro como objeto se ven compensadas por las virtudes de su contenido.
René Magritte aprovecha algunas de las características del libro-objeto. Ofrece formatos poco convencionales (entre ellos, libros acordeón y libros póster) y un contenido tanto lúdico como reflexivo. Quizás convenga comentar, eso sí, que descuida otras cualidades propias de tan peculiar formato. Por ejemplo, la combinación de disciplinas y lenguajes artísticos. O la posibilidad de ser un producto de tirada muy limitada con variaciones manuales que diferencian a cada una de las piezas. Pero bueno, las contadas carencias de este libro como objeto se ven compensadas por las virtudes de su contenido.
Los seis autores participantes en René Magritte se llaman David B., Gabriella Giandelli, Éric Lambé, François Olislaeger, Miroslav Sekulic-Struja y Brecht Vandenbroucke y nos granjean relatos sobre la vida y obra del artista belga. Recurren más al aspecto visual que al literario (solamente dos obras contienen palabras), apropiándose en todos los casos de escenas e imágenes ideadas por el pintor surrealista al que rinden homenaje. Todos estos autores elaboran una historia: ya sea a modo de secuencia gráfica (a lo cómic) o gracias a una imagen única que incita a una lectura casi narrativa, como de bajorrelieve o pintura mural.
Tengo la grata impresión que algunos de los dibujantes han comprendido y asimilado la obra de Magritte. Y esa es una tarea ardua. Ese conocimiento base les ha granjeado una cierta intimidad y comodidad con las que aproximarse a la biografía o a la producción del artista.
El librito de François Olislaeger, titulado "personaje que rompe a reír", es la obra que más me ha gustado. El autor dialoga con un Magritte reacio a responder con claridad. Un Magritte que, en el fondo, no se muestra enigmático simplemente por sus convicciones sobre la realidad o el lenguaje (que también), sino que deja entrever inhibiciones inconfesables que le amordazan. El estilo de dibujo es sencillo, de gruesos trazos negros, rotundos y certeros. Las transiciones de las viñetas, altamente creativas.
También me parece francamente notable el libro póster que cierra René Magritte. Elaborado por Brecht Vandenbroucke, mezcla elementos y motivos de varios de los cuadros del pintor para establecer una especie de cotidianidad con tintes oníricos. Lástima que éste último, como otros de los autores recogidos por René Magritte, se haya quedado rozando la superficie. Con esto me refiero a que excluyen el pensamiento de Magritte de su interpretación, en vez de aprovecharlo a su favor, ya sea para cuestionarlo o para mostrarlo, como hacía "personaje que rompe a reír". Estos autores han acabado por ejecutar un producto donde prima lo estético, la forma por encima de la sustancia. Configuran una reunión en la que convergen varias de las obras del surrealista, sin entrar en muchos detalles de las mismas o de su creador. Lo cual es bonito, pero ya está.
El librito de François Olislaeger, titulado "personaje que rompe a reír", es la obra que más me ha gustado. El autor dialoga con un Magritte reacio a responder con claridad. Un Magritte que, en el fondo, no se muestra enigmático simplemente por sus convicciones sobre la realidad o el lenguaje (que también), sino que deja entrever inhibiciones inconfesables que le amordazan. El estilo de dibujo es sencillo, de gruesos trazos negros, rotundos y certeros. Las transiciones de las viñetas, altamente creativas.
También me parece francamente notable el libro póster que cierra René Magritte. Elaborado por Brecht Vandenbroucke, mezcla elementos y motivos de varios de los cuadros del pintor para establecer una especie de cotidianidad con tintes oníricos. Lástima que éste último, como otros de los autores recogidos por René Magritte, se haya quedado rozando la superficie. Con esto me refiero a que excluyen el pensamiento de Magritte de su interpretación, en vez de aprovecharlo a su favor, ya sea para cuestionarlo o para mostrarlo, como hacía "personaje que rompe a reír". Estos autores han acabado por ejecutar un producto donde prima lo estético, la forma por encima de la sustancia. Configuran una reunión en la que convergen varias de las obras del surrealista, sin entrar en muchos detalles de las mismas o de su creador. Lo cual es bonito, pero ya está.
Nada más puedo decir de esta obra. Es de esas que, si se quiere saber algo al respecto, hay que experimentar. Literalmente. Cosas de los libro-objeto, ¿sabéis?
8 comentarios:
Hola, Oriol.
- ¿tienes hora?
Supongo que no veis los comentarios en entradas antiguas y por eso te comento acá.
Se trata sobre "Tranvía 83" de Mujila. En tu reseña yo había comentado desde mi típica desconfianza a la literatura moderna y había prejuzgado si acaso el escritor no era solo un escritor más producto de los mercados y que se nos vendía por su nacionalidad. Que me preguntaba cuánto de África habría en su obra y blablabla. En fin, que dijiste que si lo leía, te gustaría saber mi opinión.
Lo leí. Y todo mi prejuicio fue de más a menos. O sea, primero me reafirmaba en mis preconceptos leyendo que el tipo sabía sobre África lo mismo que sabe cualquier persona que haya visto a Dicaprio en aquella peli de los diamantes. Pero poco a poco, el libro me hizo dejar de lado lo que yo esperaba y quedarme con lo que me ofrecían.
En la última página, me pareció sentir que el Congoleño me daba un cachete ya que suelta una frase que dice algo así como que, los personajes, o él mismo, solo estaban valiéndose de las mismas herramientas que otros para tener una oportunidad de igualdad de condición.
Sin duda Mujila fue ppr delante de mí durante toda su obra y, sí, comparto plenamente contigo la valoración: Los únicos fallos importantes los encontré en esos títulos que a veces no tienen sentido, en la falta de profundidad en algún personaje femenino. De la "diva" creo que es de quien se perdió contarnos más, y en que hay voces no creíbles.
Así, al igual que tú, recordé mucho a Bukowski y diría que el libro es un recomendable aunque el escritor lo tiene todo para ser un muy recomendable. Sin duda habrá que seguirle la pista.
- tienes hora?
Gracias por el descubrimiento.
Entiendo, Oriol, que se trata más de una versión lúdica que de reintepretar al autor, lo cual, tratándose de Magritte, resulta muy apetecible.
Genial la reseña, compañero.
Vaya que me sigue sorprendiendo ULAD! Porque si se trata de comentar sobre mis libros favoritos o debatir sobre mis autores más admirados...bueno, es lo que hacemos aquí habitualmente. O que vuestras reseñas me permitan descubrir joyas ocultas, o autores nuevos u olvidados.
Pero que traigas a Magritte, el pintor que más adoro desde que vi hace más de 40 años "El imperio de las luces"...uauuuu! Conozco su vida, su obra, su pensamiento. Tuve el inmenso privilegio de ver en directo más de 100 de sus obras en el Jeu de Paume de París en 2003, y no dejo de sorprenderme con el legado de este hombrecito de aspecto burgués que además era belga, país famoso por sus 1500 variedades de cerveza y por ser objeto de todas las burlas por parte de sus vecinos franceses.
No se si accederé a este libro-objeto, Oriol. Pero tu reseña ya alegró mi día. Gracias!!
¿1500 variedades de cerveza? Oye, pues es para pensárselo... ; )
Hola, Interlunio.
Antes que nada, déjame decirte que puedes comentar en reseñas anteriores y, en principio, lo veré, ya que los mensajes me llegan al correo... Lo cual no quita que alguno se me pueda escapar, claro (soy algo despistado).
Por otro lado, me alegra que te haya gustado Tranvía 83. Veo, de hecho, que nuestra opinión sobre la novela es bastante similar, sobre todo en lo que a destacar sus flaquezas se refiere. En todo caso, coincido en que a Mujila hay que echarle un ojo. Para ser su primera obra no está nada mal. Pasado el tiempo, me reafirmo en todo lo que dije; ¡esa valoración se la ha ganado bien ganada!
Por cierto, me sorprendió que al enumerar los tres fallos que le ves a Tranvía 83 no mencionaras otro que yo apunté en mi reseña: la excesiva variedad de estilos rompedores. Tengo entendido que esto, salvo ejecuciones brillantes, te desagrada bastante.
En fin, que muchas gracias por compartirnos tu impresión del libro.
PD: Muy bueno lo de tienes hora ;)
Hola, Carlos. Pues no niego que la finalidad pueda ser esta que tú apuntas... y en un homenaje a un artista tan travieso como Magritte, esta aproximación puede quedar justificada. Pero últimamente veo que se simplifica a muchos autores, a su obra. Ya sabes, una biografía de Kahlo en la que se toca su vida de forma superficial y aparecen algunas de sus pinturas como telón de fondo decorativo... O esos llaveros kitsch de auténticos genios... Un poco de desmitificación está bien, pero tanta banalidad a veces cansa. Quizás de esto provenga mi decepción para con algunos enfoques en estas piezas, no sé.
El Puma: ¡Qué maravilla haber estado en esa exposición! ¡Envidia! A mí Magritte me gusta, pero tampoco mucho; más que como pintor (sobre todo en el aspecto técnico y compositivo lo veo bastante "normalito"), como personaje con una relevancia histórica y unas aportaciones teóricas en el mundo del arte. En todo caso, si al final acabas haciéndote con este libro, me encantaría saber tu opinión.
Juan, ya sabes dónde veranear jejejeje
En fin, muchas gracias a todos por comentar. ¡Un fuerte abrazo!
Hay cosas que no sé analizar. Mientras leo, puedo recordar a Bukowski o Fante, quedarme sin aire por la ausencia de comas o puntos y pensar: como Bernhard, pero ya, soy un ignorante en cuanto a registros o estilos. Supongo que por eso soy incapaz de hacer una buena reseña.
No soy nada conservador, aunque mis opiniones a veces puedan dar a entender eso. No tengo ningún problema con los que rompen, en todo caso, me generan rechazo los que venden únicamente por llevar un martillo en la mano y "romper" lo que ya estaba roto.
Estoy de acuerdo contigo en esto.
Yo mismo soy bastante abierto y tolerante con el estilo, siempre y cuando halle una justificación significativa en el texto que lo sustente. Como bien apuntas, hay veces en las que prima estilo por encima de sustancia (lo cual tampoco impide que ciertas obras se puedan disfrutar a su manera), o en que se vende una "transgresión" como algo nunca antes hecho... Es en esos casos cuando me molesta el llamado "estilo rompedor". Y si bien es cierto que en Tranvía 83 hay decisiones estilísticas que no me molestan en absoluto, recuerdo que se mezclaban tantas que no todas funcionaban igual bien. De ahí mi comentario.
Gracias de nuevo por contestar, en un auténtico placer ver que hay gente que se guía por la opinión propia. Si a eso le sumamos que se molesta en dejar su opinión del libro recomendado por un servidor en el blog, pues nada, un lujo.
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