Título original: Der Mann ohne Eigenschaften
Año de publicación: 1930-1933-1943
Nº páginas: 1568
Valoración: Imprescindible (para consumir en pequeñas dosis)
¿Cuánto puede haber puesto un autor de sí mismo en una novela que le ocupó alrededor de treinta años y acabó convirtiéndose en el proyecto de su vida? No puede atribuirse carácter autobiográfico a El hombre sin atributos, pero me parece razonable afirmar que Ulrich, su principal personaje -en un contexto muy cercano a la novela coral- contiene muchos rasgos constatados de su autor y, probablemente, otros tantos de sus preocupaciones, forma de pensar y sentir y que, por tanto, habrá servido de modelo para construir a ese complejo y escurridizo, y por eso mismo sugerente, hombre sin atributos. Ya en las primeras páginas, se aclara el sentido de la expresión: según yo lo entiendo, califica a aquellas personas que se adaptan, mimetizándose, a la dificultosa complejidad de la vida moderna. Una vida que, según él describe, no difiere tanto de la que estamos viviendo. Es más, si sacásemos algunos párrafos de contexto se diría que se han escrito hoy mismo.
"Si se pudieran medir los saltos de la atención, el rendimiento de los músculos de los ojos, los movimientos pendulares del alma y todos los esfuerzos que tiene que hacer un hombre para conseguir abrir brecha a través de la afluencia de una calle, es de presumir que resultaría -él así lo había imaginado al jugar a investigar lo imposible- una dimensión frente a la cual sería ridícula la fuerza que necesita Atlante para sostener el mundo. De ahí se podría deducir qué esfuerzo tan titánico supone el de un individuo moderno que no hace nada. El hombre sin atributos era en la actualidad uno de ellos."
Hay que leer con atención la novela para darnos cuenta de toda la ironía que contiene tras esas reflexiones tan circunspectas, pero en cuanto captamos la peculiar forma de expresarse de Musil reparamos en que su prosa está llena de guiños, paradojas, verdades a medias, así como alusiones caricaturescas a personalidades más o menos relevantes. Tras empaparme de su forma de ver el mundo y aun sabiendo que el proyecto le costó mucho tiempo y esfuerzo, creo adivinar cuánto se divirtió dando forma a este espectacular fresco de una sociedad que dejaría una profunda huella antes de esfumarse del todo.
Musil no tiene nada en común con esos escritores que se encierran en la torre de cristal y no tienen más vida que su obra. Fue a su modo un hombre de acción que, por otra parte y al estilo de los sabios renacentistas, acumuló toda clase de saberes. Interesado, al igual que su protagonista, por las disciplinas científicas, primero abandonó la Academia Militar para estudiar Ingeniería Mecánica, y luego su actividad profesional en el sector por los estudios de filosofía y psicología aplicada. Esto sin contar una Primera Guerra Mundial -responsable de su posterior interés por la política- que tuvo que vivir a la fuerza, y una segunda cuyo final no tendría la suerte de ver. Su personalidad era, pues, muy parecida a la de Ulrich, indefinida, sin atributos, con muchas vocaciones diferentes y ninguna que le caracterizase del todo.
El hombre sin atributos -que fue prohibida por los nazis y supuso el exilio definitivo de su autor- muestra la efervescencia ideológica de la alta burguesía austriaca de preguerras, así como su afán por que el decadente Imperio Austrohúngaro -aquí llamado Kakania- recupere el protagonismo y la libertad de movimientos frente a la creciente hegemonía de la nación alemana.
Lo que finalmente conciben se reducirá a un conglomerado de ideas, proyectos y personas denominado Acción Paralela, bastante ambiguo en sus comienzos y nunca concretado del todo. A la corriente -que simboliza el fracasado objetivo de alcanzar la concordia entre naciones europeas por falta de un corpus ideológico, sólido y a la vez tan flexible que impida caer en dogmatismos- se le opone un grupúsculo juvenil seducido por el nacionalsocialismo que nunca llegará a hacerle sombra. En su núcleo encontramos a Gerda. la eterna aspirante a prometida de Ulrich. Pero el personaje femenino más relevante -al menos durante las primeras novecientas páginas-, quien concibe la Acción Paralela y presta sus salones como punto de encuentro, es una prima lejana de Ulrich, Hermelinda Tuzzi, más conocida por Diotima, casada con un oscuro y aburrido funcionario y, más o menos secretamente, enamorada de un tal Arnheim, de nacionalidad prusiana -rasgo que lo convierte en sospechoso-. acaudalado empresario, además de escritor y hombre de mundo que, al representar al hombre con infinidad de atributos, se convierte en el oponente del protagonista.
Entre Ulrich y cada uno de los personajes femeninos -incluida su hermana, de quien le apartaron cuando eran niños, su prima Diotima y Clarisse, amiga de la infancia casada hace tiempo- se establece una corriente de seducción que, como pasa con todo lo demás, nunca veremos resuelto. Pero también es requerido como secretario y hombre de confianza por el correcto e ineficiente conde Leinsdosff responsable final de la Acción Paralela; requerido también, constantemente, por un grotesco general -único representante del ejército en la novela y con quien el autor se ceba a base de bien- que nunca logró aprender a montar a caballo y que se empeña en presentarse allí constantemente aunque nadie lo reclame nunca. Todo ello bajo la permanente sombra de Moosbrugger, asesino confeso y condenado a muerte, objeto oscilante de las preocupaciones de algunos personajes y símbolo de todo lo excesivo y amenazante que, sin embargo, induce a compasión.
El hombre sin atributos es una novela fría y meticulosamente construida, de lectura más bien complicada, que refleja fielmente una época. Aunque se publicó mucho más tarde, describe el ambiente que se respiraba en la Viena inmediatamente anterior a la guerra de 1914. Y lo hace a base de acumular detalles, de presentar situaciones, de mostrar los rasgos y actitudes de cada individuo, nada de facilitarnos las cosas -y facilitárselas a él mismo- elaborando sencillas síntesis de su visión particular. Lo que hace, en cambio, es construir un mundo, minuto a minuto y pedazo a pedazo, por eso necesitó tantas páginas y más tiempo del disponible. El proyecto, como sabemos, quedaría inacabado, pero si lo contemplamos a fondo y en conjunto, cabría preguntarse si estaba inconcluso ya desde el momento en que fue concebido, si en el caso de que Musil hubiese dispuesto de toda una eternidad para llevarlo a cabo, hubiese logrado poner punto final.
También de Robert Musil: Las tribulaciones del estudiante Törless
14 comentarios:
En mi opinión, casi toda la narrativa centroeuropea nos lo pone francamente difícil, al menos a los lectores de origen latino. No sé si es el idioma, el nivel de abstracción que a veces alcanzan, ese ritmo tan particular que muchos comparten, o quizá algo genético. Pero pienso que exigen un plus de atención para ser capaz de apreciarlos.
En mi caso particular, me quedé en el 'Törless' y, a la vista de las mil quinientas y pico páginas no veo fácil que me decida a más.
Saludos!
Musil, Zweig, Roth (Joseph) & Co, cronistas de un mundo en descomposición / desaparación que, en muchos casos, se los llevó por delante. Sí que es cierto que requieren esfuerzo, atención y cierto "entrenamiento", pero esa literatura centroeuropea de entreguerras es de lo mejor del siglo XX (creo yo).
Por cierto, y como suele ser habitual, grandísima reseña!
Carlos, no lo recordé mientras escribía porque hace tiempo que acabé el libro, pero parte de la dificultad está en la traducción. Lo he leído en dos tomos, cada uno con su traductor, y las primeras 900 páginas eran del malo, imagina lo que es leer conversaciones larguísimas sobre el sentido de la vida o la evolución de la sociedad tropezando con frases sintácticamente discutibles. En las otras 600, aunque no sea perfecta, mejora muchísimo.
Muchas gracias, Koldo. A mí también me gusta mucho ese grupo de escritores. Incluyo a Kafka, Mann... Esta recuerda un poco a La montaña mágica por la cantidad de teoría que incluye. Pero es una de mis novelas favoritas, así que para mí eso no es malo, al revés.
Disiento con ustedes, por lo menos en lo referente a Joseph Roth: cierto que es un grande, pero además su narrativa no tiene nada de difícil (hasta dónde yo conozco); leerlo es un puro gozo.
Hola Juan. Cierto que no todo lo que se escribió entonces y allí es difícil. Pero depende de lo que entiendas por difícil. Ampliando el área geográfica, Proust y los rusos son más concretos, y por tanto más fáciles, pero no todo el mundo disfruta con tanta fecundidad narrativa. La reseña, en concreto, tiene en cuenta la variedad de lectores que nos lee, he intentado no confundirles con un entusiasmo particular que no será compartido por todos.
Gran reseña y mejor debate aún en los comentarios.
Gracias!
¡Hola a todos!
No tienen nada que ver Musil con Mann, ni Roth con Zweig. Que todos ellos esos sean austrohúngaros -como dírían Jorge Berlanga y su hijo Carlos- no significa que tengan que escribir parecido.
Thomas Mann y Stefan Zweig sí que tienen que ver un poco.
Un abrazo para todos. ;-)
Me lo regaló mi mujer y me ofendí un poco...cada tanto avanzo unas páginas, pero cuesta.
Gracias a ti, Gabriel, por apreciar lo que se hace aquí.
Hola Julian, no pretendíamos compararlos entre ellos, al menos yo, sino establecer la diferencia de los europeos de finales del XIX-principios del XX, como bloque indudablemente heterogéneo, con literaturas muy alejadas de ellos por cronología y ubicación. Y aunque no se parezcan hay algunas tendencias comunes (a los análisis profundos de todo lo habido y por haber, a la morosidad del relato etc.) que a mí me valen para hablar de ellos como un todo en conversaciones informales como esta. Pero es una simplificación sobre la marcha, tampoco estamos sentando cátedra.
Dr. Fabian, te entiendo. Se tarda bastante en entrar en materia y al principio no sabes qué es lo que intenta contarte. Te parecerá que no llega nunca el momento de ubicarte en la historia, sobre todo si vas despacio. Espero que mi rapidísima visión de la novela te haya servido de ayuda.
Discrepo en cuanto a Zweig. Éste es posiblemente el novelista más fluido y fácil de leer que hay, porque en sus novelas y relatos rechazaba y evitaba todo lo superfluo, inútil o reiterativo.
De acuerdo con Zumo de poesía, Roth tampoco me parece particularmente difícil aunque no lo he leído tanto
Tengo que disculparme por la excesiva generalización. Efectivamente, si nos ponemos a examinar uno por uno a los autores, las diferencias resultan evidentes y desactivan un poco esa opinión que ponía en mi primer comentario. Así que, matizando un poco, diré que es quizá más una impresión a bote pronto, incluso podría ser un prejuicio, que como lector me ha quedado, puede que sin un motivo de peso, o bien fundada en lecturas que han podido dejar más huella que otras.
Vamos, que en vez de aclararlo, igual lo he embrollado todavía más. Pero en todo caso, el hilo que habéis continuado ha resultado de lo más interesante.
Saludos a todos.
Yo sustituiría "difícil" por "profundo". Un adjetivo que, como digo en mi último comentario, define muy bien a un conjunto de escritores que, por otra parte, sólo tienen en común el lugar y la época (ambos, por lo demás, bastante extensos). Hasta los aparentemente fáciles de leer son mucho más complejos y admiten más lecturas que la puramente literal.
es Divino el blog y cada publicacion!!!
Soy fans de este blog, siempre lo leo!
Felicitaciones!!!
abrazo
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