Título original: The Wine of Youth
Año de publicación: 1985
Valoración: Muy
recomendable
Un
conjunto de relatos –tan ácidos como contundentes y a pesar de todo entrañables–
que refleja las condiciones de vida de los inmigrantes, en este caso italianos,
afincados en Estados Unidos allá por 1920. De fondo, la mentalidad que podemos
imaginar en esa época. En primer plano, ambiciones, desencanto y ese simulacro
de arraigo que algunos han de arrastrar toda la vida y que aspiran a remediar aunque
en el fondo de sí mismos sean mucho menos optimistas.
John
Fante -cuya genialidad acostumbra a disfrazarse de una sencillez que no es más que apariencia- nos muestra aquí las vicisitudes de una familia trabajadora, narradas por Jimmy, el
hijo mayor, mediante episodios independientes que van desarrollando las seis
vidas a través de los años de forma totalmente calculada aunque inconexa a primera vista. En cada uno de ellos, se amalgaman perfectamente la ironía más
tierna, la sátira feroz y una reproducción fiel de la realidad. Y lo hace con
tal desparpajo que apenas nos damos cuenta. En algunos de ellos, el
adoctrinamiento religioso de la época es presentado por la mente infantil con tal
naturalidad que conmociona al lector mucho más que cualquier ataque. En Monaguillo, por ejemplo, se aprecia la
particular ética del chico, una divertida mezcolanza de las enseñanzas
recibidas y su interpretación particular.
“Pecar otra vez, cometer el pecado de vengarme, no suponía mucha diferencia en aquel momento, ya que había cometido un pecado mortal al desearle el mal a un sacerdote. Es tan malo cometer un pecado mortal como cometer veinte. Es decir, si cometes uno vas al infierno tan aprisa como si hubieras cometido veinte. Eso dice el catecismo. Yo sabía que había una botella de tinta roja en un cajón, así que fui allí y me hice con ella. Nadie miraba, así que la vertí en la botella de vino hasta llenar aproximadamente la quinta parte y luego llené el resto con zumo de uva.”
Son
tretas acordes con la forma de interpretar la religión como un contrato para
obtener beneficios, y con un código de conducta que se basa en la letra y no en
el fondo, de forma que permite las trampas. Nuestro protagonista se enfada
porque san José, al no concederle la bicicleta de sus sueños, rompe el supuesto
pacto establecido entre ambos. Pero su propio padre tiene una mentalidad
parecida. En El dios de mi padre
acepta confesarse obligado por la insistencia del cura, pero con la condición
de hacerlo por escrito y en italiano, idioma que el otro ignora por completo a
pesar de que ambos tienen los mismos orígenes.
A
Jimmy, el sometimiento en que vive su madre, su sacrificio y rápida decadencia,
le aflige y la llena de preguntas. En relación con ese padre albañil que va
acumulando amargura página tras página, se empieza a gestar en él una enorme rabia;
latente en un principio y explícita en cuanto crece lo suficiente para dejar de
admirarle. Ambos son casi tan despiadados como su entorno pero también víctimas
de él.
Solo
las dos últimas piezas están al margen de esa otra narración más amplia. Esta
vez se trata de argumentos independientes pero relacionados por un asunto
común. Tanto el Julio Sal de El soñador
como la señora Flores en Helen, tu
belleza es para mí son inmigrantes, ella mejicana, él filipino, ambos aman
a alguien que no les corresponde. Y aunque lo que se cuenta en cada una es
muy diferente y los desenlaces también, existe cierto paralelismo en el clima
opresivo de ambas, en la sensación de inconsistencia de los protagonistas, en
las catástrofes presentidas e incluso en cierta sordidez del ambiente. Pocas
veces la sensibilidad se une al talento, al esfuerzo y a una visión crítica de
la vida para producir joyas como estas.
En 1940, se publicaron los primeros trece relatos en un volumen titulado Dago red. Los demás, dispersos en publicaciones diferentes, fueron reunidos en su día y añadidos al resto integrando la sección denominada Últimas historias.
También de John Fante: Llenos de vida, Pregúntale al polvo
En 1940, se publicaron los primeros trece relatos en un volumen titulado Dago red. Los demás, dispersos en publicaciones diferentes, fueron reunidos en su día y añadidos al resto integrando la sección denominada Últimas historias.
También de John Fante: Llenos de vida, Pregúntale al polvo
1 comentario:
Para ampliar el espectro adjunto un enlace a una reseña de La hermandad de la uva, del mismo autor: http://queraroestodo.blogspot.com.es/2012/12/the-brotherhood-of-grape-la-hermandad.html
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