Año de publicación: 2018
Valoración: está bien
Cada vez que Eduardo Mendoza saca un nuevo libro sus muchos admiradores -o al menos este admirador que ahora escribe- sentimos una sensación ambivalente, me parece: por una parte, de regocijo y hasta alborozo; por otra, cierta inquietud por si esta nueva obra suya estará a la altura de algunas de las precedentes o deberemos considerarla como una obra menor. No me refiero a la consabida distinción entre "novelas serias" y "cómicas", porque alguna de éstas últimas son de una altísima calidad literaria y además, en todas, incluso en las más conspicuas, el toque o incluso el modo de narrar humorístico está presente.
Lo que pasa es que, para qué engañarnos, don Eduardo tiene ya una edad y, lo mismo que ocurre con otros escritores que han sido señeros en sus años más jóvenes, llega un momento en el que, sin perder dotes en el oficio (a veces sí), sus libros ya son más rutinarios e incluso mediocres, lejos de la excelencia de sus obras consideradas como cumbres. Me temo que puede ser el caso (aunque sólo hasta cierto punto) de Mendoza, que en los últimos años ha publicado libros notables, como Riña de gatos, y otros más rutinarios, pese a su carácter algo gamberroide, como las últimas entregas de su "detective loco"... Hay que ver, pues, a qué categoría pertenece este El rey recibe (*).
Por de pronto, se trata de una novela un tanto peculiar; como respuesta, quizás a la ola de autoficción que nos asedia, Mendoza propone aquí una variante nueva: escribir una suerte de memorias sobre sus años mozos, que transcurrieron, durante los 70 y parte de los 80 en Nueva York -previo paso por Londres-, y que constituirán, esperemos, una trilogía llamada Las tres leyes del movimiento, pero protagonizadas no por él, sino por un alter ego del escritor, el joven barcelonés Rufo Batalla, que tras entrar de casualidad en el mundo del periodismo y dirigir una revista de cotilleo, se traslada a una ciudad de Nueva York en franco declive para trabajar en la oficina de la Cámara de Comercio española. Antes, Rufo ha entrado en relación con unos curiosos personajes: el príncipe Tukuulo (sic), aspirante al trono de la por entonces soviética Livonia y su esposa, Queen Isabella. Además, y siguiendo más o menos, el periplo vital del autor -es de suponer- el protagonista se va encontrando con los más variopintos tipos humanos: desde músicos y artistas vanguardistas o un profesor de filosofía alemán gay, a un abogado de la Mafia o un exaltado falangista, entre otros... Todos ellos le cuentan su particular visión del mundo que Rufo, aún sin compartir, tampoco cuestiona demasiado y pondera con ecuanimidad, pues se trata de un personaje un tanto amorfo en cuanto a su personalidad, aunque no del todo acomodaticio, pues él mismo no se siente satisfecho de su abulia. Otra cosa es que consiga superarla.
En cierto modo, pues, se podría considerar a esta como una "novela de formación", si no fuera porque, de momento -habrá que esperar al final de la trilogía-, Rufo Batalla no parece más formado al final que al principio del libro (para entendernos, la ilustración de Robert Crumb de la cubierta le viene al pelo). Tampoco es que el argumento dé para mucho: el protagonista parece discurrir de aquí para allá más movido por la casualidad o quizás por los recuerdos aleatorios de Mendoza que por una trama bien estructurada. No es óbice, sin embargo para que la corrección estilística que caracteriza a este escritor sea intachable y la lectura de la novela se haga fácil e incluso amena, gracias además a la bonhomía de su autor y su característico sesgo humorístico. Lo malo es que, creo, el olvido de la misma puede resultar igual de fácil.
(*) Sobre el título de la novela, Mendoza ha contado la anécdota de que en una recepción o algo parecido le comentó a Su Majestad Felipe VI cual era el título del libro que estaba escribiendo, a lo que nuestro bienamado monarca preguntó: "El rey recibe, ¿pero recibe... qué?"
¡Ay, estos Borbones, siempre tan desinteresados...!
Muchos más libros de Eduardo Mendoza reseñados aquí.
16 comentarios:
Leches, acabo de comprarlo para un regalo, y me he quedado un poco así con la reseña...
Algo que no me ha gustado de este libro es que he notado una obvia diferencia entre la parte claramente inventada del principio en el que el protagonista conoce y se codea con los príncipes de Livonia en el exilio, que está contada con muy buen ritmo, y el resto del libro. Los príncipes desaparecen del relato y Mendoza, con cierto tono cansino, sensación de derrota y con cierto sabor a "Cuéntame", parece que se limita a hablar de sus recuerdos e impresiones de los años 60 y 70 por boca de su alter ego. Al final el príncipe vuelve a aparecer en el relato para contar una larga y extraña historia sobre la creación de Livonia (si Mendoza con esa historia pretendía hacer una alegoría sobre nuestra historia, yo desde luego no he entendido nada).
Mendoza en casi todos sus libros, a excepción de los protagonizados por el detective lumpen, que son pura diversión, siempre me trasmite esa sensación de cansancio o derrota. Es lo que me transmiten también estas memorias.
Hola a los dos:
Compañero Carlos, siento haberte chafado un poco el regalo... Bueno, si es para alguien muy "mendocista" tampoco creo que le importe. Lo peor, en todo caso, no es la mayor o menor calidad del libro, sino la evidencia de que se trata tan sólo de la primera parte de una trilogía, por lo que la historia queda incompleta (supongo que se debe a que el autor aún no ha escrito las dos partes que quedan... pero también que es más rentable vender tres volúmenes de 200 pgs. a 20 euros cada uno que uno de 600 a 25 €...).
Amigo Pepe, yo no quería desvelar tanto de la trama pero , ejem,,,ya que lo has hecho tú, reconozco que tienes mucha razón. De todos modos, la parte de la historia de Livonia, que no pega mucho, es quizás la más genuinamente mendociana, así que tampoco creo que tenga ningún significado oculto o sea una metáfora, sino sólo un divertimento del autor. Lo que sí es cierto que, así como en otros libros (y en este) los personajes de Mendoza, por absurdos que parezcan, exponen sus razones de forma absolutamente coherente y razonable; pero en otras ocasiones el autor suele introducir algún elemento absurdo que desvela la vesania del personaje y su postura, aquí ese elemento revelador se echa a menudo de menos.
Por lo demás, no creo que este escritor sea exactamente pesimista, sino , en todo caso, fatalista ante la estupidez humana, algo en lo que seguramente tuvo mucho que ver su estancia en el Nueva york setentero, que, por lo que he oído y visto en sus entrevistas, recuerda como un lugar desabrido y triste....vaya, justo como lo que aparece en esta novela...
Un saludo a ambos y gracias por vuestros comentarios.
Mendoza, autor de varias novelas extraordinarias, se prodiga en los últimos tiempos con su línea humorística que si bien puede constituir un excelente entretenimiento "ligero" no dejan de ser medianías comparados incluso con el mismo. He leído algunas francamente malas como "Riña de gatos", así que me quedé sorprendido y con la mosca en la oreja al leer la crítica ultra alabatoria y ditirámbica de esta última en el suplemento Babelia. Bueno parece que al final es una más, "está bien" se califica aquí. Menos mal que elgunos blogs como el presente toman el relevo a la hora de efectuar una crítica literaria honrada frente a los suplementos de los diarios cada vez mas presos de intereses comerciales.
Hola, Felirosi:
Ante todo, gracias por tu comentario. Pero, si me lo permites, quisiera puntualizar alguna cosa:
-Mendoza lleva desde siempre escribiendo novelas de línea más humorística; "El misterio de la cripta embrujada" es de 1979.
-A mí "Riña de gatos", sin ser una de las grandes novelas de este autor, sí que me gustó.
-Sobre la spreciación de esta novela en mefios como el Babelia, pues qué quieres que te diga...en los periódicos e incluso en muchas páginas web es difícil encontrar opiniones divergentes de libros que sean éxitonde ventas o aspiren a serlo...te dejo imaginar por qué. En este caso, me duele no poder ponerle una mejor valoración a Mendoza, pero he de confesar que incluso este "está bien" lo doy condicionado por la esperanza de que la cosa mejore en las próximas entregas de la trilogía.
Un saludo y de nuevo.gracias por el comentario.
Después de leer la crítica y los comentarios anteriores, me reafirmo en algo que llevo pensando ya hace tiempo: las "grandes novelas de este autor"... están aun por escribir. Y no se si llegarán alguna vez.
Muchas gracias, un saludo.
Hola, Traveler:
Yo no estoy de acuerdo contigo; sí que pienso que Mendoza es autor de, al menos, tres grandes novelas: "La verdad sobre el caso Savolta", "La ciudad de los prodigios" y "Una comedia ligera".
Un saludo y gracias por el comentario.
Yo creo que el problema de Eduardo Mendoza es que se está quedando sin contenido, algo que ya se notó en su breve paso como columnista en El País en sustitución del fallecido Vázquez Montalbán, o en su comentado vaticinio de la muerte de la novela, que quizás no fuese más que un humilde pronóstico personal. Quedan las formas y una prosa elegante y divertida, pero me temo que el nivel de sus mejores novelas no va a volver, por lo visto en sus ya numerosas últimas obras.
Hola, Juan y demás uladianos:
Eduardo Mendoza para mí es un genio cuando escribe "comedia ligera" (su libro "una comedia ligera" es una joya del humor), que no creo que sea fácil de hacer, ni mucho menos. Me encanta ese humor surrealista, delirante, que capta muy bien la esencia de eso llamado "lo casposo". Los libros de su detective loco me han hecho reír como una demente; los pasajes en los que, por ejemplo, regenta una peluquería enfrente de un bazar chino son de lo más divertido que he leído nunca. Puede que sea tonto o cutre, pero lo disfruté mucho.La única pega es que estos libros están muy contextualizados en una época y lugar concretos, y se ven desfasados.
De lo demás que cuenta Juan, no puedo opinar puesto que no he leído el libro, y, además, en una época en la que todos tenemos opinión, me reservo el derecho de no tener opinión sobre intereses editoriales, tratos de favor, etc.. ya que no tengo ni idea.
Saludos
Hola otra vez:
José Luis, yo creo que el "problema" de Mendoza, es sobre todo, que el buen hombre tiene ya 75 tacos...y se nota. De hecho, hay personajes, situaciones o ambientes en esta novela a los que este escritor sin duda habría sacado mucha más punta hace unos años, y ahora en cambio el resultado es más bien romo.
De todos formas, también pienso que Mendoza, quizá por su simpatía como persona y como escritor, está envejeciendo con mucha más dignidad, que otros autores de campanillas.
Lupita, creo que no me he expresado bien en el comentario anterior: no pretendo decir que haya una connivencia entre ciertos medios y esta editorial o grupo editorial o con el escritor, cosa que ignoro yo también. lo que sí me parece es que los medios digamos generalistas (y también a los dedicados en exclusiva a la literatura, por desgracia) se cuidan muy mucho , ya desde hace tiempo, de darle estopa no sólo a los autores consagrados, sino a todo libro que tenga pinta de convertirse en un éxito de ventas. he de decir que quizá sea la actitud más prudente, de forma corporativista, en un sector (desde las editoriales a las librerías, e incluso las secciones de las grandes superficies dedicadas a los libros) que seguramente sobrevive gracias a tan sólo un puñado de títulos al año, pero aún así, eso no puede satisfacernos a los que somos meros lectores, o incluso reseñistas por afición.
Bueno, no me enrollo más; gracias por los comentarios a los dos.
Por circunstancias recuerdo que hace ya 28 años que leí "La ciudad de ..." y me pareció entonces y ahora, un novelón. Luego cayeron otras de las que lo único que recuerdo es que me divertí mucho con "Sin noticias de...". Mucho más reciente fue la lectura de "Riña de gatos", vía regalo, que simplemente se deja leer, sin más. A este que reseñáis, ni me acerco, pero quedan anotados "... el caso Savolta" y "Una comedia ligera". Salud.
Habría que investigar si el autor no ha bajado el nivel desde que se enteró que Rajoy era uno de sus lectores. Se entendería.
Hablando en serio, no he leído nada de Mendoza hasta el momento aunque tengo El año del diluvio en la estantería. ¿Le conoces? ¿Es representativo o será mejor que empiece con alguno de los títulos que mencionas?
Hola a los dos:
Toni, tienes suerte de quevte queden justamente esos dos, que son de lo mejorcito que ha escrito Mendoza.
Diego, "El año del diluvio" es una novela deliciosa, de las consideradas "serias" aunque sin la entidad, quizas, de otras más célebres. Yo empezaría directamente con "La ciudad de los prodigios", que es deslumbrante, aunque si te dan respeto sus 400 páginas, puedes comenzar con alguna de sus novelas cortas de humor, a ver si te gusta: "Sin noticias de Gurb", "El asombroso viaje de Pomponio Flato" o incluso "El misterio de la cripta embrujada"...
Un saludo a ambos y gracias por comentar.
Sin noticias de Gurb ha sido mi única lectura de Mendoza hasta ahora, me reí una barbaridad hace más de 20 años pero creo que o no ha envejecido bien o yo he envejecido peor de lo que pensaba, je, je. Buena reseña que me va a apartar de este libro, alguna vez tendré que seguir vuestras sugerencias aunque sea para no leer. Tomo nota de las obras que recomiendas en su lugar.
Hola Sir Robin:
Hay que señalar que "Sin noticias de Gurb" en principio era tan sólo una novelita cómica por entregas que publicó El País en 1991 y con muchas referencias a la actualidad de ese momento, por lo que es lógico que haya envejecido mal o que eso te parezca. De hecho, Mendoza ha dicho siempre, si no me equivoco que le sorprende el éxito y popularidad que ese libro tiene aún hoy en día.
De todos modos, es curioso como Mendoza, desde su estreno como escritor y hasta ese libro, creo yo, era considerado un autor si no serio exactamente, sí con un carácter más "literario" (con todas las comillas que se le quiera poner al término, por favor), mientras que ha partir de este momento parece que el público lector en general le considera sobre todo un escritor humorístico...
No me enrollo más: un saludo y gracias por tu comentario.
Me ha decepcionado El rey recibe, no parece una novela, más bien unas memorias camufladas de tal. El narrador, alter ego de Mendoza, va de la ceca a la meca pero sus visicitudes son aburridas y reiterativas. Lo siento, pero el autor de La verdad sobre el caso Savolta, no está ni se le espera.
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