Idioma original: ruso
Título original: Poslednie svidételi. Solo dliá détskogo gólosa
Año de publicación: 2013
Traducción: Ioulia Dobrovolskaia / Zahara García González
Valoración: escalofriantemente imprescindible
Igual podríamos tener suerte, si la gente de Debate elige unos cuantos políticos para hacerles llegar una copia de este libro. No es que espere el milagro de convencerles de que trabajen a fondo en lo de acabar con la corrupción, o de que respeten, al menos, una décima parte de las promesas con las que obtienen sus votos. Eso ya hay que darlo por perdido. Se trata de que reflexionen acerca de lo que significa ser capaz de determinar el destino de la gente de a pie con sus decisiones. Como la de embarcar a un país en una guerra. O acerca de ese tentador recurso de llamar nazi a cualquiera a la que una discusión sube de tono. A ésos en concreto, a los que usan fotos de celebraciones nazis para compararlas con manifestaciones pacíficas, les diría que tomen esta excelente obra, Últimos testigos, y la abran al azar por cualquier página, y lean al azar cualquier párrafo, y se encontrarán con lo que los nazis de verdad hacían. No me hagáis aportar a mí algún extracto del texto, porque los hay de bastante truculentos, y ya es suficiente con leerlos una vez como para recrearse. Porque que esto quede solamente siete décadas atrás (y que, por tanto, muchos de sus protagonistas a cada bando hayan desaparecido) es un importante y espeluznante detalle. Muy posiblemente la cuestión de la obediencia debida o el pretexto de esa especie de locura colectiva sea un factor más. Pero los testimonios de este libro, al margen de, en su mayoría, lamentarse y sufrir con la rememoración de los hechos, no son algo de lo que la humanidad pueda darse el lujo de prescindir.
Valoración: escalofriantemente imprescindible
Igual podríamos tener suerte, si la gente de Debate elige unos cuantos políticos para hacerles llegar una copia de este libro. No es que espere el milagro de convencerles de que trabajen a fondo en lo de acabar con la corrupción, o de que respeten, al menos, una décima parte de las promesas con las que obtienen sus votos. Eso ya hay que darlo por perdido. Se trata de que reflexionen acerca de lo que significa ser capaz de determinar el destino de la gente de a pie con sus decisiones. Como la de embarcar a un país en una guerra. O acerca de ese tentador recurso de llamar nazi a cualquiera a la que una discusión sube de tono. A ésos en concreto, a los que usan fotos de celebraciones nazis para compararlas con manifestaciones pacíficas, les diría que tomen esta excelente obra, Últimos testigos, y la abran al azar por cualquier página, y lean al azar cualquier párrafo, y se encontrarán con lo que los nazis de verdad hacían. No me hagáis aportar a mí algún extracto del texto, porque los hay de bastante truculentos, y ya es suficiente con leerlos una vez como para recrearse. Porque que esto quede solamente siete décadas atrás (y que, por tanto, muchos de sus protagonistas a cada bando hayan desaparecido) es un importante y espeluznante detalle. Muy posiblemente la cuestión de la obediencia debida o el pretexto de esa especie de locura colectiva sea un factor más. Pero los testimonios de este libro, al margen de, en su mayoría, lamentarse y sufrir con la rememoración de los hechos, no son algo de lo que la humanidad pueda darse el lujo de prescindir.
Los nazis, pasándose el acuerdo Ribbentrop-Molotov por el forro de los caprichos, invaden la URSS. Junio de 1941. Aviación, infantería precedida por los siniestros batallones punitivos, implantación del nuevo orden, represalias, crueldad casi imposible de reproducir, de forma individual y colectiva, castigos espeluznantes y arbitrarios, por la mínima nimiedad, sometimiento al capricho más azaroso (el derivado de considerar al pueblo soviético como infrahumanos y despenalizar cualquier barbarie que se les perpetre, y se perpetran un montón). Y los testimonios son adultos que eran niños en 1941, que han sobrevivido hasta que Svetlana Alexiévich ha acudido a entrevistarlos y a transcribir sus palabras. Huérfanos a los que el conflicto despojó de su padre o de su madre o de los dos. En el frente, en la resistencia, fruto del delirio asesino, de un bombardeo, de un capricho de algún loco uniformado, Difícil habrá resultado hacerlo, pues aventuro que en la confección de esta obra se han vertido muchas lágrimas. Muchos testimonios narran su propio sufrimiento, pero también cómo se han visto obligados a presenciar el sufrimiento de sus seres cercanos. El relato de las aldeas quemadas, de la venganza contra cualquiera relacionado con los partisanos que luchan contra los alemanes, el saqueo, el demonio del colaboracionismo, los delatores, los cercos, los bombardeos, las hambrunas, los golpes de madrugada en la puerta de los militantes comunistas, de los sospechosos de serlo. Los testimonios, algunos en aquel momento niños de 3 años (a pesar de lo cual, conservan un recuerdo tan vívido que resulta muy duro hacerse a la idea cuál fue su experiencia en el momento) cuando estalló la guerra y se produjo la entrada de las tropas alemanas, se suceden sin un orden o una estructura concreta. Algunos de ellos ya hablan desde la perspectiva de la victoria de la URSS y del retroceso de las tropas nazis, otros, durísimos, se hacen eco del terrible día a día de convivencia con un invasor que, tras un cierto falso espejismo de resplandor inicial, empieza a desplegar su maquinaria represiva, de cuyos ejemplos vais a permitir, insisto, que prescinda. Cada uno que lea este libro y se deje impactar por una u otra escena y que luego piense que se trata de casos reales, y realmente millones de personas han tenido que vivir así y pasar por todo eso.
Solo aclarar un detalle: no reseñaré ningún libro más de Svetlana Alexiévich aquí. Leeré los que se publiquen y me seguiré echando las manos a la cabeza, pero no pienso insistir más en la cuestión. Premio Nobel aparte: todo lo que esta escritora o como queráis llamarla ha escrito forma parte del conjunto de una obra que es imprescindible tener en cuenta. Profesores de historia, interesados en la literatura, curiosos acerca de la evolución de las sociedades en el siglo anterior. Incluso todos esos payasos que sueltan la palabrita de turno a primeras o esos descerebrados que coquetean con el negacionismo. Con todas las reservas que el término conlleva, más que imprescindible, obligatorio.
27 comentarios:
¡Y pensar que cuando a esta autora le dieron el premio Nobel hubo muchos que se llevaron las manos a la cabeza... porque lo de ella no era literatura! Al final, éste y el de Wislawa Szymborska son los únicos Nobeles que han sido útiles, por haber permitido al gran público conocer dos autoras tan ignoradas como imprescindibles.
Muy buena reseña, Francesc. Es un libro que hace tiempo que me apetece leer, a sabiendas que su lectura no me será fácil por la crudeza de su contenido. Con tu reseña creo que me has dado el empujón que me faltaba.
Francesc...Valoración: "escalofriantemente imprescindible"
Un aplauso por tu muy buena descripción sobre el libro..
A la muerte de Fidel Castro, me pregunté......¿Sería muy interesante, que Svetlana viajara a Cuba a entrevistar a todas las generaciones?.
Bueno, se me cruzó por la mente y sería otro "imprescindible".
Insisto, como lo he dicho anteriormente, para mí el libro más (igero e interesante) "El fin del Homo sovieticus".
Saludos
Me gustaba mucho este blog, pero esta reseña (y no precisamente la parte que habla del libro) me ha desencantado, aprovechar el medio para hacer una defensa política me parece de mal gusto. La lectura forma parte de algo tan maravilloso como es el tiempo libre y no se debe ver perturbado por la sucia, aunque necesaria, política. Hay tiempo para todo, pero no todo el tiempo.
Gracias por los comentarios: creo que Alice Munro fue otra dignísima premiada. Respecto a la posibilidad de Alexiévich tomando testimonios en Cuba, muy buena idea, igual nos lee y se anima. Y por último, !Cómo me gustaría poder responder estos comentarios a un nombre y no a un socorrido "Anónimo"! Me sabe mal que digas "me gustaba", como indicando que uno ha de comulgar a todas con un medio para disfrutarlo. Me parece un planteamiento muy reduccionista. La cuestión es que, y es mi opinión, no creo que debamos limitar la lectura o cierto nivel de lectura al "tiempo libre". A mí me es imposible considerarlo una mera distracción, y me es imposible leer libros como éste sin hacer una lectura política. Me he limitado a criticar a aquellos que usan la palabra nazi sin ton ni son, y desde luego entre ellos hay muchos politicos que lo hacen, o lo insinúan, a la más mínima. Como Kapuscinski, Alexiévich no toma un partido determinado: se limita a mostrar como las desgracias se deban siempre en los estratos más débiles. Y creo que demuestra estar en contra de cualquier régimen totalitario.
Excelente reseña. Así es como me sentí frente a Si esto es un hombre, o frente a Vida y destino, de Grossman. Independientemente de que este último sea una novela (o varias novelas en una).
Un libro como este es eminentemente político y decidir leerlo también es tomar una posición política.
Hola:
Francesc es un caballero y ha evitado con elegancia los descalificativos, pero yo ando preguntándome qué se le puede llamar a alguien que defiende a los nazis, aunque sea deanera tan torticera como el anónimo de turno... Mejor dicho, sí sé que llamarle, pero trataré de ser tan ecuánime como Francesc.
Pero quién ha defendido a los nazis? Eso me lo he perdido.
Os referís al anónimo del 7 de enero a las 18:51?
Primer: por favor, anónimo, dirígete a mí en singular, puesto que el comentario es exclusivamente mío, no del resto de mis compañeros.
segundo. sí, por supuesto que me refiero a ese comentario, puesto que hasta ahora ha sido el único anónimo de la entrada. Mi razonamiento es el siguiente: si él, o ella (o tú, puesto que no sé si sois la misma persona) se considera con derecho a quejarse de que detrás de esta reseña tan impecable, sobre un libro que además parece también ejemplar, se esconden "sucios" intereses políticos, entonces, en igual medida cabe también la sospecha, creo yo, de que detrás de esa queja se esconda una simpatía por el ideario y los crímenes del nacionalsocialismo alemán.
Y si no es así, pues mira, a la hora de ser retorcidos y malpensados, o todos tirios o todos troyanos...
Pues no, no soy el mismo anónimo. Pero no veo que haya llamado nazi a a nadie.
Y apuntar que detrás de esa queja puede haber simpatía por el nazismo, creo que es caer exactamente en el mismo pecado que esás tratando de reprochar.
Yo creo que últimamente estáis muy susceptibles.
Hola otra vez, anónimo 2:
Parece que la ironía o incluso el sarcasmo, en este caso, no es lo tuyo...o mejor dicho, no es lo mío, puesto que es evidente que no me he explicado tan bien como pensaba...
En cualquier caso, te pido, de nuevo, que emplees la segunda persona del singular: el susceptible soy yo, únicamente; mis compañeros son un ejemplo de paciencia y moderación.
Un saludo.
Vamos a rebajar un poco la tensión: lo que el primer anónimo decía es que le parecía mal usar la obra de Alexievich con fines políticos, lo que, la verdad, me parece bastante paradójico porque la obra de Alexievich es inherentemente política. Y lo que Francesc hacía era criticar a quienes usan la palabra "nazi" para desprestigiar a sus adversarios políticos, banalizando así el horror que los auténticos nazis supusieron. O sea, lo mismo que dice la famosa "ley de Godwin": https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Godwin
Respecto al resto de comentarios, efectivamente, esta escritora es uno de los Nobel más indiscutibles de los últimos tiempos, callando las bocas de los que se echaron las manos a la cabeza cuando se lo dieron. Otros Premios Nobel indiscutibles del siglo XXI para mí son Coetzee, Pamuk o Harold Pinter.
Vargas Llosa no es indiscutible? La ciudad y los perros, Conversación en la catedral, La guerra del fin del mundo, La fiesta del chivo...
Su aval es suficiente para considerarlo uno de los ultimos grandes, o no?
Saludos
Hola:
Leí Voces de Chernobyl y, desde luego, aunque me pareció durísimo, te doy toda la razón en que sus libros son imprescindibles y deberían ser obligatorios. No son libros para disfrutar. Son libros para reflexionar, para intentar comprender, aunque no lo logremos del todo, la naturaleza humana, las reacciones que cualquiera de nosotros podríamos tener en situaciones similares, para no olvidar y, en la medida de lo posible, no repetir. Y sí, también estoy de acuerdo contigo en que deberían leer a esta autora todos nuestros políticos, precisamente porque los cargos que ostentan les obligan a estar más cerca de la gente y sus tragedias y no al contrario.
Hola, soy el anónimo del día 7 de enero de las 18:51. En primer lugar me llamo Raúl, no puse el nombre por dos razones: era la primera vez que escribía un comentario en un blog y no sabía cómo ponerlo porque no tengo cuenta de Google, y la otra porque no me da la gana, no creo que sea un delito, no sé si lo será eso de acusar a alguien de nazi sin haber hecho ningún tipo de mención a ellos en mi comentario.
Quiero dar las gracias al anónimo del día 9 y felicitarlo por su comprensión lectora.
Por último decir que en mi comentario del día 7 no pretendía ofender a nadie y muchísimo menos defender a los nazis, ¡faltaría más! Creí que en la reseña de Francesc se refería a la situación política española y lo que quería decir en mi comentario es que no se puede comparar lo que pasa en España con la barbarie nazi. Con toda probabilidad no me he explicado bien, pero de ahí a entender una defensa de los nazis va un trecho enorme y es ser un poco polemista. Y me dirijo a Juan para dejarlo claro.
Por cierto el tiempo libre no es nada más que ese tiempo que resta después de trabajar, es decir, en el que me dedico a hacer cosas que me encantan pero por las que no cobro y, a las que si pudiera, dedicaría todo mi tiempo e incluso viviría de ellas. No sabía qué decir "tiempo libre" también es un insulto.
Petfecto, Raúl; yo me remito a mis anteriores comentarios y a la comprensión lectora de quien nos lea. No añadiré nada más porque le he prometido a Santi que seré bueno.
Un saludo
Bien Juan si a pesar de mi explicación te mantienes en la idea de llamarme nazi o defensor de la ideología nazi, yo haré lo que considere oportuno.
Un saludo.
Yo ahora soy el anónimo del día 9 y después de la explicación del anónimo anterior, queda claro que Juan metió la gamba pero bien. Y no sólo no se enteró sino que ante una explicación bastante lógica, se enroca en su error.
Meter la pata no es malo. No reconocerlo da mucha risa. Y esconderse detrás de que el jefe me ha dicho que me porte bien, es directamente patético.
Un poco de humildad hombre, que no pasa nada.
Ja, ja...mola este rollo doppelgänger que os traéis, pero permitidme que me retire del juego; me remito de nuevo a la comprensión lectora del respetable público.
Por lo demás , un saludo para ti también (pero no romano, ¿eh?, que hay que puntualizarlo todo ; )
Vargas Llosa no es indiscutible? La ciudad y los perros, Conversación en la catedral, La guerra del fin del mundo, La fiesta del chivo...
Su aval es suficiente para considerarlo uno de los ultimos grandes, o no?
Saludos
Ultimo anónimo:
No sé qué opina el resto de compañeros del blog pero en mi opinión Vargas Llosa es un Nobel muy merecido. No sé si indiscutible al 100% porque sus últimas obras...
Un saludo
Hola:
Dejando aparte que el tema del Nobel me trae bastante al pairo, opino lo mismo que Koldo.
Un saludo.
Buenas noches: perdonaréis que cierto sobre-esfuerzo laboral me haya tenido un poco al margen y que intente ponerme al día sobre los comentarios en esta respuesta. Curiosas las dos líneas trazadas, empiezo por la más sencilla.
Seguramente Vargas Llosa merezca el Nobel, aunque hay que reconocer que su vida extra-literaria (política, presencia en el mundo rosa) enturbien una valoración despojada de prejuicios.
Y, ejem, la "otra" cuestión. Debo agradecer a Raúl que se haya identificado aunque sea de una manera concisa. De todos los Anónimos que nos han "increpado", con todos los matices de la palabra, ha sido el único. Comprendo que Juan (que ironiza cuando habla de llamadas al orden: este blog es un desgobierno absoluto y orgulloso de que así sea) se "indignase" si interpretó esa recriminación como una "justificación" del nazismo. Si hubiera sido una cosa clara, os aseguro que mi reacción no hubiera dejado en muy buen lugar esa injustificada fama de elegancia o amabilidad. Pero sí que es verdad que mi alusión iba más por ciertas imágenes que se usan por Twitter, sobre todo, comparando eventos (sobre todo, las pacíficas, cívicas y organizadas Diadas de los últimos cinco años) con aquellos actos llenos de desfiles militares y esvásticas. Solo hay que vivir unos días en Catalunya para comprender lo poco que tiene que ver una cosa con la otra, y la rabia que me da como catalán que se usen esas comparaciones, más cuando suelen proceder de entornos del PP o C's, organizaciones con pasados relacionados con dictaduras, o que no condenan éstas con claridad. Mi postura política es clara y visible, pero lo que aquí nos ocupa (nos ocupaba, bueeeeno) es un libro magnífico que todo el mundo debería leer. Y, al igual que Santi, al que por primera y única vez voy a hacer caso, creo que sería bueno que no subamos el tono y que recordemos que esto es un blog de libros y, al margen de gafudos y aburridos, solemos ser bastante considerados y poco dados a las camorras. Espero en la calle al que me niegue esto.
(Y también que ya andaba celoso con tanto comentario a la reseña de Patria, cojones.)
Aaah! Y lo del tiempo libre no tenía ningún tono peyorativo. Comprende que los que andamos bastante metidos en lo de cierto volumen de lecturas tengamos cierta aversión a dejarlo en un "hobby". No nos gusta pensar que se limita a eso.
Y gracias por TODOS los comentarios. Haced el favor de leer este libro y a esta escritora.
Hola a tod@s. Me llamo Lupe y os leo desde hace poco tiempo. Valoro el esfuerzo y el cariño con el que trabajais los que hacéis posible ULAD. A pesar de haber estudiado filología, Y leer como una posesa, muchos de los libros y autores reseñados me son completamente completamente desconocidos, por lo que leeros me hace un poco menos ignorante, que lo soy un rato.
La lectura es felicidad y placer, pero hay que exigirse un poquito. Me he propuesto leer más ensayo, y este caerá seguro.
Respecto a otros temas, ciertas discusiones me aburren soberanamente. Vivimos en la era digital, que supone que hay opiniones encontradas sobre todo, y al instante. Prefiero enfocar mi energía en actuar conforme a mis ideas que en quedarme en discusiones estériles.
Un saludo y gracias por vuestro trabajo
Hola Lupe: creo que, aunque pueden aburrir, las discusiones en torno o con la coartada de un libro no hacen más que enriquecer el hecho de la lectura. Aunque haya comentarios salidos de tono o directamente poco considerados, como defensor a ultranza de que cada uno exprese sus pensamientos, creo que todos son bienvenidos. Y respecto a este libro, pues lo comentado: persiste en mi cabeza con una fuerza inúsita.
Publicar un comentario