Título original: Numero Zero
Año de publicación: 2015
Traducción: Helena Lozano Miralles
Valoración: se deja leer
Última novela, hasta la fecha, del eximio escritor y popular profesor de semiología (un momento... ¿era al revés?), el piamontés Umberto Eco, en la que se dedica a satirizar sobre los medios de comunicación escritos. La historia que cuenta, quizá algo rebuscada, es la siguiente: en el año 1992 -la fecha tiene su por qué-, un tal Colonna, ghost writer o "negro" de medio pelo es contratado para escribir la crónica de la puesta en marcha de un periódico, Domani, que en realidad no es sino un instrumento de presión, merced a la edición de varios y escandalosos "números cero" -no destinados a la difusión pública-, que pretende utilizar un empresario para ser admitido en los círculos más selectos de la economía italiana. Para ello, se contrata a un grupo de periodistas también de medio pelo, que se dedican a husmear en noticias pasadas aspectos que puedan ser comprometedores para el futuro... de según quién.
Este argumento, vagamente "chestertoniano", se ve enriquecido con muchos de los "lugares comunes" de la trasologia -o conspiranoica- italiana de la segunda mitad del siglo XX: el final de Mussolini, las intrigas vaticanas, la red Gladio, los atentados neofascistas, las Brigadas Rojas, los servicios secretos (de ahí la necesidad de situar la acción de la novela en el año 92)... elementos que, si bien pueden suscitar el interés de algunos lectores (el mío, por ejemplo), creo que resbalarán sobre la atención de la la mayoría; en el caso de los compatriotas del señor Eco, por excesivo conocimiento -y hasta cansancio, supongo- de todos estos asuntos; en el caso de los lectores de otros países, por todo lo contrario. El argumento, además, recuerda demasiado al de otra novela del mismo escritor, El péndulo de Foucault (ésa que mucho empezaron, pocos acabaron y a casi nadie gustó... aunque a mí sí, reconozco también), si bien en ésta de lo que se hablaba era de una conspiración esotérica desarrollada a lo largo de varios siglos -novela bastante anterior a El código Da Vinci , hay que decirlo, y de la que, no obstante, se burla- en vez de una trama política. Pero cierta similitud está ahí.
Tampoco es que esta trama se desarrolle de la manera más adecuada, por otro lado; más bien la novela, bastante corta, da la sensación de escasez, con líneas argumentales que debían ser, en principio, las más importantes (la gestación del falso periódico), truncadas o disueltas en una serie de explicaciones teóricas sobre el periodismo y la manipulación que se suele hacer de las noticias (con triquiñuelas no sé hasta qué punto eficaces, por ingenuas y/o sutiles... el dottore Eco debería echarle un vistazo a cierta prensa española para enterarse de lo que vale un peine). Pero el conjunto resulta mal desarrollado, con cierto desequilibrio entre lo fundamental y lo anecdótico. Pido perdón de antemano por esta pequeña maldad, pero en realidad, da la sensación de ser un proyecto de novela archivado desde hace 20 años (de ahí también la época en la que se data la acción) y que, siendo ya el autor de una edad avanzada, no quería desperdiciar...
En cuanto al contenido de la novela o su intención, ya digo que resulta de una cierta ingenuidad: la idea es hacer una sátira del papel de los medios de comunicación y de la elaboración de las noticias que nos tragamos como caramelos... también una crítica al público de esos medios -es decir, a todos nosotros-, capaces de consumir esas noticias sin descanso y sin memoria, por atroces o comprometedoras que sean, pero sin preocuparnos de profundizar en ellas (y en esto Eco tiene razón). Lo que ocurre es que a este respecto la realidad supera a diario cualquier ficción: lo de Número Cero parece un juego de niños en comparación con la manipulación que sufrimos cada día... y el cinismo con que la aceptamos. Eso, por no mencionar que desde el año 92 hasta ahora los medios de comunicación y el periodismo se han visto agitados por algún que otro cambio: los personajes de la novela, evidentemente no habían oído hablar de Internet... Quizá si este libro hubiese sido publicado hace 20 años, su impacto habría sido otro, mucho mayor, pero a día de hoy, se queda en una salva con pólvora mojada. Menos mal que, por lo menos, la prosa es fácil de leer y se ventila en una tarde. O dos.
Una novelita, si no desdeñable del todo, tampoco especialmente memorable. Se deja leer e incluso puede ser recomendable para los fans del autor y para estudiantes de Ciencias de la Información... los que suelan ir a clase, quiero decir; a los que se pasen la mañana en la cafetería de la facultad, leyendo la prensa diaria -aunque sea sólo la deportiva-, no les hace falta: de manipulación informativa y prácticas torticeras ya sabrán bastante.
Otros libros de Umberto Eco reseñados en Un Libro Al Día: Aquí
7 comentarios:
Tengo muchas ganas desde hace tiempo de leer este libro, y por supuesto todas las críticas que he leído de él eran positivas (cuando se trata de un autor tan consagrado como Umberto Eco es muy complicado lo contrario), pero a pesar de tu crítica me sigue llamando mucho la atención.
Personalmente creo que incluso aunque Internet y las nuevas tecnologías en general han cambiado mucho el mundo del periodismo, es perfectamente factible utilizar el pasado y la prensa de papel como una crítica al periodismo actual (lo sigo sin saber exactamente qué es lo que ha hecho Umberto Eco con este libro, simplemente es una idea). Hay grandes libros sobre la comunicación que fueron escritos hace décadas que son perfectamente actuales hoy en día (Hommo Videns: la sociedad teledirigida de Sartori fue escrito en los años 90, mismo tiempo en el que transcurre la acción de este libro, y creo que poco de lo que hay escrito en él no es completamente aplicable a la actualidad, por ejemplo).
Por último, creo que leer un periódico (y más de deportes) en una cafetería y ser conscientes de que estás siendo manipulado (o no serlo siquiera) no es especialmente una vía de reflexionar sobre la comunicación, los medios sociales y el periodismo. Vamos, lo que vengo a decir es que el que sabe realmente sobre manipulación informativa y prácticas torticeras es el que lee el periódico por la mañana temprano, después va a clase y lee a Umberto Eco por la tarde, no sé si me explico.
Gracias por la entrada. Muy interesante.
Saludos
Buenos días, Carmen:
Ante todo, gracias por compartir tus interesantes reflexiones; ¡con lectores así, da gusto escribir reseñas en este blog! :-)
Por lo demás, como parece que te interesa el tema, te recomiendo que leas el libro; ahora bien, aviso que no es un tratado teórico sobre los medios de comunicación, sino una novelita que quizás hubiera merecido un desarrollo más largo y complejo. En cualquier caso, creo que debes ser tú quien lo juzgue...
Sobre lo de la cafetería de la facultad, pretendía ser más que un chiste (malo)... aunque a medias: visto el nivel de algunos periódicos y periodistas, al menos en España, me da la impresión que muchos sí que se pasaron la carrera en la cafetería...pero jugando a las cartas, o algo así, porque si aprendieron algo, no lo aplican (o lo olvidaron).
En cualquier caso, un afectuoso saludo y gracias de nuevo por pasarte por aquí.
Hola nuevamente, Juan.
No hay nada que hacerle. esto se está tornando aburrido. tenemos gustos literarios demasiado parecidos!!
Leí Número Cero hace un par de meses. Y no puedo dejar de coincidir contigo: es una novelita, de las más flojas que ha escrito Don Eco (solo superada por la para mí insufrible Misteriosa llama de la reine Loana), que trae reminiscencias, sólo eso, de la extraordinaria El péndulo de Foucault.
Anacrónica? Puede ser. Desde 1992 para acá han pasado muchas cosas como para que el lector se sienta un poquitín desilusionado al leer Número Cero. De todos modos, su lectura es agradable y para un tierno como yo, la historia de amor entre Colonna y la joven periodista es bastante simpática.
No quedará en la historia de la literatura como la mejor, pero sí tal vez como la última novela de un autor imprescindible.
Hola, Puma:
Pues me estoy planteando seriamente reseñar negativamente el próximo libro que me guste (o viceversa), a ver si así disentimos tú y yo, porque no hay manera, no... ;)
Sobre esta novela, tampoco es que me haya disgustado tanto (como bien dices, la lectura es agradable), pero no he podido evitar la sensación de que era un proyecto abandonado en un cajón durante 20 años y que ahora Eco ha terminado porque el hombre ya tiene una edad y le daba lástima dejarlo sin acabar.... en cuanto al interés del tema en sí, me repito. si se hubiera publicado hace 20 años, quizás mi opinión sería otra, pero ha día de hoy, queda bastante desfasado.
Por cierto, sólo hay 3 ó 4 personas, que yo conozca, a quienes haya gustado "El péndulo de Foucault"... y una eres tú (o sea, vos) y la otra soy yo (coincidimos de nuevo). La de la reina Loana no la he leído, pero me fío de tu buen criterio, cómo no...
Un abrazo y hasta la próxima.
No es que la novela estuviese aguardando en un cajón, es que es en sí misma un "numero cero", una mirada al futuro de algo que ya ha pasado. Por otra parte: la novela es aburrida.
Coincido casi totalmente con tu reseña, salvo en que yo no la considero anacrónica en cuanto a periodismo se refiere. Pasados 20 años, la prensa nos sigue "manipulando" del mismo modo; no hay más que entrar a diario en cualquier periódico digital y visualizar los titulares de principio a fin. Por lo demás, una novelita entretenida con algunas ideas/reflexiones interesantes que, tienes razón, más parece un proyecto más amplio que se ha quedado en eso, una novelita corta que se lee en dos tardes. Eso sí, más accesible al gran público que otra de sus novelas. Saludos y enhorabuena. ToniLV.
Lei "Número Cero" hace algunos años, motivada tan solo por ser obra de Umberto Eco y por el gran amor que le tengo al " Nombre de la Rosa", sobra decir que mi desilusión fue amplia.
La historia me pareció obvia y más me pareció un libro de instrucción para los alumnos de los primeros semestres de cualquier asignatura de comunicación.
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