Año
de publicación: 2007
Valoración:
Se
deja leer
Salvo por algún motivo muy
concreto, no suelo explicar los argumentos pues habiendo tanto aspecto que merece comentario, ¿para qué recurrir a lo obvio? Pero además en este caso
no haría ninguna falta. Basta señalar que la novela contiene todos y cada uno
de los lugares comunes del género negro, tanto es así que incluso los que
establecieron sus pautas –y han sido repetidamente imitados– se mostraron mucho
más originales. Digo todos y ni siquiera eso es cierto. La norma establece que
no deben quedar cabos sueltos y aquí se dejan unos cuantos, entre ellos ese que no puede faltar nunca y que,
anticipando que existe un cadáver, dejo a la imaginación de cada cual.
Un sardónico narrador
omnisciente, de escritura desaliñada a trechos, amigo de informar al lector por
su cuenta en lugar de molestarse en repartir indicios a lo largo de la acción y
que este saque las conclusiones oportunas. Un detective tan tópico y desdibujado
como el resto de los personajes. Una ciudad –Barcelona–cuyos bajos fondos tan
solo se insinúan a pesar de constituir la materia prima. Unas apariciones y
retiradas algo teatrales y muy poco verosímiles. Un escenario pre-crisis, con
una inmigración en pleno apogeo y corruptos por todos los rincones, merecedor de
mayor detenimiento que una simple perorata de bar tan acartonada y fuera de
lugar como la mayoría de los diálogos.
Por cierto, estos merecen
capítulo aparte. No siempre el personaje tiene acceso a la información que
aporta. Por otra parte, es evidente que detrás de individuos sin preparación de
ninguna clase exhibiendo un vocabulario y una capacidad analítica insólitos se
oculta Ledesma haciendo avanzar la acción, explicando lo ocurrido o simplemente
reflexionando a su aire. Una de esas veces parece caer en la cuenta y lo
justifica haciendo que los interlocutores confiesen que les gusta leer. Excusas
de escritor apresurado urdidas sobre la marcha.
Ni siquiera cumple el requisito
de realismo a toda costa. ¿Quién puede creerse que al sospechoso no se le detenga
o que la policía dedique su tiempo a vigilar y prevenir un nuevo asesinato en
unas calles repletas de droga, prostitución, gente armada y negocios sucios? Pero
quizá lo más destacable se halle en lo desigual de su técnica. Junto a
descuidos patentes encontramos alguna escena intensa y bien resuelta, algún
párrafo casi poético, gotas aisladas de cordura.
González Ledesma procede de la
novela de quiosco y se nota. Incluso, y si no fuese porque el año de su
publicación recibió el premio RBA, me atrevería a afirmar que este título
concreto nunca debería haber rebasado esos límites. Pero estamos en verano, la
estación en que más apetece evadirse, disfrutemos pues de lo anodino que hace
demasiado calor para pensar.
6 comentarios:
Lástima, porque la cubierta y el título tiran..
Lo cierto es que es entretenida. Desde un punto de vista literario tiene un montón de defectos pero no olvides que "se deja leer".
¡Ánimo! Prueba y luego nos dejas tu opinión :)
La novela es muy entretenida,al margen de tecnicismos literarios.Hombre, este escritor era el "celebre" Silver Kane que tantas tardes de niño y adolescente nos entretuvieron con aquellas novelitas de Bruguera.Por supuesto no es Jim Thompson, ni James Ellroy, ni Raymond chandler, pero parafraseando a los Stones :Es solamente novela negra , but I like it.
Pues sí. Has hecho un buen resumen. Claro que, habiendo estupendas novelas del género, yo tengo claras mis preferencias, pero eso ya es cuestión de gustos.
Coincido con Anónimo, es sólo novela negra, but i like it. Quizás sea una novela muy barcelonesa y a alguien que no sea de allá pueda pensar que no aporta nada, pero pienso que dentro de todos los libros de González Ledesma, incluido el que nos ocupa hay una declaración de amor y de crítica de la ciudad condal. A mi los diálogos me parecen divertidos, pero bueno para gustos, colores...
Efectivamente, es cuestión de gustos. Para mí, el hecho de que caracterice a Barcelona le aporta un valor añadido siempre que el resto también tenga valor. Esta novela es una más entre muchas, en cambio, el impresionante repaso por la fisonomía e historia de Barcelona, así como sobre el carácter de sus habitantes, que realiza Eduardo Mendoza en La ciudad de los prodigios, o la Barcelona que pinta Mercedes Salisachs en La gangrena -entre otros muchos ejemplos que podrían señalarse- sí los considero verdaderamente meritorios.
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