Idioma original: español
Año de publicación: 2013
Valoración: Muy recomendable
Estoy tentado de decir que este libro debería ser de lectura obligatoria en las escuelas, pero no soy tan ingenuo: no hay sistema educativo que asuma como propio un libro que promueve la duda, la suspicacia y el escepticismo sobre la propia historia nacional. Es mucho más fácil (y mucho más productivo políticamente) seguir repitendo los mitos y los tópicos históricos recibidos y popularizados, que enseñar a los alumnos -y a los futuros ciudadanos, por supuesto- a cuestionarlos críticamente y asumir que quizás son todos, o casi todos, falsos, o por lo menos muy dudosos.
Porque esa es la tesis central de este libro, sólidamente argumentada y ejemplificada: que la historia que hemos aprendido, leído en libros, visto en películas, celebrado en monumentos y fiestas nacionales, es en realidad una construcción, una manipulación sin ninguna base documental. Más aún: que aun cuando existieran esas bases documentales (que casi nunca existen), no deberíamos fiarnos de ellas más de lo que confiaríamos en un testigo con un serio conflicto de intereses.
Dicho con otras palabras: si se va a buscar las fuentes originales de muchos de los mitos centrales de la historia española (el reino de Asturias, la Reconquista, el Cid, la reina Isabel, el Imperio de los Austrias...), descubrimos que o bien esas fuentes son inexistentes, o son muy tardías, o son manipulaciones interesadas, o bien son directamente falsificaciones de (pseudo)historiadores que tenían un fin particular en mente. Y sin embargo, el hecho de que los historiadores académicos sepan esto con cierto nivel de seguridad desde hace por lo menos dos o tres décadas no ha variado ni un ápice la forma en la que seguimos entendiendo, enseñando y celebrando la historia, porque los mitos, aunque se sepan falsos, son poderosos.
Lo cierto es que da algo de vértigo llevar hasta el final la premisa de Murado: aceptar que, de hecho, no podemos saber nada o casi nada sobre nuestro pasado. Que lo que creíamos que era nuestro pasado en realidad pudo ser una cosa muy diferente, y que de hecho probablemente nunca podamos saberlo. Es chocante esta idea, parece contradecir una necesidad esencial de saber de dónde venimos, además de tener que luchar con una tradición nacional(ista) de al menos doscientos años, en la que se ha (re)construido una historia oficial que a estas alturas parece incontestable.
(Mi pasaje favorito, y al mismo tiempo el que más rechazo me provoca, es aquel en que Murado compara los objetos de los museos con las reliquias religiosas: aunque sea desde un planteamiento laico y civil, también a estos objetos históricos los imbuimos de una carga mítica o mística que va mucho más allá de su significado objetivo).
Solo tengo dos críticas que hacer al libro. La primera es que, al cabo de cuatro o cinco capítulos resulta algo repetitivo, no solo en el contenido, sino también en expresiones que se usan demasiadas veces: expresiones como "este es un ejemplo perfecto de cómo opera la manipulación de la historia" y sus variantes.
La segunda crítica no es en realidad una crítica, sino un posible punto débil abierto a ataques de sus detractores. El libro incluye solo ejemplos de manipulación y construcción de la historia de España, lo que en sí mismo no tiene nada de malo; pero me temo que algunos utilicen este aspecto en su contra, acusándole de escribir, él también, a partir de una agenda política (que supongo que calificarán como "antiespañolista"). Cualquier excusa es buena para poder seguir contando la misma historia de siempre, como si siguiera siendo verdad.
7 comentarios:
Lo comparación de los objetos de los museos con las reliquias religiosas es pertinente: de hecho, casi todo el mundo baja la voz en los museos, como si se estuviera en una iglesia. Claro que yo también he visto a un tipo comerse una magdalena delante de un cuadro de Durero, en el Prado....
Alguien me dijo un vez que la historia oficial pertenece a la literatura de ficción. Algunas creaciones narrativas o de teatro nos pueden decir mas sobre la "verdad" de algunos hechos. Pienso en la masacre de las bananeras en Colombia (Cien Años de Soledad) o en el fenómeno peronista en Argentina (Santa Evita).
Yo, personalmente, no concuerdo con la tan común crítica que se hace a la historiografía de corte oficial. En principio, la calificación de "falsos" de los mitos nacionales (a saber, existen en todos los países con historia); o al menos, su desmitificación por medio de lo contrafáctico, es confundir manzanas con naranjas.
Porque:
a) Historiografía es historia sólo en cuanto se la tome como fuente del momento en el que se escribió. Lamentablemente, la mayoría de las veces, los textos historiográficos nos informan más sobre el momento en que fueron escritos, que de los sucesos y procesos sobre los que pretenden informar.
b) Otro error es pretender una historigrafía carente de ideología o de agenda política; basada exclusivamente en lo fáctico, y en su contraparte, las fuentes. La historiografía neutral, digamos, no existe. Tanto es así, que la corriente historiográfica fáctica y de pretensión apolítica por excelencia es la liberal positivista; a la que pertenecen el grueso de las historiografías oficiales.
c) Puede objetarse también, desde la historia social, que el sujeto histórico es el "hombre del común", y que por extensión, la validez del mito depende de la difusión de éste y de la creencia que se tenga de él, y no de su veracidad. Es decir, alguien se siente menos español por entender que la batalla de Covadonga fue más bien un altercado, una pequeña trfulca, si es que en efecto, sucedió? En cuanto a la Historia (con mayúscula), el mito no puede ser desmentido por lo fáctico.
Al margen, quisiera felicitarlos enormemente por vuestro blog. Es la primera vez que comento una publicación, pero los sigo desde hace un año aproximadamente. Gracias de parte de un humilde ayudante de cátedra de historiografía.
Muchísimas gracias a todos. Desde luego que este libro da lugar a muchas reflexiones, y por eso precisamente es interesante y valioso.
Estoy muy de acuerdo, claro, con lo que dice Lautaro, pero le veo un problema: el que los académicos oficiales sepan que no existe historia sin ideología, no quiere decir que debamos aceptar como válidas las historias oficiales, y sobre todo los usos políticos que se hacen de ellas.
Dos ejemplos:
1- Esperanza Aguirre declarando que "España es una gran nación con 3000 años de historia" http://www.meneame.net/story/esperanza-aguirre-espana-gran-nacion-3-000-anos-historia-eso
2- Artur Mas homenajeando a Wifredo el Vellos (Guifred el Pilós), a pesar de reconocer que es solo una leyenda: http://elpais.com/diario/2006/11/04/paisvasco/1162672808_850215.html
¡Muchas gracias de nuevo!
Es basura. Suena bien y tiene algunos puntos positivos y criticas fundadas, pero crea tantos mitos como los que denuncia. ¿Que el Cid no tuvo hijas? ¿Que no habia picas en el asedio de Breda? ¿Que el reino de asturias no existio? Cuando le da credito a ese lunatico, Olague, que dice que la invasion musulmana de Hispania es ficcion...
Tiene reazon en bastantes cosas que afirma, pero la mitad del libro es ficcion pura y dura.
Lo peor de todo es que esta coleccion de fantasias y delirios va ya por la tercera edicion.
"Es basura. Suena bien y tiene algunos puntos positivos y criticas fundadas, pero crea tantos mitos como los que denuncia. ¿Que el Cid no tuvo hijas? ¿Que no habia picas en el asedio de Breda? ¿Que el reino de asturias no existio? Cuando le da credito a ese lunatico, Olague, que dice que la invasion musulmana de Hispania es ficcion...
Tiene reazon en bastantes cosas que afirma, pero la mitad del libro es ficcion pura y dura.
Lo peor de todo es que esta coleccion de fantasias y delirios va ya por la tercera edicion."
El lunático que haya escrito por favor que vea este video y se lea algún documento de la época, especialmente árabes para mantener la neutralidad
https://www.youtube.com/watch?v=xfcBE8iEYkc
Aviso que todos los mapas que ahi se muestran son originales y las fechas y nombres escritos corresponden
Luego que hable de "asturias"
Con respeto a las picas y las hijas no los se,
y con respeto a la invasión peninsular no fue tal cosa, lo unico que fue un cambio religioso por que entraron cuatro pelagatos a gobernar en un territorio que estaba hasta arriba de los invasores visigodos y casi se preferian otros nuevos, sino mira miniaturas de la época y verás que el noventa por ciento de esos "moros" son más blancos que papá Noel.
Y la Parte mora se le llamaba Hispania y a la cristiana Gallaecia, bue y luego estaba la marca de carlomagno que derivaría en navarrra y aragón, asi que Asturias es una gran fantasmada como reino...
Y es menos basura que los libros de bachiller, eso jurado.
Divagando un poco ajeno a este libro en concreto. Me parece que últimamente nos dedicamos mucho a rajar de hechos, valores y costumbres del pasado, mirandolo con los ojos de hoy en día. y hacemos estas criticas, bastantes veces con razón, como si lo actual fuese maravilloso, como si fuesemos el culmen de la Humanidad, como si con nosotros se llegase al fin de la Historia. Otros vendrán que nos juzgarán con los ojos de los futuros.¿Y como nos valorarán en esos futuros? ¿Y como lo harán en los diferentes países o zonas?. Quizás valoren bastante mal esta época, como nosotros hacemos de hechos y cotumbres del pasado. Quizás nos consideren unos salvajes. Quizás nos consideren unos atrasados. Quizás ellos sean más salvajes y/o atrasados que nosotros, si hay involución más que evolución, o va por épocas, sean ellos conscientes de este salvajismo y/o atraso o no. Me estoy liando. ¿Que opinarán, por ejemplo, de nuestras guerras, del maltrato a los animales, del aborto...?
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