Idioma original: español
Año de publicación: 2005
Valoración: recomendable
Cuando en julio de este año murió Esther Tusquets, novelista y editora (directora de la editorial Lumen durante muchos años), me propuse buscar algún libro suyo para conocerla, porque poco sabía de ella más allá de reconocer su apellido. Me habría gustado leer El mismo mar de todos los veranos, pero en cambio lo que encontré en eBook fue este libro de memorias de título provocador.
Habíamos ganado la guerra es efectivamente un libro de memorias, ceñido casi exclusivamente a la infancia y temprana juventud de la escritora y editora (quienes busquen en él historias de su trayectoria como directora de la editorial Lumne, por lo tanto, quedarán decepcionados). Casi todo son historias familiares (la madre, con la que mantiene una relación desapegada; el tío Juan, un cura falangista y antisemita; el tío Víctor, un "nazi de opereta"; las tías Blanca y Sara, de espíritus opuestos...) y escolares, referidos a los distintos centros educativos -y fueron muchos- por los que desfiló la joven Esther.
Es de agradecer la honestidad de la autora al no ocultar, como otros muchos quizás habrían hecho, la realidad de su familia después de la guerra: los Tusquets pertenecían al bando de los vencedores, a la burguesía catalana, poderosa y conservadora, que salió de la Guerra civil herida (dos tíos de la escritora murieron en los primeros días de la contienda) pero fortalecida por su alianza con el Franquismo. La vida de la niña Esther, por lo tanto, no tiene nada que ver con las privaciones ni con la represión que caracterizaron a los primeros años de la posguerra, una situación de privilegio que la autora no desconoce ni oculta, aunque tampoco pide perdón por ella (¿por qué debería?).
En conjunto, Habíamos ganado la guerra no es una novela que critica sino que describe. La mayor carga crítica, sin embargo, se reserva para la doble moral "católica" de la época, que permitía que los hombres mantuvieran a sus queridas prácticamente a los ojos de todos, mientras que censuraba hasta el más mínimo desliz de las mujeres, destinadas a su papel de esposas, madres y amas de casa. Tampoco los curas, con su obsesión enfermiza por el sexo y el infierno, salen demasiado guapos en la foto.
Habíamos ganado la guerra se lee casi de una sentada, porque es ameno, está bien escrito (aunque el estilo de Esther Tusquets se caracteriza por incluir incisos, a veces larguísimos) y produce ese placer algo cotilla de las memorias íntimas de personajes famosos.
Eso sí, voy a seguir buscando El mismo mar de todos los veranos...
2 comentarios:
Como catalán y alineado moralmente con el bando perdedor, estoy muy familiarizado con esa burguesía vencedora y pactista: comprendo que no hay que pedir perdón, pero en esencia, y aunque no es este un blog político, no es tanto que hicieran daño sino que dejaron que otros lo hicieran. Hay que decir que la Tusquets compensó eso parcialmente con su empeño en la difusión de la cultura. Si eso es suficiente o no, ya va a la opiniín de cada uno. En cuanto al libro, seguro que contiene más de un pasaje jugoso relacionado con personajes más o menos cercanos.
Sí, entiendo lo que dices; yo me refiero a que ella personalmente no tiene que pedir perdón por haber nacido en la situación en la que nació. Creo que es muy distinto el caso de la generación de sus padres, tíos, etc. que describe en el libro, que estos sí eran adultos conscientes de sus decisiones cuando estalló la guerra y se estableció el Franquismo.
Esther Tusquets, por lo que cuenta en el libro, cuando llegó a la juventud se apartó de la ideología familiar dominante, con varios bandazos: ingresó en lo que ella llama una "Falange de izquierdas" crítica con el franquismo, y después en el PSUC.
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