Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 1892
Valoración: muy recomendable
Este relato, escrito en forma de entradas de un diario personal, describe el descenso a los infiernos de una mujer... o, más bien, quizá, su "ascenso" a la libertad. Todo depende, como siempre, de la lectura que de sus páginas haga cada lector. (O de hasta qué punto decida creer a la narradora, como suele pasar cada vez que nos encontramos con una historia contada en una primera persona de salud mental dudosa).
Charlotte Perkins Gilman nos presenta una historia basada en su propia experiencia: tal y como le ocurrió a ella, la mujer del relato, que sufre de crisis depresivas y de un "un cierto grado de histerismo", es puesta bajo un tratamiento de choque por consejo médico. Se nos hace saber que ha tenido un niño, lo cual podría significar que su mal es una "simple" depresión postparto. Para que haga esta llamada "cura de reposo", su marido -que casualmente también es médico- la encierra en la habitación de una casa que alquilan para el verano. Se le prohíbe leer, coger un bolígrafo, hacer ningún tipo de trabajo doméstico y, en suma, recibir cualquier tipo de estímulo físico o mental.
Bajo estas terribles condiciones, y a través de sus propios escritos clandestinos, nos adentramos en la ya dañada mente de la protagonista y recorremos con ella la vertiginosa espiral de su deterioro anímico y psicológico a partir de que se obsesione con el empapelado amarillo de la pared de su "celda" hasta límites insospechados.
Considerado por algunas secciones de la crítica como uno de los primeros relatos feministas, El empapelado amarillo también puede ser leído, por ejemplo, como una historia de terror (al menos, inquietante e incluso aterrador es un rato; especialmente si un empapelado amarillo parece mirarte con inquina mientras lees...). El estilo de Gilman es brillante, y la tensión que tan magistralmente crea nos mantendrá en vilo hasta el sorprendente final, abierto a múltiples interpretaciones.
9 comentarios:
Tiene una pinta buenísima, con esa mezcla de terror psicológico y crítica feminista. El texto en inglés está en "Project Gutenberg":
http://www.gutenberg.org/files/1952/1952-h/1952-h.htm
En cuanto saque un rato, me lo leo...
Pues sí, a mí me gustó mucho, y la verdad es que me resultó muy inquietante. ¡Con lo difícil que es eso! El final me recuerda un poco a El exorcista (no digo por qué para no dar pistas).
Es que además, más que una crítica feminista, es una crítica... humana: ¿cómo se puede pretender curar una enfermedad por medio del encarcelamiento? Si no estabas ya loca, te volvían loca...
Es un relato realmente inquietante.Muy bueno.Lumen publicó hace unos años un libro llamado "Entre horas",que recoge relatos de escritoras a caballo entre los siglos XIX-XX.Es una selección muy interesante en la que figura "El empapelado amarillo"
Buena reseña. Depresión postparto y represión femenina también en estas 3:
http://www.la2revelacion.com/?p=1740#more-1740
¡Buenísimo relato! Me impactó tanto que también estuve pensando hacer un Zoom, pero el tuyo es insuperable, Paula. Yo lo leí en un libro recopilatorio de relatos de mujeres del XIX y principios del XX: "Cuando se abrió la puerta y otros relatos". Está en Bidebarrieta, para los que anden por Bilbao...
¡Gracias, chicos! Me alegro de que os hayan gustado reseña y relato (los que lo habéis leído).
Yo también me lo acabo de leer, y me ha parecido buenísimo, sobre todo por esa polisemia o ambigüedad que se mantiene todo el tiempo, y que permite leerlo de muchas maneras distintas: como un relato feminista (el marido es un maltratador psicológico que quiere tener a su mujer dominada y lo único que consigue es volverla loca); como un relato psicológico (la mujer está mal de la cabeza y su obsesión por el papel amarillo no es más que la gota que colma el vaso) o como relato gótico (la casa está maldita y el papel amarillo tiene alguna cualidad demoniaca). En fin, una pasada de relato, muchas gracias, Paula...
Es que es eso. Es un relato totalmente modernista, y quizá sin intención por parte de la autora: lo escribió para mandárselo al médico que la había encerrado para "curarla" e intentar que dejara de administrar esos tratamientos de choque. Pero no lo consiguió; al menos, el tío no dio su brazo a torcer hasta muchos años después...
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