Idioma: inglés
Título original: The KLF. Chaos, Magic and the Band who Burned a Million Pounds
Año de publicación:2016
Traducción: Elena Morán
Valoración: recomendable
Casi 300 páginas sobre un grupo que, técnicamente hablando, publicó un solo disco largo (LP, dos siglas que van desapareciendo), puede parecer desproporcionado, y lo es. Y por muy influyente en lo sonoro y en lo "filosófico" que fuera la banda, a veces en este libro se percibe que Higgs necesita rellenar páginas con cuestiones que, aún viniendo al caso, no dejan de ser circunstancias paralelas cuando, a la hora de escribir sobre música (alguien lo comparó a cantar sobre fútbol), en la nada humilde opinión de quien esto escribe, lo fundamental es hablar de sonido, de canciones, de sensaciones subjetivas al oír éstas. Pero hay que aceptar que The KLF no fueron un grupo al uso, y que, por prolongada y forzada que pueda resultar alguna vez, la puesta en contexto resulta necesaria para comprender los motivos de la prolongada reverencia de cierto sub-sector del mundo underground hacia esta banda.
La cuestión es que a mí, aunque me parezca lógico, no acaba de cuadrarme que título y primeras páginas del libro hagan referencia al hecho que representa uno de los cúlmenes de la banda. Empaquetar un millón de libras (de 1994: eso es mucha pasta), llevarse a un fotógrafo que dé fe, irse a una isla en Escocia, y pegarle fuego. Es muy difícil controlar las reacciones ante un hecho así, porque el común de los mortales (me incluyo) lo encuentra inexplicable y un acto que es muy difícil digerir evitando términos como chulería, estupidez, absurdo, y eso quedándose muy corto.
Aunque como acto promocional no puede negarse que es de una brillantez que descoloca.
Quizás situar esa escena al inicio del todo esclaviza al resto del libro como una especie de tesis enfocada a explicar el acto, y quizás toda la relación de referencias a hechos culturales, ritos con tendencia al ocultismo o a cierta creencia pagana, muchos etcéteras que cuesta hilvanar, sea un intento excesivo de intelectualizar todo el itinerario de la banda y de sus miembros (Jimmy Cauty y Bill Drummond) cuando otra explicación plausible pero mundana y desprovista de todo glamour sería decir que fueron dos colgados pasados de algún viaje con vete a saber qué substancia, que se encontraron un éxito descomunal que solo supieron finiquitar apostando al máximo por la excentricidad, como si ésta surtiese el típico efecto catártico o liberatorio que experimentan los serial-killers cuando acaban siendo detenidos.
Así, los párrafos que más he disfrutado en este libro son aquellos más convencionalmente cercanos al libro-biografía, con la descripción de su ascenso a la cumbre (hablamos del grupo que vendió más discos sencillos en el mundo en el año 1991), el proceso de producción de sus discos y los sucesivos avatares donde sus miembros ya empezaban a dar pistas de que la historia del grupo y de sus proyectos previos no podía tener un final convencional.
Queda claro, en todo caso, que Higgs está muy informado y toda esa maraña (completada gráficamente) que enlaza a Stonehenge, al Cabaret Voltaire, al movimiento discordante, a Timothy Leary, al pirado de Julian Cope, a los Illuminatus y a unas cuantas piezas oscuras y malditas de literatura apocalíptica puede resultar a veces cargante o a veces excesivamente divagatoria, pero el libro resulta muy ameno, incluso si se le reduce a un mínimo esqueleto de ascensión fulgurante, estancia breve y caída suicida de un grupo actuando en un entorno enrarecido, pero en el fondo, tan pop como uno quiera ver.
4 comentarios:
Buenísima la frase "Hablar sobre música es como cantar sobre fútbol", me la quedo. Y el acertado comentario que haces de que un libro sobre un grupo de música debería hablar sobre todo de su música y no de otras cuestiones, me dice que no me voy a acercar a él. Precisamente acabo de terminar uno que comparte el hecho de reflexionar sobre un solo LP, "Música de mierda" de Carl Wilson (que acabo de ver que curiosamente también has hecho una reseña de él). Sé que el LP de Céline Dion es solo el punto de partida (como supongo lo será el de KLF en este libro) para hablar de otras muchas cuestiones filosóficas, estéticas, culturales, antropológicas, etc, etc, pero si la música y el sentimiento que te produce se deja en segundo plano, no le encuentro demasiado sentido.
Todo esto me hace recordar a un profesor mío, que después de una sesuda reflexión de un alumno nada menos que de la música de Edgar Varése, le contestó más o menos esto: "No estoy de acuerdo con esa forma de hablar de la música de Varése. Esto debería ser como hablar de jamón: ¿te gusta o no te gusta?"
No sé que es más heavy: quemar un millón de libras o anunciar que no editarán su próximo disco hasta que no haya paz en el mundo!
Gracias por los comentarios.
Pepe: recomiendo que leas el libro ya que no es un libro exactamente sobre música sino sobre un determinado par de músicos, con su obra incrustada dentro de su trayectoria vital pero no permitiendo que se limite a eso. Yo también prefiero que se hable más en profundidad sobre aspectos creativos, pero aquí, salvo por la coartada intelectual y que a veces a Higgs el tema le lleva por extraños vericuetos, está justificado.
Pablo: Paz en el mundo. Que tíos.
Creo que la frase en cuestión era de Zappa y era aún mejor: "Escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura".
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